miércoles, 19 de agosto de 2015

Las maletas: tipos y situaciones vividas con ellas

Tipos de maleta...   


¡Qué me llevo! 

      No sé si muchos de vosotros ya os habéis ido de vacaciones, habéis hecho alguna escapadita o aún estáis por hacerlo. Pero, de todas maneras, sea este año u otro, seguro que en alguna que otra ocasión habéis tenido que hacer y deshacer maletas. Pero, ¿Qué tipo de maleta utilizáis? Imagino que depende el viaje que vayáis a hacer:  
-        - Dependerá del tiempo que vayas a estar fuera. Si te vas para muchos días , para meses, o para una semana...
-     -  La época del año en la que vayas. No es lo mismo irte en verano, donde la ropa que tengas que llevarte ocupe menos que en invierno que con que pongas algún jersey gordo, ya ocupará toda la maleta.
-      -  Si facturas o no. De vital importancia para viajes. Sobre todo si son compañías de bajo coste, que miran con lupa los pesos y las medidas de tu equipaje de mano.
-        - Si eres previsor y quieres llevar un montón de “por si acaso” como si donde fueras a estar no hubiera tiendas y no pudieras comprar lo que se te ha olvidado.   
-       -  Si prefieres una bolsa de equipaje, porque tan solo es una escapada de fin de semana.
-        - Si vas a hacer rutas, prefieres no facturar, o vas a hacer el Camino de Santiago, entonces te irá bien una de esas mochilas ergonómicas y gigantonas.
-      -   Si la prefieres con ruedes. Ahora incluso las hay con cuatro ruedas que son muy cómodas de llevar.
-        - Si la quieres de tela, con muchos bolsillos y poder poner algo que se te ha olvidado en el último minuto y colocarlo en el bolsillo de fuera. Además de tela, hasta puedes sentarte encima para cerrarla, con el riesgo de que te quedes con la cremallera en la mano.
-        - Si la prefieres de click antes  que de cremallera.
-       -  Si la prefieres con códigos de seguridad, recuérdalos bien, para luego poder abrirla, ó en cambio prefieres poner un candado y listos.

Será por tipos de maletas! Hay para todos los gustos y colores.. Todas ellas diferentes. Aunque hay veces que son tan similares unas de otras, que cuando estás  esperando a que salga tu maleta, siempre coges dos o tres, con las ansias de que sea la tuya y poder salir ya del aeropuerto. Evitar las maletas oscuras, esas que llevan todos, y si lo haces, al menos ponle una etiqueta o algo diferenciador, porque no será la primera vez que alguien se haya llevado una maleta que no es la suya. Eso sí, un consejo, que a veces aún hay gente que no lo hace, poner el nombre, teléfono y dirección. No, ya por si alguien se lleva la tuya por confusión, sino porque si se extravía en otro vuelo o lo que sea, siempre podrás decir que es la tuya. Pero, por otro lado, por si alguien se lleva la tuya y tú la suya, siempre os podéis en contacto. Esto último le paso a un familiar mío, y cuando abrió la mochila y vió que todo lo que había dentro era ropa de bebé fue un show, suerte que estaban los datos de contacto y pudieron hacer el cambio.

Las mejores maletas para mí gusto son esas que son

De policarbonato, rígida. Con cremallera. Con cuatro ruedas, fácil de llevar, sumándole un mango periscópico que no se vaya bajando cuando caminas y sea cómodo y fácil de llevar. Esa es una de las últimas que me he comprado y espero que me dure mucho.  Porque a decir verdad, creo que he utilizado todo tipo de maletas, desde mochilas,  bolsos de viaje, maletas de tela y esta última, rígida. 

Aunque tuve una muy chula, en principio también rígida, aunque era más bien de plástico, que cuando me dí cuenta. Cuando llegue al destino, noté una manga de un polar. Pensé que cómo había viajado así, con la maleta tan mal cerrada, era de cremallera, y pensé que  no la habría cerrado del todo. Sin embargo, cuando fui a abrirla estaba perfectamente cerrada. Sin embargo, lo que pasaba era que una de las cuatro ruedas había desparecido, ya me parecía a mí, que no andaba muy fina, pero como no  la había estado llevando yo, pues no había notado tanto su cojera. Pero, cuando vi que no tenía rueda, que mucha de la ropa estaba asomando por ahí, suerte que era algo gordo y fue solamente eso, al no ser que fuera algo más que se cayera por el agujero y desapareciera tanto de la maleta como de mi recuerdo.  Esto significa que, a veces, por muy buena que te parezca la maleta, casi que es mejor una de tela, que sabes que al no ser que casi la revientes de ropa, no le va a pasar nada, o sí… nunca se sabe. Hay que tener en cuenta que si hacer un viaje largo en avión y si encima haces escalas, la maleta pasa por un montón de manos que trabajan a destajo y no me quiero ni imaginar, aunque lo hago por los ruidos que se escuchan cuando aparecen las maletas, como las deben tratar. Por eso a veces aparecen como la mía, otras veces se caen por ahí y ni aparecen y  en otras ocasiones es cuando alguien se confunde y se deja la suya para llevarse la tuya.

Sin embargo, qué maleta llevarte o qué llevarte en ella, no tiene por qué ser una preocupación vital para tu viaje. Lo importante es llevarte lo esencial, lo que creas que te puede ser  útil. A veces, casi que es mejor, depende el destino y  el tipo de turismo que vayas a hacer, llevarla casi vacía para traerla llena de compras realizadas en el destino vacacional. Todo depende.


Si no quieres facturar…  

Si por el contrario vas a hacer un viaje, pero no quieres facturar. Recuerda mirar las medidas aceptadas por la aerolínea. Hay compañías aéreas que son muy extrictos con este aspecto, y sé de gente que ha tenido problemas. Les han llegado a hacer facturar con el tiempo límite de hacerlo y pagando unas cifras desorbitadas. Las medias son de: 55x40x20cm y el peso máximo es de 10kg.
Recuerdo que un taxista me contó la mala experiencia que había tenido con RyanAir, una compañía que suele ser bastante exigente con estos requisitos. Su maleta era un poco más grande y pesaba más de lo permitido. Así que, al no entrar en una especie de armarito que tienen para comprobar que la maleta cumple las medidas exactas. Le dijeron que no podía volar con esa maleta, que podía facturar con una cantidad , que ahora mismo no recuerdo, pero que el pobre hombre no llevaba encima. Así que, si no quería perder el vuelo, no le quedó otra que dejar la maleta ahí, dejar la ropa que menos iba utilizar o que no le importaba desprenderse y salir corriendo con la ropa en mano para coger el vuelo. Suerte que se encontró una señora de la limpieza que le prestó una bolsa de basura, para poder meter su ropa. Se sintió humillado y desde entonces, no es que tenga en cuenta las medidas a rajatabla, sino que después de tan funesta experiencia, prefiere pagar más y viajar cómodamente que viajar en compañías de bajo coste, porque después lo barato sale caro. 
Aunque no tiene porqué salir todo mal, si compras un maleta con las medidas exactas, si no la llenas de “por si acaso” y llevas lo justo y necesario. Yo más que una trolley, una maleta de ruedas, prefiero llevar como equipaje de mano alguna mochila, porque al ser de tela, siempre puedo apurar más, hasta casi deformarla y casi a punto de explotar, corriendo el riesgo que he comentado antes de quedarme con la cremallera en la mano. Bueno, tampoco hace falta exagerar.

Además,  esto de hacer maletas se aprende a medida que vas viajando. Por mucho que toda tu vida hayas sido de los que te llevabas algo por si llovía, por si nevaba o por si cualquier situación, a media que viajas y si lo haces a menudo más, aprendes que vayas donde vayas  casi con toda seguridad podrás comprar lo que te haga falta y no lleves. No hay que cargarla de masiado, porque después la mayoría de las cosas ni te las pones, a veces  si el viaje no es muy largo, no te da ni tiempo a deshacerla del todo, y aquello que habías puesto “por si acaso” queda abajo del todo, arrugado y listo para planchar a la vuelta.

Ya me contaréis qué tipo de maleta utilizáis vosotros. Qué anécdotas tenéis con maletas: pérdidas, confusiones, acabar destrozada, etcétera… Espero vuestras anécdotas. Porque aunque este sea  mi maleta, también me gusta saber de quién está al otro lado de la pantalla y lee estas líneas. 


¡Feliz verano! ¡No pierdas las maletas y a seguir volando, viajando y disfrutando! 

Os dejo con un monólogo de Luis Piedrahíta sobre justamente este tema las maletas y los por si acaso. Espero que os guste.    

domingo, 9 de agosto de 2015

Relato veraniego

EL INTRUSO  

Lo maté. Sí, lo maté, lo confieso. Lo asesiné con alevosía, con ganas, y lo mejor, dormí muy a gusto, sin remordimientos, simplemente dormí como no había hecho desde hacía tiempo. Después de matarle fue como si me hubiera sacado un peso de encima. Dormí de maravilla.

El verano había llegado y hacía tanto calor por las noches, que tenía que dejar las ventanas abiertas, para que entrase algo de aire. Era algo insoportable, un calor pegajoso y el aire de la calle era casi inexistente, pero mucho mejor que estar encerrado entre cuatro paredes sí que se estaba. El calor  no me dejaba dormir a gusto, lo único que conseguía era sudar y dar vueltas y más vueltas en la cama, hasta acabar deshaciéndola. Esa noche, más bien, esa madrugada, ya estaba medio adormilado, había ganado la batalla al insomnio y al calor, y de repente, lo escuché. Tenía un intruso en casa, concretamente, en mi habitación. No me asusté,  para nada. Simplemente, con mi mal despertar, se iba a enterar de quién era yo. Tengo muy mal despertar, muy mala leche, y encima si me desvelo ya no puedo volver a dormir. Así que, no me quedó otra que hacer guardia. Sabía que el intruso, por mucho que se escondiese seguía ahí, así que, a riesgo de volverme paranoico estaba haciendo guardia, alerta, esperando un falso movimiento de éste para actuar. Sabía que continuaba en mi alcoba, porque no había podido escapar. Me puse la almohada en la espalda y me senté en la cama, con las piernas cruzadas, como si estuviera haciendo meditación, aunque precisamente relajado no estaba. Me quedé esperándole, como un pasmarote, en esa posición tan extraña para la hora que era, pero sabía que tarde o temprano caería, solamente tenía que estar muy atento. No encendí la luz, porque con la luz que se colaba de la farola ya estaba suficientemente iluminado, una luz tenue, pero perfecta, para hacer lo que estaba deseando realizar, sí, matarle. En cuanto tuviera la oportunidad lo haría, en silencio, con el único testigo de esa farola, que sé que no diría nada y si lo hacía me daba igual, solamente estaba cegado por conseguir mi objetivo: acabar con él. 

No estaba loco, estaba cabreado, enfurecido, y todo empezó a cuadrarme: entendí que ese intruso no era la primera vez que me visitaba, estaba convencido que otras noches había estado ahí al acecho. Entendí el porqué de mi cansancio por las mañanas, yo no es que durmiera mal por culpa del calor, que también, sino que, estaba siendo acosado, atacado, irrumpiendo mi sueño y mi intimidad. Ahora que sabía todo, sabía que él era el culpable de todos mis males se iba a enterar, era yo quien estaba tras él. Aunque ahora se hiciera el silencioso,  el invisible, cuando menos se lo esperase, acabaría con él.  Recordé que tampoco tenía que ser muy cruel, que no tenía que mancharme las manos de sangre. No quería ensuciarme, ni gastar mucha energía, simplemente acabar con él. Recordé que había una solución más directa, silenciosa como él, pero efectiva. A los cuatro vientos grité: “ ¡Quién avisa no es traidor!” Alertando al intruso para que se fuera, más bien como un pequeño acto de compasión, aunque sabía que por mucho que le dijera, aunque le hubiera dicho que sería su última noche con vida, no me hubiera creído y hubiera seguido ahí, ajeno a mis voces y persistiendo en su afán de ser lo que era, un intruso. 
Rápidamente, después de mi grito, salté de la cama y con una risa maquiavélica, abrí el cajón, saqué mi arma letal y la conecté a la corriente. Enseguida empecé a notar el suave y dulce olor a la muerte. Nunca más volvería a picarme, ni ese, ni otros de su calaña. Me sentí tonto por no haber recordado hacerlo antes de abrir la ventana, pero ahora me reía muy a gusto y estaba listo para descansar sin interrupciones. 

lunes, 3 de agosto de 2015

LEY DE MURPHY

LA FAMOSA LEY DE MURPHY


Si algo puede salir mal, saldrá mal.     

Esta ley salió de Murphy, pero…  
¿Quién era Murphy?  
Edward Aloysius Murphy era un ingeniero aeroespacial estadounidense y formuló su ley en 1949. Después de descubrir que todos los electrodos de un arnés estaban mal conectados, esos servían para medir la aceleración desaceleración en pilotos. Con esos experimentos y con ese infortunio, Murphy lanzó la frase de: “Si alguien puede cometer un error, lo cometerá”.

Con el tiempo la frase fue cambiando y se conoció en 1952 como la conocemos ahora: “Si algo puede salir mal, saldrá”. De esta ley hay multitud de variantes, ya que, como sabéis, hay muchas frases derivadas de la Ley de Murphy.  En definitiva es una ley cómica que explica los infortunios en todo tipo de ámbitos. No pretende ser algo negativo, sino que, pensad que la memoria es muy selectiva y tendemos a olvidarnos de las cosas positivas y neutras y queda un rastro de algo que en algún momento no funcionó y fue negativo. Por tanto, si una vez sucedió algo de forma negativa nuestra mente lo recordará y el temor a que vuelva a ocurrir, hará que la ley aparezca y digamos la famosa frase: “Ley de Murphy”.

¿En qué situaciones ocurre? 

Las situaciones en las que  nos acordaremos de Murphy  y su famosa ley es cuando veamos que algo si puede salir mal, saldrá mal o incluso peor.  Si algo se tiene que caer, seguro que se cae y si se puede romper, se romperá. Así  de puñetera es  esta ley que, como he dicho, no es que sea negativa, es real como la vida misma... si puede pasar, pasará... es cuestión de probabilidad y ahí juega un papel importante el infortunio que siempre hace de las suyas. 

Después citaré unas cuantas frases derivadas de la Ley de Murphy, aunque como hay tantas os invito a que incorporéis la vuestra. Pero, ahora os voy a contar por qué se me ha ocurrido acordarme de este hombre y su ley.  Me acordé de esta ley durante el fin de semana. Después de estar toda la semana con un bochorno agobiante, pero sin poder ir a la playa, deseando que llegase el fin de semana para poder ir. ¡Zas! Llega el viernes por la noche y cae la tormenta que no había llegado durante todo el verano. El sábado, a pesar de la lluvia nocturna, pensábamos ir a la playa, deseando que el Sol apareciera de nuevo, pero… ¡Zas! No llovía, pero había refrescado y ni un rayito de sol apareció. Eso sí que es que el destino, en este caso  la meteorología juegue con nosotros. Basta que deseas que pase algo, pasa todo lo contrario y encima malo. Mira que hay días en la semana para que llueva, para que haga mal tiempo, pero no, la ley de Murphy hizo de las suyas y si algo tenía que salir mal, salió. Salió algo mal, de todo menos el Sol.   

Así que esa fue mi propia ley de Murphy, “Si llevas toda la semana esperando para disfrutar del Sol, lloverá”. Suerte que hay más días para seguir disfrutando y que, a veces, el cambio de plan, aunque no sea por propia elección, si no por cosa del destino, tampoco está nada mal. 

A continuación, os dejo algunas frases derivadas de la Ley de Murphy, a ver si os sentís identificados con alguna o sabéis más…

1-     La tostada siempre cae por el lado de la mantequilla.
2-     La otra cola siempre va más rápida.
3-     Si duermes con alguien que ronca, éste se dormirá antes que tú.
4-     Si tienes prisa, todos los semáforos estarán en rojo.
5-     Si suena el teléfono llegarás justo cuando han colgado.
6-     Los seguros lo cubren todo, excepto lo que sucede en ese momento.
7-     La estupidez de tu acción es directamente proporcional al número de personas que te estén observando.
8-     Si tienes papel, no tendrás bolígrafo. Si tienes bolígrafo no tendrás papel. Y si tienes ambas cosas no necesitarás escribir nada.
9-     Si coges el paraguas no lloverá en todo el día.
10-  Si puede romperse, se caerá.
                        
Y seguro que se os ocurren más y mejores, así que os invito a que dejéis comentarios, poniendo vuestra propia Ley de Murphy.  Pero, recordad, pase lo que pase, después siempre sale el Sol.