El transporte en Japón
Como es obvio, para ir hasta Japón fuimos en avión. No sé si escogimos la mejor
compañía aérea, ni la mejor ruta, pero llegamos al destino que es lo
A pesar de que viajar con Aeroflot no fuera un lujo, nos
llevaba hasta el destino que era lo primordial. A pesar de que, como ya relaté en el post: Nuestro
vuelo a Japón, casi perdemos el vuelo y llegamos sin las maletas. Sin
embargo, llegamos, por los pelos, fuimos los últimos en hacer el embarque en
Rusia, pero lo logramos.
PRECIOS DEL JAPAN
RAIL PASS
CLASE TURISTA
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7
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229 €
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115 €
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14
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364 €
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182 €
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21
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466 €
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233 €
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Aunque estos precios puedan resultar elevados, os aconsejamos que
si vuestra intención es visitar más de una ciudad, hagáis el esfuerzo.
Recordamos que este pase solamente se puede adquirir fuera del país nipón, así
que si tenéis pensado realizar un itinerario, valorar la posibilidad de
comprarlo e ir con este pase. Allí no podréis comprarlo, y si vais comprando
billetes de tren sin tenerlo, os aseguramos que os saldrá mucho más caro. Una
vez lo lleves contigo, en Japón, una vez lo vayas a utilizar, primero tendrás
que ir a una oficina, para que te lo activen. A partir de ese día, empezará la
cuenta a atrás y las jornadas siguientes ya contarás como días, lo utilices o
no. Además, este pase no es apto solamente para el tren, si no que tiene más
ventajas: algunas líneas de metro, de ferry y de bus.
Es un desembolso que no me canso de repetir, pero merece la pena
muchísimo. A parte de recordar la importancia de comprarlo en el país de
origen, también recordar que siempre lo tenéis que llevar con vosotros, no
podéis perderlo bajo ningún concepto, es igual que el pasaporte. Además es
nominativo, lleva vuestro nombre y hasta os pueden pedir el pasaporte, así que no
podéis revenderlo, ni dejárselo a nadie.
Una vez activado, puedes ir a por tu primer tren, ya que desde el aeropuerto, ya
tienes la oportunidad de estrenar el JRP y subirte en uno. Pero, no son trenes
cualquiera, son trenes súper cómodos, rápidos, limpios y sin ruido. Creo que
recordamos con cariño nuestros viajes en el tren bala, shinkansen, ya que era
un momento para descansar, entre una etapa y otra. Los trenes, aunque sean muy
largos, nosotros al no reservar, casi siempre no s colocábamos en el andén en la
zona para asientos no reservados (coches del 1 al 5) y aprendimos la
importancia de hacer cola diligentemente. Veíamos a gente, esperando a que
llegase su tren, haciendo fila india en el lugar indicado, y nos poníamos
detrás, como si fuéramos de allí mismo de toda la vida, a pesar de no tener ni
idea. Mientras hacíamos cola, y a pesar de las pantallas, preferíamos preguntar
a los compañeros de fila, y es cuando unos te ignoraban por miedo a no saber
explicarse, o simplemente no nos entendían, otros nos señalaban la pantalla y
otros que ya dominaban más el inglés nos decían que sí que ese tren iba al
destino que queríamos ir , y ellos nos contaban adónde iban. Era un show subir
al tren, porque al ir cargados como mulas, Carlos tenía que hacerse cargo de ayudarme
a subir y también subir las dos maletas, me tengo que poner en forma o no
cargar tanto la maleta.
En casi todos los sitios que hemos estado había metro,
un transporte que suele estar en las grandes ciudades. Y, que, a pesar de estar
en una metrópoli como es Tokio,
ayudaba mucho a moverse por ahí, siguiendo las líneas. Sin embargo, caminar y
encontrar tu línea dentro de según qué estaciones era todo un espectáculo,
parecíamos perdidos en unos grandes almacenes, y nunca mejor dicho, ya que
aquello no son simplemente estaciones. En las estaciones de metro hay una
segunda vida: repleta de gente de aquí para allí, tiendas de todo tipo,
restaurantes y un poquito de todo. Hay estaciones que no solamente
cuentan con el servicio de metro, sino que también se puede coger el tren, y
eso lía más que otra cosa. Tanta cosa concentrada, puede resultar bastante
complicado. Sin embargo, si no es por un sitio, es por el otro, se trata de
concentrarse, mirar bien por todas partes, seguir las indicaciones, llegar hasta
allí, ver que no es por ahí, dar media vuelta y buscar de nuevo las líneas, y
si no preguntar a alguien, cruzar los dedos para que os entienda y seguir sus
indicaciones. Aunque sean trabajadores de la estación, el problema es que no
saben inglés y cuesta un poquito el tema de la comunicación, pero intentan
ayudarte en todo lo posible.
Aparte de la estación, que como he dicho es un submundo, el
metro más bien puede parecer un área de descanso. En más de una ocasión, nos
encontramos dentro de uno de esos metros, modernos, limpios y silenciosos, en
los que la mayoría de la gente con uniformes (ya fueran colegiales o business
man) iban dando cabezadas. Además, de las cabezadas que para ellos no era
sorprendente, pero para nosotros sí, todo el mundo iba con un móvil
pegado a su mano. Hoy día ya vemos a todo el mundo con un Smartphone como parte
de su cuerpo, todo el mundo o casi todo el mundo va con uno, pero allí era
mucho más exagerado. El metro nos resultó muy cómodo y también podíamos hacer
uso de él sin necesidad de pagar, gracias al JRP, aunque no en todas las
líneas. Además era gracioso, porque se pagaba una cantidad mínima y después al
salir y pasar de nuevo la tarjeta, si te habías excedido en el recorrido,
tenías que abonar, en la misma máquina de salir el dinero que faltaba.
En otras ciudades como en Kioto
el metro era otro cantar, y nos resultó más complicado utilizarlo, a pesar de
que las estaciones no eran tan inmensas como en Tokio. Sin embargo, estaban
indicadas de manera diferente. En Kioto nos dimos cuenta que la gente utilizaba
más el autobús, y entendimos el
porqué. A la hora de llegar a según qué sitios estaba mejor comunicado todo vía
carretera que por tren, o al menso según nuestra experiencia. Creo que es donde
más autobuses cogimos.
En Osaka
nos pasó como en Tokio, estaba todo mucho mejor comunicado por metro y estaba
todo muy bien señalizado. Así que hicimos combinaciones de metro y tren.
En cambio, en Hiroshima
el transporte que más predomina es el tranvía.
Ya dije en el post de Hiroshima que estar allí es como estar en un museo
ferroviario al aire libre. Todos los tranvías son diferentes, los hay más
antiguos, más modernos, más pequeños, encuentras de todo, pero lo importante es
saber qué línea coges y que te lleven al destino. En el autobús y en el travía
se paga al finalizar tu trayecto, cuando vas a bajar tienes que pagarle al
conductor. Deberá ser el mismo precio para todas las rutas, o no lo hicimos
bien, nunca lo sabremos. Aunque allí no se estila como en España lo de colarse,
porque la gente es muy formal y cumple las normas, pero aquí no sé yo si ese
método funcionaría.
El ferri lo cogimos cuando fuimos de Hiroshima a Miyajima
y realmente merece mucho la pena, sobre todo si llevas el JRP, ya que ese
trayecto es gratuito. No es un súper barco, es un ferri pequeño, pero que te
permite estar dentro o fuera, con sus lavabos, con un bar, y tampoco te dará
tiempo a descubrir qué más tiene, ya que el recorrido es muy corto. Nosotros
para ir fuimos fuera, para contemplar las vistas, que nos diera la brisa marina
y por la emoción. A la vuelta, fuimos dentro, sentaditos, descansando y
resguardados del fesquete que ya empezaba a hacer.
Como veis en Japón, como en casi todos los países
puedes encontrar todo tipo de transporte público, pero se me olvidaba mencionar
uno, al que recurrimos con frecuencia por ser algo rápido, cómodo y directo.
Para no complicarnos, al ir cargados con maletas, y bajo la lluvia, en muchos
destinos, sobre todo recién llegados, recurrimos al taxi. En el taxi, tal y como os dijimos en las
recomendaciones, es mejor que llevéis la dirección escrita en kanji, por si las
moscas. Mejor que el conductor sepa con certeza adónde queréis ir. Una
vez en marcha, sentados en la parte trasera, te sorprenderá que hay fundas para
los asientos de esos como los que haría tu abuela, hechas con ganchillo, una
decoración algo anticuada, pero que a ellos les gusta. Además no encontrarás
ningún taxista en bermudas, todos van trajeados, como si fueran chóferes de una
limusina, algunos incluso llevan guantes y gorra oficial. En muchos taxis se
puede pagar con tarjeta de crédito, en otros no, pero realmente no son caros,
dependiendo el trayecto, claro- por ejemplo, en Tokio al ser una gran ciudad y
al haber más tráfico nos pareció mucho más caro que en otras. Sin embargo,
valía la pena la experiencia, por el ahorro de tiempo y la comodidad. Además,
al bajar te encontrabas con la sorpresa de, como si fiera el mismísimo coche
KIT, se abría la puerta sola, sin que tú tuvieras que accionar ninguna palanca,
parecía magia. Y, amablemente, todos los conductores que tuvimos en Japón nos
ayudaron a descargar las maletas e incluso a indicarnos hacia donde teníamos
que ir. Un encanto los japoneses.
Lástima que entre la lluvia, lo cargados que íbamos y las prisas no hicieramos ningún vídeo, ni foto, pero queda en nuestro recuerdo.
Así que, aunque parezcan los mismos transportes que en todas
partes, tienen sus peculiaridades. Además, una vez más, y a riego de parecer
pesada, recomiendo encarecidamente el Japan Rail Pass, porque te servirá para:
metro, bus, ferri y, por supuesto, para la mayoría de rutas en tren.
¡Buen viaje!
¡Pasajeros al tren!
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