jueves, 28 de abril de 2011

Discovering WICKLOW Mountains

CON LAS PILAS BIEN CARGADAS

Hace una semana que aterrizamos de nuevo en Dublín. Después de un descanso de dos semanas en nuestra ciudad, estamos de nuevo por aquí, y si cabe con más ganas. Hemos venido con las pilas recargadas. Como para no venir con ganas, después de: ver a la familia, reir con los amigos y ponernos al día, hacer turismo por nuestra ciudad y  comer tapitas y buena comida…Pues con más energía que nunca. Eso sí, da penita dejar a la gente que quieres allí, pero me ha encantado ir. Me lo he pasado genial, aunque casi no he tenido mucho tiempo para nada. Pero, lo que más me ha gustado, sin duda, ha sido ver a mi gente, y lo mejor que haya sido de sorpresa, que ni se lo pensasen, que me haya salido bien la sorpresa (ya que hay veces que no me han salido como quería). Sin embargo, esta vez parece que  ha sido toda una sorpresa  mi aparición y lo mejor que  les ha  gustado. J

Bueno, pues después de este descanso…Esta semana ya nos hemos vuelto a poner las pilas con el inglés. Ya hemos empezado las clases, pero el lunes era festivo, así que… 

WICKLOW MOUNTAINS

El lunes conocimos el paisaje del condado de Wicklow, del que tanto nos habían hablado. Este paisaje ya lo habíamos visto y mucha gente lo habrá visto en películas como: Braveheart (sí, sí aunque la película trate sobre Escocia, escogieron este bello escenario para rodar la película) y Posdata Te quiero.

La verdad, es que después de la excusión acabamos bastante cansados, incluida Kenzie. A la pequeña le hubiera gustado que le dejase libre, pero tenía un arduo trabajo, guiarme. Y a pesar, de que el camino no es que fuese fácil: campo, piedras, escaleras, montañas, ríos….se comportó como una campeona. Solamente, tuvimos una dificultad: cruzar un pequeño riachuelo sin mojarnos, pisando solamente unas piedras grandes. Ella pasó con Carlos, haciendo una paradita para beber algo de agua en el río. Yo, con ayuda del guía, cruce sin ningún percance.

Pero….empecemos desde el principio…

Hacía tiempo que queríamos hacer este viaje, ya que nos habían hablado maravillas del sitio, ahora entiendo el porqué. Un mes atrás pensamos ir alquilando un coche, pero entre que la gente se echó para atrás, el tiempo no acompañaba y salía más caro de lo que pensábamos, se quedó apartado…también porque nos enteramos de que la escuela tenía pensado organizar una excursión a esos parajes, así que preferimos esperar.
Teníamos que pagar 25 euros por persona, que es casi lo mismo o menos que te cuesta si vas a la oficina de turismo y te apuntas a un tour organizado. Así que…de perdidos al río…mucho mejor ir con gente de la academia.  

Además, estuvieron muy bien invertidos esos 25 euros, ya que no paramos.  Empezando porque no era un autocar  para  cincuenta personas o así, sino que era  un mini bus. Era un tour personalizado, ya que fuimos 10  estudiantes de Delfin (más Kenzie), una profesora y el conductor guía.
El guía, mientras conducía, con un micrófono nos iba explicando por donde ibamos pasando. Incluso por la ciudad de Dublín, nos contó  cosas de la catedral de Sant Patrick por donde pasamos, entre otras curiosidades de los sitios  por donde  pasábamos. Al abandonar la urbe, y empezar a divisar montañas, paro para que bajásemos, respirasemos aire fresco  e hicieramos algunas fotos. Como turistas, en toda regla,  hicimos fotos, paseamos un rato, nos montamos de nuevo en la furgoneta y   seguimos en ruta, hasta que  nos contó otra historia, apareció otro paisaje y paramos de nuevo. Finalmente, llegamos a Glendalough que es donde están los lagos , unos lagos preciosos, y comenzó la caminata.
A pesar del cansancio, valió la pena. Lo único que no me gustó mucho es el sitio donde  eligió para que comiéramos…Al terminar el último lago, después de tres kilómetros, llegamos a  una montaña llena de piedras, parecía que de un momento a otro  se iba a caer  alguna….bueno, no, pero  comer entre pidras, que digamos, que no es que sea muy cómodo. Más cuando  al principio había  mesas de merenderos, mesas de pic-nic, mucho más cómodas, pero bueno. Fue acabar de comer, y antes de que nos entrase la pereza ya nos pusimos otra vez en marcha. No daba  tiempo a tomarnos un respiro, porque si no, no había quien alcanzase el ritmo del guía, llevaba un ritmo que ni Indiana Jones. Pero era muy majo.

En definitiva, hemos disfrutado mucho de esta pequeña aventura, fuera de la rutina, y respirando aire puro. Además, que el  paisaje, aparte de natural, es precioso.   

Esta vez no pongo ni una, ni dos , ni tres fotos, pongo todas en una pequeña recopilación  que he hecho, con música de los  Dubliners. Espero que os guste.

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