sábado, 20 de abril de 2019

Canciones para el mes de abril


10 canciones para el mes de Abril

Hoy estamos a 20 de abril y,  como a muchos de vosotros, me ha venido a la cabeza  la popular canción de Celtas Cortos 20 de abril  y es que hay canciones que forman parte de la memoria de cada uno de nosotros. El hecho de que por la radio no hayan cesado de ponerla también ha contribuido en gran medida a que supiera en qué día estábamos, porque al ser  sábado y estar de pleno en semana santa, pues como que realmente ni había caído. 
Por otro lado,  me ha dado por pensar en todo lo que nos regala el mes de abril, y es que este mes está lleno de inspiración, debe ser la primavera que alimenta a los artistas, y es que este mes tiene muchas bandas sonoras, y para muestra un botón, aquí os dejo  con diez canciones que llevan el nombre de este mes: 

1- Abril de Antonio Flores

       
2- Sometimes it snows in April  de Prince


3- Restos de Abril de Camila


4- Quién me ha robado el mes de Abril  de Joaquín Sabina


5- April in Paris de Ella Fitzegarld y Louis Amstrong


6- Aquel Abril de Alex Ubago


7- Era en Abril de Alberto Baglietto y Ana Belén


8- In April de Jhonny Flynn


9- April come She will de Simon & Garfunkel



10- 20 de abril de Celtas Cortos


Después de este Top 10 del mes de abril, espero que me digáis si las conocíais, si tenéis alguna preferida, si conocéis otra mas para añadir al listado del mes. Y si entre esta lista no está vuestra favorita, ya me dejaréis saber qué canción está marcando vuestra banda sonora de este mes.  Sigamos con la música a todas partes! 

lunes, 1 de abril de 2019

Rochester 10 años después




Leader dogs for the Blind 10 años después 

Similitudes y diferencias 


Este mes de marzo se han cumplido diez años de aquella primera vez que fui a Leader Dog for theBlind. Sí, hace diez años que conozco a Kenzie, mi primera perra guía, y casi tres meses que conozco a Leia, mi segunda perra guía. Ellas son como la noche y el día, y no lo digo tan solo por el color, si no porque son muy diferentes. Son el yin y el yang: dos energías opuestas que forman el equilibrio. Y, es que me encanta ver la energía que aún desprende Kenzie, y sobre todo desde la llegada de la jovencita princesa, parece que aún tenga más vitalidad. En cuanto a Leia me sorprende lo mucho que le gusta dormir, creo que es una pasión, duerme y duerme y sigue teniendo sueño por la noche, pero sé que está contenta, porque siempre que le agrada algo mueve la cola sin cesar.

A pesar de las diferencias que haya entre ellas, son la combinación perfecta. Pero, esa no ha sido la única diferencia que he encontrado y es que diez años dan para mucho.
Empezando por…  

La época del año
Aquella primera vez que fui a Rochester fui el 7 de marzo del 2009, y no pase tanto frío como en esta ocasión. Aunque cabe decir, que mis manos se resintieron, a pesar de que llevaba guantes y algunas grietas me salieron. En cambio en esta ocasión, iba mejor preparada con crema de manos y guantes de más calidad y mis manos han aguantado el gélido clima. Cabe decir que esta vez las temperaturas han superado récords en el estado de Michigan, aquella vez hubo un poquito de todo: calor, frío y hasta algún día algo de nieve, pero nada comparado a lo que he vivido este año.  

Captura de pantalla de temperatura de -21º


Situación personal
En aquel 2009 era una estudiante de universidad a punto de acabar la carrera de filología. El año anterior había estado de ERASMUS en Florencia y ahora vivía otra experiencia totalmente diferente, pero igual de enriquecedora, con la que ganaría autonomía, libertad y seguridad. Este 2019 las cosas eran más complicadas, porque estoy trabajando, y aunque todos mis compañeros y responsables lo han entendido a la perfección, no es lo mismo estar estudiando que tener que pedir un permiso para faltar unos cuantos días.  
La primera vez, yo nunca había tenido perro, y ahora me encontraba con la experiencia de tener una. Así que en esta ocasión, no me fui de casa de mis padres, si no que dejé a Kenzie y a mi marido en casa, expectantes ante mi estancia en Rochester y  con ganas de saber con quién vendría.   

Compañeros
Cuando se viaja a Rochester, Michigan, no vas por tu cuenta. FOPG (Fundación ONCE del Perro Guía) tiene un acuerdo, para que algunos futuros usuarios de perro guía puedan viajar a esa prestigiosa escuela de Estados Unidos. Normalmente viajamos 6 personas de diferentes puntos de España junto con un intérprete, para hacernos las cosas más fáciles. 
En 2009 éramos 6 personas, pero conocí a dos el día antes de volar a EEUU en la escuela de Boadilla del Monte. José Enrique de Cataluña y Javi de Andalucía llegaron el día antes a ala escuela en tren igual que habia hecho yo. El resto de compañeros junto a la intérprete los conocí  al día siguiente (el día de volar), con María la intérprete fuimos desde Boadilla hasta el aeropuerto. Alberto, Livia y Enhamed, que eran el resto de compañeros estaban esperándonos con sus maletas en el aeropuerto. Resulta que al ser de Madrid o vivir cerca les habían dado la posibilidad de que  fueran por sus propios medios sin que pasasen por la escuela.

En esta ocasión (2019), a pesar de que uno de los compañeros vive en Madrid, no le dieron esa posibilidad y tuvimos que  estar todos en Boadilla del Monte el día antes de volar. Incluso a él no le dejaron ir directamente a la escuela, sino que tuvo que quedar como el resto en la estación de tren de Atocha. Éramos también 6 personas, pero con dos traductoras. Todos de diferentes lugares de España, de diferentes edades, pero con un mismo objetivo: ir en busca de un perro guía. El hecho de que estuviéramos todo el día juntos antes de emprender el vuelo, sirvió para conocernos un poquito más e incluso crear un grupo de Whatsapp, en el que estaríamos todos conectados.
Sin embargo, a pesar de viajar el mismo número de futuros usuarios de perro guía, la diferencia fue notable cuando al llevar un día en Rochester nos separaron. Pilar, Ruben y Juan formarían un grupo junto a Teresa, la traductora, y Ashley, la instructora. Esther, José, Tamara, la intérprete, Kenvin, el instructor, y yo formaríamos otro grupo diferente. Nos sentaríamos en mesas diferentes a la hora de desayunar, comer y cenar. Tendríamos actividades, horarios  y ritmos diferentes. Así que, a pesar de viajar juntos, fue como si fuéramos estudiantes en diferentes clases. Suerte del park-time y los ratos libres, para poder ponernos al día.   



Grupo 2009
Clase 2019














Instructor
Casualidades de la vida hizo que volviera a coincidir con el mismo instructor que tuve hace diez años. Sí, Kevin Irke, el mismo instructor que me dio pautas y me entregó a Kenzie, estaba ahí una década después, para volverme a entregar otro regalo de la vida, para compartir: desayunos, charlas, clases, consejos y ser un gran apoyo.
Esta vez ha sido tan buen instructor como la otra vez, teniendo la paciencia que se requiere, sin perder los nervios, con sentido del humor y llevando música incorporada (siempre animado y cantando). Sin embargo, he notado la gran diferencia de que las clases fueran más dinámicas, al ser un grupo más reducido las esperas entre práctica y práctica no eran tan largas. Además de dejarnos, como en la primera vez, hacer parejas y entrenar con otro usuario.
Además, había momentos de tiempo individual con el instructor y traductora, para comentar asuntos que se tenían que mejorar y marcar objetivos individuales. Eso me ha gustado mucho, porque servían de mucho esas clases, ya que eran personalizadas y te daba consejos a tu medida y podías decir qué te preocupaba o qué creías que debías mejorar. En 2009 todas las clases eran en grupo y a veces no daba tiempo para mucho. Por supuesto, si creías que tenías que comentarle algo siempre estaban a tu disposición, pero no es lo mismo.
De hecho, diez años atrás, si no recuerdo mal los instructores se quedaban a dormir en la escuela, ahora ya no lo hacen. Por tanto, durante la cena y a no estaban, al no ser que les tocase guardia.
Aquella primera vez, no sé si por ser novata, pero casi siempre estaba en tensión, me sentía observada y sabía que cualquier cosa que hiciera mal estaría cuestionada. Durante las comidas, me sentaba al lado de Kevin y si Kenzie se ponía de pie o sentada, enseguida me decía que tenía estar tumbada en el comedor. Esta vez el azar ha hecho que también estuviera sentada a su lado, pero Leia que es mucho más dormilona no se levantó ninguna vez.
Antes los instructores eran mucho más severos, nos controlaban más e incluso las directrices a la hora de marcar a los perros eran más fuertes. Es decir, se hacían muchas más correcciones con la correa, un tirón rápido, seco y fuerte, era suficiente, para que el perro dejase de tirar, de coger algo o soltase lo que había cogido. Actualmente las técnicas han cambiado y el refuerzo positivo está a la orden del día. Se premia mucho más a los canes. Y a la hora de corregir existe el tiempo muerto, que yo desconocía, y es bastante útil, te paras hasta que el perro se tranquiliza y sigues por tu camino. Si sigue queriendo ser rebelde, vuelves a repetir la jugada. Y por último, siempre está el recurso del tirón, que nos les hace daño, a pesar de que nos pensemos que sí. Es necesario saber corregirlos, ya sea con una técnica u otra, ya que son perros adolescentes que nos acaban de conocer y nos van a poner a prueba, para conseguir sus objetivos. Los instructores nos dan recursos, para que sepamos defendernos en la vida real, ya que ellos no van a estar después a nuestro lado, para solventarnos los problemas que nos encontremos.

Traductoras
Ahora la FOPG tiene un convenio de colaboración con Cruz Roja y vienen voluntarios a hacer de traductores. La primera vez este acuerdo no estaba en marcha y contrataban a traductores profesionales, para que vinieran con nosotros. En aquella ocasión fue María quien viajó con nosotros. Una intérprete de Madrid con seis personas ciegas o con dificultades visuales que viajaban a por su primer perro guía. Para ella no era la primera vez había estado en Rochester más veces y sabía de qué iba. A ella le encantaba poder ayudarnos, traducirnos todo y hacernos muchas fotografías. Recuerdo que después de las rutas, en algunas siguiéndonos con bici, acababa súper cansada. Ahora que nos hemos vuelto a ver antes de que iniciase la aventura me decía que le encantaba y que volvería a repetir si su situación se lo permitiese, pero guarda muy buenos recuerdos y nosotros de ella, porque fue un gran apoyo.

Ahora han venido con nosotros dos voluntarias de Cruz Roja, dos personas fabulosas, que de forma voluntaria se han embarcado en la aventura de acompañarnos en una de las experiencias que no olvidaremos fácilmente. Teresa pidió una excedencia en su trabajo como profesora de inglés, para acompañarnos. Y, Tamara es una apasionada de la escuela y ya era su tercera vez que repetía  y encantada de repetir las veces que haga falta, porque siempre está dispuesta a ayudar.  Ha sido un placer conocerlas, no solamente han estado para ser nuestra voz y ser nuestros oídos. Sin ellas las clases no hubieran sido lo mismo, porque tienes que tener muy claras las indicaciones que marcan los instructores. También han estado en los ratos libres siendo un gran apoyo siempre.
Además, en mi caso, Tamara, fue testigo de la entrega de Leia en mi habitación y esas cosas no se olvidan, como los días que me estuvo leyendo el diario del educador de Leia o el día que con toda la paciencia del mundo estuvo intentando descifrar mi letra, para pasar a limpio lo que había escrito al criador de Leia. Incluso una noche le volví loca buscando las llaves de mi habitación, casi nos volvimos locas  buscándolas por toda la escuela, fue nuestra propia Superbowl. 
Anécdotas que quedan en el recuerdo de una experiencia inolvidable.

Escuela
La escuela Leader Dogs for the Blind sigue estando donde siempre, sigue teniendo la misma forma de T. Sigue estando la sala del piano, aquella que yo recordaba como narcótica, porque siempre hacía calor y cuando nos reuníamos en el suelo de la moqueta alguno caía dormido, y si no éramos nosotros eran los perros. La sala del piano ha seguido siendo el punto de reunión, pero ahora ya no hay moqueta en el suelo, pero de todas maneras, para estar más cerca de Leia a veces acababa ahí. Ahora ya no está repleta de sofás, hay un par de mesas  con sillas, por tanto cabe más gente. El piano creo que es diferente, pero encima sigue habiendo fruta para coger siempre que quieras. Además de seguir estando las bolsas de plástico para el park, así que siempre que pasaba por ahí acababa cogiendo unas cuantas bolsas.. El comedor sigue estando enfrente de la sala del piano. 

El comedor sigue teniendo esas mesas redondas, donde en medio hay una parte redonda con comida que puedes girar,  al estilo de la ruleta de la fortuna. Muy práctico, a la hora de encontrar las cosas. Esta ruleta de la fortuna en mi grupo la bautizamos, gracias al salero de nuestra sevillana Esther, como: “la penca”. Así que cada vez que uno de nosotros girábamos para buscar algo decíamos: ¡giro la penca! Y así sabíamos que todo iba a estar de forma diferente cuando fuéramos a buscar algo. El hecho de que las mesas fueran redondas favorecía a que las conversaciones fueran más fluidas. Es cierto que este año, al ser solamente 5 en la mesa teníamos más espacio y más silencios. La primera vez no sé si porque se notaba más que éramos españoles, porque éramos más o por los nervios de la primera vez, pero cada dos por tres nos tenían que decir que bajásemos el tono, esta vez hemos sido muy formales, y parecía que los americanos fueran los españoles.  
Llegar al comedor, a pesar de las cantidades abundantes y de la diferencia horaria, era todo un placer. No hubo ni un día que se repitiera un plato, me debía haber apuntado los menús, para tener ideas. El personal siempre tan  atento y preguntándonos si queríamos repetir. Incluso había una mujer que me sonaba mucho de la vez anterior, y es que una persona como Reina es fácil de recordar. Los postres eran el plato estrella, pero es que todo estaba riquísimo y con gran abundancia, hambre ni una, ni otra vez pasé, porque con algunos kiilitos de más he venido ambas veces, pero merece la pena.  

Mesa del comedor con la famosa penca



Las habitaciones siguen estando como siempre, con la misma distribución. A mí me tocó la 25, la misma que le había tocado a Livia en aquel 2009, y a Pilar mi compañera asturiana de este año estaba en la habitación que me tocó la primera vez. Puerta con puerta. Las habitaciones son amplias y es una gozada abrir la puerta y ya salir a la gravilla del park time, sobre todo a las seis y media de la mañana.
Ahora los televisores que hay en las habitaciones son planas y muy modernas y accesibles, porque tiene un sistema Amazon, que puedes ir moviéndote por el menú, aunque no lo veas, ya que te lo va diciendo todo, para que puedas elegir qué ver. Además de tener una Alexa en cada habitación que servía tanto para despertarte como para poner música. 
La tecnología ha llegado y se nota que el tiempo ha pasado…antes ni Iphone, ni wi-fi, así que para hablar con nuestros familiares teníamos que comprar una tarjeta, en la que había un código y salían más baratas las llamadas desde el teléfono de la habitación, pero tenías unos minutos contratados. Y si no, estaba la opción de hacer un Skype desde el portátil,  aunque eso de portátil es un decir, ya que si te conectabas a Internet era a través de un cable de red. Ahora con el wi-fi, a pesar de que cada dos por tres, tenías que actualizar y darle a aceptar a la política de seguridad, podía hacer videollamadas a través de Whatsapp con el móvil y estar mucho más conectada con los míos, gracias a esa mensajería instantánea y a las facilidades que hoy día nos brida los avances tecnológicos.  

Rutas de entreno

Seguía estando el recorrido de prácticas en la escuela, aunque realmente no lo recordaba con exactitud, sí que me sonaba que daba a la sala del piano, pero sin más, solamente lo recordé  cuando me puse a practicarlo con Leia, pero tampoco recordaba hacia dónde tenía que ir…eran recuerdos efímeros de sonidos cercanos de la carretera y poco más.  
Sin embargo, recordaba a la perfección las salidas al DownTown de Rochester, en el que estaba el otro edificio de la escuela. Cada mañana después de desayunar teníamos que hacer fila, para ir a subirnos a un bus e ir hasta el centro de la ciudad, donde estaba el edificio, para realizar practicas por calles. Ahora me resultaba mucho más fácil los recorridos, porque cuando pudimos hacerlos, no te decían como hace diez años que tenías que hacer una P, o una L, sino que te decían que tenías que ir por hasta Oak y la tercera. Resultaba mucho más fácil, el nombre de las calles no había cambiado y seguían los nombres de árboles como: Waldnut, Pine, Oak y me traía muchos recuerdos. En esta ocasión  no me llegué a perder yendo por el cementerio, y es que no pudimos hacer tantos recorridos por las calles como nos hubiera gustado, pero la situación climatológica en ocasiones no lo permitía, ante todo la seguridad de nuestros perros y la nuestra. Así que tuvimos que hacer planes alternativos haciendo bastante entrenamiento en centros comerciales, la cual cosa también era buena, porque eran  pruebas de fuego para nuestros peludos entre tanta gente y distracciones. Pero sí que fuimos a un parque en el que había patos y había estado la primera vez, un centro comercial con un carrusel, la universidad, Detroit (subiendo en metro) y estando en esta ocasión- 2019- hasta en dos ocasiones. Lo que no pudimos hacer este año fu ir a hacer un picnic a uno de los lagos, y es que el tiempo no acompañaba para nada.  Creo que, a pesar de las situaciones adversas con la climatología, practicamos todo lo posible, sobre todo la obediencia. 

Calle Oak con la tercera


La rutina de la escuela
Una de las cosas que no ha cambiado es la disciplina y los horarios que debíamos cumplir, para llevar acabo las obligaciones con nuestros peludos. Eran madrugones bestiales, pero era una manera de aprovechar el día. Antes de las seis y media teníamos que haberles dado de comer y agua, a las seis y media era el primer  park time del día. Y, ahora una de las diferencias es que se le da de comer en dos veces, una a primera  hora de la mañana en cuanto nos despertábamos. Antes solamente le dábamos una vez de comer, recuerdo que era antes de la cena y teníamos que dejar al perr5o en la habitación atado con su cadena en su cama, mientras nosotros teníamos que salir con su puchero para llenarlo en la sala donde estaba la comida, una sala muy pequeña que estaba al lado de la lavandería. Ahora el pienso, estaba en la habitación, en el lavabo, y así era todo mucho más práctico,  teniendo en cuenta que le dábamos en dos veces de comer.
La última salida al park time era y sigue siendo a las ocho de la tarde. Pero esa marcación de horarios va bien en todos los sentidos, tanto para nosotros como para acostumbrar a los peludos a un horario y que sepan cuándo tienen que comer, y hacer sus necesidades.  

En definitiva
Una experiencia única, para volver y volver a repetir a pesar de los kilómetros de distancia. La barrera lingüística, gracias a las traductoras hace que no exista. Las instalaciones son perfectas, accesibles y con multitud de recursos. Las comidas son abundantes, y no solamente vendrás con algo de sobrepeso en la maleta, pero merece la pena, porque son manjares para el paladar.
Es una experiencia única, inolvidable, recordarás cada instante, porque no es un sitio, no son unas personas, es el momento, el momento en el que tu vida gracias a un peludo cambia. Gracias a todos aquellos que te rodean y componen esos momentos, en el que el protagonista es el peludo, sus hazañas, las rutas, las técnicas que aprendes gracias al instructor, y gracias a los compañeros que son testigos juntos a las traductoras de eos momentos únicos.

Una montaña rusa que comienza con incertidumbre, ilusión y nervios, y a medida que los días pasan esos loopings hacen que estés más emocionada por lo que vendrá, que las preocupaciones hagan acto de presencia y que te angustien pequeñas cosas. Sin embargo, lo compartirás todo y será un Gran Hermano, sin cámaras, pero vivido con la misma intensidad. Siendo tus compañeros tu familia y siendo un gran apoyo, con quienes puedes compartir dudas y problemas y en otras ocasiones echarte unas buenas risas, aunque fuese  porque sonasen  de fondo unos grillos, o pusiéramos sin querer a nuestra preciada Alexa, pero cualquier excusa es buena para que la risa no desfallezca.