TODOS LOS DÍAS SALE
EL SOL y hay días que brilla más que otros…
El pasado día 23 de septiembre, hace dos semanas, el Sol
brilló con más fuerza de lo habitual. Fue un día muy feliz y emotivo. Mi prima
Susana, quien es como una hermana para mí, contrajo matrimonio. Un día muy
especial que brilló con luz propia. Eligieron un lugar idílico: la playa.
Javi y Susana llevan once años de relación, y al fin se
atrevieron a dar el gran paso. Después de meses de: preparativos, nervios y
estrés, el gran día había llegado. Todos estábamos nerviositos perdidos,
esperando la llegada de la novia. Mientras la esperábamos, estábamos en
nuestros asientos, y ahí empezaron algunos de los detalles qe tuvieron con los
invitados: en cada asiento había unas chanclas, decoradas y con el nombre de
los novios y la fecha. Cuando las vimos aprovechamos para ponérnoslas, ya que
al estar a pie de arena, era mucho más cómodo. La música elegida por los novios
era perfecta para ese momento, pero hacía que las lágrimas saliesen sin avisar.
Saber que, realizaban un paso muy importante en sus vidas, que lo querían
compartir con nosotros, que el tiempo pasa y encima, la música, menudo cúmulo
de emociones se juntaba y salían a flote.
Por fortuna, la celebración fue amena y con guiños de humor,
gracias al “cura”. Miguel, un amigo común de los novios, hizo una presentación
muy humorística, real y divertida de los novios, les hizo una caricatura. Para
formalizar la relación llegó el regidor que leyó los artículos que forman el
código civil, y así contrajeron matrimonio. Con algunas partes emotivas sumadas
a la ceremonia: lectura de dos amigas importantes, una de ellas la celestina de
la pareja. Y después, llegó la lectura de los respectivos hermanos, día muy
importante para ellos, ya que veían como sus hermanos daban un paso gigantesco
en la relación. Juntando, si aún cabe, mucho más a las dos familias.
Cuando terminó la ceremonia, les arrojamos arroz con pétalos
de rosa (habían pensado en todo, y la bolsita estaba en las respectivas
habitaciones del hotel). Los bañamos de felicidad con esos ingredientes.
Después, se formó una gran cola para hacerse la foto con el recién matrimonio.
Creo que, nos colamos, pero da igual, todo el mundo pudo hacerse la fotografía,
así que, que más da el turno en qué te hicieras la foto. Lo importante es que
el recuerdo del retrato lo tiene todo el mundo. Cuando nos tocó a Carlos,
Kenzie y a mí, Susana y yo nos fundimos en un fuerte y emotivo abrazo (me
alegré mucho de no haberme puesto rimel). En la foto estaba muy emocionada y
recuerdo las palabras de Javi, diciéndome que no era nada malo, pero esas
lágrimas, bien lo sabe él, eran de felicidad.
Vino la hora del pica-pica, la verdad es que no comí gran
cosa, tenía el estómago cerrado por tantas emociones. Entablé conversación con
gente, que hasta entonces no había tenido la oportunidad de conocer en persona,
como por ejemplo: la prima por parte materna de Susana,Yoli. La verdad es, que
todo el mundo estaba muy feliz, contento y era el momento de conocerse un poco
mejor. De repente, escuchamos fuegos artificiales. Una manera de celebrarlo a
lo grande, el cielo iluminado, no solo por los novios, por las estrellas, sino
que, los fuegos artificiales también se sumaron a la fiesta.
Con todo el jaleo, no recordé que la hora de dar de comer a
Kenzie había pasado, pero ella tampoco estaba por la labor de recordármelo. Sin
embargo, la pobre tenía que comer, fuimos a la habitación, comió, bajamos y ya
no había rastro de la gente. Afortunadamente, me encontré con mi tío y le dije
que llevase a Kenzie con mi padre y dejara el bolso con mi madre. Todos estaban
en el restaurante, la hora de cenar ya había llegado. Pero, los amigos, mi
prima Eva, los novios y nosotros teníamos una sorpresa para los invitados.
Sorpresa que vendría seguida por miles de sorpresas más. Nuestra entrada
a la sala fue bailando, mediante una coreografía que habíamos ensayado más de
una vez, pero nunca en el recinto donde la íbamos a realizar, así que, como el
espacio era más pequeño del que pensábamos, no salió tan bien como esperábamos,
pero pasarlo bien sí que nos lo pasamos, así que, si de pasarlo bien y
entretener a la gente se trataba, entonces creo que lo conseguimos.
Vino la hora de cenar, con un menú suculento. Nosotros
estábamos sentados en la mesa de los primos, aunque Eva y Encarni estaban en la
mesa de los mayores. Nuestra mesa estaba al lado de la mesa más animada, la de
los amigos, que cada dos por tres lanzaban al aire algún lema del estilo: “Viva
los novios!” y no paraban. Para que nos vamos a engañar, yo me sumaba a ese
griterío, era el día perfecto para quedarse sin voz y gritar a los cuatro
vientos la alegría que se respiraba. Entre plato y plato, sorbete de mojito y
copitas de vino íbamos saliendo a hacer algún cigarrito. Nuestro
camarero, argentino, fue muy amable, tanto que hasta le trajo agua a Kenzie.
Así que, como no, se mereció una ola por parte de nuestra mesa. Cuando llegó la
hora del pastel, alguien se añadió a nuestra mesa, una nueva amiga que hice
durante el aperitivo, una prima de Javi de siete años. Sara, una niña muy
simpática que había sido la encargada de llevar los anillos durante la
ceremonia.
Y empezaron a llegar más y más sorpresas que, nos dejaron
con la boca abierta. Los novios no querían ser los únicos protagonistas de la
boda, e hicieron que muchos de los presentes compartiéramos ese protagonismo
con ellos. De repente, se apagaron las luces, pusieron música y los novios
empezaron a bailar, dando vueltas en medio de las mesas. Una de las canciones
que pusieron fue: “Todos los días sale el Sol” a Carlos y a mí nos gusta mucho
esa canción y la estábamos cantando, incluso Carlos estaba haciendo un vídeo, y
de repente, los novios dejaron de bailar se aproximaron a nosotros, Susana me
llamó, pensé que para una foto o no sé, y me dió un regalo que tenían pensado
para nosotros. Nos regalaron unos muñecos hechos a mano que son unos novios,
incluyendo a un perro que lleva la novia. ¡Somos nosotros!. Tuvieron ese
detalle, nos tuvieron en cuenta, dando a entender que eramos importantes para
ellos, y saben que para nosotros también lo son. Después de ese súper detalle,
sin que nadie lo supiera, vinieron más y más detalles: para la madrina (mi
prima Eva, hermana de Susana), el padrino (hermano de Javi), amigos y para mi
prima Encarna, y para más gente que ahora no recuerdo. Salías de una sorpresa
para meterte en otra y las lágrimas volvían a asomar, y el torbellino de
emociones seguía haciendo acto de presencia.
Dejo el vídeo que estaba grabando Carlos en el momento que
llegó nuestra sorpresa:
Es normal que, después de tantas sorpresas, aún perduré en
mí una sensación de resaca emocional. Además, me arrepiento de no haber hecho
más fotos, así que, intento recordar todo, todo y todo, porque ningún momento
fue para olvidar. Cada instante, cada momento, tiene su historia, su
significado y su sentimiento.
Cuando llegó el momento de la discoteca, de mover el cuerpo,
fue la hora de que Kenzie se despidiera y fuera a dormir con el peluche que le
habíamos llevado. Me dio pena dejarla sola en la habitación del hotel, pero no
era plan que estuviera en la discoteca con la música alta, gente aún más
contenta de lo habitual…no es sitio para un perro. Era un día muy feliz, así
que era el mejor momento para darlo todo y estar, aún más, feliz si cabe.
Disfrutar, bailar, reír, beber y cantar. Llegaba el momento de darlo todo y
demostrar lo contentos que estábamos, los novios se lo merecían. Bueno, se
merecen eso y mucho más, porque se comportaron de una forma excelente.
Era un día grande, gigantesco, y quisieron compartirlo con
todos nosotros. Nos hicieron partícipes de su felicidad. Por ello y por lo que
significan ambos para mí, el Sol brilló más que nunca ese día. Porque, es obvio
que, aunque a veces no lo veamos, el Sol sale todos los días, pero hay días
que, aún sin verlo, aún siendo de noche, hay gente que hace que el Sol salga,
sea la hora que sea, y brille con luz propia. Porque hay personas que nos
iluminan gracias a su luz interior. Y me siento muy afortunada de tener a ese
par de grandes personas a mi lado, poder contar con ellas es un privilegio y yo
lo tengo. Gracias, me siento muy agradecida de conocerles, de que sean como son
y de estar junto a ellos. GRACIAS.
Les deseo lo mejor, porque se lo merecen. Primero, por ser
como son, tan grandes, tan detallistas, tan buenas personas…no hay
palabras.
¡Viva los novios y por muchos años! J
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