viernes, 26 de octubre de 2012

Recordando: Nuestra llegada a Dublín



Dos años después de iniciar nuestra aventura irlandesa:
Hace dos años que viajamos por primera vez a Dublín. Ahora ya hace casi un año que regresamos de tierras irlandesas. ¡El tiempo pasa volando!. Pero, aún recuerdo que un día como hoy de hace dos años volábamos para allí: cargados de ilusiones, sueños y muy nerviosos.  
Teníamos muchas ganas de pisar tierra firme, aunque sabíamos que nos esperaba un camino largo y duro, como: encontrar piso, encontrar academia, encontrar trabajo… y nada más llegar nos teníamos que poner las pilas. No podíamos perder ni un minuto, el tiempo corría en nuestra contra: solamente una semana de hotel, es decir, solamente siete días para encontrar casa.
Sin embargo, una de las cosas que nunca he explicado en este blog, aunque mucha de la gente que nos rodea ya lo sabe. Fue uno de los percances que nos sucedió al aterrizar en el aeropuerto de Dublín. Y ya es hora de que lo cuente.

Al llegar, fuimos a buscar nuestras maletas, no una, ni dos, tres súper maletas. Íbamos súper cargados. Esperando a que llegasen las maletas, se acercaron dos hombres, cerca de Kenzie, yo pensaba que, para variar estarían toqueteándola, pero no les dije nada. Hasta que vimos que le ponían un aparato cerca, entonces Carlos y yo nos giramos y nos quedamos mirándoles. Entonces, nos pidieron la documentación, tanto nuestra como de Kenzie. Le enseñamos el pasaporte de Kenzie, su carnet de vacunas y todo lo referente a ella, incluso una carta que nos había escrito el veterinario, ya que nos dijo que seguramente nos la pedirían, y así fue, se acercaron para comprobar los datos, y el aparato que le acercaban a Kenzie era el lector de microchips.
Hay que decir que, Irlanda y Reino Unido son muy exigentes a la hora de permitir la entrada de mascotas a su país, ya que en esos países no existe la rabia y lo controlan bastante. Pero, para ello ya le habíamos hecho, unos meses antes, una analítica, para cerciorarnos de que estaba bien de anticuerpos de la rabia. Ese papel te da paso libre a esos países, porque corrobora que no tiene ningún problema para entrar. Pensábamos que llevábamos todo en regla, ya que nos habíamos informado, pensábamos que bien, con nuestro veterinario. Sin embargo, ellos nos decían que nos faltaba un papel, que en cuanto tuviéramos nuestras maletas fuéramos a una oficina que había, que nos estarían esperando. No entendía nada. ¿qué nos faltaba? Además, ¿para qué nos querían ver? Ya habían visto todo. Muchas veces pienso que si no hubiéramos facturado, ni se hubieran percatado de nuestra presencia, pero teníamos que facturar.

Como buenos ciudadanos fuimos a esa oficina que nos habían indicado. En esa sala pequeña, ya en la puerta nos estaban esperándonos, no pudimos introducir el carro con las maletas, porque no cabía. Era una sala súper pequeña, nos pusieron unas sillas, y nos sentamos. Nos pidieron toda la documentación de Kenzie, casi sin darnos explicaciones. Según ellos faltaba un papel, pero no nos decían qué papel. Iban llamando a un veterinario. Me alarmé en cuanto dijeron que, como faltaba un documento, tendría que ir a la perrera, para pasar la cuarentena. Me angustié mucho, me dí cuenta de la falta que nos hacía aprender inglés para poder comunicarnos. El diccionario no servía de mucho, porque no entendíamos lo poco que nos decían, por mucho que tengas un diccionario, que sepas como se escribe, tienes que saber entender y comunicarte. Ese rato se hizo eterno, mientras con nuestros documentos, iban mirando, haciendo fotocopias, escaneando y no sé qué más harían. Pero, no nos decían nada. Yo estaba por llamar a alguien, no sabía a quien, pero de lo que estaba segura es que no iba a permitir que se llevasen a Kenzie. Pasaba el rato, una hora, una hora y media, dos horas, y no nos informaban. Tenía ganas de ir al lavabo, pero sobre todo tenía ganas de que se solucionase todo, de que nos dejaran irnos. Kenzie también estaba nerviosa, después de un viaje, por suerte no muy largo, pero entre llegar dos horas antes al aeropuerto para facturar, más dos horas de viaje, más el rato que llevábamos allí…ella también tenía ganas de salir, respirar aire y hacer sus necesidades. Les dije si podía salir, que lo necesitaba, y me dijeron que sí, pero sin el perro, porque era ilegal salir con el perro, ya que faltaba documentación, ¿qué documentación? No eran claros. Deseé que Kenzie hiciera lo que tuviera que hacer en esa moqueta, que estaba resultando molesta, ese ambiente, esos hombres, sobre todo uno que nos trataba como delincuentes. Deseaba que se lo hiciera allí mismo, para que se dieran cuenta que necesitaba salir, o acaso no veían que estaba nerviosa.
Pero, como en todo siempre hay alguien que es más benévolo, y nos permitió salir a Kenzie y a mí a la calle, eso sí acompñadas por él, como delincuentes. No fuera a ser que nos escapásemos. A Carlos no le dejaron salir, se quedó con las maletas. Me supo mal que no le dejaran salir con nosotras, pero agradecí que, al menos a nosotras, sí. Kenzie demostró con creces las ganas que tenía de hacer pis. Ese hombre era más agradable, aunque no paraba de interrogarme, el porqué íbamos a Dublín, qué íbamos a hacer, cuánto tiempo íbamos a estar, dónde nos íbamos a alojar…con mi pobre inglés le fui contando, y también con ese inglés, mi angustia y mis lágrimas le iba diciendo que no entendía nada del porqué estábamos alí retenidos, teníamos todo en regla. Yo estaba muy preocupada por si se llevaban a Kenzie, él me dijo que no me preocupase que en breve vendría el jefe de veterinarios, lo estaban esperando y que seguro que estaba todo bien y ya nos podríamos ir.
Dejó que me fumase un cigarro, mientras tomaba el aire. Entonces, le dije si Carlos podría venir, estaba segura que él también deseaba salir de ahí y fumarse un cigarro, además si estaba él controlándonos no entendía porqué no podía salir Carlos. Al fin, dio su visto bueno y fue a avisarle para que saliese. Estuvimos dialogando un poquito más con este buen hombre, que al menos había tenido la bondad, la empatía y la comprensión de explicarnos qué pasaba. Aunque entre los nervios, la espera, la preocupación y nuestro inglés, seguiamos sin entender nada. Por un walkie-talkie le hicieron saber que entraramos todos dentro. Entramos y al poco vnieron, el “poli malo”, dos hombres más y entre ellos el jefe, a quien estábamos esperando. Vino con el mismo cacharro que nos habían abordado al principio, el lector de microchips. Le leía el microchip a Kenzie y no correspondían los datos. En ese momento es cuando me dí cuenta de que Kenzie tiene dos chips (el americano de Leader Dogs y el español de la FOPG: Fundación ONCE del Perro Guía). Después de rebuscar, por mis indicaciones, ya que el día anterior se lo había mirado nuestro veterinario y sabía por donde andaba el microchip español, lo encontraron y vieron que todo estaba correcto. El jefe dio el visto bueno, nos pidió disculpas y nos dejo irnos. Pero después de haber pasado tres horas retenidos, sin explicaciones y con mucho miedo de que se llevasen a Kenzie. Aunque no lo hubiera consentido, si hubiera hecho falta hubiera llamdo a: la embajada, a la ONCE, a mi veterinario y a quien hubiera hecho falta, para que no la alejasen de mí. Si se la hubieran llevado, me hubiera dado algo y a Kenzie le hubiera causado un trauma irreparable.

Al final, aunque no gracias a las explicaciones que nos dieron, nos enteramos que lo único que faltaba era su confirmación, de que todo estaba en regla. Para ello, no hay que hacerlo el mismo día que llegas, sino que hay que notificarlo vía correo electrónico, haciéndoles llegar toda la información necesaria. Así que, el documento que nos faltaba era su aprobación, para que nuestra perra pudiera entrar al país. Pero todo estaba bien. Un pequeño gran detalle que no nos reflejó nuestro veterinario. Aunque no toda la culpa es de él, también nuestra por no habernos informado mejor. Sin embargo, al decirnos él que lo más importante era el papel de los anticuerpos, que no lo perdiésemos que nos serviría para todas las veces que fuéramos allí, y también el tratamiento que el día anterior le había hecho (pipeta, pastilla antiparasitaria). Con todo ello nosotros y habiendo avisado a la compañía aérea, en nuestro caso: aerlingus, pensábamos que ya estaba todo solucionado.  Es algo lógico que se tenga que avisar a la compañía con la que vas a volar, para que tengan constancia de que vas a viajar con un perro guía (además en algunas aerolíneas solamente permiten viajar un cierto límite de perros en cabina).

Bueno, no hay mal que por bien no venga. Para la siguiente vez que volvimos a Dublín, sabíamos todo lo que teníamos que hacer. Una vez tuvimos los billetes, avisé a la compañía aérea, lo hice con bastante tiempo, pero no quería que esta vez hubiera ningún problema. También me puse en contacto con el Departamento de agricultura (en esa página web pone todo lo referente a viajar con perros a Irlanda), así que, les escribí un correo electrónico adjuntándoles toda la información necesaria (fotocopia del pasaporte, fotocopia del libro de vacunas, fotocopia de la analítica de sangre- donde demuestra que no tiene la rabia-, fotocopia de nuestro vuelo…). Teniendo enviada toda la documentación, solamente necesitábamos esperar la aprobación por parte del departamento de agricultura de Irlanda, una vez tuvimos la aprobación ya podíamos regresar a Irlanda sin ningún contratiempo. Eso sí, pasando el día anterior por el veterinario, para que le hiciera el tratamiento anti-parasitario, firmase un documento donde indica que el tratamiento ha sido puesto 24h antes de viajar (creo que, se puede hasta un máximo de 48h). Al llegar al aeropuerto de Dublín, ya sabíamos que habría alguien esperándonos, sabían a la hora que llegábamos, porque tenían todos los detalles de nuestro vuelo. Pero, ni mucho menos, afortunadamente, fue como la primera vez que pisamos tierra firme en Dublín, fue todo mucho más rápido. De todas maneras, nos llevaron a una oficina, mucho más amplia- o al menos a mí me daba la sensación-, con muchos mejores modales y más comunicación (el hecho de que ya lleváramos un tiempecillo en Dublín ayudó bastante). Solamente, revisaron que los datos estaban correctos con la información enviada, miraron el pasaporte para mirar lo del tratamiento y nos dieron acceso libre al país.

¡Qué complicado que resulta viajar! No es tan difícil, pero el desconocimiento, los trámites y la barrera lingüística hicieron que nuestro primer día en Dublín fuera horroroso. Solamente queríamos llegar al hotel, pero nos encontramos con algunas trabas, que nos ayudó para saberlo para la siguiente vez. Para viajar al Reino Unido también hay que hacer bastantes trámites, aunque si viajas desde Irlanda, como ya has tenido que hacer todos los trámites, puedes viajar de un país a otro sin ninguna complicación. Aunque, si alquien tiene pensado realizar el viaje, es mejor informarse, escribiendo algún e-mail al departamento o alguna embajada, para que nos puedan informar con total seguridad.  
No sé si esto ha cambiado de un año para otro, porque la última vez que fuimos a Irlanda fue hace un año, en Septiembre del 2011. Además, para venir a España no nos pedían ningún documento. Solamente ellos tenían esas restricciones, debido a medidas de seguridad por el tema de la rabia. Sin embargo, según me informó hace poco mi veterinario, creo que, ahora sí que se necesita algo para viajar, sea donde sea, como si es para regresar a España.

Bueno, sea como sea, sobre todo hay que informarse, de eso no cabe duda. Y hoy, que es 26 de octubre he rememorado algo que nos sucedió el primer día, incidente que aún no había contado. Primero, porque al principio me resultaba doloroso recordarlo, ya que lo pasamos, francamente, mal. Y después, porque afortunadamente, tenía cosas mejores que contar de nuestra estancia en Dublín. Hoy por hoy, hace dos años que pasó, seguro que tengo miles de cosas mejores que explicar, pero me he acordado y quería compartirlo con vosotros. Además en la búsqueda activa de trabajo, tampoco es que sucedan muchas cosas interesantes que trastornen la rutina del día a día, quizás por ello me da por recordar. Es lo que tiene tener mucho tiempo libre.

Lo cierto es que fue una experiencia desagradable y no quisiera que nadie pasara por ello. Por tanto, si vais a viajar, sobre todo informaros. 

domingo, 7 de octubre de 2012

BODA SUSANA Y JAVI



TODOS LOS DÍAS SALE EL SOL y hay días que brilla más que otros…

El pasado día 23 de septiembre, hace dos semanas, el Sol brilló con más fuerza de lo habitual. Fue un día muy feliz y emotivo. Mi prima Susana, quien es como una hermana para mí, contrajo matrimonio. Un día muy especial que brilló con luz propia. Eligieron un lugar idílico: la playa.

Javi y Susana llevan once años de relación, y al fin se atrevieron a dar el gran paso. Después de meses de: preparativos, nervios y estrés, el gran día había llegado. Todos estábamos nerviositos perdidos, esperando la llegada de la novia. Mientras la esperábamos, estábamos en nuestros asientos, y ahí empezaron algunos de los detalles qe tuvieron con los invitados: en cada asiento había unas chanclas, decoradas y con el nombre de los novios y la fecha. Cuando las vimos aprovechamos para ponérnoslas, ya que al estar a pie de arena, era mucho más cómodo. La música elegida por los novios era perfecta para ese momento, pero hacía que las lágrimas saliesen sin avisar. Saber que, realizaban un paso muy importante en sus vidas, que lo querían compartir con nosotros, que el tiempo pasa y encima, la música, menudo cúmulo de emociones se juntaba y salían a flote.

Por fortuna, la celebración fue amena y con guiños de humor, gracias al “cura”. Miguel, un amigo común de los novios, hizo una presentación muy humorística, real y divertida de los novios, les hizo una caricatura. Para formalizar la relación llegó el regidor que leyó los artículos que forman el código civil, y así contrajeron matrimonio. Con algunas partes emotivas sumadas a la ceremonia: lectura de dos amigas importantes, una de ellas la celestina de la pareja. Y después, llegó la lectura de los respectivos hermanos, día muy importante para ellos, ya que veían como sus hermanos daban un paso gigantesco en la relación. Juntando, si aún cabe, mucho más a las dos familias.

Cuando terminó la ceremonia, les arrojamos arroz con pétalos de rosa (habían pensado en todo, y la bolsita estaba en las respectivas habitaciones del hotel). Los bañamos de felicidad con esos ingredientes. Después, se formó una gran cola para hacerse la foto con el recién matrimonio. Creo que, nos colamos, pero da igual, todo el mundo pudo hacerse la fotografía, así que, que más da el turno en qué te hicieras la foto. Lo importante es que el recuerdo del retrato lo tiene todo el mundo. Cuando nos tocó a Carlos, Kenzie y a mí, Susana y yo nos fundimos en un fuerte y emotivo abrazo (me alegré mucho de no haberme puesto rimel). En la foto estaba muy emocionada y recuerdo las palabras de Javi, diciéndome que no era nada malo, pero esas lágrimas, bien lo sabe él, eran de felicidad.

Vino la hora del pica-pica, la verdad es que no comí gran cosa, tenía el estómago cerrado por tantas emociones. Entablé conversación con gente, que hasta entonces no había tenido la oportunidad de conocer en persona, como por ejemplo: la prima por parte materna de Susana,Yoli. La verdad es, que todo el mundo estaba muy feliz, contento y era el momento de conocerse un poco mejor. De repente, escuchamos fuegos artificiales. Una manera de celebrarlo a lo grande, el cielo iluminado, no solo por los novios, por las estrellas, sino que, los fuegos artificiales también se sumaron a la fiesta.

Con todo el jaleo, no recordé que la hora de dar de comer a Kenzie había pasado, pero ella tampoco estaba por la labor de recordármelo. Sin embargo, la pobre tenía que comer, fuimos a la habitación, comió, bajamos y ya no había rastro de la gente. Afortunadamente, me encontré con mi tío y le dije que llevase a Kenzie con mi padre y dejara el bolso con mi madre. Todos estaban en el restaurante, la hora de cenar ya había llegado. Pero, los amigos, mi prima Eva, los novios y nosotros teníamos una sorpresa para los invitados. Sorpresa que vendría seguida por miles de sorpresas más.  Nuestra entrada a la sala fue bailando, mediante una coreografía que habíamos ensayado más de una vez, pero nunca en el recinto donde la íbamos a realizar, así que, como el espacio era más pequeño del que pensábamos, no salió tan bien como esperábamos, pero pasarlo bien sí que nos lo pasamos, así que, si de pasarlo bien y entretener a la gente se trataba, entonces creo que lo conseguimos.

Vino la hora de cenar, con un menú suculento. Nosotros estábamos sentados en la mesa de los primos, aunque Eva y Encarni estaban en la mesa de los mayores. Nuestra mesa estaba al lado de la mesa más animada, la de los amigos, que cada dos por tres lanzaban al aire algún lema del estilo: “Viva los novios!” y no paraban. Para que nos vamos a engañar, yo me sumaba a ese griterío, era el día perfecto para quedarse sin voz y gritar a los cuatro vientos la alegría que se respiraba. Entre plato y plato, sorbete de mojito y copitas de vino íbamos saliendo a hacer algún cigarrito.  Nuestro camarero, argentino, fue muy amable, tanto que hasta le trajo agua a Kenzie. Así que, como no, se mereció una ola por parte de nuestra mesa. Cuando llegó la hora del pastel, alguien se añadió a nuestra mesa, una nueva amiga que hice durante el aperitivo, una prima de Javi de siete años. Sara, una niña muy simpática que había sido la encargada de llevar los anillos durante la ceremonia.

Y empezaron a llegar más y más sorpresas que, nos dejaron con la boca abierta. Los novios no querían ser los únicos protagonistas de la boda, e hicieron que muchos de los presentes compartiéramos ese protagonismo con ellos. De repente, se apagaron las luces, pusieron música y los novios empezaron a bailar, dando vueltas en medio de las mesas. Una de las canciones que pusieron fue: “Todos los días sale el Sol” a Carlos y a mí nos gusta mucho esa canción y la estábamos cantando, incluso Carlos estaba haciendo un vídeo, y de repente, los novios dejaron de bailar se aproximaron a nosotros, Susana me llamó, pensé que para una foto o no sé, y me dió un regalo que tenían pensado para nosotros. Nos regalaron unos muñecos hechos a mano que son unos novios, incluyendo a un perro que lleva la novia. ¡Somos nosotros!. Tuvieron ese detalle, nos tuvieron en cuenta, dando a entender que eramos importantes para ellos, y saben que para nosotros también lo son. Después de ese súper detalle, sin que nadie lo supiera, vinieron más y más detalles: para la madrina (mi prima Eva, hermana de Susana), el padrino (hermano de Javi), amigos y para mi prima Encarna, y para más gente que ahora no recuerdo. Salías de una sorpresa para meterte en otra y las lágrimas volvían a asomar, y el torbellino de emociones seguía haciendo acto de presencia.

Dejo el vídeo que estaba grabando Carlos en el momento que llegó nuestra sorpresa: 


Es normal que, después de tantas sorpresas, aún perduré en mí una sensación de resaca emocional. Además, me arrepiento de no haber hecho más fotos, así que, intento recordar todo, todo y todo, porque ningún momento fue para olvidar. Cada instante, cada momento, tiene su historia, su significado y su sentimiento.

Cuando llegó el momento de la discoteca, de mover el cuerpo, fue la hora de que Kenzie se despidiera y fuera a dormir con el peluche que le habíamos llevado. Me dio pena dejarla sola en la habitación del hotel, pero no era plan que estuviera en la discoteca con la música alta, gente aún más contenta de lo habitual…no es sitio para un perro. Era un día muy feliz, así que era el mejor momento para darlo todo y estar, aún más, feliz si cabe. Disfrutar, bailar, reír, beber y cantar. Llegaba el momento de darlo todo y demostrar lo contentos que estábamos, los novios se lo merecían. Bueno, se merecen eso y mucho más, porque se comportaron de una forma excelente.


Era un día grande, gigantesco, y quisieron compartirlo con todos nosotros. Nos hicieron partícipes de su felicidad. Por ello y por lo que significan ambos para mí, el Sol brilló más que nunca ese día. Porque, es obvio que, aunque a veces no lo veamos, el Sol sale todos los días, pero hay días que, aún sin verlo, aún siendo de noche, hay gente que hace que el Sol salga, sea la hora que sea, y brille con luz propia. Porque hay personas que nos iluminan gracias a su luz interior. Y me siento muy afortunada de tener a ese par de grandes personas a mi lado, poder contar con ellas es un privilegio y yo lo tengo. Gracias, me siento muy agradecida de conocerles, de que sean como son y de estar junto a ellos. GRACIAS.
Les deseo lo mejor, porque se lo merecen. Primero, por ser como son, tan grandes, tan detallistas, tan buenas personas…no hay palabras. 

¡Viva los novios y por muchos años! J