martes, 31 de diciembre de 2013

LOS COLORES DE UN SUEÑO

LOS COLORES DE UN SUEÑO DE ALBA DE TORO

Hacía tiempo que quería realizar esta entrada, y antes de que acabe el año voy a hacerla. No pude hacerla antes, porque no me había podido leer el libro, y después fueron surgiendo otras cosas…y lo fui dejando. Pero, por supuesto, la voy a hacer y la estoy escribiendo antes de que este año se despida. ¿Por qué tenía tantas ganas de hacer esta entrada? Porque no todos los años alguien que conoces escribe un libro.   No solamente me apetecía escribir una entrada sobre este libro: “Los colores de un sueño” porque lo haya escrito Alba, que también, sino que; es un libro que te hace abrir los ojos y descubrir que las barreras solamente las pone uno. Todo se puede superar, sobre todo si tienes un sueño. Con un sueño, con ganas de superar las adversidades y luchando por lo que quieres, todo es posible.

Recuerdo que, Alba me comentó que había escrito un libro: cortito, ameno y que te lo lees en un plis. Y así es, es cortito, pero con tanto dentro y contado con tanta naturalidad que te lo lees en un momento. Cuando me lo leí, me dio la sensación de estar sentada con Alba y estar escuchándole. Bueno, pues en Mayo me invitó a la presentación del libro. Fue genial, primero porque fue un reencuentro, hacía mucho que no nos veíamos, era la presentación del libro y era en una librería del centro de Barcelona, que estaba a tope de gente- buen síntoma-. Conseguimos asientos, gracias a la madre de Alba, encima en primera fila. En la presentación hubo un turno de palabra para los de la editorial: Plataforma, después habló alguien de la Fundación Vicente Ferrer, y también una compañera de Alba – que había estado con ella en la India- Y por fin, llegó el turno de palabra de Alba. Su voz no era la misma de siempre, los nervios hacían que su voz le delatará esos nervios. Aparte de una risa nerviosa que es difícil ocultar ante tanta emoción.  Pero, lo importante no era su voz, si no lo que contó, tanto ella como su compañera. Ester, la otra profesora que había estado con ella en Anantapur, nos contaba con mucha gracia anécdotas que habían vivido juntas y todo lo que había aprendido de Alba. Alba, con mucha naturalidad, nos relataba la experiencia de estar en la Fundación Vicente Ferrer.  Todas esas palabras de superación y anécdotas, estaban aderezadas con un olor a incienso que te transportaba a la India . Se respiraba muy buen rollo. Me emocioné con algunas palabras, porque gracias a personas como Alba, se demuestra que da igual la discapacidad que tengas, que todo es posible.   
Cuando terminaron los coloquios, llegó el paso a que todo el mundo que quisiera y hubiera comprado el libro, pasase a que Alba les firmase el libro. ¿Cómo iba a firmar un libro una persona invidente? Muy sencillo, Alba se las ingenia todas, y había venido más que preparada con su Perkins. La Perkins es una máquina de escribir en Braille. Así que, ella escribía con su método, y les daba un alfabeto braille a todos aquellos que tuvieran la dedicatoria, para que luego se entretuviesen descifrando la nota que había dejado plasmada en el libro. Me encantó esa iniciativa, por una vez, el mundo al revés, todos adaptándose a nosotros, y haciendo un esfuerzo, en vez de que sea como siempre. Mientras ella estaba en esa labor, yo estaba por conseguir un libro, ya que se habían agotado. Decir que todos los beneficios conseguidos, como muestra de generosidad de Alba, van destinados  a la Fundación Vicente Ferrer.
Cuando llegó mi turno, ví que no paraba de teclear, ya le dije que no se pasase…pero basta que dices algo, para que la provoques más.  Confieso que, gracias a que iba con Loles, y me descifró de una manera fluida el contenido de la dedicatoria. Sé que es trampa, pero siempre yendo a lo fácil.  Si no, creo que, aún estaría intentando adivinar lo que me escribió.  Bueno, no hace falta exagerar, pero en el momento, no hubiera sido capaz, y gracias a Loles, supe que me había puesto casi al momento. Unas palabras que te animan a seguir luchando día a día.

A parte de una presentación maravillosa, una charla increíble y del reencuentro. Os voy a contar de qué va el libro: LOS COLORES DE UN SUEÑO

Tardé en poder leerlo, porque lo compré en tinta, cosa que no me servía de mucho para mis ojos. A pesar, de que algún que otro capítulo, tuve la suerte, de que me leyesen. Pero, al fin, a pesar de tardar, la ONCE lo publicó en audiolibro, y al fin pude escucharlo. Me lo leí en nada y menos, por las ganas que tenía de hacerlo, por lo cortito y ameno que se hace.

Y ahora, vamos al tema…. 
Los colores de un sueño  portada


Porque todos tenemos cosas que contar, porque de todo y de todos se aprende. Solamente tenemos que escuchar. Y escuchando el libro de Alba, he aprendido muchas cosas: los límites solamente los pones tú, para llevar algo con naturalidad tienes que hacer que sea natural, y sobre todo que los sueños se cumplen.

El gran sueño de Alba era ir a la India, no sé de dónde le nació esa pasión por la India. Pero, desde pequeña le llamaba ese país. Durante su vida ha estado en diversas ocasiones en ese país que tanto le apasiona. Sin embargo, la vez que más tiempo ha estado fue en 2011, donde estuvo más de un año. Allí vivió y sintió como es en realidad el país y su gente. A través de un diario, “Diario de Anantapur”, nos va relatando en fragmentos como era su día a día en la Fundación Vicente Ferrer, donde ejercía de profesora de vida diaria, para niños invidentes.  Les enseñaba a manejar el ordenador con programas adaptados, a vestirse y hasta a cocinar. Algunas cosas inéditas, para algunos de los niños que se sentían apartados por la familia. Pero, ella y gente de la fundación, les hacían sentir útiles, porque aunque tengan una discapacidad lo son. Solamente hace falta enseñarles.  Esos capítulos del Diario , en los que relataba cómo había ido el día, anécdotas, sensaciones, olores y demás, van intercalados de su propia experiencia.  
Empezando con una presentación de cómo es ella, y  cómo escribe, con un programa informático que tiene un sintetizador de voz…de esa presentación pasando a contar aspectos de su vida tales como: el tratamiento de naturalidad que le dieron sus padres, explicándole todo. El paso por el cole y sus compañeros, donde explicaban a los compañeros de clase que los ojos de Alba estaban en sus manos y todo se lo tenían que enseñar, haciendo que ella tocase todo. El paso por el instituto y su adolescencia. Pasando por su etapa de esquí en la ONCE y el cambio de vida que le proporcionó Tory, su perra guía, consiguiendo mayor libertad de movimiento. Entre otros temas, que se van intercalando con el diario de Anantapur.

Es un libro ameno, divertido, que te lo lees en un momento. Además de observar cómo ha ido saltando las barreras que se ha podido encontrar, ante todo demuestra, como ella misma, un optimismo claro. Por supuesto, no todo es de color de rosa, pero ante todo, es una cuestión de actitud, si tienes una actitud optimista todo se verá desde otra perspectiva. A parte  de la actitud, si tienes la ayuda  de amigos, familia y de adaptaciones todo es más fácil. De ahí a las reflexiones que se hace Alba en cuanto a los niños de la India, porque sabe que no lo tendrán tan fácil como los que estamos en un país más desarrollado. 


Si queréis revivir las experiencias de Alba, viajar a la India, ver cómo es su vida y sobre todo aprender, os recomiendo: “Los colores de un sueño” . Un libro totalmente recomendable, aparte de para aprender de las experiencias de Alba, para contribuir con la ayuda de los niños de la Fundación Vicente Ferrer, porque, como ya he comentado, los beneficios van destinados a la Fundación.  Un buen regalo para Reyes. 

sábado, 28 de diciembre de 2013

LOGROÑO



LA ÚLTIMA ESCAPADA DEL AÑO: LOGROÑO 2013

Casi con seguridad, me atrevo a decir que, lo que os voy a contar, ha sido nuestra última escapada de este 2013. Sí, porque el año está a punto de acabar, porque vienen fiestas familiares y hay que estar al lado de los tuyos, y porque durante este año, ya hemos tenido suficiente. Tendremos que cargar las pilas, para que el año que viene haya más y mejores escapadas, viajes de los que aprendes y descubres.  


CIUDAD DE RECUERDOS

En esta ocasión, nuestro viaje, mini viaje, fue a Logroño , capital de La Rioja. Ciudad de la que guardo muchos recuerdos, donde he pasado casi todos mis veranos, hasta que llegó la adolescencia, y preferí quedarme con mis amigos. Sin embargo, durante años he estado yendo allí. Mientras muchos veraneaban en pueblos, yo pasaba mis veranos en una capital de provincia. Sí, no era un pueblo, no había peñas, no iba en fiestas, pero, de todas maneras, eran unos veranos excepcionales. Además, Logroño, a pesar de que con los años está creciendo mucho, siempre ha sido como un pueblo para mí. Un lugar pequeño, donde te lo puedes recorrer andando, donde todo el mundo se conoce y preguntan por ti.  Iba a Logroño, porque mis abuelos eligieron ese lugar cuando llegó la edad de la jubilación, buscaban un lugar tranquilo y, sin duda, ese era el lugar indicado. 
Me encantaba ir a Logroño, para verles, pasar ratos con ellos, ir a las piscinas, ir a la huerta del yayo, en la orilla del río Ebro, pasear, ir al Espolón y cuando venían mis padres ir a la Calle Laurel a comer unos pinchos y beber unos mostos.  Logroño tenía un sabor diferente a Barcelona, no había tanto gentío por todas partes, el agua sabía diferente, y esos veranos…. Quizás, estoy  hablando desde una nostalgia, viendo que los años han pasado, que he crecido, y que muchos de los que estaban en ese Logroño que recuerdo ya nos han dejado. Muchos no están en esa ciudad querida, otros ya no están allí – a mi abuelo nos lo trajimos a Barcelona, para que estuviera más cerca y acompañado-. Pero, todos los demás ya no están allí. Antes de que la nostalgia se apodere del todo de mí, voy a continuar…

Sin embargo, dejando de lado las sensiblerías, que siempre me dominan, vamos al tema:  Este diciembre, aprovechando el puente de la Constitución, y,  sobre todo, sabiendo que, aparte de los días festivos, Carlos tenía unos días más, aunque fuera uno más…. Pues cogimos carretera y manta, y nos fuimos dirección a Logroño.  La idea original era ir a Euskadi, pero, entre el frío que hace en esta época del año , los pocos días y  que Logroño nos llamaba la atención. Dejamos de lado la posibilidad de ir al País Vasco, a pesar de las ganas de Carlos  por conocer esa comunidad autónoma. Reconozco que, a mí también me llama la atención, pero quizás es mejor ir en una época, donde el paisaje este más verde… Nosotros no tenemos cadenas, y la posibilidad que durante el trayecto nos encontrásemos nevadas, yendo al norte era factible, así que dejamos esa opción para más adelante.  Además, si un día veíamos la posibilidad y las ganas nos acompañaban, siempre se podía realizar ese viaje. Utilizando Logroño como campamento base. De La Rioja a cualquier lugar del País Vasco no hay mucho, así que siempre que nos apeteciese, sobre todo al conductor, se podía barajar esa posibilidad.  

El viaje

De momento, vamos a centrarnos. Salimos de Barcelona el jueves, víspera del día de la Constitución. El viaje no se hizo muy largo, aunque cuando rozábamos Lérida, la cosa se puso muy nublada, y la niebla empezó a hacerse muy presente…Más despacio, con calma, tranquilidad, y con luces antiniebla, superamos el primer obstáculo que nos ponía la carretera. Por fortuna, no hubo ninguna traba más en el camino. Además, tuvimos suerte y no cogimos caravana. Así que llegamos muy bien. Haciendo las paraditas, para estirar las piernas, ir al lavabo o que Kenzie corriese un poco y también se desahogase. Llegamos a Logroño sobre las cinco de la tarde. Con algo de hambre, pero dada la hora que era, no era plan de pegarse un banquete, picamos algo en un bar y ya era suficiente.

Pero…. ¿dónde nos íbamos a alojar?
Por suerte, disuadí a Carlos de ir a la aventura. Habiendo un puente de por medio, no era plan de jugarnos todas las cartas, y tener que dormitar en el coche, que ya no tenemos edad. Así que el día anterior, nos dio por buscar en Internet: hostales, pensiones, albergues, hoteles…. Solamente, con la idea de mirar la disponibilidad, y apuntarnos las direcciones, para una vez allí fuéramos allí a preguntar. Sin embargo, nos dio por llamar, y después de cuatro o cinco llamadas, al ver que estaba todo a tope…me entró “miedo”, el temor de no encontrar nada. Así que, decidimos intentar encontrar algo  antes de ir, para tener algo seguro, tener algún sitio donde ir.

Y nos encontramos con los primeros “problemas”

¿Sin salir de casa y  ya aparecen problemas? No solo, porque no encontrábamos alojamiento. Algún sitio escondido habría, se trataba de seguir indagando y llamando. Pero, cuando encontramos un hostal que no parecía estar mal, llamamos y tenían una habitación disponible para los dos y con baño privado, a un precio bastante bueno. Cuando dijimos que nos interesaba, haciendo la reserva por teléfono. Se me ocurrió decir, para finalizar la conversación, que también vendría Kenzie. ¿En qué momento dije nada?  Como usuario de perro guía, como persona que necesita un perro, y como perro que puede entrar en todos los sitios, me podría haber callado y aparecer allí con Kenzie. Pero, como acto de confianza, lo comenté. Entonces….lo cosa cambió. Me dijo que es que no aceptaba perros. Le dije que era un perro guía y que había una LEY que amparaba a estos perros, permitiéndoles la entrada en cualquier lugar público. Tienen sus derechos. Él diciéndome que qué ley era esa. Más tarde, le dije que si tenía correo electrónico, yo le facilitaba la ley, más que nada para no reinase la ignorancia, y facilitase la entrada a otros usuarios. Me dijo que la estaba viendo en Internet. ¿Entonces? El hombre, no me decía que no rotundo. Pero, me decía que, a pesar de ser un perro guía, seguía siendo un perro. Un perro que ladra, destroza y deja pelos. No aceptaba perros. Le decía que no ladra, no destroza, porque está bien educado y pelos no suelta, porque la cepillo. Alguno que otro puede soltar, pero nada que una escoba y un recogedor no pueda solucionar, me ofrecí para limpiar los pelos que dejase. Pero, él decía que comprendía que necesitase el perro, pero que…y vuelta a suspirar. Estaba harta de la conversación, una conversación que no llevaba a nada. SI no quería que me dijera claramente que  no, aunque me hubiera fastidiado, pero eso de los suspiros y tanta reticencia ante mis argumentos, me estaba sacando de quicio y era a mí a quien se le estaban quitando las ganas de ir a un sitio donde no iba a ser bien recibida. Pero, estaba en plan reivindicativo, porque hay unos derechos, y no miraba solo por mí, miraba por todas las personas que tenemos perros guía y tenemos derecho a ir a cualquier sitio. A pesar de que nos encontremos a personas que ven pegas por todas partes. 
Una cosa que me reventó fue que me dijera que cómo me iba a decir que no, con lo que tenía. Entonces, ya le dije que por pena sí que no lo hiciera. Eso me revienta, cuando se lamentan. Pero, él hombre seguía con el discurso del perro, que no aceptaba, pero yo diciéndole que no era un perro por capricho, que es un perro que ayuda. Me decía que lo entendía, pero que lo tenía que consultar. Y volvíamos a lo mismo. Eso era un no terminar. Pero, yo tampoco quería colgar, educación ante todo. Me preguntaba cosas súper tontas, como: si el perro ladraba, que cómo era de grande, que si tenía muchos pelos, que si dormía con nosotros en la cama. Vale, sé que hay mucha ignorancia, pero…¿tanta?  Al final, yo diciéndole que si se lo tenía que consultar a alguien que lo hiciera y punto. No estaba dispuesta a aguantar más tonterías. Pero, me dijo que las condiciones cambiaban, teníamos que pagar la reserva pro adelantado, que no sabía si tendríamos baño privado, pero que si eso él lo consultaba, nosotros fuéramos cuando llegásemos y ya encontraría alguna solución. Antes de colgar, le dije que hablaría con ONCE, para que hicieran más campañas de concienciación, sobre todo, por Logroño, ya que no veía nada concienciada a la gente.
Piensen ustedes que, a una persona que va en silla de ruedas, no le dejaran entrar con la silla, porque fuera a estropear el parquet del alojamiento. Le denegasen el paso, porque fuera en silla de ruedas. Es un caso extremo, porque a pesar de que la gente esté más concienciada con esos casos….las personas con movilidad reducida se encuentran ante dificultades más duras, en cuanto a accesibilidad. Pero, solamente era un ejemplo.

Volviendo al tema del hostal, ¿Qué pasó? Al cabo de cinco minutos, a lo sumo 7, recibo una llamada. ¿Quién era? Volvía a ser el hombre ignorante, el que no entendía, o más bien, no quería entender mis argumentos. Yo pensaba que para qué volvía a llamar. Y me dijo que, al final sí que podríamos alojarnos sin ningún problema. Le dije si es que ya lo había consultado. Y me dijo que sí, que él era el dueño, y lo tenía que consultar con él mismo. Y había llegado a la conclusión que era un acto discriminatorio, porque yo necesitaba al perro.  Pero, del todo no estaba convencida. Entonces, le pregunté si tendríamos las mismas condiciones que al principio, baño privado y pagar allí. Y me dijo que sí, que el mismo precio 100 euros las  tres noches, baño privado y miles de disculpas. Después, como si fuera mi amigo de toda la vida, con una confianza antes no vista, me estuvo contando que teníamos que llegar después de las cinco y media, porque tenía que llevar a su niña a inglés y después no sé qué y después no sé cuántos.  ¿Era el mismo hombre? Sí, lo era. Habría recapacitado, o, habría visto la multa que le podía caer, o….Bueno, a pesar de mi indignación, pero sabiendo que es de sabios rectificar, acepté ir a ese hostal. Tampoco teníamos otra opción.
Sin embargo, sigo pensando que hay pocas campañas de concienciación, porque hay gente que aún no entienden que estos perros hacen una labor encomiable. En Barcelona, nunca, o muy pocas veces, por no decir nunca, me he encontrado con dificultades, para acceder a los sitios. Puede que al ser una ciudad más grande estén más acostumbrados a ver la función de un perro guía.  De todas maneras, me gustaría que hicieran campañas, como las que hicieron la Asociación de perros guía de Andalucía. Os pongo el vídeo.  Creo que, de esta manera, llegaría más a la gente, y verían que estos perros tienen derecho a entrar en cualquier sitio, que son nuestros ojos, que no es un capricho y, sobre todo, que están más educados que algunas personas.    



¡Ya estábamos en Logroño! 
Teníamos hostal. El hombre al vernos, nos dio las llaves- tanto del portal, como de la puerta de casa, como de la habitación- , casi como si hubiéramos alquilado un piso. Nunca había estado en ningún hostal sin recepción. Allí era como si estuviéramos en casa, con nuestras propias llaves. El dueño, con el que había hablado por teléfono, no hizo ninguna referencia al tema. Nos dio las llaves, nos enseñó la habitación, nos preguntó si nos gustaba y nos hizo firmar unos documentos, y después pagar lo dicho. Nos dijo que al mediodía venían a limpiar la habitación, que si nos iba bien y tal. Después, que el último día dejásemos las llaves en una mesita que había y ya está. Casi que no lo volvimos a ver más.
No estaba mal, era como una habitación de esas antiguas, con muebles que hacen ruido…y una tele que apenas se veía. Pero, lo que queríamos baño privado, aunque pequeño, y una cama grande para los dos lo tenía, así que más que suficiente. Además, había calefacción, central, pero calefacción. Una ventana que daba a la calle y bastante espacio, hemos estado en sitios más pequeños.
Ya estando en el hostal, sin problemas, con las llaves y en la cama, suspiramos y dijimos….!Ahora sí que estamos en Logroño! Por fin, tranquilos, con alojamiento y era el momento de ponernos en marcha con los reencuentros.

REENCUENTROS….

Teníamos ganas de ver a unos amigos  logroñeses, que hacía como cinco años que no veíamos. Sé que si desde un principio les hubiéramos dicho que íbamos, hubieran hecho lo imposible para que nos quedásemos en su casa. Pero, como días anteriores, estuvimos mensajeándonos  y sabíamos que tenían una visita, un familiar, en casa. No queríamos importunarles con nuestra llegada. Así que, fue sorpresa.  Una vez en Logroño les dijimos que si quedábamos, y ellos que sí , claro, que dónde y tal. Siguiéndonos el rollo. Pero, como no había manera. Al final, les dijimos la verdad, que habíamos llegado a Logroño y que queríamos quedar. Pues, costó que nos creyeran, querían pruebas, fotos o lo que fuera. Pero, no había manera. Después de muchos mensajes y una llamada de Alfonso terminaron por creérselo. Alfonso estaba trabajando, así que quedamos que le iríamos a buscar cuando terminase.

Nosotros aprovecharíamos para ir a hacer unos pinchos. Y llega el Reencuentro con los Pinchos….

Nos dirigimos a la Calle Laurel. Le llevé a Carlos, sabía el camino, con referencias, como pasando por el Espolón y desde allí ya sabía llegar. Me gustaba saber que, a pesar de los años, y de que ya no vea, puedo llegar a los sitios, puedo recordar cómo llegar.
Bueno, el caso es que la Calle Laurel, sigue donde siempre; quizás con la variante de que como ahora ya no se puede fumar en los establecimientos, han puesto barriles al lado de la puerta de los locales.

Primera parada: Fuimos a por un fabuloso pincho de champis. De esos champiñones gorditos, carnosos, tiernos  con una salsa  hecha con ajillo. Pasar por ahí ya es hacerte la boca  agua, solamente por  el olor que desprende. Pedimos un pincho de champis, que lo rematan con una gambita al final, y una copita de vinito para que entre mejor la cosa.   


De ahí nos fuimos a otro bar, donde la especialidad son: “matrimonios” y “zapatillas”. Los matrimonios son bocadillitos pequeñitos de boquerones, anchoas y oliva. Riquísimo, cayó uno, con otra copita de vino. Las zapatillas, que en esta ocasión no las pedimos, son bocadillito de pan de molde, pasado por la plancha, y jamón serrano. Todo ello calentito.
De ahí, a por otro pincho de sepia, otro de chapis, un bocadillito de jamón con seta y queso de cabra, hasta perder la cuenta. Entre que no parábamos de comer y de beber vino, pues perdí la cuenta. 
Fue un fantástico reencuentro con los pinchos. A pesar del frío, estábamos fuera, en casi todos los sitios que estuvimos, más que nada, porque había más espacio entre los barriles colocados fuera, y porque no había tanta gente,  y estábamos más a gusto. Además, al cabo de dos copitas de vino y varios pinchos, el frío dejó de ser un problema. Kenzie estaba más a gusto fuera, prefiere el frío, además, no está tan agobiada. Porque hay sitios, tan estrechos, que es como ir en un vagón del metro en hora punto, y todo eso comiendo y aguantando la copa y sujetando a Kenzie, para que no hiciera de aspiradora.
Eso sí, en uno de los sitios, a pesar de estar afuera, pisaron a Kenzie la colita, y protestó. Pero, es que no se dieron cuenta, quizás sí que la vieron a ella, pero no a su cola. Pero, dada la gente que había, que, afortunadamente, solamente le pisasen una vez fue un logro. A pesar de que íbamos con cuidado, a veces suceden este tipo de percances.

Después de tanto pincho, de disfrutar comiendo, ya tuvimos suficiente. La cena, entre tanto pincho, ya había llegado a su fin. Ahora tocaba otro reencuentro… el de Alfonso y Eva. Alfonso nos explicó dónde trabajaba y que salía a las 23h, así que a por él fuimos.  
¡Qué ilusión volverle a ver! Después de tanto tiempo. Él casi no se lo creía, así que podemos decir, que nos salió bien la sorpresa.

Después de la incredulidad, abrazarnos, reírnos y creernos que volvíamos a estar en Logroño con ellos. Fuimos a tomar algo, para ponernos un poco al día, y decidir qué podríamos hacer al día siguiente. Ninguno de los dos trabajaban, así que genial. Día para pasarlo juntos.  Carlos, el conductor, quería ir al País Vasco, pero quizás otro día, no le apetecía ponerse otra vez a conducir mucho trayecto. Por tanto, decidimos estar cerca de Logroño. Tentamos varias opciones, turismo por Logroño: monte Cantabria, río Ebro, y al fin, se les ocurrió: un sitio muy natural, cerquita de Logroño, con un lago y donde Kenzie podría correr.  
Queríamos un sitio natural donde poder pasar el día. Incluso, estando en Barcelona, miramos sitios donde ir. Y uno de los sitios que no s llamó la atención fue un lugar donde hace miles de años vivieron dinosaurios: El barranco perdido. Situado cerca del río Cidacos. Sin embargo, la suerte no estaba de nuestro lado, y justamente en estas fechas estaba cerrado, quizás por la climatología y por lo que fuera, pero esa opción estaba más que descartada. No hubiéramos podido ni entrar al parque, ni ver las huellas, ni ver el museo paleontológico. Así que, otra vez será.

LA GRAJERA    

Al día siguiente, madrugamos relativamente, para poder ir a desayunar. Quedamos que nos venían a buscar, y así íbamos en coche. No hay mucha distancia, a lo sumo 5 km, pero tampoco era plan de ir caminando….entre el frío, la distancia y todo lo que se tendría que caminar por ahí. Llegamos, aparcamos el coche y empezamos a caminar. Kenzie fue lanzada al césped. Quería oler la hierba y correr por el bosque. Así que, tal y como le habíamos prometido, la soltamos. Le duro poco la alegría, porque enseguida vino un forestal, para decirnos que no se podía soltar a los perros.  Más tarde, vimos un cartel donde ponía todas las recomendaciones del lugar, y una de ellas era llevar atado al perro.   
recomendaciones GRAJERA


Así que, Kenzie se quedó con las ganas de correr a sus anchas, y tuvo que trabajar. Entre tanta naturaleza, tantos animalitos y olor a naturaleza, tiraba mucho, y tenía que hacer fuerza, para que no me llevase donde su instinto le llamaba. Trabajó duro, luchando ante sus ganas de correr y de ir hacia donde quisiera. En ese parque, aparte de árboles, arbustos, plantas y hierba por todas partes, hay: un gran embalse en medio del parque. También, hay algunos caminos para caminar, algunos de los cuales son parte del Camino de Santiago.
Muchos logroñeses tienen la oportunidad de realizar deporte, pic-nic, bici o cualquier tipo de ocio al aire libre yendo a este gran parque, muy cerca de la ciudad. Caminamos y caminamos, rodeando el lago, parecía que nunca terminaba esa vuelta. Los chicos, no sé si porque son más altos, o dan las zancadas más largas, iban muy por delante nuestro. Eso también hacía que Kenzie quisiera ir más rápido. Mientras, Eva y yo íbamos a nuestro ritmo, sin pausa, pero sin prisa y poniéndonos al día.     
embalse
ciervos comiendo


Después de esa gran caminata, dimos un descanso en un restaurante. Picoteando algo y yo degustando un mosto fresquito. La verdad, es que hacía muy buen día. Un día soleado, apto para pasear por un ambiente tan bucólico.  Porque, aparte de sentirte en un prado, podías ver a cisnes, patos y demás a ves en el embalse. Mientras se cebaban con el pan que les echaban la gente que paseaba por ahí. Más tarde, vimos ciervos. Y en alguna que otra ocasión, alguna ardilla trepando rápidamente por algún árbol. Entiendo que si Kenzie hubiera estado suelta, se hubiera ido detrás de alguna ardilla, y por supuesto, sabiendo lo que le gusta bañarse, hubiera acabado dentro del lago.   
Estanque de La Grajera


Aunque no consiguiéramos el objetivo de que Kenzie pudera andar a sus anchas. De lo que no cabe duda, es que acabó cansada. Reconozco que nosotros también.  
En la Grajera los cinco



LOGROÑO  

Después de pasar toda la mañana caminando. Repusimos fuerzas con una buena comida en casa de Alfonso y Eva. Entre otras cosas, Eva nos preparó un provolone que nos encantó. Le pedimos la receta, para poder probar de hacerlo en casa. Está riquísimo. Después de hacer la sobremesa, decidimos dar una vuelta por Logroño. Nos acompañaron hasta la Gran Vía, nos despedimos, para reencontrarnos por la noche y hacer unos pinchos juntos. Nosotros nos dirigimos al hostal, para poder darle de comer a Kenzie. Una vez había comido la pequeña, también tenía fuerzas para seguir ejerciendo su labor. Así que, nos fuimos a pasear. Primera parada: El Espolón, donde está la escultura que realizaron a Espartero subido en su caballo. Estaban todas las calles muy iluminadas, la Navidad ya estaba cerca. 
Iluminada por Navidad

Espartero en su caballo

Del Espolón fuimos al Ayuntamiento. Fui dirigiendo a Carlos y a Kenzie, yo dirigí la ruta. Aún recordaba cómo llegar a según que sitios. El ayuntamiento sigue donde siempre, estaba muy iluminado. En medio, había una cerca, porque estaban preparando el pesebre para las fiestas. No lo pudimos ver, pero da igual, sabíamos que lo pondrían allí.  
Ayuntamiento de Logroño
 Quería llegar a un rincón del Ayuntamiento que me encanta, donde hay una fuente y hay  una mujer con gabardina que bebe y bebe y no deja de beber. Esa escultura lleva años bebiendo agua de esa fuente, da igual que llueva o nieve, siempre está allí. Recuerdo que cuando era pequeña me encantaba ir a visitarla. Pero, veo, que a pesar de los años, mi gran curiosidad no ha desaparecido y quería ir a visitarla. Ver que, a pesar de los años, hay cosas que permanecen y nuestros recuerdos siguen perdurando y bebiendo el agua de la vida. Me encantó verla, tocar a la señora frío de bronce inmóvil ante las situaciones del tiempo. Ahí estaba, se la presenté a Kenzie, que le daba igual, y me hice la foto de rigor. No sé cuántas fotos debo tener en esa fuente, pero con diferentes edades, con el paso del tiempo de por medio, pero siempre acabo yendo allí.  
Fuente bebiendo agua

 Después de pasear un poco más, pasando por la calle donde vivían mis abuelos. Dimos media vuelta y nos dirigimos  al Casco Antiguo. Habíamos quedado con Eva y Alfonso en la concatedral de Logroño: Santa María de La Redonda.  Situada en la calle de Portales. Una calle peatonal muy amplia, donde en los soportales hay comercios. Se puede pasear muy a gusto. Además, está muy cerca de la calle de los pinchos, porque es paralela a la calle Laurel. 

LA SENDA DE LOS ELEFANTES  

Laurel
La calle Laurel, popularmente, lleva el sobrenombre de: La senda de los elefantes. ¿Por qué? Desde hace décadas fue bautizada con ese sobrenombre, porque si pruebas a tomarte un vino en los más de 60 establecimientos que hay en la calle….puedes acabar con una trompa increíble y caminando a cuatro patas, como harían los elefantes. Desde hace años, los bares que podemos encontrar no ofrecen solamente vino, también es un sitio para degustar exquisitos pinchos. Hay una variedad gastronómica suculenta, en cada bar puedes encontrar una especialidad: morros, setas, champiñones, tortillas, sepia, patatas a la riojana…. Un festival de sabores para la boca. Y si a esos manjares le acompaña una copita de vino- ya sea de denominación Rioja, o bien de otro tipo- o un mosto, ya  estás hecho un logroñés.  
pinchos


Los cuatro junto a Kenzie nos dispusimos a probar todo tipo de pinchos. Yendo por la calle Laurel, por la San Juan  y así por sucesivas calles. Probando todo tipo de pinchos. Hasta que yo acabé llena. Los chicos aún fueron capaces de terminar con un pincho denominado: “roto”. Un pincho que consiste en un panecillo relleno de lo que quieras, acompañado de huevo y patatas. No apto para no gordos.

Terminamos como los elefantes, no por la trompa, pero sí como unos gordos.

VITORIA-GASTEIZ    

Kenzie, Carlos y yo en Vitoria

Al final pisamos Euskadi. Carlos conoció el País Vasco. No hay mucha distancia de Logroño a Vitoria, puede que unos 60 km. Una hora y algo de distancia en coche. Quedamos esa mañana con Alfonso, tenía fiesta y podía acompañarnos, así que podría hacernos de guía. ¡Fantástico! Eva tenía que trabajar y no podía venir con nosotros…pero, bueno…  Fuimos a buscarle a su casa, ya que el día anterior habíamos dejado el coche cerca de donde viven ellos. Había amanecido una mañana soleada, pero fría. Alfonso nos comentó que por la noche había helado. Lo comprobamos al ver el coche, que tenía algo de hielo. 
Empezamos a subir y a subir por un puerto de montaña, llamado: Puerto de Herrera. También conocido como el “Balcón de La Rioja”, porque desde esa altitud se pueden ver muchos de los viñedos de La Rioja alavesa. Pertenece a Álava. Fuimos subiendo y subiendo, se notaba el cambio de temperatura. Pero, a mí, asustadiza de mí, no me hacía mucha gracia que en los laterales hubiera nieve, porque entre tanto giro y giro, para ir rodeando el monte, en un descuido… mejor no pensarlo, pero…
Bueno, la cuestión es que con nieve, con heladas y con todas las impedimentos que nos fuimos encontrando, los sorteamos y llegamos a nuestro destino. Por el camino, vimos el cartel de un sitio que me hubiera gustado visitar: La Guardia. Un pueblo muy famoso por sus bodegas, y, según me han dicho, muy bonito por estar amurallado.  Pero, no quisimos distraernos de nuestro objetivo: Vitoria-Gasteiz. Y allí, aparecimos bajo un Sol increíble, parecía mentira que las inclemencias del tiempo nos dejará un Sol tan fabuloso. Fantástico para caminar.
Y a eso nos dedicamos gran parte de la mañana, a caminar sin rumbo fijo. Pasando por plazas, sorteando a gran cantidad de gente que había por todas partes. Se nota, sin duda la diferencia en Logroño y Vitoria. Las dos son capitales, Vitoria del País Vasco y Logroño de La Rioja. Pero, en la primera hay mucha más gente por todas partes. Además, nos contó Alfonso que en ocasiones, logroñeses van a Vitoria a comprar, quizás porque en Vitoria se encuentre “ElCorteInglés” o ves a saber, pero se ve que hay más variedad tanto de comercios, como de horarios.  
La cuestión es que nos dedicamos a caminar, la intención no era ir de compras. Pasamos por plazas, parques, y un sitio de murallas. Había que subir y bajar. Incluso vimos unas escaleras mecánicas, que bien nos fue para después subir lo que había bajado. Porque una vez llegó la hora en la que la barriga empieza a protestar, nos pusimos en marcha para encontrar un buen restaurante. Euskadi tiene fama por su buena y abundante gastronomía. Sin embargo, sin conocer la ciudad iba a resultar algo complicado. Pero, no imposible. Empezamos a preguntar a oriundos de allí, para ver qué sitio nos recomendaban. A Carlos se le había metido en la cabeza, comer un buen chuletón, para ello qué mejor sitio que un asador.  Pero, resultaba que a todo el mundo se le había antojado la misma idea, porque los sitios que visitamos estaban a tope de gente. Y los que no estaban, a simple vista, tan llenos, nos decían que no tenían sitio, porque estaban reservados. Llegaron las tres de la tarde y seguíamos sin encontrar ningún restaurante. Cuando se acercaban las cuatro de la tarde, o incluso antes, omitimos la idea de Carlos, ya solo queríamos comer, aunque fuera un menú, algo calentito. Pero, en todos los restaurantes que visitamos estaban abarrotados de gente esperando. No sé si es que era un día especial, o qué pasaba. Bueno, era un sábado, pero no era ni festivo ni nada, a pesar de estar en medio del las dos festividades. Por tanto, al igual que nosotros, habría muchos que estaban de puente.
Por último, acabamos en un sitio, alejados del bullicio, y comimos poco y mal. Nada de menú, algo de pinchos y ya está. Ya se nos habían quitado las ganas de seguir buscando. Seguro que si hubiéramos seguido buscando, nos hubiéramso encontrado que las cocinas estaban cerradas. Así que más valían engañar el estómago con algo.  Bueno, no hay mal que por bien no venga, y nos sirvió para recorrer las calles de Vitoria en profundidad, sobre todo sin descuidar ningún restaurante.
Por la tarde, tomamos un café, intentando que nos dieran los últimos rayos de Sol, que ya se iba alejando. Lo hicimos en una terracita de una plaza, no sé si era la Plaza Blanca. Pero, ahí estuvimos tomando café, arreglando el mundo y viendo a la gente pasar. 
Después, cansados y porqué no decirlo, un poco decepcionados- pensábamos pegarnos una comilona de las que hacen historia y más después de las caminatas- fuimos al coche. El camino, por ese puerto, por esas montañas, con tanta bajadita, no fue tan agradable como la subida, parecía que lo poco que habíamos comido se nos fuera subiendo. Bueno, tampoco tanto, pero un poco mareadillos y  sobre todo, cansadísimos llegamos a Logroño.  
Cuando llegamos ya estaba oscuro. Pero, es que este tiempo, oscurece antes. Llegamos justo para que Kenzie degustara su pienso, visto y no visto, como siempre. 
Por la tarde, después de descansar, asearnos, salimos a dar una vuelta pro ese Logroño iluminado por la Navidad. Habíamos quedado con Eva y Alfonso para cenar. Nos iban a llevar a un buen sitio, habían reservado, para compensar lo “mal” y poco que habíamos comido en Vitoria.   

CENA DE DESPEDIDA

Quedamos en la Gran Vía, y de ahí fuimos al restaurante donde habían reservado: Mesón Cid. Un sitio muy grande, con mucha gente esperando, muchos grupos, mesas por todas partes. Afortunadamente, al haber reservado no tuvimos que esperar y enseguida nos llevaron a nuestra mesa. En una sala más apartado, donde no había tanta aglomeración de gente de pie, esperando o en la barra. Teníamos nuestra mesa para los cuatro, e incluso un hueco muy amplio para Kenzie. Empezamos a mirar la carta, se nos hacía la boca agua con tanta cosa. Después de la caminata por Vitoria, de lo poco que habíamos comido y las ganas de pedir un chuletón. Aparte de pedir un picoteo de embutidos ibéricos y un pulpo, cada uno pidió su plato. Carlos y yo pedimos un entrecot de buey con salsa roquefort. Eva y Alfonso también se pidieron carne. Teníamos hambre. Todo acompañado con un Rioja. Y por último unos chupitos de hierba para bajar la comida. Acabamos muy contentos con la comida. Por último, nos acompañaron al hostal, donde empezaron las despedidas y las promesas de no volver a tardar tanto en vernos.
Al día siguiente, ellos trabajaban y nosotros emprendíamos el viaje de vuelta. Afortunadamente, hoy día con las tecnologías, si quieres no estás lejos nunca. Pero, quieras que no, da cosilla dejar a gente tan maja. Sobre todo, te emociona cuando te dicen que ya han tenido regalo de Navidad con nuestra visita.  ¡Gracias, chicos, por estos días! ¡Gracias por hacer de guías, estar con nosotros y ser como sois!  
Los cuatro sonriendo


REGRESO A BARCELONA  
Por la mañana, madrugamos para terminar el equipaje. Tocaba recoger todos los bártulos e ir a buscar el coche. Lo teníamos aparcado por donde viven nuestros amigos. A pesar de estar cerquita de su casa, no podíamos volver a despedirnos, estaban trabajando. Además, Carlos no quería que nos demorásemos mucho en salir, no quería coger caravana. Era domingo y día festivo, 8 de diciembre. Por suerte, no cogimos nada de caravana. Comimos por el camino, en la Nacional que es por donde mejor se come, aunque cogimos  un bocadillo, pero mucho mejor que las áreas de servicio de las autopistas. Paramos por Lérida, otra vez la niebla, emborronaba todo. No se veía nada, y encima una temperatura muy gélida. Parecía que estábamos en el país de los fantasmas. Cuando paramos en ese restaurante, sabíamos que había uno por el cartel, pero Carlos decía que ni lo veía. ¡Qué sensación!  Estábamos entre nubes.
Pasado Lérida, la niebla se difuminó y pudimos ir más tranquilos. Estando más cerca de casa, sí que cogimos algo de caravana. Parecía que no fuéramos a llegar nunca. Pero, es que siempre sucede, cuando vas, vas con ganas por disfrutar de unos días diferentes. Sin embargo, la vuelta, entre el cansancio acumulado y el saber que regresas, parece que no llegas nunca. Pero, llegamos a casa. Al día siguiente, Carlos tenía que volver a la rutina del trabajo. Y yo…a la rutina de casa.


jueves, 19 de diciembre de 2013

DOS NOVELAS: "REÍR AL VIENTO" Y "LO QUE ENCONTRÉ BAJO EL SOFÁ"

De Bali a Toledo

En una semana, he viajado a sitios que no pensaba visitar. He viajado; sin billetes de avión, sin hotel, sin equipaje,  y sin más alas que mi imaginación. Gracias a Sandra Barneda y su libro: “Reír al viento” he descubierto: la isla de Bali.. Y por otro lado, después, me adentré en las páginas de “Lo que encontré bajo el sofá” de Eloy Moreno. Con esta novela, he viajado hasta Toledo, una ciudad que, aunque está más cerca, no he tenido el placer de conocerla in situ, pero sí gracias al libro. Por supuesto,  gracias a la lectura de estas novelas me han entrado muchas ganas de conocer estos sitios en vivo y en directo. Como de momento, no me va a ser posible, al menos he conocido algo de estos sitios que, aunque muy diferentes, tienen algo en común: que son escenarios mágicos. 

Es maravilloso poder viajar a través de la lectura. Sé que, hay programas de televisión que hacen esa misma función; pero, no es lo mismo, ya que la televisión juega con la imagen y se olvidan de describir. En cambio, con los libros, ves más allá de lo que hay. No solamente te  dan a conocer una ciudad, sino que sientes las sensaciones que sienten los protagonistas. Sientes que estás allí, sientes el frío de las piedras, el olor del incienso, y te imaginas una  atmosfera que es solamente para ti, y los personajes del libro.

En estas dos novelas, las protagonistas son dos mujeres. Mujeres que, por diferentes motivos, viajan a sus destinos. En Reír al viento, Álex viaja a Bali, para conocerse a sí misma. Es un lugar que nunca ha estado y en una noche, un impulso le hace arrancar sus miedos y comprar unos billetes. Viaja sola, dejando atrás a su hijo adolescente y a su reciente ex marido.  No sabe lo que le deparará esa isla, pero no le preocupa lo único que quiere hacer es “huir” de la realidad.

Por otro lado, en “Lo que encontré bajo el sofá” nos lleva a Toledo. La protagonista, Alicia, no viaja para encontrarse a ella misma, sino que, las circunstancias: una suplencia hace que tenga que desplazarse a 300km de su pueblo. No viaja sola, viaja con su niña pequeña, y deja en casa a su marido que tiene que seguir con su trabajo. Solamente será unas semanas, unos días que no solamente servirán para hacer currículum, acabará descubriéndose a ella misma sin saberlo. No solamente descubrirá una ciudad llena de historia, magia y leyendas…. 

Os cuento la historia de estas dos novelas, porque, a pesar de no ser del mismo autor. Me ha hecho gracia acabarme uno, empezar otro, y casi sin abrocharme el cinturón, encontrarme en otra ciudad, otro escenario. Lugares diferentes, protagonistas que viajan y yo con ellas.  Me he dado cuenta que, casi sin darme cuenta, casi subconscientemente, he querido buscarle similitudes a las dos novelas. No solo por: el tema del viaje, del conocimiento de otra ciudad, de hacer un viaje intrínseco,  de que las dos protagonistas sean mujeres….creo que hay más similitudes. Puede que no, pero es que me he embarcado de un libro a otro, sin pasar por el área de control, por tanto ha sido tan rápido que he querido seguir viajando.

Las dos novelas están ambientadas en un marco histórico muy actual. Ahora mismo, puede haber una Álex viajando a Bali para refugiarse en otra realidad. Al mismo tiempo, ahora mismo, puede que haya una Alicia que acaba de pisar suelo toledano. Personajes muy reales que podríamos ser una de nosotras, o alguna amiga la que se encontrase ante tal situación. Las dos protagonistas cuentan sus historias en primera persona. Lo cual hace que sintamos más a la persona, y nos veamos más reflejadas ante ellas. Sintamos lo que sienten .   Las dos utilizan tecnologías de hoy día, tales como: móvil, whatsap, mensajes de texto, skype...aplicaciones que, hoy día, conoce casi todo el mundo. Hecho que nos acerca más a una realidad más cercana.

Aunque sean novelas, donde las protagonistas son mujeres. Aunque,  haya un viaje,  un sitio e historias por descubrir. Aunque, las protagonistas se conozcan casi sin saberlo a ellas mismas y nos hagan partícipes de sus sentimientos. Y, por último, aunque, sean novelas contemporáneas, basadas en una realidad muy actual. Como cada una de ellas me ha llevado su tiempo, cada una de ellas  me ha permitido conocer nuevos paisajes y personajes, se merecen su tiempo para ellas por separado.

Empecemos:  

Reír al viento de Sandra Barneda 
Reír al viento




Ficha técnica: Reír al viento
Autora: Sandra Barneda
Editorial: Suma de letras
Género: Narrativa
Nº de páginas: 624


Sinopsis:  Álex, la protagonista, es una escritora de libros de autoayuda. Sin embargo, la que más ayuda necesita es ella misma. Necesita poner tierra de por medio. No sabe a dónde, pero necesita alejarse de su realidad. Irse ella sola. Lo que no sabe es que en ese viaje, no descubrirá una fantástica e idílica isla, también  se empezará a conocer sin tapujos. Alejada del qué dirán, de la culpa y demás matices, se descubre a ella misma con libertad. En ese caminar de sentimientos,  conocerá a: una  mujer, mayor que ella, que va cada año a  hacer una cura espiritual, quien le hará de guía espiritual.  Junto a ella conocerá: a dos hermanas divertidas, que,  también, quieren vivir una aventura y lo harán junto a la protagonista.  Y a una pintora exiliada de  sus sentimientos y viviendo en una  isla que no  la juzga.  Todas ellas andarán  juntas, pero separadas en   sus sentimientos,  para descubrir, no solamente una isla, sino descubrirse a si mismas.   Vivirán miles de aventuras,  acompañadas de un escenario y una cultura muy diferente al nuestro, al suyo. Miles de templos, playas, mercadillos, inciensos, atardeceres, amaneceres….y todo ello, bajo la sombra de  unos crímenes, en los que la protagonista se verá, sin quererlo, envuelta en ellos. Desde la primera noche que pisa la isla, todo parece  una pesadilla….  Una “pesadilla” con matices, ya que vive un sueño, el de estirar las alas y sentirse libre. Sentirse acompañada, de personas maravillosas, pero tan diferentes entre sí. Juega con matices, con diferentes puntos de vista, y todas ellas mujeres. ¿Quieres saber lo que les ronda por la cabeza? ¡Abre el libro, sumérgete y lo descubrirás! Te sentirás parte de ese grupo de aventureras en Bali.

Temática: amistad, libertad, amor, intriga, sentimientos.


Y ahora….

Lo que encontré bajo el sofá de Eloy Moreno 
Lo que encontré bajo el sofá


Ficha técnica: Lo que encontré bajo el sofá
Autor: Eloy Moreno
Editorial: Espasa
Género: Narrativa
Nº de páginas: 320

Sinopsis: Todos escondemos secretos. Algunos más que otros, pero muchos de esos secretos se esconden bajo el sofá de casa.  La protagonista, Alicia,  nada más pisar el suelo de Toledo empieza  a descubrir los  secretos, leyendas y maravillas de  la ciudad de Toledo. En su estancia, no solamente descubrirá  los de la ciudad, acabará escondiendo un gran secreto en su vida. Pero, se dará cuenta que no  es la única que esconde  secretos, la mayoría de gente que  le rodea esconde algo.  Otra historia paralela, es la de Marta, una adolescente que lo tiene todo, belleza, inteligencia, pero que le hacen la vida imposible en el instituto. Ella se siente  culpable. Todos se sienten culpables, casi hasta la propia  ciudad, testigo  de todos los hechos pasado s y actuales, se siente culpable. Todos  se  sienten culpables de sentir.  Alicia y Marta no son las únicas protagonistas, en algunos capítulos aparece un narrador omnisciente que no abre las puertas de las casas, podemos oír lo que muchos protagonistas anónimos sienten. Junto a ese coral, las dos protagonistas, otro protagonista que prefiero no desvelar y el propio escenario, verás todo lo que esconde el libro. ¡Atrévete a descubrirlo!

Temática:  Secretos, leyendas, indignación, amor, culpa, remordimientos, sentimientos.  


  


Así que, si estas Navidades quieres viajar, y no tienes recursos, no olvides que tienes uno muy importante, el de tu imaginación. Solamente tú, gracias a escritores como estos, puedes escaparte siempre que quieras… En esta ocasión, Sandra Barneda te da la oportunidad de descubrir junto a Álex, Bali. Y por otro lado, Eloy Moreno, te proporciona conocer: Toledo, con lo que conlleva descubrir los secretos de ésta y sus ciudadanos.
Reír al viento es más intimista, más espiritual, con una protagonista muy generosa, que nos deja meternos en sus pensamientos, siendo parte de ella…

Lo que encontré bajo el sofá, una novela llena de secretos, leyendas y no solamente una protagonista. Una novela muy actual, dados los tiempos que corren. Seguro que te ves reflejado con alguno de los personajes, o ves reflejado al vecino de arriba, porque es como la vida misma. Muchas vidas, muchos secretos, y mucha indignación.  

# No he encontrado Booktrailer de "Reír al viento"....Si alguien  sabe dónde encontrarlo, por favor, hacédmelo saber. Me gustaría verlo, y por supuesto, lo  adjuntaría en la entrada.   

jueves, 12 de diciembre de 2013

El mes más esperado....Las esperas...Todo llega!

EL MES MÁS ESPERADO DEL AÑO….DICIEMBRE

      El mes más esperado del año ha llegado. El último mes del año, el de la ilusión, la inocencia, las luces, la Navidad, los reencuentros familiares, el de los balances del año, el del turrón, la lotería, los juguetes, los anuncios, las uvas, la cuenta atrás….
¡Ya estamos en diciembre! ¡Ya llegó la Navidad! ¡Felices fiestas a todos! :) 


Como mucha gente espera con ganas a que llegue este mes, ya sea para que termine el año, o bien, para empezar el siguiente año con otra mirada. Ya sea por lo que sea, por esperar regalos, por esperar un toque de suerte con la lotería, por degustar los dulces de estas fiestas, por atiborrarte de comida, por plantearte nuevos retos para el año que entra, por esperar regalos, por ver la sonrisa de los más pequeños. Sea por lo que sea, mucha gente espera algo. Es por ello, que, aparte de desear unas felices fiestas navideñas, también voy a insertar un texto sobre las esperas. 



Porque todos en algún que otro momento hemos esperado algo, o, a alguien. 

LAS ESPERAS
Quien espera, desespera…



        Nos pasamos gran parte del tiempo esperando, a que ocurra algo, a que alguien aparezca, o simplemente esperando a esperar. Hay esperas largas, cortas y atemporales.

Las esperas cortas son aquellas, en las que ni te das cuenta que has esperado por algo, porque has aprovechado el tiempo. O, porque ha sido una espera tan breve que ni te has percatado que has esperado. Así da gusto esperar.

En cambio, las esperas largas son eternas y nunca parecen llegar a su fin. Sabes que empiezas a esperar y ves que el tiempo, que la aguja del reloj parece no moverse, parece que todo se haya detenido, y a lo tonto puedes llevar minutos, horas, días y meses esperando. Aunque parezca que el resultado de esa espere no llegue, si tienes fe, paciencia y mucha paciencia en algún momento llegará. 

Las esperas atemporales, esas en las que te dicen que “pronto llegará”,  “quizás llegue en un mes”….Cuando empiezan con el “pronto”, sabes que no lo será, cuando hay un: “quizás”, un puede, un posiblemente, probablemente…no hay nada seguro de que ocurra en el período de tiempo que te han dicho. O, cuando te dicen “espera, un momento, por favor” ese momento no sabes si será: minutos, que es lo más lógico, o bien se puede demorar hasta una hora. Nunca se sabe con estos períodos de tiempo atemporales.

En definitiva, sea corta, larga, atemporal, o como sea, todas tienen algo en común, que tienes que esperar. Son aburridas, tediosas, y una pérdida de tiempo. Además, tienen en común que la incertidumbre reina en tu cabecita. Hay algunas esperas que son tan comunes y cotidianas que pasan inadvertidas, pero algunas de esas esperas empiezan ya de buena mañana:

Esperas a que el microondas, la máquina de café, o, la cafetera, llegue a su colofón, para poder degustar el café matutino. Seguimos con la espera del ascensor, que la omitimos, porque la mejor forma de no hacer esa espera, es hacer ejercicio y bajar por las escaleras. Nos encontramos ante un semáforo, y como buenos ciudadanos, esperamos a que se ponga verde para nosotros. Las prisas, a veces, nos juegan malas pasadas y solamente por el hecho de no querer esperar, pasamos en rojo, como si así fuéramos a ganar algo de tiempo.  Llegamos al metro, al autobús y tenemos que esperar a que llegue nuestro transporte.  En cada parada se detiene, mientras tú sigues esperando a llegar a tu destino. Miras el reloj y ve que avanza y tú no puedes detener el tiempo, mientras estás parado en una espera más de tu vida. Y así continúa nuestra jornada diaria, esperando, son ejemplos tan diarios que nos paramos a pensar que estamos esperando, pero esperamos.

Simplemente, es un mini ejemplo. Pero hay miles de ellos…
 Vas al dentista y esperas en una sala, denominada: “sala de espera”. En el hospital más de lo mismo. En el ambulatorio. En la peluquería. Y así hasta cientos de sitios, en los que tienes que esperar a que llegue tu turno. Quedas con los amigos y esperas a que lleguen, o en su defecto, poniendo como excusa la espera del transporte, del semáforo, o, de la máquina de café, eres tú quien haces esperas a los demás. Pero todos, absolutamente todos alguna vez hemos esperado a alguien.

A veces, esperas con tantas ansias a que llegue el gran día,  que cuando llega ni te lo crees. Cuando esperas un resultado, el cual parece que no va a llegar nunca, y puede cambiar tu vida, al final no quieres ni que llegue, porque estás tan nervioso que te da miedo afrontar el resultado.

Al fin y al cabo, todas las esperas conllevan inseguridad. Una incógnita que no sabes que habrá detrás. Mientras esperas en el dentista, no sabes si te dolerá, si tendrás que ir otro día, si encontrarás alguna caries que no creías tener, si te podrán atender, si el dentista será el de siempre, si…un montón de condicionales sobrevuelan sobre tu mente pensante. Por eso en la sala de espera, para que se haga más amena ésta, introducen: revistas, diarios y demás útiles de lectura, para que tu mente no piense en lo que vendrá, además lo aderezan con una música típica de ascensor (donde también pasas un tiempo mientras llegas a tu destino).


Lo malo de estar esperando es que si es muy larga y tienes tiempo para pensar, la cabeza te puede jugar malas pasadas. Empiezas a pensar, inconscientemente, si a tal persona que se demora más de la cuenta le habrá pasado algo. Si la cita médica, donde parece que han olvidado tu nombre, era otro día. Si estás tú equivocado y no tenías que ir tal día a tal sitio. Te preguntas miles de cosas y piensas que se han olvidado de ti y que nada va a ocurrir. Empiezas a pensar mal, muy mal, y parece que nada va a ocurrir, ni era el día, ni el momento y tú estás ahí parado esperando. Simplemente: paciencia, la madre de la ciencia. No queda otra que resignarse, tomárselo con filosofía y tener  mucha paciencia. Con calma, entretenimiento, para no dar tregua a los malos pensamientos, y con buena actitud todo llega, y si no llega es que te has equivocado de lugar.   

Os dejo una canción de Presuntos Implicados: "Esperaré" 





martes, 29 de octubre de 2013

Presentación del nuevo miembro de la familia

UN NUEVO MIEMBRO EN LA FAMILIA

Desde hace una semana contamos en  casa con un nuevo miembro. Su nombre es Rufi y es una carolina. Sí, es un pájaro pequeñito, amarillo, con unos mofletes colorados y una cresta  amarilla. Es muy gracioso, es pequeñito y  solamente  tiene dos mesecitos, o  alguno más, pero es lo que nos dijeron en la tienda. En principio, también por lo que nos contaron en la pajarería, es macho. Aunque según  he leído, si es tan pequeño,  todavía no se puede saber, porque a los seis meses hacen una muda de plumas. Pero, sea macho o hembra ya ha  empezado a formar parte de nuestra familia.

El sábado día 19 fue su primera noche en casa. Estaba muy  asustado. Un sitio nuevo, gente que no conoce y un nuevo hábitat para él.   Sin embargo, le acogimos lo mejor posible, no queríamos asustarle. La verdad, es que mejor que en la tienda, supongo que debe estar. Nos  enamoró con esos colores vivos, y a mí me dio penita al verle tan solito en la jaula de la tienda. Realmente, no lo compramos ni porque fuera  bonito, ni por pena, ni por nada de eso. Simplemente hacía tiempo que yo estaba encaprichada con un pájaro, más concretamente con una carolina o ninfa. De pequeña había  tenido una, y guardo buenos recuerdos de su estancia en casa.  Pero, no me había atrevido a dar el paso. Comprar un animal siempre es una gran responsabilidad, y hay que pensárselo más de dos veces: pensar en si podrás atenderlo,  en qué harás si te vas de vacaciones, y sobre todo , mi mayor preocupación era saber cómo se llevaría  Kenzie, nuestra  pequeña mimada de la casa, con un nuevo miembro en la familia.  Pues, Kenzie vino con  nosotros a la tienda, y cuando veía que me acercaba a la jaula, ya no le hacía mucha gracia, pero como siempre que dejo de prestarle atención.  Ahora, solamente hace una semana que está en casa el pajarito, y Kenzie está bastante celosilla, más que nada, porque ha dejado de ser el centro de atención. La intento compensar esos achaques de celos, dándole mimitos, pero también tiene que entender que hay un nuevo animalito, y forma parte de la familia.  Le va a costar asimilarlo, estoy convencida, pero poco a poco se llevarán bien, eso espero. Aunque, por supuesto, tendremos que vigilar a la celosa, no vaya a ser que  en un arrebato y en un despiste nuestro,  se  lleve a la boca al pequeño volador.

Pensareis que si está en la jaula, Kenzie no tiene porqué  tener la tentación al alcance del hocico. Pues…es que  Rufi es muy manso, es muy pequeño y  lo dejamos suelto. Se deja coger, no pica, porque aún tiene el pico  sin formar del todo. Y además, ya que está en casa, mejor  que pueda desahogarse volando un poco, estirando sus alas y siendo “libre”. Eso sí, no solamente tenemos que  vigilar  con la celosa, también tenemos que vigilar que  todas las ventanas estén cerradas, más que nada, porque  por muy tranquilo y domesticado que pueda estar, en un arrebato  se le puede  ir  las ansias de volar y escapar y no saber regresar. 

Teniendo en cuenta todas estas precauciones, solamente cabe decir que hemos tenido mucha suerte con este animalito. De momento, y espero que siga siendo así, ha demostrado tener un carácter afable, se deja coger, y  baja la cabecita para que le acariciemos, le encanta. Este tipo de ave, las carolinas, son  de la familia de las cacatúas y pueden llegar a reproducir  sonidos, no tales como un loro lo haría, pero sí que silbidos. De momento, no nos hemos puesto en la labor de enseñarle, quizás más adelante, pero el pobre con siete días ya ha tenido suficiente con conocernos e intentar asimilar tantos cambios seguidos.


Para que sirva de presentación oficial, os dejo una foto de nuestro pequeño ruiseñor:  
Rufi suelto


  Como podéis comprobar, parece un payasín con esos coloretes naranjas que tiene al lado de los oídos. Es muy guapo. ¡Qué voy a decir yo! Ya os iré contando sus progresos, fase de adaptación, relación con nosotros y con Kenzie y cómo  le va por estos lares. En próximas entradas contaré: las hazañas, aventuras y desventuras de Rufi. 

Rufi relajado
Rufi dejándose axariciar, agachando la cabecita

lunes, 21 de octubre de 2013

Holocausto en Manhattan de Bruno Nievas

HOLOCAUSTO EN MANHATTAN de Bruno  Nievas

Tengo varias reseñas pendientes de publicar. Pero, vamos paso por paso. Hoy le toca el turno a “Holocausto en Manhattan” de Bruno Nievas. Es uno de los últimos libros que me he leído, aunque salió en Mayo de este año (2013), pero ha caído ahora en mis manos. Es uno de esos libros que, una vez empiezas a leer la historia, te atrapa de tal manera que no puedes parar de leerlo.  La verdad es que no conocía al autor: Bruno Nievas, pero me he llevado una grata sorpresa, tanto con el  libro, como con el autor.   



Holocausto en Manhattan relata dos historias:  
Una empieza en Septiembre de 2010. En un escenario que es conocido por todos, Manhattan, y está a punto de cumplirse el noveno aniversario desde la caída de las torres gemelas. Preparativos, nervios y alboroto está por todas partes. Entre todo ese ambiente, nos presenta a un profesor de universidad, Mike, que estudia una nueva droga. Una droga auditiva, las llamadas ondas binaurales. También, aparecen en escena: un agente de policía, Max, y su hermana, también policía, ambos amigos de Mike, que le involucrarán en un caso.  

Pero, ante todo ese  alboroto,  hay gente que ajena a todo lo que ocurre, cumple con su misión: llevar una bomba al epicentro de la celebración. Dany tiene que llegar allí, dejar lo que le han dicho, donde le han ordenado y volver, todo en un tiempo récord, para poder salvar a su familia.  Mientras él hace la misión, su  familia está retenida con quienes le han ordenado la misión.  Él tiene que hacerlo sea como sea,  para poder salvar a su familia. Pero, algo sucederá….un accidente, justo con un policía.  Uno de esos agentes  corruptos, nada que ver con Amy y Max.

Otros protagonistas son: Agentes de policía corruptos, que impiden a toda costa realizar una buena labor policial. Frank: un millonario que resulta ser el padre de Max y Amy:  Y un anciano  muy rico, inválido y muy poderoso, que tiene muchas cosas secretas.

A la vez, en el libro, se  relata otra historia. Una historia que empieza en 1944. En Febrero de 1944 Leon Yessef es separado de su madre y su hermana pequeña. Viajaban en uno de los “trenes de la muerte”,  el joven adolescente intenta inútilmente, ayudar a su familia. Pero, un oficial le golpea, y antes de que pueda apretar el gatillo y acabar con él,  le mira fijamente a los ojos y el oficial no le dispara. A partir de ahí su vida en el campo de exterminio cambiará radicalmente. Vemos todo lo que le ocurre a Leon, un chaval de 16 años que intenta sobrevivir en ese "infierno".

Se van intercalando las dos historias: la de Manhattan y la de Auswitch. Cada capítulo se para en el momento justo, para dejarte con el qué pasará. Una intriga que hace que no pares de leer para saber qué sucederá. Parecen historias que no tienen ninguna conexión, pero están más unidas de lo que pensamos. Además, con la trama de 1944 es cuando empezó el final del mundo, y ahora si no lo impiden quieren desatar la tercera guerra mundial. La novela tiene un ritmo rápido, dinámico, trepidante que no te dejará parar de leer.

Un thriller trepidante que no podrás dejar de leer.  Querrás saber desde el detalle más insignificante a cosas cómo que son las ondas binaurales, cómo acaban los personajes, y qué sucede en la ciudad,  cómo es  la vida  de Leon en el campo de exterminio…etcétera. Un libro que no te puedes perder.

Por último decir que  el autor hace referencia a cosas de nuestro tiempo, desde la tecnología que todos estamos familiarizados con iphones, mp3  y todo ese tipo de tecnología, mundo no desconocido. Hasta hacer menición a  la descripción de Mike como uno de los personajes de la serie  “Big Band Theory”. Cosas que hacen que llegue más al lector, sobre todo si está  familiarizado  con estos temas.  Son guiños que acercan más a la lectura. Pero, esto  solamente es una curiosidad graciosa, porque  acercar, si te asomas, estoy convencida que vas a continuar con la lectura.  Espero que disfrutéis de este libro.


Os dejo un book tráiler del libro 

martes, 1 de octubre de 2013

Recuerdos: diez años después...

Recuerdos de hace una década…

Abro la maleta, y en uno de los apartados de recuerdos sobre sale una fecha: 2003. Sigo mirando, y aparece Otoño 2003. Hay fechas que, por alguna extraña razón, marcan más que otras. En esta ocasión, ahora que es la efeméride de esa fecha, recuerdo que hay motivos de sobra para que esa fecha sobresalga más que las demás. Esa época, ahora hace 10  años, sucedieron muchas cosas en muy poco tiempo. Situaciones que hicieron que mi vida cambiase, ni para mejor, ni para peor, pero fue una época de transiciones en todos los sentidos.

Empezando por un inicio de estudios, la universidad. Continuando por un problema diagnosticado en la vista. Y siguiendo por conocer a alguien especial que caminó y camina junto a mí.

¡Una década de aquello, se dice pronto!. Los años pasan, casi sin percatarnos de ello. Nos paramos a pensar, y a lo tonto, son 10 los años que han pasado. Pero, recuerdo con exactitud, con matices, aquella época. Era más joven y tenía ilusión de empezar mi período universitario. ¡Qué tiempos! No sabía si me gustaría la carrera que había elegido, filología hispánica, hasta que no te adentras en algo, no sabes si es lo que pensabas o no. Tenía que iniciar una nueva fase: conocer gente nueva, las aulas, la facultad, los profesores, las materias y otra forma de estudio. Todo, absolutamente todo, era nuevo.

Y cuando toda la ilusión y las ganas están en conocer algo nuevo, ¡zas! Despierta, que hay cosas más importantes que un inicio universitario: la salud. Empecé a ver mal, no era un problema de no haberme puesto las gafas, era algo más…pero ¿qué era? Venían pruebas, esperas, y más pruebas. Hasta que dieron con lo que era, pero no había solución, eso decían y siguen diciendo. Pero, como primero me afectó a un ojo, tenía la esperanza de que no le pasaría al otro. No sé si albergaba algo de esperanza, o no me lo quería creer. Yo seguía a la mía, con mi sueño de estar en la facultad y cuando no tenía parón por las consultas médicas, yo seguía haciendo mi vida como si tal cosa. No quería darle más importancia que la que ya tenía. 

No todo fueron sustos. Ese otoño también me trajo algo bueno, que estaba ahí para escucharme y apoyarme: Carlos apareció. Me enseñó cómo era la facultad y a perderme entre sus pasillos, jardines y aulas. Él conocía bien la universidad, porque el año anterior había estado haciendo un curso allí. Él fue quien me guió, y supo estar para que no me perdiese. Siempre que tenía un rato libre, en esos horarios de universidad incomprensibles, él venía a visitarme. Poco a poco me fue conquistando y, aunque parezca mentira, lo sigue haciendo.

Son hechos que marcan…. ¿Cómo acabó todo? 10 años después algunas cosas siguen igual:
Mi vista estancada, pero sin solución. Sin tantas pruebas, porque ya está diagnosticado el famoso, y raro para los demás, Leber (NOHL).  “Gracias” a esa enfermedad aparecida de la nada, conocí a Kenzie y aprendí a “ver” de otra manera.

Con Carlos todo sigue igual. Desde aquel otoño, han pasado unos cuantos más, y seguimos juntos. Quisiera darle las gracias, por haber estado y estar a mi lado en momento s difíciles,  alegres, pero, sobre todo por estar caminando junto a mí. 

Y la universidad, aunque me costó lo mío, al final me licencié en filología hispánica. Aunque no ejerza como filóloga, puedo decir que soy una licenciada. Aproveché bien esos años, conociendo a gente muy interesante, escuchando clases magistrales y haciendo un ERASMUS.

Así que, aunque hayan pasado diez años, recuerdo bien esa fecha por todos los inicios que conlleva. Porque todos los principios, con la inquietud que provocan, marcan mucho. Quiero que la maleta siga abierta, para seguir rebuscando cosas, recordando, pero, sobre todo, para ir introduciendo más inicios, más experiencias. Al fin y al cabo, la vida se rige por multitud de experiencias.  


Aparece una canción de esa época: TENGO de Queco. Vídeo: