PELUDOS DE CUATRO PATAS: LA VERDADERA LEALTAD
Esta semana hemos leído una noticia entrañable, donde se demuestra una vez más la lealtad y fidelidad de nuestros peludos de cuatro patas. Una historia que enternece y que es similar a la de Hachiko.
Links de la noticia:
La historia de
esta semana: La lealtad de Maya
Sandra una barcelonesa de 22 años viajaba en coche desde
Granada con su padre y su mascota Maya. Regresaban de sus vacaciones, la cuales
se vieron truncadas por un malestar abdominal de Sandra, lo cual hizo que su viaje
de vuelta a Barcelona se demorase. Tuvieron que parar en Elda, Alicante, para
ir al hospital. En un principio ellos pensaron que sería una visita médica,
pero la cosa se complicó y derivó en una apendicitis que tenían que
operar.
En España los perros no pueden entrar en los hospitales,
excepto los perros guía, así que Maya, una perra de dos años de raza akita tuvo
que quedarse en la puerta del hospital.
Durante seis días y cinco noches ha estado Maya esperando
ver a su dueña, sin estar atada, aunque con la correa, no se ha movido de la
puerta a la espera. Manuel, el padre de Sandra, no ha sido el único que se ha
encargada de la mascota, todo el personal del hospital se acercaban, para darle
comida, agua y muchos mimos.
Ayer Sábado, día 3 de septiembre, por fin Maya se pudo
reencontrar con su dueña. La espera valió la pena.
Una vez más estos peludos de cuatro patas nos han demostrado
su gran lealtad, sin moverse, expectante a las noticias y sobre todo anhelando
volver a ver a su compañera humana.
Los perros son incondicionales, no fallan y siempre están
ahí, aunque tengan que esperarnos.
La historia de
Hachiko
La historia de Maya ha recordado la del perro Hachiko. No
solamente por la similitud en los hechos, en la espera, en la lealtad, sino
porque comparten raza: akita. Es una raza que viene del lobo y se considera muy
fiel y leal.
Hachiko fue un perro de raza akita que nació en 1924 y fue
regalado a un profesor de universidad. Desde que era cachorro convivió con el
profesor. El profesor trabajaba en Tokio y cada día tenía que coger el tren en
la estación de Shibuya. Hachiko siempre le acompañaba a la estación de
tren y cuando llegaba la hora de regreso
del profesor, iba corriendo a esperarle a la estación.
Un día fue a esperarle a la estación, pero el profesor que
sufrió un accidente y falleció nunca regresó.
Hachiko se quedó esperándole en la estación. No entendía el retraso de
su dueño. Durante más de diez años
estuvo yendo a la misma hora para esperarle, deseando un encuentro que no se
produjo.
Hachijko se ganó el cariño de todos los trabajadores de la
estación, quienes le daban de comer y de beber. A pesar de la climatología, de
ver que no regresaba, él no renunció a esperar a su dueño. Demostrando su
fidelidad día a día, año tras año. Enseguida se convirtió en el llamado “Perro
fiel” y mucha gente se acercaba a la estación para conocerle.
En 1934 hicieron una estatua en su honor, donde aparece una
estatua de un perro. Hachiko estuvo el día de la inauguración, ajeno a todo el
revuelo que se había formado con él, ya que para él era una rutina y sobre todo
algo normal, esperar a su amo.
En 1935 Hachiko murió en la estación donde esperaba. A pesar
de los años que han pasado, todo el mundo lo recuerda, algunos por la memoria
de quienes lo conocieron, las historias que se han ido contando sobre él, otros
por la estatua que aún sigue allí y otros por la película de Siempre a tu lado: Hachiko,
estrenada en Estados Unidos en 2009.
Son historias que enternecen y lo mejor aún es que son
reales, y una vez más los canes nos demuestran mucho más que los humanos. Nos
dan mucho a cambio de muy poco, siendo los verdaderos amigos del hombre, porque
siempre están ahí, para lo bueno y lo malo, simplemente esperan estar a nuestro
lado, es su gran recompensa.
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