Abriendo puertas
La vida está repleta de etapas, unas se abren, otras se
cierran. Y, a pesar de que a mí no me gusten demasiado los cambios, a veces son
necesarios, para seguir adelante. Además, las transiciones no tienen que ser
malos, sino más bien al contrario un soplo fresco de aire.
Antes de empezar los post temáticos sobre Japón, dejé una
entrada sobre lo rápido que corre el tiempo. y cómo corre, y sobre el año de cambios que estoy viviendo.
A pesar de no contar mucho, algo avancé, y algo de lo que introduje fue que
tendríamos un viaje muy especial.
El viaje está a punto de llegar, como siempre fuera de
temporada y a un continente que no hemos estado nunca ninguno de los dos. El
viaje tiene un significado especial, no por el destino en sí, porque realmente
no sabía ni dónde estaba, si no el por qué del viaje. Y, es que Carlos y yo…. ¡Nos
casamos!
Sí, después de 15 años de relación damos el paso, sellaremos
nuestra vida en común con una firma. En alguna que otra ocasión lo habíamos
pensado, pero nos daba mucha pereza ponernos con todos los preparativos, pero
este año, no sé si es que hemos madurado o no, pero hemos aparcado la desidia y
nos hemos puesto a ello.
¡NOS CASAMOS!
La decisión
Ni Carlos, ni yo nos lo pedimos, hubiera quedado súper
romántico explicar cómo fue la pedida, quién a quién y cómo ocurrió. Sin embargo,
no hubo tal pedida, no es que seamos muy románticos…y, como digo, era un plan
en el que en alguna que otra ocasión habíamos pensado y dialogado sin que
llegase a más. Pero, este año llegó el momento. Puede que todo surgiera a raíz
de nuestro último viaje del 2017, en el que regalé a Carlos por su cumpleaños
un viaje a Londres. Allí entre: el frío, el final de temporada, las cervezas y
la celebración del cumpleaños de Carlos, nos pusimos a hablar sobre el futuro,
los planes y demás. Puede que ahí fuera cuando nos planteásemos de verdad que
debíamos ponernos a ello, que siempre lo decíamos, pero nunca nos poníamos a
mover papeles.
A principios de año fuimos a informarnos al Registro Civil
de Barcelona, y nos pusimos a recopilar toda la documentación que solicitaban.
Teníamos varias maneras de hacerlo, aunque sabíamos que si lo llevábamos a
cabo, sería por lo civil. No queríamos una boda multitudinaria, y podríamos
haber ido con un par de testigos al Registro y ya está, sin embargo: Carlos
dijo que ya que nos poníamos lo hiciéramos bien. Y, tenía razón, hoy día cuesta
mucho juntar a todos los tuyos: familiares, amigos y compañeros.
Además, las veces que habíamos ido al Registro Civil veíamos
gente haciendo cola para casarse, y lo vimos un poco frío, seguro que más
rápido y sin tanta parafernalia, seguro que después lo celebran con los suyos.
De todas maneras, preferimos que si decíamos el: “Sí, quiero” lo dijéramos
delante de los nuestros, de todos aquellos que forman parte importante en
nuestras vidas, así sería mucho más especial.
Empezamos la aventura de buscar un sitio idóneo, para
realizar: ceremonia, banquete y celebración en sí. Si era posible preferíamos
hacerlo todo el mismo día, porque si teníamos que volver una vez más a la
administración, ya era todo más engorroso. Y eso de hacer paripé como que no,
ya que lo hacíamos que fuera todo el mismo día y con validez. Sin embargo, esto
de buscar un sitio puede resultar una odisea. En primer lugar, había sitios que
solamente realizaban banquetes, pero ceremonia no, como mucho algo extraoficial
con actores, así que descartábamos. Otros eran preciosos, pero estaban muy
lejos y no ponían muchas facilidades a que viniera Kenzie, y es que casarnos
sin la principal testigo de nuestro amor no sería lo mismo, necesitamos que
esté ella. Y, como queríamos que estuviera Kenzie, empezamos a mirar hoteles,
para que si después había música y bailoteo la pudiéramos dejar en algún sitio
tranquila, y una habitación sería ideal.
Nos encontramos que muchos sitios que visitamos ya tenían
todas las fechas del 2018 reservadas, cosa que nos sorprendió, ya que nosotros
solamente estábamos tanteando el terreno: no podíamos decir ninguna fecha, ya
que no teníamos resolución del registro civil. Entonces, no podíamos entender
cómo había gente que lo organizaba con más de un año de antelación, sin saber
fechas, y ni haber iniciado papeleo. Eso sí, aunque vayas mucho más tranquilo
organizándolo con tiempo, no queríamos estar años organizando un día. Así que,
cuando ya nos dieron la resolución en Mayo, ya tuvimos que elegir lugar, fecha
y cómo lo queríamos hacer. A partir de esa fecha podíamos casarnos cuándo quisiéramos,
ahora era cuestión de encontrar disponibilidad en los lugares que habíamos
visitado y valorar todas las posibilidades que nos ofrecían.
Finalmente elegimos un hotel situado cerca de Montserrat, a
primera vista es feo, para que nos vamos a engañar: aún recuerdo la frase de
Carlos nada más bajar del coche: “Es feísimo” pero ya que estábamos allí lo
visitamos. Por dentro no lo es tanto, y las vistas eran bonitas desde allí,
pero lo que más nos atrajo fueron las facilidades y la profesionalidad que se
le notaba a la coordinadora de eventos, nos proporcionó mucha seguridad y
confianza.
Elegimos la fecha, sabiendo que queríamos que fuera en
octubre, pero sin tener claro qué día, ya que eso no dependía tanto de nosotros
como de la disponibilidad. Ya he comentado que hay mucha gente que planifica
este tipo de eventos con mucho tiempo, así que costaba encontrar fecha.
Queríamos que fuera en octubre, porque es nuestro mes, es cuando es nuestro
aniversario, cuando casi siempre nos vamos de vacaciones y todavía no hace
mucho frío. Además si teníamos que organizar todo, necesitábamos algo de
margen. Queríamos que fuera en sábado, porque siempre va mejor para los
invitados, además de que es un día que nos gusta, siendo fin de semana alegra
más a cualquiera.
El día que nos ofrecieron fue el 20 de octubre sábado.
Y con ese día nos quedamos. No nos desagradó para nada, una cifra redonda,
octubre, sin ser principio, ni final. Así que, empezamos a arrancar, sabiendo
fecha, teniendo lugar y ahora tocaba que los invitados lo supieran. Muchos sé
que alucinaron, otros se quedaron como en shock, ya que a estas alturas nadie
se lo espera y menos que sea con celebración y que lo queramos hacer boda,
boda. Nuestros padres al principio, creo, no supieron reaccionar con la
alegría que nos imaginábamos, pero es que para ellos después de tanto tiempo
juntos conviviendo, no entendían el porqué. Afortunadamente con los meses lo
fueron asumiendo y están siendo unos grandes aliados en nuestra
planificación.
Ahora ya estamos a 4 días del gran día. El 20 de octubre
será el día que nos casemos rodeados de los nuestros. Estamos bastantes
nerviosos, con ilusión, con ganas, pero nerviosos. Nos preocupan pequeñas
cosas, algunas que ni podemos controlar como si lloverá, tronará o granizará
(crucemos los dedos para que salga el Sol). Haga la climatología que haga nos
sentimos bien arropados, porque estaremos rodeados de los nuestros.
El viaje
Después de casarnos tenemos un destino para la Luna de Miel.
Es un lugar que está en un continente en el que no hemos estado, y que
reconozco que no sabía ni ubicarlo en el mapa. Y, es que nos vamos a Isla
Mauricio. Barajamos diferentes sitios, pero después de informarnos en
agencias de viaje, leer y hacer presupuestos, descartamos algunos. Nos propusieron
Isla Mauricio, ubicada debajo de Madagascar y arriba de Isla Reunión.
Creemos que es un buen sitio para desconectar, con buena
temperatura: al estar en el hemisferio sur será principio de verano. Así que
podremos disfrutar de la playa, ya que este verano con todo el jaleo,
trabajando y sin vacaciones, apenas hemos pisado la arena. Tendremos playas,
piscinas y excursiones. Así que desconectaremos, pero también queremos
descubrir la isla, así que hemos contratado unas cuantas excursiones,
ya que tenemos bastantes días por delante, para que haya tiempo para
todo.
Tic-Tac
Y, la cuenta atrás ahora sí que ha llegado. Nos quedan
cuatro días para casarnos, para juntarnos con los nuestros, para celebrarlo por
todo lo alto y para coger las maletas y enfrentarnos a un vuelo de más de 12
horas, para descubrir una nueva isla en el continente africano. Muchas
aventuras por delante, muy seguidas, así que los nervios a flor de piel y la
emoción y la ilusión como compañeras de estos días me despido hasta la vuelta.
A la vuelta, os contaré cómo ha ido todo, además de terminar
nuestro viaje por Seúl (si es que me acuerdo de algo después de un año) y
continuaré contando la época de transiciones. Pero, como digo, la vida está
repleta de etapas, unas se abren, otras se cierran, pero siempre hay que seguir
adelante, porque si una puerta no se abre, se puede abrir una ventana. Pero, en
este caso, vamos abriendo puertas de par en par.
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