lunes, 31 de diciembre de 2018

Último post del año: 2018 nuestro año



Despidiendo el 2018 



Y ya estamos en el último día del año, un 2018 que ha significado mucho para mí, y que casi que con un chasquido de dedos se esfuma. De lo que no cabe duda es que ha pasado muy rápido, aunque realmente esto hace tiempo que me sucede, no es  como cuando era pequeña que parecía que no llegaba nunca el verano, ni las Navidades, ahora pasan los meses demasiado rápido. Casi sin tiempo para saborearlo.

Esta es una de las entradas más complicadas del año…  
En primer lugar, y a modo de empezar a enfrentarme a nuevos retos, estoy escribiendo este post sin mi gran ayuda visual: mi magnificador, Zoomtext. Estoy escribiendo a ciegas literalmente, tan solo con el sintetizador de voz: jaws. Sé que este paso lo debería haber dado hace bastante tiempo, pero en ocasiones he explicado que al tener resto visual me gusta utilizarlo, y a pesar de que utilice mucha ampliación y pueda parecer que maree la pantalla estoy muy acostumbrada a utilizarlo, sin embargo: es hora de dejar las cuatro ruedas de la bici y empezar a ir solamente con dos ruedas… este símil es parecido a lo que me ocurre delante del ordenador, ya que aunque tenga el software magnificador, en muchas ocasiones tengo que tener el soporte de la voz también. Ahora estoy sin ver la pantalla, simplemente con el soporte de audio que me ofrece el software del sintetizador: Jaws.
Pero, a parte de contaros cómo estoy redactando delante del ordenador y empezar con un reto… también es una entrada complicada porque toca hacer balance del año que ya se despide,. Y, a pesar de que este 2018 me deja muchas cosas buenas, también es época de darme cuenta que el tiempo pasa demasiado rápido (de hecho aún tengo post pendientes, que ya tendrán que ser para el nuevo año).
La verdad es que dada la edad que tengo y sin niños en casa, la fecha de las navidades que más me gusta es la de hoy, el 31 de diciembre, una fecha como otra cualquiera, pero final e inicio de etapa y hora de hacer recuento de lo bueno y malo del año.
Y es que este año no solamente me he casado, con todo lo que conlleva (decisión, preparativos, búsquedas, papeleo, invitaciones, nervios y emoción) también se ha jubilado mi fiel peluda Kenzie, mi perra guía. Por tanto han sido hechos que me han marcado mucho, porque en poco tiempo he sufrido muchos cambios, y no significan para nada que hayan sido malos, simplemente han sido transiciones. Decisiones que cuestan tomar, pero que hay que hacerlas en algún momento de la vida.
Empezaremos por el principio…

Durante el primer trimestre del 2018 Carlos y yo nos comenzamos a informar sobre qué pasos debíamos seguir para legalizar nuestra relación, así que fuimos al Registro Civil y nos dijeron toda la documentación que debíamos presentar. También nos informamos sobre qué diferencias había entre pareja de hecho y matrimonio, y a pesar de que eso depende la Comunidad Autónoma, más valía ya que iniciábamos papeleo, hacerlo bien para que constase en todas partes que éramos una pareja a todos los efectos legales. A todo esto no se lo dijimos a nadie, ni familia, ni amigos, ni conocidos. No era un secreto, pero simplemente no teníamos nada que decir aún.

Durante el segundo trimestre nos pasamos todos los fines de semana visitando lugares en el que poder celebrar ceremonia civil del enlace: masías, hoteles, casas rurales, restaurantes, y a todo ello íbamos haciendo un Excel con el presupuesto de cada sitio. No solamente era importante que nos gustase, si no que tampoco nos arruinásemos. Porque sí, ya habíamos decidido casarnos y todo se iba encaminando, y ya sabíamos que no lo queríamos hacer yendo al registro, firmando y ya, lo veíamos algo frío, así que pensamos que lo mejor era estar rodeados de los nuestros en un día tan especial para nosotros. Así que tocaba ponerse manos a la obra, no solamente con el papeleo que ya se sabe que las cosas de Palacio van despacio… pero nos dimos cuenta enseguida que muchos de los sitios a los que íbamos para consultar precios, disponibilidad y demás, y a estaban todos reservados. No entendíamos cómo era posible, ya que si la gente no sabe qué fecha le van a dar en el registro o en la iglesia, cómo se atrevía a reservar fecha? Pues era así. En mayo ya nos dieron la documentación final del expediente, por tanto ya podíamos elegir fecha, teniendo en cuenta que nadie lo sabía, que necesitábamos organizar y que a pesar de que habíamos visitado muchos lugares con encanto nos habíamos decidido, pero ya era hora. Decidimos el Hotel Bruc, sobre todo por la confianza y profesionalidad de la organizadora, que sin que supiéramos a ciencia cierta que iba a ser nuestro sitio escogido, enseguida estuvo dispuesta a ayudarnos y nos facilitó contacto de un juez de paz, quien podría venir a desplazarse el día del evento al hotel, además de proporcionarnos proveedores de fotografía, maquillaje, etc… además las vistas eran preciosas con la montaña de Montserrat al fondo y teniendo la posibilidad e tener habitación (algo ideal para cambiarse el mismo día in situ, para que Kenzdie pudiera evadirse de tanto jaleo y por si algún invitado quería quedarse)
Así que ya teníamos juez de paz y lugar donde celebrar el evento, sin paripe, todo real… ahora faltaba comunicarlo a todos los nuestros. Como es normal empezamos por nuestros padres, quien se quedaron sorprendidos. Normal a estas alturas ya nadie se lo imagina, pero por eso mismo nos gustaba la idea. Después los amigos. Y más adelante, tocaba decírselo a los invitados, así que preparamos un vídeo invitación, para que fuera personal y más directo y rápido y accesible que una carta de papel. Las enviamos por la aplicación de mensajería instantánea: Whatsapp, la cual cosa nos facilitó mucho la tarea, porque fue de efecto inmediato. Sorpresas, ilusión y emoción entre las personas que lo recibieron, creo que algo de incredulidad ante la sorpresa también hubo. Pero ya teníamos algo avanzado. A todo esto no he dicho que la fecha que elegimos fue el 20 de octubre, así que teníamos unos meses por delante para concluir, o más bien empezar todos los preparativos. Esa fecha fue  elegida, porque  necesitábamos margen, además la mayoría de fechas en verano estaban sin disponibilidad, pero siendo realistas tampoco nos hubiera dado tiempo de preparar todo, y octubre es un mes que es muy significativo para nosotros, porque es nuestro mes y justo este año en octubre cumplíamos 15 años juntos. La fecha nos la ofreció el hotel, y nos gustó porque es un número redondo y no era ni muy a principio ni a finales. Nos jugábamos que hiciera mal tiempo, frío y demás, pero ante la climatología no se puede luchar y no nos íbamos a guiar por ello. Era nuestro año y queríamos que fuera durante este 2018.

El tercer trimestre ya empezaba a notar los nervios, porque todo el mundo me preguntaba por el vestido, y yo no es que no lo tuviera, si no que no tenía ni idea, así que fue momento de ponerse manos a la obra. No sé cuántos vestidos llegué a probarme… pero no daba con el vestido ideal. Finalmente lo encontré, me sentía cómoda y me parecía precioso. Sumado a los preparativos de la boda se juntó que Kenzie iba a cumplir 11 años en septiembre, y en una de las revisiones al veterinario me comentó que debía plantearme jubilarla. Realmente no sé si me lo dijo él o lo comenté, porque uno de mis mayores temores a la hora de jubilarla, no es solo caminar yo sola sin ella, si no que al tener artrosis y no hacer el ejercicio habitual empeorase, pero me dijo el veterinario que no tenía por qué, pero que ella ya no estaba para muchos trotes y que me tenía que ir haciendo a la idea. 
Así que mi nivel de nervios llegó a unos extremos insoportables, con estados de ánimo alterados, pensar que no llegaba a tiempo, sentirme mal por la peluda y tener mil cosas por hacer y no encontrar tiempo para dedicarme a ello… Todo ello repercutió en quedarme si uñas, caída de pelo y perder unos cuantos kilitos.
Este trimestre fue clave, ya que después de ver que tras la lluvia Kenzie y sus articulaciones lo pasaban muy mal, era momento de iniciar papeleo para jubilarla. A todo esto llegó el cumpleaños de Kenzie, aunque no lo pudimos celebrar cómo se merecía, ya que teníamos mil cosas en la cabeza, pero al menos lo paso con nosotros y más de una chuche se llevó.

Cuarto trimestre- meses clave-
Llegó el momento de la jubilación oficial de mi perra guía, Kenzie. En mi puesto de trabajo mucha gente al enterarse vino a despedirse de la peluda y saber más sobre su futura vida, ya  les comenté que ella se quedaba conmigo, en casa con nosotros.
Después vino la boda, tanto preparativo, para que después de la tormenta saliese el sol y todo saliera de maravilla. Un día estupendo que pasó en un abrir y cerrar de ojos.
Un par de días después del evento nos fuimos de Luna de miel un viaje muy largo a un continente que no conocíamos y a una isla paradisíaca: Isla Mauricio. El post lo dejo para el 2019 para seguir saboreando ese destino con vosotros.
Sin embargo, si os digo la verdad, después de una semana de vuelta a la realidad, con el trabajo y sin la peluda, yo ya olvidé lo vivido y quedó como algo lejano, como en una nevulosa, pero es necesario volver a la realidad, aunque a veces hay épocas que es más cruda que otras, y ésta sin duda lo está siendo, porque después de tantos nervios, tanto vivido y ahora seguir volviendo a tu puesto de trabajo sin tu gran fiel peluda de cuatro patas, pues es muy complicado como ya conté en la entrada anterior.
Además de que a nivel profesional también ha habido cambios, compañeros que progresan y cambian de departamento. La cual cosa me alegra por ellos, pero hay épocas que no son las más idóneas, mucho trabajo, tener que formar y a todo esto el vínculo que diariamente se forma con los compañeros es único tanto a nivel profesional como personal, pero hay que aceptar los cambios tal y como vienen, porque hay veces que no se eligen y cuando no está en tu mano el poder de la elección, más vale conformarse con lo que tienes, que no es poco.

Punto y seguido para el 2019
Pero a todos estos cambios no hay que ponerle un punto, ya que iniciaré el nuevo año: 2019 con un nuevo capítulo. Un viaje en búsqueda de otro fiel compañero de caminos, otro peludo. Así que tendremos nuevo miembro en la familia, y me entra en la incertidumbre de saber cómo se llevará Kenzie con su nuevo hermanito/a. espero  y deseo que bien, pero ese miedo de no saber qué peludo me tocará, de no saber ni cómo se llama, ni  de qué color, ni qué raza, ni qué edad, ni cómo se portará, ni qué carácter tendrá,.,..todo eso me asusta, me da miedo no saber cómo se llevarán, cómo lo haremos con dos peludos en casa, ni cómo será la fase de adaptación. Todo son incógnitas sin resolver, pero no son ecuaciones, todo se podrá resolver, pero la mejor formula para resolverlas es el tiempo que todo lo desvela.
No sé cómo habrá sido vuestro 2018 si lo habréis vivido con tantos cambios, emociones, tempestades o con rayos de Sol, pero haya sido como haya sido quedaros con lo bueno, que en 365 días que tiene un año, seguro que hay mucho que te pueda dibujar una sonrisa. Además de lo malo también se aprende…aunque no se puedan cambiar las cosas, es lo vivido y todo queda en el recuerdo. Ahora toca empezar un nuevo año, con ilusión, con retos, con fuerza y con valentía para enfrentarnos  a todo lo que venga. Feliz 2019!
Todos los sueños se pueden cumplir, costarán más, costarán menos, pero poco a poco el tiempo será el gran filósofo que sabrá resolver todas tus preocupaciones. Sin embargo, todo dependerá de cómo lo quieras plantear tú. Déjate llevar, y verás qué nos depara el futuro, pero no dejes de sonreír, abrazar y vivir  los momentos. 



jueves, 13 de diciembre de 2018

Volviendo a los orígenes


Enfrentándome a la realidad 


Hace un mes que volvimos a la realidad plenamente dicha, es decir: volvimos a la rutina y al trabajo. Siempre es duro volver de unas vacaciones, pero si además de un descanso, de un viaje, es volver de la luna de miel (que ya os contaré la aventura de isla Mauricio), si además de todo eso le sumas volver sin mi fiel acompañante Kenzie, todo se hace más cuesta arriba.       

¡No os asustéis! Kenzie está estupendamente, a pesar de los achaques de la edad, pero ya no trabaja. Después de once años se merecía un descanso, y, ahora ya no guía, ha colgado el arnés y lo ha cambiado por una simple correa. Kenzie se ha jubilado. Fue una decisión bastante complicada para mí, pero si la quiero, que la quiero muchísimo, era una decisión que debía tomar. Puede que la hubiera tenido que tomar antes, pero nunca te lo planteas, o mejor dicho: no quieres planteártelo, porque no quieres ver que los años pasan. A pesar de que lleva unos años con artrosis, no era nada malo que siguiera guiando, ya que, como a las personas mayores, les va bien caminar, y el hecho de guiar la mantenía: despierta, concentrada, en activo, útil y sobre todo en forma, que es de lo que se trata a la hora de fortalecer los músculos. No significa que ahora no haga nada de ejercicio, ppero lo hace libremente, sin el arnés, sin la presión de equivocarse, sin flojeras, sin que ella quiera guiarme y vea que no puede.
Es muy duro comprobar que nos hacemos mayores, que ya no somos capaces de hacer lo que hace años hacíamos a la perfección. Y, a veces se me caía el alma cuando, sobre todo después de un día de lluvia, humedad, ella hacía todo lo posible por guiarme de maravilla, pero sus articulaciones le fallaba y era yo quien tenía que ir delante con el bastón y ella detrás sin guiarme, pero acompañándome. Otras veces, nos hemos encontrado ante la tesitura de unas escaleras que era incapaz de bajar y tenían que ayudarle, en ese momento me sentía inútil, por no poder prestarle toda la ayuda que necesitaba y por verla sufrir.
Sé que la artrosis va a ir a más, mejorar y rejuvenecer  no es posible de momento, así que me tengo que ir haciendo a la idea de que me tengo que preparar para prestarle toda la ayuda posible, ahora seré yo su fiel escudero, y estaré ahí para ser su guía a tientas si hace falta.

Lo bueno, es que ahora llego a casa con más ganas que nunca, porque sé que hay alguien esperándome. Intento abrir la puerta muy poco a poco, para que le dé tiempo a venir a saludarme. Y si vierais lo contenta que se pone al reencontrarme, eso no tiene precio, mueve la cola con una fuerza impresionante, la cual cosa es como si me sonriera de oreja a oreja. Así que con esta frase habéis entendido que ella no nos ha dejado, ni nosotros a ella. Simplemente ha dejado de ser un perro guía, para convertirse en un perro más, ha dejado la profesión, pero sigue siendo un miembro más de la familia.

Aún me sigo encontrando con personas del trabajo que me preguntan por ella, ya que era un miembro más. Cuando me preguntan por ella, aunque esbozo una sonrisa y les explico lo bien que está en casa, siento añoranza de no tenerla a mi lado. Y, es que ahora es como si yo no fuera yo, me falta una parte de mí, aunque la vea cada día afortunadamente. Pero, ahora tengo que batallar con las barreras que me encuentro en el día a día, y no es que antes no estuvieran, pero estaba Kenzie para esquivármelas. Ahora cuando no hay nada en el pavimento, puede que una baldosa esté mal colocada y haga salto de pértiga. En otras ocasiones, hay una farola, o un panel promocional, unas mesas y sillas  - y con lo que a mí me gustan las terrazas, llego a odiarlas-, después están los árboles, esos que siempre han estado y donde se paraba Kenzie a dejar su huella, pero que nunca acababa dentro, y ahora no es que acabe dentro, porque primero va el bastón, pero ya es un obstáculo más en el camino. Además están las farolas, que también han debido estar ahí siempre, pero que ahora al chocar con el bastón suenan, te suenan y te descolocan. Además de las obras, y es que ya me lo dijeron hace mucho tiempo en la ONCE, la calle cambia cada día: cuando no es  una persona, es una valla, y si no es una correa extensible de algún perro, y si no algún coche, moto o bici mal aparcada. Y, es que hay obstáculos, que ahora no esquivo, porque no lo veo, si no que tengo que rodearlos con el bastón, y ya te frenan en tu camino. Aunque he decir que hay mucha gente que  ofrece ayuda, quizás mucha más que cuando iba con Kenzie, no sé si es que la gente se piensa que los perros guía les van a morder,  o como me pasó una vez que ya se piensan que hasta van a hablar y me van a decir si puedo cruzar. Por favor, un poco de empatía, tengamos perro guía, bastón, otra discapacidad o ninguna, si solicitamos ayuda es porque la necesitamos. Siempre me han dicho, y lo he comprobado, que es mucho más fácil ofrecer ayuda que pedirla, así que encima que la pides, no juzgues y si puedes ayudar, hazlo, se agradece mucho.  
Y no solamente la echo en falta por todos esos detalles de ser mi fiel escudero y lograr esquivar miles de barreras, sino que ganaba seguridad, velocidad, agilidad, confianza y autonomía. Ir con ella hacía que casi ningún reto se me pusiera de por medio, ella me hacía más fuerte. Y, ahora parece que yo no soy yo, pero es que me falta una parte fundamental de mí. 

Así que imaginaros la situación, volver de un sueño, para chocarte literalmente, con la realidad. Y, es que aunque el bastón sea una gran ayuda, siempre lo he detestado, porque me frena y pone de manifiesto mi discapacidad. Es una tontería, porque después lo doblo y nadie sabe si veo o no. Por el contrario, aunque Kenzie se haga una bola, sigue estando ahí, y no es fácil de esconder, pero ya no soy la chica que no ve, soy la chica del perro, y prefiero mil veces ser la chica del perro que no la que no  ve.

No me arrepiento para nada de haberla jubilado, porque ganará en calidad de vida, porque se lo merece y porque es lo mejor para las dos. Sin embargo, a mí no me gustan los cambios y parece que esté año sea el año de las transiciones. Los inicios, en cualquier campo, son duros, y no es nada nuevo llevar el bastón, pero sí que es retroceder en autonomía. Sé que ella está bien, y me tengo que sentir afortunada de tenerla, pero ya no me acompaña en  mi jornada diaria, y eso es duro. Sin embargo, no podía ser egoísta, ella no podía seguir guiando, no tan solo por la artrosis, si no porque la edad hace de las suyas y ya se cansaba más de lo habitual. Y, sinceramente no la veía con ganas cuando le ponía el arnés. Es contradictorio, porque por un lado no quería trabajar, le daba pereza, pero por otro, cuando ella escuchaba que el momento de la jubilación estaba cerca, daba todo de sí, y no se convertí a en una simple guía, si no que lo hacía de maravilla y con agilidad. Por tanto, me desconcertaba, y no sabía qué era lo mejor para ella. Pero, cuando me encontré ante situaciones, en las que nos encontrábamos con limitaciones, ví que era hora de frenar y dar el paso.

La decisión estaba tomada. El veterinario redactó un informe , en el que explicaba todos los achaques que estaba padeciendo. Lo envié a la Fundación ONCE del perro guía, y me contestó un veterinario dando el ok. Más tarde, recibí una carta formal explicando que Kenzie estaba dada de baja como perro guía de asistencia. Y siguieron los papeleos, entre ellos: un contrato. Yo me quedaría con Kenzie y tendría yo la potestad, ONCE ya no la tendría y yo dejaría de ser usufructuaria, para convertirme en propietaria legal.  Después de tanto documento, llegó el momento de retirarla. Ahora se pasa gran parte del día viendo la tele y disfrutando con sus peluches. Me alegra que se quede en casa, sobre todo en días de lluvia, porque sé que a ella no le gustan nada, y cuando hay lluvia: sale, hace sus necesidades y sube rápidamente a casa, para intentar mojarse lo menos posible. 

Me encuentro con emociones encontradas: Por un lado me siento orgullosa de haber lado el paso, por otro no sé si debí hacerlo antes. Por un lado me siento contentísima de verla cada día, de que esté con nosotros y de que esté, dentro de lo que cabe bien, pero por otro me siento muy triste de no poder tenerla a todas horas conmigo, ahora ya no es mi sombra, ahora me tengo que enfrentar a las dificultades del camino  yo sola. 

Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Sin embargo, a veces no encuentro el camino, y cuesta mucho andar cuando el alma te pesa, cuando te  topas con obstáculos y parece que todo el mundo te mire. No soy el centro del universo, no soy la única que va con bastón, pero, realmente es duro volver a una época complicada: los orígenes de aceptar que tienes dificultades visuales.  

Así que, como veis,  y ya adelantaba hace unos meses en Corre, que el tiempo vuela, la vida está llena de etapas, y a veces: se tiene que cerrar una, para poder abrir otra. Sin embargo, cuando hay tantos cambios, aunque sean positivos, hacen que te descoloquen y ya no sepas para dónde tirar. Y, es que a veces llega todo seguido, sin dar tregua a asimilar lo que está ocurriendo, es lo que tienen las transiciones. De lo que no cabe duda, es que está siendo un año de cambios consecutivos.

La vida está llena de capítulos, y ahora se cierra uno, pero no del todo, porque muy pronto iniciaremos otro. Ahora seguiré andando en el día a día, que ya es mucho, pero con las ganas de llegar a casa para reencontrarme con la peluda. Y, sobre todo, ante cada obstáculo recordaré todo lo que ha hecho por mí. 



martes, 20 de noviembre de 2018

Sueños que son reales: nuestra boda


Nuestra boda: Una realidad que supera a los sueños


La ficción, los sueños, las historias, parecen reales. Aunque a veces lo real, parece un cuento de hadas, una canción, una película o un sueño.


Hoy hace un mes decía el: “Sí, quiero” más rotundo, más alto y claro que he podido decir nunca, y es que convencida lo estaba un rato. No era para menos, después de 15 años de relación estaba más que segura del paso que estaba dando, aunque no me lo hubieran preguntado lo hubiera gritado a los cuatro vientos, porque Carlos, quien es ahora mi marido forma parte de mi vida. No concibo estar sin él, y es que los mejores y los peores momentos los he vivido a su lado. Él siempre está para apoyarme, para ser ese bálsamo necesario en los días menos buenos. 

Y, es que, por fin el 20 de octubre, después de meses de preparativos y de nervios, había llegado. Llegó de sopetón sin darnos cuenta, pero tan rápido como llegó se esfumó. Ya me habían advertido que el día de la boda pasa volando, y es cierto en un abrir y cerrar de ojos se fue, como cuando despiertas de un sueño. Y es que era como un sueño, ver que había estado lloviendo y apareció el Sol, y es que todos los días sale el Sol, pero es que además estábamos muy bien arropados por nuestros familiares, por Kenzie, por amigos cercanos y compañeros. Todos estaban de punta en blanco, pendientes de nosotros y siendo testigos de nuestro gran día. 

Carlos estaba mucho más nervioso que yo, y eso que yo suelo ganarle en alteración de estados anímicos, sin embargo; yo ya había pasado por todos ellos los meses antes. Ahora solamente quedaba disfrutar del gran día, el más esperado por nosotros. Me lo tomé como un evento familiar, en el que estarían los nuestros y nosotros seríamos los anfitriones. Y nada, ni nadie haría que la sonrisa se me desdibujase de la cara, porque era una jornada para disfrutarla y exprimirla al máximo.

Ahora que ha pasado un mes, que he cambiado de estado civil, sigo estando feliz y cuando recuerdo el evento no puedo evitar que se me escape una sonrisilla bobalicona, pero es que fue un día muy especial. Puede que me arrepienta de no haber hecho más cosas: más fotos, dedicar más canciones o haber bailado más, pero como no se puede rebobinar, y los nervios pueden ser traicioneros, me quedo con lo vivido que no es poco. Hubiera podido ser más excepcional, seguro, pero también podría haber llovido y no lo hizo, también podría haber salido todo peor, y fue genial. Puede que no fuese una boda 10, pero sí que fue la nuestra, la que recordaremos con cariño cuando pasen los años.

Puede que Kenzie no me perdone en tiempo (aunque sé que lo hará, porque no
Carlos, Kenzie y yo: vestidos para la ocasión

es rencorosa) que: en la habitación hubiera parquet, que no estuviera durante el banquete, con lo que hubiera disfrutado siendo una pedigüeña, pero no era sitio para ella con la música y no quería someterle a más estrés del que ya vivió. Pero, es que para nosotros era muy importante que ella estuviera presente en el día en el que formalizábamos con una firma nuestra relación. Egoístamente necesitábamos que ella fuese quien nos trajese los anillos, que estuviera en las fotografías y estuviera dándonos calor. A pesar de que no pudimos estar todo el tiempo que nos hubiera gustado con ella, porque no parábamos de ir de un lado para otro, el tiempo que estuvo fue muy importante. Y, aunque seguro que ella no comprendía nada, tanta gente que le sonaba reunida, tan elegantes, y ella sin poder ir a sus anchas.. seguro que respiraba en el ambiente: emoción, alegría y excitación.  

La verdad es que antes de la ceremonia lo pasé un poco mal, primero: conociendo a mi padre, y viendo lo nervioso que estaba, además de no hacer caso al GPS, pensaba que no llegábamos al destino, porque cada vez dábamos más vueltas por la carretera sin encontrar la ruta correcta. Pero, a pesar de los imprevistos llegamos, con el tiempo justo, pero llegamos. Nada más llegar nos atrapó la peluquera, para ponerse manos a la obra con mi peinado. Después llegó el turno de la maquilladora. A todo esto, entre arreglos, preparativos y demás, yo veía que la habitación se iba encogiendo, porque cada vez había más gente: la peluquera, la maquilladora, mis padres con mi padre que iba y venía, Kenzie que no sabía dónde ponerse, porque no le gustaba el suelo, ya que era de parquet. Y a todo esto, faltaba ponerme el vestido, pero mi madre que era la única que sabía ponerlo, se puso nerviosa y se agobió siendo el centro de atención y no pudo con la presión, hasta que mi padre aparcó los tembleques y supo atarme con paciencia el corset, pasando tira a tira hasta cumplimentar el vestido y tapando mi espalda. Y, es que a pesar de las zancadillas que nos quiso poner las emociones, a contratiempo, las superamos. Los fotógrafos esperando a que estuviera arreglada, Kenzie colocándose en la cola de mi vestido y mascándose en el ambiente la tensión de luchar contra el tiempo, pudimos con todo ello. Así que, aunque la habitación estuviera llena de gente, de un reloj que hacía que los minutos avanzasen sin cesar, logramos hacer un reportaje lleno de imágenes, momentos y anécdotas. Parecía que la ceremonia,  el ver a mi futuro esposo y a todos los invitados no llegaba nunca. Pero, antes llegaba la parte en la que recibiría el ramo, un ramo escogido por mí, pero que quería que me hiciera entrega de él, quien me llevaría por la alfombra, quien me ha acompañado por el camino de la vida y que no quiero que lo deje de hacer: mi padre. Aunque a él le pilló de sopetón, porque se lo dije unos días antes, así que no tenía nada preparado, y  aunque no me dijo ninguna poesía, fue igual de emocionante, porque hay frases que por muy cortas que sean significan mucho, y escucharle con la voz temblorosa, tan emocionado, tan elegante y tan mi padre, no tiene precio.

Finalmente como el tiempo nos acompañó pudimos hacer la ceremonia al aire libre, la cual cosa mejoró mucho las expectativas.  Yo esperaba ansiosa la gran entrada, en la que iría acompañada del brazo de mi padre.  Mientras esperábamos, sin saber a qué lado tendría que ir uno y otro, escuché varios errores de Windows y me temí lo peor, la música no sonaba. Todo se resolvió en segundos, pero para mi fueron minutos. Hasta que escuché la canción elegida por Carlos para su entrada y me fastidiaba perderme verle acompañado de su madre. Al poco dejé de escuchar música, y nos dijeron que nos preparásemos para salir y empecé a escuchar la melodía para mi entrada y nos pusimos a caminar, aunque no recuerdo mucho el recorrido, pero en nada supe que estaba frente a Carlos y me lancé a sus brazos, como si hiciera siglos que no lo hubiera visto. Fue un impulso que no pude controlar, alegre de que estuviera allí plantado, esperándome. Me ayudó a tomar asiento y todo tomó un calibre diferente.
Tuvimos un juez de paz que improvisaba, pero que se le notaba los años de experiencia a la espalda, sabiendo capear la situación sin aburrir al público. Mientras lo escuchaba, sin ver quién estaba detrás de mí, escuchaba risas que reconocía, pero sobre todo notaba la presencia de Carlos sentado a mi lado y sin dejar de acariciar mi mano, como si yo fuera a desaparecer de un momento a otro.    
Reencuentro: Pili lanzándose en los brazos de Carlos


Después vinieron las sorpresas, discursos llenos de cariño destinados a nosotros.  
Mis amigas, quienes hicieron un recordatorio de lo vivido y lo que nos queda por vivir. Siendo las tres marías, quienes entre emocionadas, nerviosas y risas dibujaron anécdotas y experiencias vividas.   
Después vino el turno de una de las testigos, la hermana de Carlos, mi cuñada, quien recordó con afecto todo lo vivido con su hermano, incluso recordando cuando descubrió cartas que me escribía Carlos, y después hizo hincapié de cuando me conoció y qué le parecí, acabando en nuestra relación y que siente cuándo nos ve. Un discurso emotivo, que puede que me llegue más adentro, porque siempre he envidiado a aquellos que tienen hermanos y la relación que crece entre ellos.
Sin embargo, después llegó el turno de quien es para mí como una hermana, y es que mi prima Susana, a pesar de que la distancia del tiempo haga que cada una tenga que hacer su vida, siempre ha estado a mi lado, porque tenga mi edad, porque seamos como somos o sea por lo que sea, siempre hemos estado muy unidas. Y ella no quiso salir y hacer el discurso, sino que quiso salir acompañada. Yo no sabía con quién, ni siquiera me lo imaginaba, pero salió muy bien escoltada: por mi prima Encarni, quien demostró que se pueden superar todas las barreras si uno quiere, y mi prima Eva quien remató la faena por todo lo alto: remarcando que habíamos ido a: reír, saltar, cantar, bailar, comer y beber, como una gran fiesta, que es de lo que se trata. Entre las anécdotas que contó mi prima Susana estaba la inocente mentira que durante años me creí, y es que yo creía que la canción de los payasos de la tele, en la que decía: que Susanita tenía un ratón que comía bolitas de anís, lo tenía ella, y es que ella me decía que dormía cerca del radiador, y yo siempre lo buscaba y nunca lo encontraba, y es que me decía que era muy tímido. Risas aparte, todos los parlamentos fueron muy bonitos, porque supieron caricaturizarnos a la perfección, hecho que significa que nos conocen muy bien.  

Por supuesto hubieran faltado unas palabras dedicadas de los novios, uno al otro. Durante toda la semana Carlos me había estado preguntando si diría algo, pero yo le decía que no, que no se preocupase, le conozco y sé que ya el  hecho de ser el protagonista durante el día era mucho para él. Además, sinceramente si tenía que hablar lo haría, pero no leería nada, porque no me hace falta, todo lo que le tengo que decir lo tengo escrito en el corazón e improvisaría. Así que, cuando el juez de paz nos preguntó si queríamos decir algo, dijimos que no. Días posteriores, estando ya de luna de miel,  me enteré que Carlos sí que tenía algo preparado para mí, él tenía bolsillo y ahí tenía un papel con unas líneas dedicadas a mí. Sin embargo, con los nervios a flor de piel,  lo que él quería era que pasase ese trago. Creo que nunca lo había visto tan alterado, y eso que a veces puede parecer impasible, pero hay situaciones que le superan y ésta fue una de ellas. Aunque los invitados no fueran testigos de nuestras palabras, creo que a veces sobran, y los gestos, las miradas y los hechos dicen mucho más que simples palabras cargadas de emoción. Puede que ese día me arrepienta de muchas cosas, entre ella no haber tenido el arrojo de haberme levantado y haber dicho en público lo mucho que lo quiero, lo mucho que me ha dado y lo mucho que significa para mí. Sin embargo, se lo digo con frecuencia y se lo intento demostrar en el día a día, y creo y espero, que eso vale más que un instante lleno de buena voluntad. Puede que no quisiera desnudarme del todo delante de todos, pero él que me conoce, a veces mejor que yo misma, sabe que si él se hubiera lanzado, yo hubiera ido de cabeza.  

No todo fueron parlamentos, sino que cuando el juez de paz dijo la palabra anillos, sabía que era la intervención de nuestra peluda. No sabía dónde había estado durante toda la ceremonia, pero no se le había escuchado. No sabía si aparecería o no, si se escaparía y tendríamos que ir todos detrás de ella. Así que empezó a sonar su canción, la canción de los anillos y apareció. Necesitó ayuda de una compañera de trabajo, quien la conoce muy bien, ya que estaba un poco aturdida con tanto jaleo, pero cuando la llamé, entonces sí que hizo acto de presencia en un santiamén. Y me emocionó saber que mi peluda, nuestra niña, estaba siendo partícipe de nuestro día.

Las sorpresas con sus intervenciones solamente habían sido el aperitivo, ya que para mí: cada abrazo, cada beso que recibía después de que nos llenasen de pétalos y arroz, era toda una incógnita por resolver. Y, es que se me acercaban, me felicitaban y me arropaban con sus abrazos, y, sinceramente entre que iba de un abrazo a otro, a veces ya no sabía quién era quién, y ahí nacía una emoción nueva: averiguar a quién besaba, a quien abrazaba y quien me felicitaba. Hubo abrazos sentidos que recordaré toda mi vida, besos en los que sentía lágrimas en las mejillas, y es que a veces no es necesario hablar, para sentir que son abrazos verdaderos, sentidos y en los que reinan la emoción.  A pesar de que yo quise controlar mis emociones, creo que si hubiera llevado el contador de pulsaciones hubiera pitado de lo rápido que bailaba mi corazón.

Después de felicitaciones, fue el turno de fotos, no sé cuántas personas se ponían a nuestro lado, y hasta que no tenía a alguien a mi lado y me decía cualquier cosa no sabía quién era, y cuando lo averiguaba alguna frase cómplice nos decíamos, y es que con todas y cada una de las personas que estuvieron presentes hay anécdotas, algunas más cercanas y otras que permanecen en el recuerdo para siempre. Después de posar con nosotros ellos se iban a por el aperitivo, a nosotros aún nos quedaba un rato para poder juntarnos con todos ellos, y es que era el momento de inmortalizar más momentos para la posterioridad. Yo vestida de novia total, de blanco y Carlos muy elegante de azul marino con traje de novio.  Finalmente después de fotos y fotos, de bajar la barbilla en muchas ocasiones, para que las imágenes saliesen como nos indicaba el fotógrafo, pudimos unirnos a la fiesta.

Nos habían reservado una mesa solamente para nosotros, en una esquinita y con aperitivo y bebida. Aunque enseguida vino gente a hacerse fotos, a felicitarnos y a hablar, y tan pronto como llegaban, nos empezamos a dispersar, para ver a nuestros amigos, abrazarnos de nuevo y que nos contasen cómo lo estaban viviendo, queríamos tener contacto con los nuestros, para ver que aquello no era un sueño, era real y estaban ahí. Sin reloj, sin control del tiempo, no sé cuánto tiempo estuvimos ahí, pero para mí es como si hubieran sido 5 minutos de reloj, un cigarro y enseguida todos desaparecieron, y es que tenían que entrar al salón, donde celebraríamos el banquete. Me quedé sola con Carlos, los dos emocionados, incrédulos, bebiendo agua, porque estábamos sedientos. Y, a todo esto Kenzie también había desaparecido y no nos habíamos dado ni cuenta, y es que mis padres se la habían llevado a la habitación. Y esos minutos los dos solos, se podía escuchar el bombeó de nuestros corazones, con las montañas de Montserrat de fondo, y queriendo entrar con todos, pero necesitaban sentarse y estar listos para recibirnos. Y nosotros deseando que sonase la canción escogida para darlo todo y sacar toda la euforia y energía acumuladas durante los momentos previos. Y llegó el momento de la entrada: “Don’t stop me now” de Queen sonaba y sabíamos que debíamos entrar, y así lo hicimos rodeando todas las mesas, yendo tan rápido que tenía que frenar a Carlos, se notaba que él no llevaba tacones, ni tenía un vestido con cola, pero éramos felices. Todos estaban animados, nos jaleaban, nos animaban y sentía el fervor de quienes estaban, además de que me dijo Carlos que estaban moviendo las servilletas, así que no sé cuántas vueltas dimos alrededor de las cinco mesas que formaban parte del salón, y es que la canción animada contribuía a que no parasemos. 

Con resoplidos y contentos nos sentamos en nuestra mesa, la mesa presidencial: con nuestros padres y la abuela de Carlos. Nosotros en medio, como anfitriones, como protagonistas de ese día. Y, como para cada plato habíamos elegido una canción, empezó el espectáculo. Aunque a todo esto: nadie sabía lo que iba a comer, habíamos puesto un menú falso, idea del restaurante que enseguida nos atrajo. El menú era de broma, muy gracioso, en el que ponía que comeríamos: potaje, huevos fritos con chistorra, agua del tiempo y vino Don Simón. Pues, a pesar de que ya de por sí parezca chistoso, muchos se lo creyeron, porque no se lo leyeron entero, y esperaban un gran potaje de garbanzos. Sin embargo, a pesar de que no les hubiera importado nada ponerse las botas con aquel plato, fue otra cosa más moderna como: una escalibada con queso de cabra lo que comieron, digo que comieron, porque nosotros con tantos nervios teníamos el estómago cerrado. Aunque algo probamos, nada comparado como el día que fuimos para escoger el menú. Y mientras intentábamos comer, cada dos por tres se escuchaba: “Viva los novios!”  

Entre cada plato había una canción, y una de las canciones que no sabíamos si pegaba mucho o no, como es: “La Barbacoa” de Georgi Dann fue la que más éxito tuvo, y es que una canción que es popular, que la conoce todo el mundo y se la sepa o no, ánima a que todo el mundo despierte y colabore con sus voces a coro. Y nosotros riéndonos, viendo a la gente alegre y viendo que habíamos acertado con la canción. Y así sucesivamente, entre griterío, canciones, comida y bebida fue pasando el turno de la comida, hasta llegar al momento del pastel.

Y cuando llegó ese momento, nos trajeron un pastel enorme, y nos dijeron que nos levantásemos y no entendía nada, y Carlos y un camarero me ayudaron a subir, no entendía dónde, pero subí a unas escaleras, y esas escaleras te llevaban a la cima del pastel. Y estábamos los dos, Carlos y yo, arriba de un pastel gigante, en medio de todos. No veía a nadie, pero sabía que estaban ahí, expectantes, observándonos, y al servirnos unas copas de cava, creíamos que era el momento de dedicarles un gran brindis, y es que sin ellos no hubiera sido lo mismo. Algunos de los invitados habían tenido que coger un avión para llegar, otros un tren, otros cambiar turnos de trabajo, otros pedirse fiesta, pero todos estaban ahí, apoyándonos y siendo partícipes de nuestro día. Así que, me lancé sin micrófono, con la euforia que llevaba no me hacía falta, me daba igual quedarme sin voz, era un día  para darlo todo. Al ver nuestra intención nos dieron un micrófono, pero yo ya me había quedado a gusto diciendo lo que tenía que decir, pero el turno de Carlos, que a pesar de su timidez, sabía que era el momento de aparcarla y dedicar unas palabras a nuestros invitados. Después yo me vine arriba y le robé el micro, aunque no fue muy buena idea, porque casi dejé a todos sordos, así que bajé el nivel y solamente me quedó decir que continuase la fiesta, y es que era totalmente una fiesta lo que estábamos viviendo.

Después era el turno de devolver sorpresas, y teníamos algunas preparadas. Por supuesto, nos hubiera gustado hacer muchas más, pero tampoco queríamos aburrir al personal, y saben que algunas de las personas que no recibieron regalo personalizado, también son personas muy, muy, muy importantes para nosotros. Sin embargo, teníamos que elegir un número de personas, para que tampoco se hiciera eterno.  
Así que… ¡maestro que empiece la música!
La primera canción que sonó fue la banda sonora de Harry Potter, nosotros no somos muy fans, pero sabíamos que a ellos, quienes habían tenido que pedir fiesta, quienes habían tenido que hacer kilómetros, incluso embarazada, para venir a nuestro evento, y sobre todo por la amistad que me une con él desde hace años, por ser de la tierra que me adoptó durante veranos, la tierra del vino y donde residieron mis abuelos, no podía faltar hacer un regalo a Alfonso y Eva. Y es que nada más ver ese body de bebé nos acordamos de ellos, era el uniforme de Gryffindor, una escuela de Harry Potter, y es que ellos, sobre todo él es muy fan de la saga.

Pero, después de un tema tan instrumental, tocaba levantar el ánimo a todo el mundo y no podía faltar una rumba.  Y es que, qué mejor tema para los amigos, que: “Amigos para siempre” de Los Manolos. Y ahí que los sacamos a bailar y empezamos a regalarles unas tazas a cada pareja. Unas tazas que si las unes, pone que tras una boda sale otra, a ver si se animan. Nuestros amigos siempre están ahí, para reír, para llorar, para celebrar barbacoas, para ir de camping, y para ser un gran apoyo. Ellos habían venido sin los hijos, demasiado pequeños, y querían darlo todo en nuestro día sin estar pendientes de los peques, así que, como querían darlo todo, era el momento de sorprenderles, de animarles a dar el paso y de bailar.

Después de la animación, era el momento de que la emoción y las lagrimas de alegría empezasen a asomar, y esa fue la intención. Carlos le hizo un regalo muy especial a su hermana. Y es que el regalo en sí, puede que no fuera gran cosa, era un ramo de flores, ni siquiera era el mío, el de la novia, pero fue especial el momento. Más que nada, por la canción escogida: “Canción a mi hermana”  íbamos por todas las mesas y nadie se imaginaba, para quién sería la sorpresa, de eso se trataba. Carlos clavó el momento, llegando justo enfrente de ella cuando la canción decía: “…y sentir el orgullo de ser…. Tu hermano” y ese momentazo fue aún, si cabe, más emotivo, porque Carlos lo cuadró. Ella se levantó y se tiró en los brazos de su hermano, como si hiciera tiempo que no lo hubiera visto, y eso me alegró, me hizo llorar, me hizo sentir bien, porque fue la unión de dos hermanos que saben que se tienen. Seguro que las flores también le gustaron, pero la canción y que pensásemos en ella, sin que ella se lo imaginase, fue más grande que todo el resto, y es que la vida son momentos.

Pero, no era momento de guardar los pañuelos, porque después llegó un momento que hizo llorar hasta al apuntador.  Y es que decidimos casarnos, ya sabíamos para quien sería mi ramo. El ramo de la novia, el más codiciado, el que se supone que es para la siguiente persona que va a dar el paso, no queríamos que fuera lanzado al aire, ni dárselo a la próxima, sino que queríamos dárselo a alguien muy importante para nosotros. Y si el ramo se supone que forma parte imprescindible de la novia, ella lo es para nosotros. Así que no dudamos, y enseguida nos pusimos de acuerdo los dos, en dárselo a su abuela. Ella se merece todo, por haber estado en un momento tan importante para nosotros, y por estar siempre que la necesitamos. Así, que elegimos una canción de una novela que veíamos, tanto ella como nosotros, y después de dar unas cuantas vueltas nos acercamos a darle una fotografía enmarcada, en la que salimos con ella, y, por supuesto el ramo. No pudimos evitar que las lagrimas se nos cayesen, al verla tan emocionada, tan agradecida y tan guapa.

Y, por supuesto, no podía faltar un detalle personalizado para nuestros padres con la canción de fondo de Joan Manuel Serrat “Esos locos bajitos” y es que, como dice la canción: “a menudo los hijos se nos parecen…” y es que por mucho que digamos de nuestros padres,  siempre acabamos pareciéndonos a ellos: sus gestos, sus manías, sus latiguillos, todo absolutamente todo lo hemos copiado de ellos. Sin ellos no hubiéramos tenido la educación, el cariño y no seríamos quienes somos. Así que, qué mejor regalo que una fotografía enmarcada en la que salíamos con ellos. Creímos que era un regalo inmortalizado del día. Además, cuando ya habíamos dado el retrato llegó otra sorpresa: un vídeo editado por nosotros, en el que Carlos decía: “¡Gracias por haber creado a la mejor novia del  mundo!”  y salía yo de pequeña con mis padres, y a la inversa. Lo malo, entre comillas, es que el sonido no fue muy bueno, pero lo importante fue el detalle y el cariño con el que se lo dedicamos. Así que, en toda regla fue un detalle fotográfico, fotos de un pasado recopiladas en un vídeo y la fotografía del presente. Y es que, aunque los años pasen, aunque se piensen que ya no los necesitamos, los necesitamos mucho, pero sobre todo los necesitamos ver bien, felices, sonrientes y siguiendo adelante, porque ellos son nuestro ejemplo a seguir.

Pero, todo no había terminado, muchos seguro que pensasen que sí, pero era el momento de nuestro baile. Aunque, primero teníamos que marcar los tempos, así que se fue Carlos a organizarlo con el Dj, y es que no haríamos una canción entera, sino que lo mejor era mezclar. Así que mientras lo preparaba era el momento de dispersión, saludar mesa por mesa, preguntar cómo lo llevaban, cómo estaban y saber que estaban presentes. Cuando llegó el turno del baile, nos empezamos a poner nerviosos, porque no habíamos practicado tanto como nos hubiera gustado. Nada más entrar, nos pusimos a bailar, sin ir al centro de la pista, pero no caímos y yo me dejaba llevar, porque no sabía dónde estaba situada exactamente. Nuestra canción fue: “La rosa de los vientos” de Mago de Oz.  La del baile fue una de las canciones que más nos costó elegir. Puede que no sea una de las canciones más románticas, ni más típicas, pero fue durante mucho tiempo una de nuestras canciones, así que no podía faltar. Sea popular o no, es nuestra canción, era nuestro baile y nuestra boda, así que no podía faltar una de las canciones que hace tiempo Carlos me dedicó.  
Pero, no todo iba a ser bailar como si fuera la primera vez, como si estuviéramos solos, necesitábamos bailar y saltar, así que enseguida empezó a sonar de fondo unas flautas, típica de Mago de Oz, y es que habíamos hecho mezcla y empezaba a sonar de fondo: “Fiesta pagana”  y con cada acorde fuimos marcando el ritmo, acercándonos al centro de la pista, hasta aproximarnos  a los nuestros, para que se uniesen. Si era una fiesta, era para que bailásemos todos, y sí que bailamos, saltamos y cantamos como si no hubiera un mañana. Hasta me sentí volar, y es que Carlos me había levantado en brazos, y en volandas me sentía en el cielo. Feliz, feliz y más que feliz al sentirme casada, y tan bien rodeada,  y con música alegre,  y con ímpetu de fondo.

Empezaron a animarse todos, y es que hasta que no hiciéramos el baile de pareja no se abría la barra libre, así que vieron que las barreras de la bebida se abrían y en seguida todos empezaron a pedir bebidas, a bailar, a beber, a juntarse, a cantar, a dialogar, a reír, ya que la fiesta continuaba y no podía cesar.  Aunque, como he dicho al principio, me arrepiento de algunas cosas, y una de las cosas fue no bailar con mi padre cuando aún estaban los fotógrafos, y es que en ese día estás como flotando en una nube. Pero, gracias a una amiga que me hizo hincapié en ello, bailé con mi padre, quien me acompañó en la ceremonia hasta quien es ahora mi marido, quien me ha acompañado y ha luchado para quitarme todas las barreras que me he podido encontrar en el camino: y es que él siempre quiere allanarme el camino, sin darse cuenta que tropezándome también aprendo mucho, pero se siente en la gran responsabilidad de facilitarme la senda que he de pisar. Así que bailé con él la canción de: “Mediterráneo” de Serrat, porque sé que es una canción que le gusta, porque el mar Mediterráneo lo tenemos cerca y es testigo de nuestro caminar por la vida. ¿Sabéis qué? Ese momento, esté grabado o no por los fotógrafos, quedará grabado en el recuerdo. 

No de todo tiene que haber testimonio gráfico, porque eso te facilita a la hora de recordar, pero hay instantes que pellizcan el corazón.  Y, puede que una frase, un abrazo, un beso o un baile queden en la memoria. Esos grandes inolvidables que al recordarlos se te eriza la piel, porque han significado algo importante para ti. Y, en general, tenga fotos, vídeos, audios de lo vivido, como decía El Principito: “Solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”  
Así que: pueda ver o no , se haya grabado o no, haya documento gráfico o no, ese día lo recordaré en mi memoria. Es por  ello que lo he querido relatar, porque no podía faltar en mi maleta, en esa que se va llenando con experiencias, vivencias y anécdotas, uno de los días más esenciales de mi vida.

Sin embargo, la fiesta no puede terminar con un evento, tiene que continuar. Los años no pueden calmar las ansias por seguir recopilando anécdotas. Y, es que no se puede quedar en un día… algún día nos volveremos a juntar todos, no para ser de nuevo protagonistas, sino por el puro placer de estar juntos, reír, bailar y brindar por lo que venga.  De momento, Carlos y yo seguiremos como estamos siguiendo adelante, planificando viajes, batallando contra las adversidades, pero juntos, porque todo es más fácil cuando se hace junto con tu otra mitad, esa quien cuando te ve caer te ofrece la mano, esa que le borra los problemas con la mágica goma de borrar de los abrazos, de las palabras y de la sensatez. Esa que sabe estar cuando lo necesitas siendo la luz  que alumbra la oscuridad del camino, y aún tenemos mucho por recorrer. 
Kenzie, Carlos y Pili con un corazón y Montserrat detrás


Fue un día estupendo y no me queda otra que dar las GRACIAS  a todas las personas que sufrieron mis estados anímicos, cambiantes y alterados durante los meses y días previos al evento. Gracias a todas aquellas personas que vinieron para demostrarnos su cariño y arroparnos con su calor. Gracias a nuestros padres que supieron estar a la altura, aunque estando en ocasiones más nerviosos que nosotros mismos y no sabían cómo actuar. Gracias a mi peluda, por haber superado ese día con éxito, a pesar de que es una situación de estrés para cualquier perro. Y, sobre todo gracias a quien es ahora mi marido, por haber estado en todo momento a mi lado, por ser mi gran apoyo y por estar ahí. 


Un día que recuerdo como si fuera un sueño, del que no quiero despertar, por si acaso se desvanece todo. Pero, sé que no fue un sueño, ni una película, porque a veces la realidad superar a la ficción, ¿o sí?  
Ya decía Pedro Calderón de la Barca en La vida es sueño:
“… ¿Qué es la vida? 
Un frenesí
¿Qué es la vida?
Una sombra, una ilusión, una ficción.
Y el mayor bien es pequeño: la vida es sueño.  
Y los sueños, sueños son”




martes, 16 de octubre de 2018

La cuenta atrás



Abriendo puertas


La vida está repleta de etapas, unas se abren, otras se cierran. Y, a pesar de que a mí no me gusten demasiado los cambios, a veces son necesarios, para seguir adelante. Además, las transiciones no tienen que ser malos, sino más bien al contrario un soplo fresco de aire.

Antes de empezar los post temáticos sobre Japón, dejé una entrada sobre lo rápido que corre el tiempo. y cómo corre,  y sobre el año de cambios que estoy viviendo. A pesar de no contar mucho, algo avancé, y algo de lo que introduje fue que tendríamos un viaje muy especial.

El viaje está a punto de llegar, como siempre fuera de temporada y a un continente que no hemos estado nunca ninguno de los dos. El viaje tiene un significado especial, no por el destino en sí, porque realmente no sabía ni dónde estaba, si no el por qué del viaje. Y, es que Carlos y yo…. ¡Nos casamos!  
Sí, después de 15 años de relación damos el paso, sellaremos nuestra vida en común con una firma. En alguna que otra ocasión lo habíamos pensado, pero nos daba mucha pereza ponernos con todos los preparativos, pero este año, no sé si es que hemos madurado o no, pero hemos aparcado la desidia y nos hemos puesto a ello.   

¡NOS CASAMOS!

Brindis con pintas en un pub de Londres

La decisión 

Ni Carlos, ni yo nos lo pedimos,  hubiera quedado súper romántico explicar cómo fue la pedida, quién a quién y cómo ocurrió. Sin embargo, no hubo tal pedida, no es que seamos muy románticos…y, como digo, era un plan en el que en alguna que otra ocasión habíamos pensado y dialogado sin que llegase a más. Pero, este año llegó el momento. Puede que todo surgiera a raíz de nuestro último viaje del 2017, en el que regalé a Carlos por su cumpleaños un viaje a Londres. Allí entre: el frío, el final de temporada, las cervezas y la celebración del cumpleaños de Carlos, nos pusimos a hablar sobre el futuro, los planes y demás. Puede que ahí fuera cuando nos planteásemos de verdad que debíamos ponernos a ello, que siempre lo decíamos, pero nunca nos poníamos a mover papeles.  
A principios de año fuimos a informarnos al Registro Civil de Barcelona, y nos pusimos a recopilar toda la documentación que solicitaban. Teníamos varias maneras de hacerlo, aunque sabíamos que si lo llevábamos a cabo, sería por lo civil. No queríamos una boda multitudinaria, y podríamos haber ido con un par de testigos al Registro y ya está, sin embargo: Carlos dijo que ya que nos poníamos lo hiciéramos bien. Y, tenía razón, hoy día cuesta mucho juntar a todos los tuyos: familiares, amigos y compañeros.  
Además, las veces que habíamos ido al Registro Civil veíamos gente haciendo cola para casarse, y lo vimos un poco frío, seguro que más rápido y sin tanta parafernalia, seguro que después lo celebran con los suyos. De todas maneras, preferimos que si decíamos el: “Sí, quiero” lo dijéramos delante de los nuestros, de todos aquellos que forman parte importante en nuestras vidas, así sería mucho más especial.

Empezamos la aventura de buscar un sitio idóneo, para realizar: ceremonia, banquete y celebración en sí. Si era posible preferíamos hacerlo todo el mismo día, porque si teníamos que volver una vez más a la administración, ya era todo más engorroso. Y eso de hacer paripé como que no, ya que lo hacíamos que fuera todo el mismo día y con validez. Sin embargo, esto de buscar un sitio puede resultar una odisea. En primer lugar, había sitios que solamente realizaban banquetes, pero ceremonia no, como mucho algo extraoficial con actores, así que descartábamos. Otros eran preciosos, pero estaban muy lejos y no ponían muchas facilidades a que viniera Kenzie, y es que casarnos sin la principal testigo de nuestro amor no sería lo mismo, necesitamos que esté ella. Y, como queríamos que estuviera Kenzie, empezamos a mirar hoteles, para que si después había música y bailoteo la pudiéramos dejar en algún sitio tranquila, y una habitación sería ideal. 
Nos encontramos que muchos sitios que visitamos ya tenían todas las fechas del 2018 reservadas, cosa que nos sorprendió, ya que nosotros solamente estábamos tanteando el terreno: no podíamos decir ninguna fecha, ya que no teníamos resolución del registro civil. Entonces, no podíamos entender cómo había gente que lo organizaba con más de un año de antelación, sin saber fechas, y ni haber iniciado papeleo. Eso sí, aunque vayas mucho más tranquilo organizándolo con tiempo, no queríamos estar años organizando un día. Así que, cuando ya nos dieron la resolución en Mayo, ya tuvimos que elegir lugar, fecha y cómo lo queríamos hacer. A partir de esa fecha podíamos casarnos cuándo quisiéramos, ahora era cuestión de encontrar disponibilidad en los lugares que habíamos visitado y valorar todas las posibilidades que nos ofrecían. 
Finalmente elegimos un hotel situado cerca de Montserrat, a primera vista es feo, para que nos vamos a engañar: aún recuerdo la frase de Carlos nada más bajar del coche: “Es feísimo” pero ya que estábamos allí lo visitamos. Por dentro no lo es tanto, y las vistas eran bonitas desde allí, pero lo que más nos atrajo fueron las facilidades y la profesionalidad que se le notaba a la coordinadora de eventos, nos proporcionó mucha seguridad y confianza. 

Elegimos la fecha, sabiendo que queríamos que fuera en octubre, pero sin tener claro qué día, ya que eso no dependía tanto de nosotros como de la disponibilidad. Ya he comentado que hay mucha gente que planifica este tipo de eventos con mucho tiempo, así que costaba encontrar fecha. Queríamos que fuera en octubre, porque es nuestro mes, es cuando es nuestro aniversario, cuando casi siempre nos vamos de vacaciones y todavía no hace mucho frío. Además si teníamos que organizar todo, necesitábamos algo de margen. Queríamos que fuera en sábado, porque siempre va mejor para los invitados, además de que es un día que nos gusta, siendo fin de semana alegra más a cualquiera. 

El día que nos ofrecieron fue el 20 de octubre sábado. Y con ese día nos quedamos. No nos desagradó para nada, una cifra redonda, octubre, sin ser principio, ni final. Así que, empezamos a arrancar, sabiendo fecha, teniendo lugar y ahora tocaba que los invitados lo supieran. Muchos sé que alucinaron, otros se quedaron como en shock, ya que a estas alturas nadie se lo espera y menos que sea con celebración y que lo queramos hacer boda, boda.  Nuestros padres al principio, creo, no supieron reaccionar con la alegría que nos imaginábamos, pero es que para ellos después de tanto tiempo juntos conviviendo, no entendían el porqué. Afortunadamente con los meses lo fueron asumiendo y están siendo unos grandes aliados en nuestra planificación. 

Ahora ya estamos a 4 días del gran día. El 20 de octubre será el día que nos casemos rodeados de los nuestros. Estamos bastantes nerviosos, con ilusión, con ganas, pero nerviosos. Nos preocupan pequeñas cosas, algunas que ni podemos controlar como si lloverá, tronará o granizará (crucemos los dedos para que salga el Sol). Haga la climatología que haga nos sentimos bien arropados, porque estaremos rodeados de los nuestros.

El viaje

Después de casarnos tenemos un destino para la Luna de Miel. Es un lugar que está en un continente en el que no hemos estado, y que reconozco que no sabía ni ubicarlo en el mapa. Y, es que nos vamos a Isla Mauricio. Barajamos diferentes sitios, pero después de informarnos en agencias de viaje, leer y hacer presupuestos, descartamos algunos. Nos propusieron Isla Mauricio, ubicada debajo de Madagascar y arriba de Isla Reunión. 
Creemos que es un buen sitio para desconectar, con buena temperatura: al estar en el hemisferio sur será principio de verano. Así que podremos disfrutar de la playa, ya que este verano con todo el jaleo, trabajando y sin vacaciones, apenas hemos pisado la arena. Tendremos playas, piscinas y excursiones. Así que desconectaremos, pero también queremos descubrir la isla, así que hemos contratado  unas cuantas excursiones, ya que tenemos  bastantes días por delante, para que haya tiempo para todo. 

Tic-Tac  

Y, la cuenta atrás ahora sí que ha llegado. Nos quedan cuatro días para casarnos, para juntarnos con los nuestros, para celebrarlo por todo lo alto y para coger las maletas y enfrentarnos a un vuelo de más de 12 horas, para descubrir una nueva isla en el continente africano. Muchas aventuras por delante, muy seguidas, así que los nervios a flor de piel y la emoción y la ilusión como compañeras de estos días me despido hasta la vuelta.



A la vuelta, os contaré cómo ha ido todo, además de terminar nuestro viaje por Seúl (si es que me acuerdo de algo después de un año) y continuaré contando la época de transiciones. Pero, como digo, la vida está repleta de etapas, unas se abren, otras se cierran, pero siempre hay que seguir adelante, porque si una puerta no se abre, se puede abrir una ventana. Pero, en este caso, vamos abriendo puertas de par en par.




martes, 18 de septiembre de 2018

Eleven Kenzie

Kenzie Versión 10+1  


Kenzie con globo de elio de Happpy Birthday

  •  Un día como hoy llegaba al mundo una peluda rubia, una labrador Retriever, que el destino haría que nos juntase. Kenzie nació hace 11 años en Michigan, Estados Unidos, y vino a este mundo para cambiar la vida a alguien, y ese alguien tuve la suerte de ser yo. Después de casi diez años a su lado, puedo decir que es quien mejor me conoce, es parte de mí. No solamente es mi guía, es mi balanza, cuando yo estoy en mis peores momentos, ella está a mi lado, para apoyarme, soportarme y guiarme de la mejor manera, sin perder el rumbo.  A pesar de la edad saca fuerzas, energía y positivismo, para trasladármelo a través de la correa, de su mirada y de sus pelos. 
Ahora ya no tiene tanto nervio, pero sigue tirando como una campeona. Ahora tiene más verrugas, pero es el paso del tiempo, hemos envejecido juntas. Hemos vivido y vivimos los peores y mejores momentos, pero sobre todo el día a día. El convivir juntas hace que nos conozcamos mejor que nadie, y a veces sin necesidad de hablar, porque la comunicación no se basa en simples palabrerías que llenan el tiempo,  si no en hechos y ella cada día me demuestra lo mucho que hace por mí. En cambio yo no sé si estoy a su altura, porque ella me da mucho de lo que yo le doy, pero, en realidad todos los perros nos dan más de lo que podemos ofrecerles, y, en cambio ellos son felices estando a nuestro lado.  


Kenzie y yo en la escuela de perros guía de Rochester: ella dándome la patita y yo mirándola

Kenzie qué te puedo decir que no te haya dicho ya? Muchas cosas, y, a pesar de que muchas entradas hayan estado dedicadas a ti, como:  

- Cumpleaños de Kenzie
- Área para perros 
- No impidas el acceso a un perro guía
- 4 años junto a Kenzie
- Third Kenzie's Christmas with us 
- Aventuras diarias con Kenzie

Entre otras entradas, incluyendo la que hiciste tú el año pasado, en la que era: Cediendo la palabra a Kenzie por 10 cumpleaños  Sé que no son suficientes entradas, pero, si te fijas,  cada uno de los  post tienen algo de ti, si no hablo de ti directamente lo hago indirectamente, y si no lo escribo yo, y yo soy quien soy gracias en parte a ti. 

Aunque no te diga mil veces al día que te quiero, sabes que te quiero a radiar, que un día sin ti es complicado, que busco siempre lo mejor para ti, a pesar de que tú preferirías más y más chuches, pero sabes que el peso no te va muy bien, y en cambio el ejercicio te va de maravilla para la salud.  

Sabes que estos días estoy bastante cansada, pero no quería que pasase el día de tu cumpleaños sin dejar unas líneas para ti. 

Muchas felicidades mi pequeña princesa peluda! Por muchos años más! Felicidades, Kenzie! 


Kenzie con la boca abierta y corriendo en la montaña. Feliz



martes, 4 de septiembre de 2018

Cuánto cuesta viajar a Japón?


PRESUPUESTO PARA JAPÓN EN 15 DÍAS


Después de la entrada anterior sobre: Accesibilidad en Japón, pensaba que iba a ser el último post temático. Sin embargo, me he dado cuenta que me he dejado un tema bastante importante, para aquellas personas que aún dudan si ir o no a Japón. Y, es que, a pesar de que yo haya contado nuestra experiencia, esperando que os sirva, me he dejado en el tintero uno de los temas que me suelen preguntar con más frecuencia, y es… 
¿Cuánto cuesta viajar a Japón?
Todo el mundo de forma equivocada piensa que es un destino caro, y no lo es tanto, aunque, reconozco que yo también lo pensaba antes de ir. No vamos a decir que sea algo barato, pero merece la pena.

Empecemos a desglosar:
     
    1-    El vuelo
Puede que los billetes sean lo más caro, ya que hay que tener en cuenta: la distancia y las escalas. No puedes pretender que los billetes de avión te cuesten como un viaje a cualquier sitio de Europa, aunque si lo encontráis, no dudéis en hacérmelo saber. Es otro continente, hay muchos kilómetros de por medio y a menudo hay que coger más de un avión. Aconsejaría ir mirando con tiempo por: Skyscanner, borrando el caché, ya que las páginas web son muy listas y enseguida que sepan que estás interesado en un destino, verás como los precios se van inflando, así que lo mejor es ir borrando las huellas que dejamos.  Puedes encontrar alguna buena oferta, si es así: ¡no la dejes escapar!. Por propia experiencia comprar los billetes con mucha antelación no significa que te vaya a salir más barato, pero sí que después de buscar y buscar, te harás mejor una idea de lo que te puede costar, y seguro que encuentras una buena oferta.  Como en todas partes hay épocas más caras que otras, así que si, por ejemplo, piensas viajar para el hanami (florecimiento del cerezo) o en pleno agosto, ten claro que no encontrarás grandes chollos, ya que los precios aumentan considerablemente debido a la afluencia de visitantes.  
Los precios rondan los 450 euros por billete. Aconsejamos coger billete de ida y vuelta desde el mismo destino, te saldrá más a cuenta. En nuestro caso no fue así, ya que después de visitar Japón nos fuimos a Corea del Sur, así que la vuelta fue desde Seúl.   
Puede que el vuelo sea el desembolso más grande que hagas en la aventura a Japón, dependiendo de la oferta que encuentres, pero a veces más vale desembolsar un poquito más e ir cómodo, piensa que es un viaje de muchas horas de por medio, y la comodidad y las escalas que hagas repercutirán en tu cansancio.

Precio aproximado por persona ida y vuelta desde España a Japón: 900 euros


     2-  El alojamiento
 Puedes encontrar diferentes opciones de alojamiento, desde hoteles: de negocios, de lujo, cápsula, albergues, o Ryokan. Bueno, los diferentes tipos en los que estuvimos nosotros, está explicado en el post temático sobre Alojamiento en Japón. Sin embargo, no conté nada sobre los precios, y es que depende un poco de la época del año en la que vayas, pero para que te hagas una idea, y mirando la misma página que miramos nosotros Booking. Aquí te dejo unos precios orientativos, para hacer el presupuesto.  
Una noche en un hotel de Tokio: alrededor de 50 euros, es decir 25 euros por persona. Suponiendo que vayamos a estar 12 días saldría a 300 euros por persona.
El precio de los Ryokan suele ser más elevado, pero vives la experiencia de dormir en un tatami con su futón, al puro estilo tradicional japonés. Una noche en un buen Ryokan te puede salir por 150 euros aproximadamente, dependiendo la ciudad, la época del año y del las comodidades (si tiene onsen- baños típicos japoneses termales- o spa). Ahí depende de lo que quieras disfrutar y rascar el bolsillo.
Hay que tener en cuenta que por muy pequeñas que puedan ser las habitaciones, siempre estarán muy presentables, además de ofrecerte: zapatillas, kimonos y otros enseres
Presupuesto alojamiento para una persona durante 14 días: 450 euros  (12 días en hotel y 2 en Ryokan)

    3-  Comer en Japón
No es muy caro, puedes comer en cantidad y sano, hasta salir rodando de un restaurante mucho. Verás en el post temático sobre Comida en Japón que hay mucha variedad y que las cantidades son abundantes. El precio dependerá del sitio que elijas, pero hay cadenas como nuestra preferida de Curry: Coco Ichibanya que por 8 euros puedes comer un buen plato de arroz con curry y carne. Además cabe decir que en muchos restaurantes no tendrás que preocuparte por la bebida ya que te viene incluida. Y otra opción rápida y barata sería comer en un Convenience Store, tipo: 7- Eleven, que están abiertas casi las 24 horas, y hay comida preparada. Pero no te preocupes si en tu hotel no hay microondas, ya que ellos te lo pueden calentar en un momento. En alguna ocasión que eran horas tardías y nos entraba hambre, caímos por ahí. Además de ser nuestro sitio de referencia para muchos desayunos e ir en búsqueda de un café.
Precio aproximado por persona y día (desayuno- comida y cena): 45 euros tirando a la alza, ya que depende de donde comas, puedes encontrar precios bastante más reducidos, pero más vale pensar que te gastarás eso y después que te sobre.  Precio de 15 días comiendo por Japón por persona: 675 euros

    4-   Comprar en Japón  
Tienes que tener en cuenta que no vas a Japón para comprar, o al meno fue nuestro caso, ya que aunque pienses que la tecnología sea puntera, tienes que tener en cuenta que el enchufe no será el mismo, por tanto el voltaje tampoco, pero, vamos, esa es nuestra opinión. Además, nos sorprendió el precio de la ropa que lo vimos bastante elevado. Sin embargo, sabemos que algo comprarás, empezando por los suvenirs y terminando por algo friki que te haga gracia. Recomendamos comprar en una tienda que se llama Don Quijote, aparte de que el nombre nos haga gracia por hacer referencia a nuestra tierra, podrás encontrar de todo, sobre todo recuerdos. Y si necesitas, como fue mi caso, o quieres comprar ropa u otra cosa, recomendamos que te fije antes de entrar en las tiendas Tax Free. Son tiendas que presentando el pasaporte te hacen descuento, como en el aeropuerto.   
Reservaría 300 euros a compras, pero eso dependerá de cada uno, porque en realidad comprando el viaje: ya es todo un regalo, pero depende de si compras recuerdos- no suelen ser muy caros- o cosas de anime o videojuegos.

    5-     Visitas a atracciones turísticas
Seguramente la intención es visitar algún templo, algún monumento turístico o algún castillo, sobre todo si vas de turista, así que tienes que pensar que la entrada a todos estos sitios se paga, quizás por ello están tan bien conservados. Pero, no te asustes, no son precios desorbitados, son precios simbólicos de 3 o 4 euros. Además no se paga en todos los templos, por ejemplo: uno de los que más nos gustó en Kioto el Santuario Fushimi Inari repleto de toriis y con muchos kilómetros por visitar es gratuito.  
En Tokio hay un edificio relativamente nuevo, en el que hay unas vistas increíbles, ya que con un ascensor subes al mirador que está a 333 metros de altura, es el Tokyo Skytree y cuesta sobre 25 euros. Sin embargo, nosotros no fuimos y nos decantamos por otro mirador que es gratuito y está a 243 metros de altura y es el Edificio Metropolitano del Gobierno, desde ahí también tendrás buenas vistas y te ahorrarás colas interminables y un poco de dinero. Bueno, con esto quiero decir que todo es relativo, te puedes gastar mucho o poco, dependiendo de cómo lo quieras vivir. Si acercándote a un castillo o entrando dentro, cogiendo una audio guía y comprando algún recuerdo.  
El precio reservado para las actividades turísticas puede rondar los alrededor de 100 euros por persona

     6-     El transporte
 Ya comenté en el post sobre este tema la importancia del JRP. Un pase que solamente podemos comprar fuera del país nipón, y que no solamente te servirá para el tren, si no para muchas de las líneas de metro, de autobús y de ferri operadas por esta compañía. En ese post ya puse los precios del coste del pase, pero pongamos que queramos uno para 14 días sería 365 euros, y aunque pueda ser una barbaridad, te permitirá visitar otras ciudades del país, de una forma cómoda y rápida. Merece mucho la pena. El metro es  caro, un billete sencillo en Tokio puede costar: 2 euros  y el autobús, por ejemplo en Kioto, que es donde más lo utilizamos, el billete sencillo: 1,50 euros.  El taxi otro transporte que en ocasiones, sobre todo al llegar al destino cargados con las maletas y bajo la lluvia, utilizamos, vimos que había diferentes precios dependiendo la ciudad, pero, a pesar de que hubiera leído que era caro, no nos lo pareció tanto, puede que porque hiciéramos trayectos cortos, pero cuenta que cada dos kilómetros puede costar 3 euros, para que te hagas una idea orientativa. Así que el precio para 15 días por persona, puede rondar los 400 euros contando el JRP, algún billete de metro y bus que no entren en el pase, y algún taxi.

    7-     Precio final  
Ahora viene la hora del susto, pero repito que viajar es toda una inversión, porque vendrás con muchas experiencias, recuerdos y vivencias que no olvidarás. Yo no puedo decir si es caro o no, porque dependerá de la economía de cada uno. Pero, después de los precios orientativos que he ido poniendo (faltaría añadir el seguro, no viajes sin seguro nunca, ya que lo puedes pasar muy mal).
El precio final del presupuesto por persona para el viaje a Japón sería de: 2825 euros.
Hay que tener en cuenta que podrás encontrar ofertas de vuelo que te cuesten menos de lo expuesto, que estés en un hotel que sea mucho más barato del precio orientativo que he dejado, que no comas tanto como nosotros y vayas a cadenas de restaurantes que están muy bien y los precios también, que no reserves un dineral para compras y el transporte bajará considerablemente si te vas a mover por el país nipón o por el contrario prefieres centrarte en una sola ciudad. Todo es relativo según el tipo de turista que quieras ser. Pero, vuelvo a repetir que merecerá la pena y que mirándolo y planificándolo con tiempo seguro que sabes ingeniártelas, para encontrar la forma más económica de viajar (ya se sabe que no es lo mismo ir de mochilero que con maleta).  

Espero que os haya sido útil este post, y, sobre todo espero que les haya servido a quienes preguntabais precios, a quienes estéis pensando viajar, y a todos. Recuerdo que son precios orientativos, que todo puede variar. Agradecería que las personas que ya han viajado a Japón, cuenten sus experiencias y si están de acuerdo con estos precios o no. Y, si conocéis páginas web que puedan venir bien a futuros viajeros, no dudéis en compartirlas.

Con este post, ahora sí que finalizo los post temáticos, aunque podría seguir hablando sobre más cosas interesantes sobre Japón, sin embargo, no soy ningunaa entendida, y en algún momento hay que terminar con la sección sobre Japón, para poder seguir avanzando. 

Os dejo algunos links interesantes, que seguro que os vendrá muy bien a la  hora de recopilar información, a nosotros nos ayudaron mucho.  

Blogs:

Podcast:

Vídeos: