SIN PALABRAS
No hay palabras para describir la masacre vivida el jueves
en Barcelona. El terror se apoderó del corazón de la ciudad, haciendo añicos:
ilusiones, sueños y vidas. A pocas horas de lo sucedido, a 100 km de la ciudad
golpeada, Cambrils, en Tarragona, también sufrió un ataque terrorista. Todos
estos actos, aunque horribles, repugnantes y tristes, podrían haber sido mucho
más crueles de lo que ya fueron, si no hubiéramos tenido a profesionales que se
jugaron la vida por los civiles, por los ciudadanos, por las personas.
Está visto que en ningún sitio estamos a salvo, esta vez le
ha tocado a Barcelona, mi ciudad a la que tanto quiero. No podemos quedarnos
encerrados en casa, tenemos que demostrar que somos más, que no podrán
destrozar nuestros días, que existe la gente buena, la solidaridad y que
queremos la paz.
BARCELONA
Aún estoy conmocionada, triste, impotente y sin palabras. El
jueves día 17 de agosto, por la tarde, mi ciudad, Barcelona, fue golpeada por
un atentado terrorista. Desde hace años parece que ninguna ciudad del mundo se
libre de sufrir ataques terroristas, irracionales y que solamente busca el
terror y la muerte de inocentes. Nadie está a salvo de nada, no es justo. Nada
es justo. Cuando me enteré de lo sucedido, estaba en el trabajo, las noticias
eran difusas y no sabíamos si era un atentado o un loco que quería sembrar el
pánico. Sin embargo, fue un atentado reivindicado por Estado Islámico, aunque
realmente fueron ambas cosas, unos terroristas del ISIS que estaban locos.
Realmente todos aquellos que no quieren vivir en paz y quieren hacer daño lo
están, porque realmente no ganan nada, absolutamente nada. Simplemente
destrozan a cachitos vidas de civiles que no tienen culpa de nada: les ha
tocado estar en el momento y el lugar equivocados. A veces el destino nos juega
malas pasadas y hace que estemos justo en ese momento, que nos libremos porque
a última hora hayamos cambiado de planes, que por A o por B estés o no estés
allí, en el lugar que alguien elige para cometer la masacre, a veces no depende
ni de ti, si no de las circunstancias.
Londres, París, Bruselas, Niza, entre otras muchas ciudades
han sido abofeteadas por la oleada del terror sin sentido. Ahora nos ha tocado
a nosotros, tan de cerca, en una ciudad abierta a todo el mundo, una ciudad
tolerante, multicultural, donde la diversidad la hace rica y sin
complejos. Ahora esa Barcelona poderosa, la que acoge a millones de turistas y
a otros que la eligen para quedarse y considerarla su propia ciudad, ha sido
azotada por el horror. Desde los atentados de 2004 en Madrid, 11-M, España, a
pesar de estar en alerta 4, no había resultado atacada por terroristas. Nunca
pasa hasta que ocurre. ¿Por qué? ¿Hasta cuándo?
A 72 horas de lo ocurrido en Las Ramblas de Barcelona y en
Cambrils, Cataluña, muchos son los que aprovechan las circunstancias para
politizar un hecho así. Si ya es triste la multitud de víctimas que hubo, tanto
fallecidos como heridos, familiares y amigos asustados y, una ciudad con miedo,
desconcierto, y triste, no es justo que los de siempre aprovechen las
circunstancias para frenar los actos de solidaridad, de amor, de unión y de
fuerza que se quiere demostrar al mundo.
Después de los atentados sufridos en Barcelona, una vez más
se demostró que hay gente buena, solidaria y que aún merece la pena vivir,
porque no puede reinar la maldad. Muestras de cariño, de preocupación y de
apoyo pude vivir en mi propia piel. Yo no estaba en el centro, pero sí que soy
barcelonesa y resido en Barcelona, y desde que salió la noticia no paraba de
recibir mensajes, preguntándome cómo estaba. Me impresionó la cantidad de
mensajes que recibí. Además, también gente de otros países que se habían
enterado de lo ocurrido se pusieron en contacto con nosotros, para saber
nuestro estado. Actos así que, pueden resultar insignificantes, impresionan.
Así que, si me emociona este tipo de detalles, aún más cuando me entero de que
hubo personas que llevaron agua y comida a los conductores atrapados en la
Ronda por los controles policiales, gente que prestó su hogar a quien no podía
llegar, ciudadanos que acompañaron a otros para que no estuvieran solos, y así
continúa una gran cadena de gestos que nos hace humanos y con humanidad. Ayer
volví al lugar de los hechos, Las Ramblas, y me emocionó muchísimo que un
sábado por la noche estuviera en silencio, con gente paseando, pero en un
silencio que lo dice todo. No solamente se escuchaba el silencio, se olía a
tristeza (velas y rosas). Me leyeron algunos mensajes, carteles, post-its
que acompañaban a esos altares improvisados. Era muy emotivo ver las muestras
de cariño que extranjeros mostraban hacia las víctimas y nuestra ciudad. Muchos
reivindicaban que no tenían miedo, que no les iban a parar, otros que volverían
a Barcelona, y mensajes de paz.
Espero que no vivierais en primera persona lo acontecido el
jueves en Barcelona en el lugar de los hechos, que no le haya tocado a alguien
cercano. Sin embargo, aunque tuviéramos la suerte de no estar allí, aunque no
conociéramos a nadie afectado, en realidad lo estamos todos. Cualquiera de
nosotros podríamos haber estado en ese preciso momento pasando por allí. No es
un lugar ajeno para nadie, todo el mundo conoce Las Ramblas de Barcelona, muy
cerca a la Plaza Catalunya y que va hasta Colón. Todo el mundo, y no solamente
para pasear, o para enseñar la ciudad a amigos o familiares, ha pasado alguna
vez por allí. Justamente el domingo Carlos, Kenzie y yo estuvimos paseando por el centro. No pasamos por Las Ramblas, porque había
bastante gente y preferíamos callejear, para redescubrir nuestra ciudad. Pero,
sí que tengo muchas anécdotas paseando por Las Ramblas, de hecho cuando he
caminado por allí con Kenzie, mi perra guía, me las atravieso en un abrir y
cerrar de ojos. Kenzie cuando ve muchas aglomeraciones las intenta evitar, más
que nada porque si tiene gente delante ella no ve, y no puede guiarme con
fluidez, así que ella va esquivando y si nos despistamos nos las acabamos
enseguida.
Las Ramblas con más de 500 años de historia en Barcelona las
he visitado en multitud de ocasiones. Si venía alguien de fuera se la
enseñábamos, nos parábamos con las estatuas humanas, entrábamos en el
colorido y animado mercado de La Boquería. En otras ocasiones hemos paseado por
el simple gusto de sentirnos turistas en nuestra propia ciudad. Y en otras la
hemos transitado por la noche, donde, a pesar de que los comercios están
cerrados, se respira un ambiente festivo. También he pasado por allí solamente
porque se tenía que pasar, sin darle importancia que estaba pasando por uno de
los lugares más concurridos y turísticos del mundo. A veces las prisas y el día
a día hace que no seas consciente de por dónde pisas, cruzas sin más porque te
lleva a otra calle. De lo que no cabe duda, es que han atacado a unos
ciudadanos del mundo, a una ciudad y un rincón muy simbólico de Barcelona. Las
Ramblas han dejado de ser ese paseo alegre, para convertirse en un velatorio,
donde las muestras de apoyo y cariño se hacen notar. No dejaremos de caminar
por Las Ramblas, porque aunque pretendan sembrar el miedo, nosotros recogemos
el fruto de la esperanza y el cariño.
Cabe resaltar la gran labor de profesionales que lo dieron
todo, algunos trabajando más horas de las que debían, para poder socorrer a
todos los afectados en el atentado. Cuerpos de seguridad, sanitarios, bomberos,
emergencias, taxistas, todos estuvieron más que a la atura de las
circunstancias. Otros que sin ser profesionales del sector, simplemente fueron
personas y dieron todo lo que pudieron, todo lo que estaban en sus manos y más,
para calmar a quiénes no lo estaban, para tender una mano amiga. Muchos fueron a donar sangre, desbordando en pocas horas los
bancos de los hospitales. La ciudadanía se volcó como nunca, demostrando que
somos muchos, que no estamos solos y que podremos vencer a la barbarie.
A pesar de nuestra rabia, nuestro enfado, nuestra impotencia, tenemos que distinguir que quienes han hecho esto no eran musulmanes, eran
yihadistas radicales, terroristas, fanáticos. No podemos meter a todos en el
mismo saco, no todos los musulmanes son terroristas. Son una minoría que
ensucian el nombre de su religión. Ellos también son víctimas, igual que
nosotros de lo ocurrido, porque también son ciudadanos. En muchas ocasiones, incluso han nacido
aquí. Aunque hayan nacido en otras partes del mundo, todos somos personas. No es justo que paguen justos por pecadores. Son unos pocos locos,
fanáticos y sin escrúpulos que hacen su propia interpretación del Corán, de su
religión. Musulmanes también han salido a la calle, con miedo, ellos también
tienen miedo, porque también podrían haber estado en ese momento en ese lugar,
porque ahora ven que les miramos con recelo, como si ellos nos fueran a hacer
algo. Este tipo de actos nos tiene que unir, para demostrar que todos somos
personas, que no nos podrán separar, y, ni mucho menos podrán sembrar más
miedo.
Todos unidos,
todos somos Barcelona
El próximo sábado día 26 de agosto, el Ayuntamiento de
Barcelona conjuntamente con la Generalitat ha convocado una manifestación encontra del terrorismo y a favor de la paz. Saldremos a las calles de Barcelona,
tengamos miedo o no, para gritar que no lo tenemos, porque no queremos tenerlo.
Estamos hartos de que inocentes suframos el fanatismo de unos pocos que quieren
hacer daño, mucho daño. Cansados de muertes, de injusticias, de no estar
tranquilos. Estés donde estés te puede tocar. Ellos no miran si eres de una
religión u otra, de una raza u otra, simplemente quieren destrozar vidas,
cotidianidad y tranquilidad. Por ello, tenemos que reponernos, aunque sea duro,
y volver a hacer nuestras vidas. Combatiremos su lucha, uniéndonos,
solidarizándonos con todas las víctimas y lanzando un grito esperanzador de
paz.
Una ciudad no se compone de monumentos, paseos y parques,
sino que es un puzle y la pieza más importante son sus ciudadanos. Hagamos que
la pieza más importante de Barcelona, nosotros, sus ciudadanos, bombeemos con más fuerza que nunca, siendo el corazón de la ciudad. A pesar del duro golpe, nos tenemos que
levantar y reivindicar que no queremos actos de este tipo en ningún sitio, que
estamos ahí y queremos la paz. Volvamos a ser el puzle de Barcelona, con todas
sus piezas. El sábado 26 en Paseo de Gracia con Diagonal, bajo el lema: “No
tenim por”/ “No tenemos miedo” saldremos a la calle, para demostrar que
seguimos siendo Barcelona.
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