martes, 31 de diciembre de 2019

2019 CON NOMBRE PROPIO



DESPIDIENDO 2019

Este año que ya empieza a despedirse se puede resumir en una palabra: Leia.  
Y es que el principio del año estuvo marcado, sin duda, por la vuelta a Leader Dogs for the Blind, yendo a buscar a mi nueva perra guía: Leia.  La estancia de más de 20 días en Rochester fue una experiencia, aparte de heladora, nostálgica, porque recordaba muchas vivencias de cuando estuve allí la primera vez en 2009 y regresé a casa con Kenzie. Además de coincidir con gente maravillosa con el mismo propósito volver a casa con una gran ayuda, como es un perro guía.  Para más inri el hecho de coincidir de nuevo con el mismo instructor que había tenido diez años atrás, Kevin, sin duda era como estar de nuevo ahí, pero siendo renovadora, con otra gente y unos cuantos años más encima. 

Pili con kenzie y Leia


Al principio como digo, fue una experiencia genial, a pesar de mi miedo ante la nueva situación, porque a pesar de ser repetidora, nunca sabes qué peludo te va a tocar y cómo va a ser todo. Además, lo que más me preocupaba era saber cómo se iban a llevar, me preocupaba que Kenzie no fuera a llevarse bien con el peludo que me tocase. Afortunadamente, Leia al poco de conocerla ya me demostró que por su parte no iba a ver ningún problema, porque tiene un carácter muy tranquilo, nada dominante.  

Durante el mes que estuve en la escuela me dediqué a mimarla, a conocernos y sobre todo a no atreverme en ningún momento a compararla con Kenzie, porque las comparaciones son odiosas y son totalmente diferentes, no solamente físicamente y de carácter, sino que cada una es una diferente.

Por si me quedaba alguna duda cuando en febrero ya estuvimos en casa y comprobé que las peludas congeniaban fue cuando respiré tranquilamente. Y ahora cuando en ocasiones se ponen a dormir juntas, se dan algún lametazo o juegan entre ellas, disfruto y no me arrepiento para nada de la decisión de jubilar a Kenzie y tener a otra peluda que me ayuda cada día como anteriormente lo había hecho ella.

Los meses han ido pasando y en todos ellos Leia ha tenido un papel protagonista, y con ello no quiero decir que Kenzie haya quedado relegada a un segundo plano.  La yaya Kenzie cada día está presente, porque nos preocupa su salud, porque a pesar de que se quede sola en casa cada día al mediodía tiene que ir mi madre a sacarle y cada día me cuenta las anécdotas del día. Sin embargo, con Leia estamos en una fase de adaptación: primero ella adaptándose a un nuevo entorno, unas rutas desconocidas al principio pero que ahora ya se sabe de memoria, y conociéndonos y fortaleciendo el vínculo.
En la oficina enseguida encontró su sitio, teniendo su cama debajo de la mesa, sintiéndose protegida y durmiendo y soñando:  uno de sus grandes placeres.  Además, enseguida supo las fabulosas vistas que tenemos desde los ventanales de la oficina y nos hace mucha gracia cuando se queda sentada mirando por la ventana. 

Durante los 6 meses con ella no dejé que nadie la tocase, para que se centrase y por miedo a que fuera a crear el vínculo con otra persona que no fuera yo. No es lo mismo aparecer en el trabajo con un perro como Kenzie, que el vínculo ya estaba más que creado y éramos una sola unidad que aparecer con un cachorro que me conoce de un mes en otro ambiente.  Ahora cuando me preguntan si pueden tocarla, siempre y cuando no lleva el arnés, les digo que si Leia quiere, ya que a veces mi peluda lo que quiere es oler a la gente, pero no le gusta que gente que no conoce le toque la cabeza o la manosee mucho.  Otro rasgo que es más gato que perro, y es que a ella le gusta que le toquen, o restregarse, pero solamente cuando ella quiere, es muy suya para eso. 
Y, podría seguir enumerando multitud de características que durante estos meses he descubierto de la princesa Leia, sin embargo se supone que es un resumen de este 2019… pero, como ya he dicho al principio, este año se resumen con su llegada, con nuestro conocimiento y las vivencias del día a día.
No obstante, no quería obviar que también ha habido viajes…
Empezando por una escapada por la zona volcánica de la Garrotxa y continuando por una ruta por la costa oeste de California. Dos viajes, sobre todo el último por la distancia y la duración, que sirvió para unir un poquito más el lazo con la princesa Leia, ya que ella nos acompañó y disfrutó como una cachorra. 
Dicen que no es bueno dejar cosas pendientes para el año que entra, pero si nada cambia mañana seguirá siendo miércoles, a pesar de cambiar de mes y de año, por tanto dejo pendiente seguir narrando en siguientes entradas nuestras etapas por California, porque merecerá la pena.
Sin embargo, no me despido del año con deberes por hacer, más bien lo despido pensando que este 2020 aparte de terminar lo que quede de este año, sé que me deparará nuevos proyectos, viajes y mucho más. Además, dicen que si lo proyectas y lo piensas saldrán las cosas.


Espero que este año que ya empieza a decir adiós también haya sido muy bueno para todos vosotros, seguro que de alguna manera u otra muchos también habréis tenido el año marcado por un nombre propio, en mi caso ha sido Leia, pero todos tenemos a nuestra particular Leia.  El año tan redondo que estamos a punto de dar la bienvenida tiene muy buena pinta y espero que siga marcado positivamente por los nombres propios que me rodean, además de llenarlos con nuevos, siempre y cuando sea para que la balanza de lo positivo siempre tenga más peso.

FELIZ AÑO 2020!

domingo, 17 de noviembre de 2019

Road Trip por California


PINCELADAS DE NUESTRO ROAD TRIP POR LA COSTA OESTE DE EEUU

Un viaje a 10.000 kilómetros de casa. Primer viaje en familia con la peluda de Leia. Nuestro primer Road Trip. 3.000 km. 10 lugares para no olvidar. Una cultura conocida, pero que no deja de sorprender por las gigantescas magnitudes de todo aquello. 

En líneas generales ha sido un viaje emocionante, lleno de aventuras, de sitios que hemos descubierto carreteras, de idiomas conocidos, de reencuentros, y de caminar. Como dice Carlos: “Somos unos viajeros raros, hacemos todo lo que no hacen el resto” y es que callejear, ir a supermercados y sentirnos como si viviéramos en el lugar forma parte de nuestra forma de viajar. Ni mejor, ni peor, porque intentamos alejarnos de las masificaciones, pero a la vez queremos visitar los monumentos más conocidos del sitio tanto hace que seamos viajeros callejeros que vamos por carreteras secundarias hasta llegar al destino.

Empezamos la aventura en Los Ángeles ciudad conocida hasta la saciedad por películas, por Hollywood y por ser la meca del cine. Una ciudad que es casi imposible moverse sin vehículo propio, a pesar de que hay metro, buses y taxis, pero te da mucha más independencia el tener tu propio coche hasta para ir al Mc Donald’s. Sin duda, es una ciudad que no nos impresionó, por mucho que los Oscars, las series y la industria cinematográfica se encargue de hacerlo. Los atascos están a la orden del día, y puedes tardar más de dos horas si te toca estar en hora punta en la carretera, así que no queda otra que paciencia.   A pesar de mis palabras, visitamos como turistas que éramos, el paseo de la fama, leyendo cada nombre que aparecía escrito con su estrellita en el suelo, nos hicimos las pertinentes fotos. Fuimos a varias localizaciones para ver cada vez más de cerca el cartel de las famosas letras de Hollywood, sin embargo yo en ninguna ocasión pude apreciarlas, es lo que tiene no ver. Caminamos y caminamos hasta llegar a una de las zonas más pijas de la ciudad como es Beverly Hills y Rodeo Drive. Visitamos sus playas , como Santa Mónica: paseando por su muelle, viendo las casetas de los vigilantes de la playa y escuchando  el griterío de la gente que estaba subida en el parque de atracciones que hay justo ahí.  No nos podemos quejar del tiempo, para nosotros veraniego, que tuvimos.  

Carlos mirando las letras de Hollywood

Después de 4 noches por Los Ángeles fuimos a Morro Bay  pasando primero por  Santa Barbara y por un pueblo danés como Solvang: un pueblo que llama la atención por sus casitas, por su cultura y por todo lo relacionado con Dinamarca en California. El calor apretaba tanto en algunas horas del día que era complicado caminar por las aceras, no tan solo por nosotros, si no porque la peluda de Leia lo pasaba francamente mal, así que era el momento de refugiarnos en alguna cafetería o intentar buscar sombras, para solventar ese calor asfixiante.

Pili y Leia en Solvang


De Morro Bay  cogimos carretera hasta Monterey por la famosa carretera del Big Sur, una carretera que va por la costa, viendo el mar y pasando por acantilados.  

De Monterey pasamos por Carmel by the sea:  un pueblo costero, en el que el actor Clint Eastwook había sido alcalde hace años, pero de quien no vimos ni rastro, pero donde la peluda se pudo dar un remojón en la costa del pacífico, su primer baño por ahí.  

Y llegamos a otra ciudad que, aunque no hubiéramos estado nunca, era como sí  hubiéramos estado antes, y para más pistas: tiene un puente rojo  que se ve desde todas partes, cuestas impresionantes, tranvías, una cárcel en desuso  de la que han hecho películas y uno de los barrios chinos más grandes fuera de China.  Supongo que habéis averiguado que es San Francisco.  Esta urbe nos gustó mucho más que Los Ángeles, primero por la buena ubicación del hotel que nos permitía ir caminando a casi todas partes, porque nos dio la sensación de ser más segura, porque el ambiente era diferente, y es que a pesar del cambio de temperatura considerable, en el que el frío era notable, nada que una buena chaqueta lo pudiera solucionar, o si no en cuanto te ponías a subir una de las cuestas, y ya no digo si es la de la calle Lombart Street, entrabas en calor enseguida. Además me pareció una ciudad moderna, cosmopolita y pet friendly, porque tuvimos la oportunidad de soltar a Leia en un parque, con perros y dueños muy educados, y en una playa que solamente había perros valientes bañándose en aguas heladas.

Leia y al fondo el Golden Gate


Después de visitar la ciudad de San Francisco, abandonamos la tecnología, la modernidad, y la gran urbe por pueblecitos, pasando por  Sausalito hasta llegar a Mariposa  un pueblo que ya empezaba a parecer del antiguo oeste, y es que había tiendas en las que vendían pistolas, sitios para disparar e incluso vimos a un Sheriff, me dio la sensación que en ese pueblo se conocían todos.  

Para adentrarnos en plena naturaleza se merece un buen madrugón y eso es lo que hicimos al día siguiente visitando: Yosemite, uno de los parques nacionales más populares tanto por turistas extranjeros como del país, ya sea por su extensión, por sus paisajes, por su naturaleza, por sus osos y por sus montañas dignas para escaladores.   

Hicimos parada en Fresno, un lugar que no tuvimos casi oportunidad de visitar, porque era para hacer noche. Esa parada nos sirvió para tener más cerca  Secuaoya park, un parque nacional repleto de secuoyas, árboles gigantescos, imposible de abrazar. Mucho menos masificado que Yosemite, pero que creemos que tiene que ser otro de los imprescindibles, no solamente por las secuoyas impresionantes como General Sherman, sino que pasear por bosques encantados, eligiendo rutas y estando atentos a que no apareciera ningún oso tiene su emoción.

Pili, Carlos y Leia, al fondo el arbol General Sherman


Bakersfield fue nuestra parada para descansar y reponer fuerzas después de caminatas por la naturaleza del parque. Parecía que habíamos abandonado la costa para adentrarnos en el desierto, y eso que habíamos descartado ir hasta Nevada por distancia y por no pasar por desiertos que arden y que sabíamos que leía no lo pasaría bien. Así que, aunque digan que no te puedes ir de la Costa Oeste sin visitar El Valle de la muerte, el Gran Cañón o Las Vegas, lo dejamos para otra ocasión. 

Sin embargo fuimos hasta un pueblo fantasma como Calico, uno de esos pueblos que cuando la época de la fiebre del Oro estaba lleno de vida, pero que con el paso del tiempo se ha quedado como una atracción turística, para que la gente sepa que allí había personas viviendo, con escuela, minas, tiendas, tren y casas, pero por arte de magia no queda ni rastro de aquellas personas que habitaban el lugar.  En Calico pasamos mucho calor y es que estaba cerca del desierto del Mojave.

Abandonamos las montañas y el clima árido para volver a la costa y el pueblo escogido fue San Clemente  un encantador pueblecito costero, con ambiente surfero y pesquero que nos encantó. 

Al día siguiente visitamos  San Diego, una ciudad pequeñita, pero que es necesario moverse en coche a todas partes, pero con unas playas impresionantes, donde los leones marinos volvían a hacer acto de presencia, y donde había una playa solamente para perros, siendo toda la playa para ellos, corriendo a sus anchas.Después de unos cuantos días por ahí tocaba volver al lugar de origen Los Ángeles para rematar el círculo del road trip.

Leia en dog beach


Todos los lugares en los que hemos estado tienen algo en común, si os fijáis en los nombres  veréis que son latinos, y es que hubo muchos españoles que llegaron al oeste de California donde  fundaron misiones, y de ahí radica su nombre, pero a medida que vaya  haciendo post más específicos sobre cada región que hemos visitado, ya os contaré  el origen, porque es muy interesante. De hecho, como otro punto a destacar es la gastronomía, y es que por mucho que penséis que en Estados Unidos lo que más íbamos a comer eran hamburguesas, nada más lejos de la realidad, creo que nunca habíamos comido tantos  manjares mejicanos, riquísimos y preparados por mejicanos, casi como si estuviéramos en Méjico. Y es que estábamos al lado y es normal que  una cultura como la mejicana que estuvo viviendo en esa zona hasta 1868  (California pertenecía a Méjico) y por su cercanía con el país vecino adquiera rasgos del país vecino. Además de la gran cantidad de latino que hemos visto por ahí que han hecho que no existiera barrera.

Un viaje en el que nos hemos parado, pero que hemos disfrutado los tres. Y, a pesar de que este post es un aperitivo, me gustaría ir desgranando qué vimos en cada lugar, para que os hagáis un poquito la idea. Además os puede servir si queréis realizar un viaje similar, porque cada uno tiene el suyo con sus anécdotas y sus vivencias, pero seguro que para anotar sitios  os puede venir bien.  Así que, os voy contando.  




martes, 16 de julio de 2019

6 meses con Leia



6 meses conociendo a la princesa

Como siempre digo el tiempo pasa volando, y ya hace seis meses que conozco  a mi princesa Leia. Recuerdo ese día, en el que me la presentaron, como si fuera ayer, y es que tampoco hace tanto tiempo… cuando mi instructor Kevin, Tamara la traductora llamaron a mi puerta de la habitación y entraron acompañados de una preciosa, pequeña y negrita peluda llamada Leia. 
Me encantó saber que el nombre era fácil, aunque a pesar de que sea corto y que se llame como una de las protagonistas de la mítica película de La Guerra de las Galaxias, he  encontrado que aún hay gente que  no se queda  con el nombre. He escuchado que  le llaman: “Laia”, “Alella”, entre otros nombres, a pesar de que es un nombre fácil. Pero yo no me salvo, no sé cuántas veces al día le llego a llamar Kenzie, pero es la costumbre han sido diez años yendo a todas partes con Kenzie y ahora cuesta cambiar el chip. Además en casa es un cachondeo, porque cuando llamo a una viene la otra, así  que ellas tampoco me lo ponen fácil, suerte que es fácil distinguirlas, primero por el tamaño, por el tacto, por el color y por el ritmo a la hora de acudir. 
Sin embargo, aunque Leia sea un nombre corto, bonito y fácil, parece que la joven peluda haya sido bautizada con otro alias, ya  que cuando digo: “Princess” acude con más rapidez y reacciona más al sobrenombre de Princesa que a Leia. Así que como nos  estamos conociendo y a veces, es más “Lazy” (perezosa) que otra cosa, pues no viene a la primera y me da tiempo de ir probando con Leia, princess, a ver a qué nombre acude, pero parece que hasta que no le digo “come here” (ven aquí() no viene, y a pesar de ello viene, pero como a regañadientes, como diciendo, para qué me haces levantarme con lo a gusto que estaba  dando yo la siesta. 
Y, es que  aparte de estar dándome cuenta que a veces reacciona más a “Princess” más que a “Leia”.  También sé que es una perezosa de mucho cuidado. Y es que uno de sus placeres es dormir, no se cansa, hasta algunas personas me llegan a preguntar si luego por la noche duerme sin problemas, y la verdad es que sí.  Incluso, no desaprovecha la oportunidad de tumbarse siempre que puede, por ejemplo: tenemos que esperar a que llegue el ascensor, y puede que llegue en un par de segundos o veinte, nunca se sabe, pero ella por si hay que esperar mucho, prefiere esperar tumbada, para no gastar energía. 
Otra de las curiosidades que me está regalando conocer a la peluda, es que cuando se tumba no se hace una bolita, y eso que ella es  una manchita negra, de lo pequeña que llega a ser, pero cuando se tumba y no está durmiendo se llega a estirar tanto, que llego a temer que le pisen, y a ella le da igual. Se convierte en un chicle estirándose lo máximo posible, como  diciendo: “mirad, mirad, lo flexible que llego a ser, y eso que no voy a clases de yoga”. Pero cuando duerme sí que es una bolita pequeñita, se enrosca y parece un gatito.  Y, hablando de un lindo gatito, creo que Leia tiene complejo de gato, y no solo porque se enrosque y lo parezca, sino que es muy silenciosa, parece que no esté, llegando  a ser una ninja, sino que  le encanta subirse en las piernas y que le acaricies. Esto ya me lo había hecho en la escuela en Rochester cuando estaba yo sentada en el suelo a su lado, enseguida que veía unas piernas, allá que iba para subirse y estar más cómoda, pero mi sorpresa fue ver  que estando en Barcelona y estando yo en una silla o en el sofá venía, se acercaba, te abraza como si fuera un niño y enseguida salta con las patas traseras, para colocarse encima de ti, y cómo le voy a decir que eso no se puede  hacer, cuando se me cae la baba cada vez que lo hace, es como un lindo gatito que quiere mimos y no puedo decirle que no. Me cuesta mucho que baje, porque aunque le diga que se baje, ya que me tengo que levantar o lo que sea, ella se hace la remolona, se hace la dormida y no hace caso, y si lo hace, lo hace muy poco a poco, como con mucha pereza y haciéndose la remolona.
En cuanto a su tono de voz, no puedo decir nada, porque haciendo referencia su estilo ninja, no se le escucha ladrar, ningún día en estos seis meses la he escuchado, y no es que sea muda, porque a veces durmiendo sí que soñando ha empezado a dar pequeños ladridos, pero casi imperceptibles, soniditos de esos que hacen cuando dan sus siestas, como si fueran balbuceos.
Me sorprende lo buena que llega a ser, por ejemplo, el otro día mientras tendía la ropa, se me cayó una pinza, y mientras la buscaba por el suelo, ella vino y me la dio con su boca, así que es una asistenta de primera.  Son detalles que tengo que agradecer al educador, ya que  ya escribió en el diario que me redactó que podía recoger lo que hubiera en el suelo mientras se lo pidiera. 
Y, ahora vamos al tema de guiar. He notado diferencia entre Kenzie y ella, ya que ésta no es tan basurillas, seguramente al ser labrador retriever también lo sea, pero disimula mejor, no se tira de cabeza a por algo, a Leia le gusta más olisquear sin cesar.  Además al pesar  mucho menos que Kenzie voy más ligera y las correcciones son más sutiles, primero porque no hacen tanta falta y segundo porque no pesa nada.  Siempre ha guiado muy bien no se suele despistar con facilidad, pero de un tiempo a esta parte, parece que se está volviendo un poco rebelde, así que tendré que trabajar la disciplina, para que no pierda la concentración. Suele ser muy obediente, pero es cierto que cuando pasa algún perro se distrae, algunas veces no es culpa ssuya, sino del dueño del perro que lo lleva suelto y hace que Leia se distraiga. 
Pili y Leia en la montaña mirándose

Yo intento confiar al máximo en ella, y eso conlleva que a veces no sé si me guía bien o no, es decir: puede que yo le diga que vaya recto, pero a veces la línea recta veo como se va deformando y nos vamos más para la izquierda, y entonces no sé si esa línea ya no es recta, porque ella me está esquivando algo o porque está rebelde y no me hace caso. Últimamente es porque está un poco desconcentrada y sé que lo hace para despistarme, pero cuando sucede esos hacemos un tiempo muerto, nos recolocamos, recalculamos ruta y volvemos. En parte es normal que no guíe al 100% porque se está adaptando a una nueva ciudad, nuevos hábitos, me está conociendo y no es una máquina, así que tendrá sus días: unos días mejor y otros no tanto.  Pero me encanta ver con qué ganas se pone el arnés, y es que cuando se lo acerco, ella se aproxima y baja la cabeza como si le estuviera poniendo una medalla, y entonces quisiera dar lo mejor de sí, para complacerme.  Ahora a la jubilada de Kenzie si por un casual le acerco el arnés, retira la cabeza, como diciendo: “¿Qué haces?” y es que ella ya sabe que lo de guiar pasó a un segundo plano, de hecho hasta se deja guiar  por la nueva peluda. Y es que en alguna ocasión que he tenido que ir con las dos, Leia nos  ha guiado como una campeona a las dos: la princesa delante, yo agarrada al arnés y Kenzie con la correa detrás, la verdad es que es un show, pero ni la jubilada intenta adelantar, ni Leia se molesta por guiarnos- creo que más bien se siente orgullosa de poder ayudarnos-.
En general, este semestre está siendo muy óptimo. Nos vamos conociendo un poco más cada día, ella va sabiendo de mi falta de puntualidad y cómo tenemos que ir más rápido para llegar a tiempo a los sitios. Vamos creando vínculo (ganando confianza una en la otra) algo básico para que todo funcione y gracias a su llegada no solamente mis rutas están volviendo a tener sentido, sino que la jubilada está rejuveneciendo haciendo fiestas cada vez que ve a la jovencita, jugando todo lo que antes  no jugaba.
Así que estoy muy contenta con la llegada de la Princesa Leia es la fuerza que me acompaña a todas partes.


Pili y Leia mirando a cámra


lunes, 8 de julio de 2019

Travelling with guide dog

                                         

                   TRAVELLING WITH GUIDE DOG  


Hace un par de semanas creé un nuevo grupo en Facebook y hoy vengo a presentarlo el grupo se llama: Travelling with guide dog, es un grupo, para usuarios de perros guía, viajeros  y para  todos en general. La idea es que no solamente interactúen en la plataforma usuarios de perros guía, sino que todos lo  hagan. Principalmente lo he creado por la falta de información que se encuentra en la red cuando vas a viajar con perro guía, porque aunque sean perros de servicio, cada país es un mundo y cada uno tiene sus leyes, así que a través de esta comunidad y a raíz de experiencias de otros usuarios podamos obtener más información. Además las personas que no tengan ninguna discapacidad puede que también nos puedan ayudar a través de su experiencia como viajeros, además de que todos aprendan la gran labor que realizan nuestros guías de cuatro patas y sepan lo importante que son para nosotros.



Lo he creado en inglés, para que sea más internacional y así pueda llegar a más personas. Además al ser un grupo de viajeros es más factible que el inglés sea la lengua predominante, porque en la comunidad hay personas de todas partes del mundo, y esas mismas nos pueden orientar con viajes que han realizado, o incluso  explicándonos cómo  es la ley en su país, cómo es la accesibilidad e incluso dándonos consejos y recomendándonos sitios imperdibles sobre su ciudad.

La idea general es crear un espacio en el que compartir experiencias sobre nuestros guías, anécdotas, viajes, recomendaciones y que todos aprendamos de todo y de todos. 

A pesar de que el grupo esté creado en inglés no es indispensable saber el idioma de Shakespeare, ya que  gracias a la traducción automática de Facebook, creo que todos podemos llegar a entendernos, o al menos esa es la idea. De todas maneras, intento hacer publicaciones en inglés con su respectiva traducción en  español, es una manera para practicar el inglés y de que todos puedan sentirse cómodos y participar.

De momento llevamos poquito, pero estoy muy ilusionada con esta creación, porque creo que puede ser beneficioso para todos: un lugar en el que todo el mundo es bienvenido. Tanto para ver que las personas con discapacidad visual podemos viajar, a veces con más dificultades, otras con ayuda, y en pocas palabras de otra manera, pero nos gusta viajar y descubrir mundo.  Y, los usuarios de perros guía queremos hacerlo con nuestra mitad, quienes nos ayudan, nos apoyan y nos guían. Además de ser nuestra otra mitad, de quererles como a nadie, también son una herramienta de movilidad para nosotros, aunque entendemos que hay lugares que mejor no llevarlos, porque también miramos sobre todo por su bien. Si llevamos un perro guía no es por capricho es por la autonomía, la libertad y la seguridad que nos regalan cada día. 



Así que quien quiera unirse al grupo y recomendar lugares accesibles, sitios para que nuestros perros puedan correr a sus anchas sin peligro, contar sus últimas vacaciones, las futuras o dificultades con las que se ha encontrado, estáis más que bienvenidos. Además, agradecería que compartierais el grupo, para que pueda crecer más y así tengamos más participantes.  

Este es el link del grupo:



miércoles, 8 de mayo de 2019

Instagram para todos


 INSTAGRAM MÁS ACCESIBLE


Hace un año escribía en el blog sobre Instagram y la accesibilidad, en este post contaba las dificultades con las que nos encontrábamos las personas con una discapacidad visual. Sin embargo, a pesar de lo complicado que lo podíamos tener no quería perder la oportunidad de utilizarla, a pesar de que tuviera que, en ocasiones, necesitar ayuda y en otras que me costase interactuar por no saber qué imágenes compartían las personas que seguía. 


Desde hace unos meses, las personas ciegas o con dificultades visuales, estamos de enhorabuena: ya que esta red social, en la que las fotografías son las protagonistas, parece que no hicieron oídos sordos a nuestras quejas y se han puesto las pilas con la accesibilidad. Ahora ya se puede decir que sí que es una red para todos. 
Ahora falta concienciar a las usuarios de esta red social, pero todo se andará, al menos la aplicación ya ha dado el gran paso.  Ahora Instagram permite describir las imágenes con un texto alternativo. Os contaré cómo se hace, porque puede que muchos de vosotros no lo hagáis por puro desconocimiento, así que vamos a ello:
Cuando se elige una imagen y se sube, después tienes opción de dejar un pequeño escrito (sí, en ese lugar en el que mencionas y pones etiquetas con la almohadilla), después hay varias opciones para compartir en diferentes redes sociales  como Facebook o Twitter, a parte de poner el lugar en el que se tomó la foto, pues debajo de todas osas opciones verás: Configuración Avanzada.  
En Configuración Avanzada verás  abajo del todo  Accesibilidad y debajo Escribir texto alternativo. Si clicas podrás hacer una mini descripción que no interferirá para nada en la imagen, puede que ni la veas (yo no la veo), pero actuará de tal manera que nuestro lecto de pantalla nos dirá lo que hayas escrito, así podremos saber qué has compartido. Intentaré colgar un vídeo, para que sepáis cómo se hace y cómo nos lo lee. La verdad es que es algo que no cuesta nada, porque no tienes que pasarte cinco minutos escribiendo, solamente con una mini frase, ya nos puede servir para hacernos una idea.  
A mí me va muy bien, siempre y cuando esté escrito el texto alternativo, porque en ocasiones, como ya conté, aunque tenga resto visual no logro distinguir qué aparece en la imagen, ya que no se pueden ampliar las fotografías que se cuelgan. Así que todo lo que sea sumar, bienvenido sea. A veces intento leer el texto, pero no me resuelve qué  hay en la imagen, por tanto una descripción es una suma al texto escrito. Si viera no tendría esa dificultad, pero como no veo las imágenes, necesito una pequeña una descripción.

Así que las personas que suben fotos por subir, sin poner descripción, ni texto, ni nada de nada, es como si pasase por una fotografía en negro. Sé que esa persona ha colgado una imagen, pero no sé el qué, ni por qué, ni si es foto o texto. Así que, ya se sube algo al menos que tenga algo de contenido, no solamente visual, para que sea algo interactivo para todos.

Además del gran paso que ha dado la app con la descripción de imágenes, además ahora ya puedo escribir tanto texto como descripciones sin el peligro de equivocarme o contar con la ayuda de unos ojos, ya que mi lector de pantalla (en mi caso Voice Over en el móvil) me va cantando lo que escribo, sabiendo que sí que estoy escribiendo, no tecleando por teclear, y además sé si me ha ido un dedo, porque me va cantando lo que voy escribiendo.   

De igual modo que realicé el post para comentar la inaccesibilidad de Instagram, ahora quiero que conste que han mejorado, que han pensado en nosotros y que ahora solamente falta que muchos de los usuarios permitan que la accesibilidad de Instagram sea patente. Así que, si hace un año contaba los malabares que tenía que hacer cada vez que abría la aplicación, ahora quiero felicitar a Instagram por pensar en las personas con dificultades visuales, visibilizándonos y facilitándonos el uso.   

Ahora, además de Kenzie tengo otra modelo para Instagram, y no es otra que  nuestro nuevo miembro de la familia,  mi princesa Leia. Ella al ser mi guía siempre va conmigo, y es normal que salga en más de una foto. Así que, aparte de subir fotos de viajes, es más que apetecible fotografiar a mis dos peludas. 

Así que, ya sabéis a describir lo que subís, y si además de eso queréis seguirme en Instagram, puedes hacerlo en @lamaletadePili 

Nos seguimos!  

Aquí os dejo el vídeo  explicativo, para saber cómo hacer accesibles las imágenes que subís a Instagram.  


 

 

 

sábado, 20 de abril de 2019

Canciones para el mes de abril


10 canciones para el mes de Abril

Hoy estamos a 20 de abril y,  como a muchos de vosotros, me ha venido a la cabeza  la popular canción de Celtas Cortos 20 de abril  y es que hay canciones que forman parte de la memoria de cada uno de nosotros. El hecho de que por la radio no hayan cesado de ponerla también ha contribuido en gran medida a que supiera en qué día estábamos, porque al ser  sábado y estar de pleno en semana santa, pues como que realmente ni había caído. 
Por otro lado,  me ha dado por pensar en todo lo que nos regala el mes de abril, y es que este mes está lleno de inspiración, debe ser la primavera que alimenta a los artistas, y es que este mes tiene muchas bandas sonoras, y para muestra un botón, aquí os dejo  con diez canciones que llevan el nombre de este mes: 

1- Abril de Antonio Flores

       
2- Sometimes it snows in April  de Prince


3- Restos de Abril de Camila


4- Quién me ha robado el mes de Abril  de Joaquín Sabina


5- April in Paris de Ella Fitzegarld y Louis Amstrong


6- Aquel Abril de Alex Ubago


7- Era en Abril de Alberto Baglietto y Ana Belén


8- In April de Jhonny Flynn


9- April come She will de Simon & Garfunkel



10- 20 de abril de Celtas Cortos


Después de este Top 10 del mes de abril, espero que me digáis si las conocíais, si tenéis alguna preferida, si conocéis otra mas para añadir al listado del mes. Y si entre esta lista no está vuestra favorita, ya me dejaréis saber qué canción está marcando vuestra banda sonora de este mes.  Sigamos con la música a todas partes! 

lunes, 1 de abril de 2019

Rochester 10 años después




Leader dogs for the Blind 10 años después 

Similitudes y diferencias 


Este mes de marzo se han cumplido diez años de aquella primera vez que fui a Leader Dog for theBlind. Sí, hace diez años que conozco a Kenzie, mi primera perra guía, y casi tres meses que conozco a Leia, mi segunda perra guía. Ellas son como la noche y el día, y no lo digo tan solo por el color, si no porque son muy diferentes. Son el yin y el yang: dos energías opuestas que forman el equilibrio. Y, es que me encanta ver la energía que aún desprende Kenzie, y sobre todo desde la llegada de la jovencita princesa, parece que aún tenga más vitalidad. En cuanto a Leia me sorprende lo mucho que le gusta dormir, creo que es una pasión, duerme y duerme y sigue teniendo sueño por la noche, pero sé que está contenta, porque siempre que le agrada algo mueve la cola sin cesar.

A pesar de las diferencias que haya entre ellas, son la combinación perfecta. Pero, esa no ha sido la única diferencia que he encontrado y es que diez años dan para mucho.
Empezando por…  

La época del año
Aquella primera vez que fui a Rochester fui el 7 de marzo del 2009, y no pase tanto frío como en esta ocasión. Aunque cabe decir, que mis manos se resintieron, a pesar de que llevaba guantes y algunas grietas me salieron. En cambio en esta ocasión, iba mejor preparada con crema de manos y guantes de más calidad y mis manos han aguantado el gélido clima. Cabe decir que esta vez las temperaturas han superado récords en el estado de Michigan, aquella vez hubo un poquito de todo: calor, frío y hasta algún día algo de nieve, pero nada comparado a lo que he vivido este año.  

Captura de pantalla de temperatura de -21º


Situación personal
En aquel 2009 era una estudiante de universidad a punto de acabar la carrera de filología. El año anterior había estado de ERASMUS en Florencia y ahora vivía otra experiencia totalmente diferente, pero igual de enriquecedora, con la que ganaría autonomía, libertad y seguridad. Este 2019 las cosas eran más complicadas, porque estoy trabajando, y aunque todos mis compañeros y responsables lo han entendido a la perfección, no es lo mismo estar estudiando que tener que pedir un permiso para faltar unos cuantos días.  
La primera vez, yo nunca había tenido perro, y ahora me encontraba con la experiencia de tener una. Así que en esta ocasión, no me fui de casa de mis padres, si no que dejé a Kenzie y a mi marido en casa, expectantes ante mi estancia en Rochester y  con ganas de saber con quién vendría.   

Compañeros
Cuando se viaja a Rochester, Michigan, no vas por tu cuenta. FOPG (Fundación ONCE del Perro Guía) tiene un acuerdo, para que algunos futuros usuarios de perro guía puedan viajar a esa prestigiosa escuela de Estados Unidos. Normalmente viajamos 6 personas de diferentes puntos de España junto con un intérprete, para hacernos las cosas más fáciles. 
En 2009 éramos 6 personas, pero conocí a dos el día antes de volar a EEUU en la escuela de Boadilla del Monte. José Enrique de Cataluña y Javi de Andalucía llegaron el día antes a ala escuela en tren igual que habia hecho yo. El resto de compañeros junto a la intérprete los conocí  al día siguiente (el día de volar), con María la intérprete fuimos desde Boadilla hasta el aeropuerto. Alberto, Livia y Enhamed, que eran el resto de compañeros estaban esperándonos con sus maletas en el aeropuerto. Resulta que al ser de Madrid o vivir cerca les habían dado la posibilidad de que  fueran por sus propios medios sin que pasasen por la escuela.

En esta ocasión (2019), a pesar de que uno de los compañeros vive en Madrid, no le dieron esa posibilidad y tuvimos que  estar todos en Boadilla del Monte el día antes de volar. Incluso a él no le dejaron ir directamente a la escuela, sino que tuvo que quedar como el resto en la estación de tren de Atocha. Éramos también 6 personas, pero con dos traductoras. Todos de diferentes lugares de España, de diferentes edades, pero con un mismo objetivo: ir en busca de un perro guía. El hecho de que estuviéramos todo el día juntos antes de emprender el vuelo, sirvió para conocernos un poquito más e incluso crear un grupo de Whatsapp, en el que estaríamos todos conectados.
Sin embargo, a pesar de viajar el mismo número de futuros usuarios de perro guía, la diferencia fue notable cuando al llevar un día en Rochester nos separaron. Pilar, Ruben y Juan formarían un grupo junto a Teresa, la traductora, y Ashley, la instructora. Esther, José, Tamara, la intérprete, Kenvin, el instructor, y yo formaríamos otro grupo diferente. Nos sentaríamos en mesas diferentes a la hora de desayunar, comer y cenar. Tendríamos actividades, horarios  y ritmos diferentes. Así que, a pesar de viajar juntos, fue como si fuéramos estudiantes en diferentes clases. Suerte del park-time y los ratos libres, para poder ponernos al día.   



Grupo 2009
Clase 2019














Instructor
Casualidades de la vida hizo que volviera a coincidir con el mismo instructor que tuve hace diez años. Sí, Kevin Irke, el mismo instructor que me dio pautas y me entregó a Kenzie, estaba ahí una década después, para volverme a entregar otro regalo de la vida, para compartir: desayunos, charlas, clases, consejos y ser un gran apoyo.
Esta vez ha sido tan buen instructor como la otra vez, teniendo la paciencia que se requiere, sin perder los nervios, con sentido del humor y llevando música incorporada (siempre animado y cantando). Sin embargo, he notado la gran diferencia de que las clases fueran más dinámicas, al ser un grupo más reducido las esperas entre práctica y práctica no eran tan largas. Además de dejarnos, como en la primera vez, hacer parejas y entrenar con otro usuario.
Además, había momentos de tiempo individual con el instructor y traductora, para comentar asuntos que se tenían que mejorar y marcar objetivos individuales. Eso me ha gustado mucho, porque servían de mucho esas clases, ya que eran personalizadas y te daba consejos a tu medida y podías decir qué te preocupaba o qué creías que debías mejorar. En 2009 todas las clases eran en grupo y a veces no daba tiempo para mucho. Por supuesto, si creías que tenías que comentarle algo siempre estaban a tu disposición, pero no es lo mismo.
De hecho, diez años atrás, si no recuerdo mal los instructores se quedaban a dormir en la escuela, ahora ya no lo hacen. Por tanto, durante la cena y a no estaban, al no ser que les tocase guardia.
Aquella primera vez, no sé si por ser novata, pero casi siempre estaba en tensión, me sentía observada y sabía que cualquier cosa que hiciera mal estaría cuestionada. Durante las comidas, me sentaba al lado de Kevin y si Kenzie se ponía de pie o sentada, enseguida me decía que tenía estar tumbada en el comedor. Esta vez el azar ha hecho que también estuviera sentada a su lado, pero Leia que es mucho más dormilona no se levantó ninguna vez.
Antes los instructores eran mucho más severos, nos controlaban más e incluso las directrices a la hora de marcar a los perros eran más fuertes. Es decir, se hacían muchas más correcciones con la correa, un tirón rápido, seco y fuerte, era suficiente, para que el perro dejase de tirar, de coger algo o soltase lo que había cogido. Actualmente las técnicas han cambiado y el refuerzo positivo está a la orden del día. Se premia mucho más a los canes. Y a la hora de corregir existe el tiempo muerto, que yo desconocía, y es bastante útil, te paras hasta que el perro se tranquiliza y sigues por tu camino. Si sigue queriendo ser rebelde, vuelves a repetir la jugada. Y por último, siempre está el recurso del tirón, que nos les hace daño, a pesar de que nos pensemos que sí. Es necesario saber corregirlos, ya sea con una técnica u otra, ya que son perros adolescentes que nos acaban de conocer y nos van a poner a prueba, para conseguir sus objetivos. Los instructores nos dan recursos, para que sepamos defendernos en la vida real, ya que ellos no van a estar después a nuestro lado, para solventarnos los problemas que nos encontremos.

Traductoras
Ahora la FOPG tiene un convenio de colaboración con Cruz Roja y vienen voluntarios a hacer de traductores. La primera vez este acuerdo no estaba en marcha y contrataban a traductores profesionales, para que vinieran con nosotros. En aquella ocasión fue María quien viajó con nosotros. Una intérprete de Madrid con seis personas ciegas o con dificultades visuales que viajaban a por su primer perro guía. Para ella no era la primera vez había estado en Rochester más veces y sabía de qué iba. A ella le encantaba poder ayudarnos, traducirnos todo y hacernos muchas fotografías. Recuerdo que después de las rutas, en algunas siguiéndonos con bici, acababa súper cansada. Ahora que nos hemos vuelto a ver antes de que iniciase la aventura me decía que le encantaba y que volvería a repetir si su situación se lo permitiese, pero guarda muy buenos recuerdos y nosotros de ella, porque fue un gran apoyo.

Ahora han venido con nosotros dos voluntarias de Cruz Roja, dos personas fabulosas, que de forma voluntaria se han embarcado en la aventura de acompañarnos en una de las experiencias que no olvidaremos fácilmente. Teresa pidió una excedencia en su trabajo como profesora de inglés, para acompañarnos. Y, Tamara es una apasionada de la escuela y ya era su tercera vez que repetía  y encantada de repetir las veces que haga falta, porque siempre está dispuesta a ayudar.  Ha sido un placer conocerlas, no solamente han estado para ser nuestra voz y ser nuestros oídos. Sin ellas las clases no hubieran sido lo mismo, porque tienes que tener muy claras las indicaciones que marcan los instructores. También han estado en los ratos libres siendo un gran apoyo siempre.
Además, en mi caso, Tamara, fue testigo de la entrega de Leia en mi habitación y esas cosas no se olvidan, como los días que me estuvo leyendo el diario del educador de Leia o el día que con toda la paciencia del mundo estuvo intentando descifrar mi letra, para pasar a limpio lo que había escrito al criador de Leia. Incluso una noche le volví loca buscando las llaves de mi habitación, casi nos volvimos locas  buscándolas por toda la escuela, fue nuestra propia Superbowl. 
Anécdotas que quedan en el recuerdo de una experiencia inolvidable.

Escuela
La escuela Leader Dogs for the Blind sigue estando donde siempre, sigue teniendo la misma forma de T. Sigue estando la sala del piano, aquella que yo recordaba como narcótica, porque siempre hacía calor y cuando nos reuníamos en el suelo de la moqueta alguno caía dormido, y si no éramos nosotros eran los perros. La sala del piano ha seguido siendo el punto de reunión, pero ahora ya no hay moqueta en el suelo, pero de todas maneras, para estar más cerca de Leia a veces acababa ahí. Ahora ya no está repleta de sofás, hay un par de mesas  con sillas, por tanto cabe más gente. El piano creo que es diferente, pero encima sigue habiendo fruta para coger siempre que quieras. Además de seguir estando las bolsas de plástico para el park, así que siempre que pasaba por ahí acababa cogiendo unas cuantas bolsas.. El comedor sigue estando enfrente de la sala del piano. 

El comedor sigue teniendo esas mesas redondas, donde en medio hay una parte redonda con comida que puedes girar,  al estilo de la ruleta de la fortuna. Muy práctico, a la hora de encontrar las cosas. Esta ruleta de la fortuna en mi grupo la bautizamos, gracias al salero de nuestra sevillana Esther, como: “la penca”. Así que cada vez que uno de nosotros girábamos para buscar algo decíamos: ¡giro la penca! Y así sabíamos que todo iba a estar de forma diferente cuando fuéramos a buscar algo. El hecho de que las mesas fueran redondas favorecía a que las conversaciones fueran más fluidas. Es cierto que este año, al ser solamente 5 en la mesa teníamos más espacio y más silencios. La primera vez no sé si porque se notaba más que éramos españoles, porque éramos más o por los nervios de la primera vez, pero cada dos por tres nos tenían que decir que bajásemos el tono, esta vez hemos sido muy formales, y parecía que los americanos fueran los españoles.  
Llegar al comedor, a pesar de las cantidades abundantes y de la diferencia horaria, era todo un placer. No hubo ni un día que se repitiera un plato, me debía haber apuntado los menús, para tener ideas. El personal siempre tan  atento y preguntándonos si queríamos repetir. Incluso había una mujer que me sonaba mucho de la vez anterior, y es que una persona como Reina es fácil de recordar. Los postres eran el plato estrella, pero es que todo estaba riquísimo y con gran abundancia, hambre ni una, ni otra vez pasé, porque con algunos kiilitos de más he venido ambas veces, pero merece la pena.  

Mesa del comedor con la famosa penca



Las habitaciones siguen estando como siempre, con la misma distribución. A mí me tocó la 25, la misma que le había tocado a Livia en aquel 2009, y a Pilar mi compañera asturiana de este año estaba en la habitación que me tocó la primera vez. Puerta con puerta. Las habitaciones son amplias y es una gozada abrir la puerta y ya salir a la gravilla del park time, sobre todo a las seis y media de la mañana.
Ahora los televisores que hay en las habitaciones son planas y muy modernas y accesibles, porque tiene un sistema Amazon, que puedes ir moviéndote por el menú, aunque no lo veas, ya que te lo va diciendo todo, para que puedas elegir qué ver. Además de tener una Alexa en cada habitación que servía tanto para despertarte como para poner música. 
La tecnología ha llegado y se nota que el tiempo ha pasado…antes ni Iphone, ni wi-fi, así que para hablar con nuestros familiares teníamos que comprar una tarjeta, en la que había un código y salían más baratas las llamadas desde el teléfono de la habitación, pero tenías unos minutos contratados. Y si no, estaba la opción de hacer un Skype desde el portátil,  aunque eso de portátil es un decir, ya que si te conectabas a Internet era a través de un cable de red. Ahora con el wi-fi, a pesar de que cada dos por tres, tenías que actualizar y darle a aceptar a la política de seguridad, podía hacer videollamadas a través de Whatsapp con el móvil y estar mucho más conectada con los míos, gracias a esa mensajería instantánea y a las facilidades que hoy día nos brida los avances tecnológicos.  

Rutas de entreno

Seguía estando el recorrido de prácticas en la escuela, aunque realmente no lo recordaba con exactitud, sí que me sonaba que daba a la sala del piano, pero sin más, solamente lo recordé  cuando me puse a practicarlo con Leia, pero tampoco recordaba hacia dónde tenía que ir…eran recuerdos efímeros de sonidos cercanos de la carretera y poco más.  
Sin embargo, recordaba a la perfección las salidas al DownTown de Rochester, en el que estaba el otro edificio de la escuela. Cada mañana después de desayunar teníamos que hacer fila, para ir a subirnos a un bus e ir hasta el centro de la ciudad, donde estaba el edificio, para realizar practicas por calles. Ahora me resultaba mucho más fácil los recorridos, porque cuando pudimos hacerlos, no te decían como hace diez años que tenías que hacer una P, o una L, sino que te decían que tenías que ir por hasta Oak y la tercera. Resultaba mucho más fácil, el nombre de las calles no había cambiado y seguían los nombres de árboles como: Waldnut, Pine, Oak y me traía muchos recuerdos. En esta ocasión  no me llegué a perder yendo por el cementerio, y es que no pudimos hacer tantos recorridos por las calles como nos hubiera gustado, pero la situación climatológica en ocasiones no lo permitía, ante todo la seguridad de nuestros perros y la nuestra. Así que tuvimos que hacer planes alternativos haciendo bastante entrenamiento en centros comerciales, la cual cosa también era buena, porque eran  pruebas de fuego para nuestros peludos entre tanta gente y distracciones. Pero sí que fuimos a un parque en el que había patos y había estado la primera vez, un centro comercial con un carrusel, la universidad, Detroit (subiendo en metro) y estando en esta ocasión- 2019- hasta en dos ocasiones. Lo que no pudimos hacer este año fu ir a hacer un picnic a uno de los lagos, y es que el tiempo no acompañaba para nada.  Creo que, a pesar de las situaciones adversas con la climatología, practicamos todo lo posible, sobre todo la obediencia. 

Calle Oak con la tercera


La rutina de la escuela
Una de las cosas que no ha cambiado es la disciplina y los horarios que debíamos cumplir, para llevar acabo las obligaciones con nuestros peludos. Eran madrugones bestiales, pero era una manera de aprovechar el día. Antes de las seis y media teníamos que haberles dado de comer y agua, a las seis y media era el primer  park time del día. Y, ahora una de las diferencias es que se le da de comer en dos veces, una a primera  hora de la mañana en cuanto nos despertábamos. Antes solamente le dábamos una vez de comer, recuerdo que era antes de la cena y teníamos que dejar al perr5o en la habitación atado con su cadena en su cama, mientras nosotros teníamos que salir con su puchero para llenarlo en la sala donde estaba la comida, una sala muy pequeña que estaba al lado de la lavandería. Ahora el pienso, estaba en la habitación, en el lavabo, y así era todo mucho más práctico,  teniendo en cuenta que le dábamos en dos veces de comer.
La última salida al park time era y sigue siendo a las ocho de la tarde. Pero esa marcación de horarios va bien en todos los sentidos, tanto para nosotros como para acostumbrar a los peludos a un horario y que sepan cuándo tienen que comer, y hacer sus necesidades.  

En definitiva
Una experiencia única, para volver y volver a repetir a pesar de los kilómetros de distancia. La barrera lingüística, gracias a las traductoras hace que no exista. Las instalaciones son perfectas, accesibles y con multitud de recursos. Las comidas son abundantes, y no solamente vendrás con algo de sobrepeso en la maleta, pero merece la pena, porque son manjares para el paladar.
Es una experiencia única, inolvidable, recordarás cada instante, porque no es un sitio, no son unas personas, es el momento, el momento en el que tu vida gracias a un peludo cambia. Gracias a todos aquellos que te rodean y componen esos momentos, en el que el protagonista es el peludo, sus hazañas, las rutas, las técnicas que aprendes gracias al instructor, y gracias a los compañeros que son testigos juntos a las traductoras de eos momentos únicos.

Una montaña rusa que comienza con incertidumbre, ilusión y nervios, y a medida que los días pasan esos loopings hacen que estés más emocionada por lo que vendrá, que las preocupaciones hagan acto de presencia y que te angustien pequeñas cosas. Sin embargo, lo compartirás todo y será un Gran Hermano, sin cámaras, pero vivido con la misma intensidad. Siendo tus compañeros tu familia y siendo un gran apoyo, con quienes puedes compartir dudas y problemas y en otras ocasiones echarte unas buenas risas, aunque fuese  porque sonasen  de fondo unos grillos, o pusiéramos sin querer a nuestra preciada Alexa, pero cualquier excusa es buena para que la risa no desfallezca.

    

sábado, 16 de febrero de 2019

Volviendo a casa con Leia



Hace una semana que Leia y yo llegamos a casa. Yo llegaba a mi casa con los míos, pero para ella todo y todos eran nuevos, solamente me tenía a mí como alguien conocido. Sin embargo, los míos ya sabían que no queríamos agobios, primero porque yo estaba más que muerta y porque Leia no los conocía. Así que el recibimiento, tal y como recomiendan, fue suave.

El viaje

Debíamos salir de Leader Dogs for the Blind, Rochester, el miércoles día 6 de febrero, sin embargo y para sorpresa de muchos, nos marchamos antes de la escuela. El martes por la tarde, en nuestra última clase antes de cenar (a las 17:30h) nuestro instructor, Kevin, nos comunicó que el pronóstico del tiempo para esa madrugada había empeorado, y para asegurar que pudiéramos llegar al aeropuerto, la organización había pensado que era mejor que esa misma noche nos fuéramos a un hotel en Detroit muy cerca del aeropuerto. Nos quedamos de piedra, no podíamos imaginar que eso era una despedida, una inminente adiós. Y yo sin la maleta sin hacer, suerte que el día anterior había hecho un simulacro y la tenía a medio hacer, pero no me lo podía creer. Ya sé que tampoco hubiera cambiado nada estar unas horas más en la escuela, pero sí que lo hubiera hecho, porque hubiéramos tenido tiempo de pasar una noche más todos juntos en la sala del piano, de hacer la maleta con calma y de despedirnos de una manera más calmada.  Sin embargo, hubiera seguido siendo un adiós de una experiencia que llegaba a su fin, de unas personas maravillosas que aunque tengo la esperanza de coincidir con ellas en otra ocasión ya no será en el mismo escenario, ni bajo las mismas circunstancias. No quería decir adiós tan pronto. Un sentimiento de tristeza, de agradecimiento y un montón de emociones se agolparon en mí. 
He vivido muchas despedidas a lo largo de mi vida, ciclos que terminan y otros que empiezan, incluso había estado ahí diez años atrás, pero no sé si estaba más sensiblona de lo habitual, pero no podía parar de llorar. Sé que hoy día gracias a las tecnologías nadie está lejos, y hace que las personas estén mucho más cerca que las que tienes al lado. No obstante, toda la lógica no estaba en mi mente, solamente pensaba en rematar el equipaje, que me cupiera todo, sin excederme de peso, y sobre todo al pensar que todo se acababa…se me hacía un mundo. Ahora era el momento de arrancar y volver al mundo real con Leia, de dejar atrás a mi instructor, mi súper Kevin, quien fue mi instructor hace una década cuando fui a buscar a Kenzie, y ahora no estaría para decirme qué tal posición no era correcta u otra sí, o que algo era: “Awesome!”.  Creo que dejar la escuela me hubiera costado igual si nos hubiéramos ido el miércoles, pero al menos ya te haces a la idea. Ahora todo eran prisas y miles de emociones en la montaña rusa, con el vértigo de no llegar a tiempo, de tener que decir adiós y subirnos a un autocar hacia Detroit.

La última cena

Con la maleta casi lista, llegó la hora de cenar. Pero, ¿quién podía cenar cuando tienes un nudo en el estómago? Yo soy de tener buen apetito, incluso el menú de aquella noche era espectacular: entrecot, patatas, espárragos, gambas y pastel de queso; pero no me entraba nada. Solamente podía beber y beber agua. Eso sí, lo probé y una vez más el menú era de diez. Las gambas se las dí a Kevin y en esta ocasión solamente pude repetir de agua.  

Plato de nuestra última cena

Despedida con mi instructor


Kevin ya nos había anunciado que antes de irnos le gustaría tener un minuto con nuestros peludos, tener la oportunidad de darles un abrazo, ya que habían sido muchos meses trabajando con ellos. Fue decirnos eso y crearnos otros nudo en la garganta. Pero, el nudo se desató en cuanto llamó a la puerta de la habitación, y es que ver a alguien tan gran como él tan emocionado, bueno, y para que nos vamos a engañar yo también lo estaba. Y es que él no solamente me ha dado a Leia, no solamente hemos compartido: desayunos, comidas y entrenamientos, sino que me ha regalado a los dos mejores regalos de mi vida: Kenzie y Leia. Él me las entregó y me dio pautas para seguir adelante con ellas. Casualidades de la vida hizo que volviéramos a coincidir por el camino de la vida y encima en una de las grandes experiencias como es que te den a una parte de ti, a esa parte que te hace ganar: seguridad, confianza y seguir adelante con autonomía. Así que después de que se despidiera de Leia, fue muy emocionante escucharle hablar con ella, me dio un abrazo y solamente pude decirle GRACIAS

Pasillo de la escuela
Hice un último recorrido acompañada de Esther, mi compañera de aventura, por el pasillo que unía el comedor a las habitaciones. No queríamos ir a la sala del piano, sabíamos que si llegábamos allí, estaríamos todos y el viaje empezaría tomar forma. Pero, no quedaba más  remedio que ir a nuestro punto de encuentro. Las maletas ya estaban en el autocar, así que poco a poco fuimos subiendo. Nos despedimos de todos los que estaban ahí en ese momento, sin embargo nos quedó personal de la escuela de quienes me hubiera gustado darles un gran abrazo y desearles lo mejor, así que desde la distancia les mando un fuerte abrazo a: Ana, Aurora, Reina, Astrid y a todos los que contribuyeron que nuestra estancia en la escuela fuera maravillosa.  

Sin embargo, no nos dejaron abandonados a nuestra suerte, íbamos acompañados de nuestros guías, de nuestras intérpretes y de dos instructoras (Katie y Ashley). Los estudiantes americanos también venían con nosotros, porque al día siguiente también tenían que coger un vuelo para regresar a sus casas. Así que mi “smoker friend” Nicky también  venía, así que aún no me tocaba decirle adiós.  

En el autocar

El viaje en el autocar fue triste, recordando las despedidas y gastamos muchos pañuelos. No sabíamos adónde nos llevaban, pero sabíamos que nos íbamos alejando de la escuela con todas las emociones a flor de piel. Me senté con Teresa una de las traductoras y le contagié mi emoción, y es que para ella también había sido toda una experiencia en todos los sentidos, me decía que había aprendido mucho de nosotros y a mí me emocionaba que alguien que de forma voluntaria se pida una excedencia en su trabajo, para darnos todo su tiempo y conocimiento es de admirar y agradecer. Ese tipo de gestos te hace pensar que aún existe la gente buena, que aún se puede confiar en ellas y que este mundo merece la pena.

En Detroit

Llegamos a un hotel, en el que aceptaban mascotas, así que a cada rato nos avisaban de “perro extraño”. Teníamos nuestras habitaciones con dos camas, pero estuvimos poco tiempo en ellas. Porque quisimos pasar la última noche reunidos en “nuestra improvisada sala del piano”. Todos los compañeros no vinieron, estarían cansados después de tantas emociones. Pero, mi grupo de trabajo: José, Esther y Tamara estaban al pie del cañón, junto con los americanos y Ashley, una de las instructoras. Pasamos un rato divertido hablando de todo y de nada, simplemente estando juntos e intentando hacer que el hipo de Esther le cesase, pero fue imposible.  Después de unas risas y de que volviera a hacer la pregunta del millón: “¿Le habéis encontrado el ombligo a vuestros perros?” nos fuimos a la cama. Antes de ir a mi habitación fui a hacer el último cigarro de la noche con Nicky, hacía frío pero aún no había empezado a caer la famosa lluvia helada, la culpable de nuestra ida repentina de la escuela.

Miércoles día 6

 Me desperté temprano, no había podido dormir bien. Cuando me levanté casi no sabía ni dónde estaba. Le dí la ración que me habían preparado para darle a Leia, y enseguida nos llamaron a la puerta, sabía que era la hora del parktime. Sin embargo, venían las dos instructoras y nos decían que les diéramos a los perros, las traductoras nos contaron que estaba todo tan helado que era peligroso que fuéramos nosotros. En unos minutos volví a tener a Leia conmigo y me notificaron que había hecho el 1 y el 2. Se dieron una gran paliza sacando a todos los perros y en un tiempo récord. Se nota que tienen experiencia con los peludos, pero estando el handicap del suelo resbaladizo tiene aún mayor mérito que sacasen a nuestros peludos a esa velocidad.

Después de desayunar un gran waffle con sirope de arce (riquísimo, pero muy pringoso) empezamos a traer las maletas al hall del hotel. Casi sin darnos cuenta estábamos todos en un autocar diferente al que habíamos venido, conducido por alguien del hotel o de alguna compañia, que nos transportaba a todos al aeropuerto.  Entonces empezó el show: trasladarnos a todos con nuestros guías a la terminal para facturar, alguien se quedó con las maletas para agilizar el traslado. Sin embargo, después tuvieron que hacer varios viajes para traerlas, se dieron un buen trajín Tamara y Katie. 

Afortunadamente todos pudimos facturar las maletas sin problemas y sin exceso de equipaje. Me hice la última foto con Nicky, porque sabía que el momento de decirnos adiós llegaba y quería un recuerdo de mi compañera de fumar. En muchas ocasiones coincidimos en la zona reservada de la escuela, el pabellón, para fumar, y en esos ratos es cuando nos contábamos sobre nuestras vidas, a pesar de mi inglés nos entendíamos. Justo después de pasar el control de seguridad, en el que me revisaron con algo las manos (yo creo que el sirope hizo de las suyas y me las quisieron limpiar bien) llegó el momento de despedirnos de Nicky, ella se iba a otra puerta de embarque, así que tocó decirle también a ella adiós. Ashley le acompañó. Nosotros nos asentamos cerca de nuestra puerta de embarque y cuando ya estaban abriendo para embarcar, unos minutos antes, apareció Ashley corriendo, ella también quería despedirse, sobre todo de su grupo de españoles (Rubén, Juan, Pilar y su intérprete Teresa y de sus peludos). Sin embargo, aunque no hubiéramos sido de su grupo, por supuesto también tuvo unas palabras para nosotros, y como ya había tenido bastantes adiós, preferí decirle: “Hasta mañana!” así era menos dura la despedida y porque quien sabe, quizás un mañana volvamos a coincidir.

Foto de grupo en el aeropuerto con bandera de EEUU de fondo

En el avión 

Aún me sigo con quien me pregunta si el perro viaja en cabina o en bodega, pero un perro guía no es un perro cualquiera. Los perros guías y de asistencia sí pueden viajar en cabina, están ejerciendo la función de acompañarnos. 
Cuando ví dónde me tocaba sentarme con la pequeña de Leia, pensé que no sería tan complicado. Sin embargo, sentarte en un asiento de avión de tres con otros compañeros con perro y además un poquito más grandes que Leia era todo un espectáculo nada agradable. No podíamos ponernos a nuestro antojo, porque el avión estaba a tope, estábamos en los últimos asientos. Y después de varios cambios tipo Tetris, y gracias a las ocurrencias de Tamara (la experiencia de más viajes con más peludos es un grado) supimos colocarnos, de forma intercalada. Yo viajaba con Juan y su peludo y en medio Teresa, así evitábamos a tres perros tan juntos y con tan poco espacio. Los otros compañeros estaban en asientos de dos, y otros dos con personas sin perro. Fuera como fuera logramos colocarnos y volar de Detroit a Atlanta (3 horitas).   

En Atlanta 

Estar en ese aeropuerto tantos años después de aquella visita con mi padre me traía muchos recuerdos. Seguro que aquella vez que estuve con mi padre en 2003 no me hubiera imaginado que finalmente la enfermedad avanzaría, ni mucho menos que estaría ahí unos cuantos años después con mi segunda perra guía. Casualidades de la vida, hacía que volviera a estar ahí, pero ahora no para someterme a pruebas médicas, simplemente para esperar a que llegase la hora de embarcar para el segundo vuelo. El tiempo de espera no se hizo muy largo, porque entre que llevamos a los peludos al parktime (había una zona específica dentro del aeropuerto, para que los peludos pudieran hacer sus necesidades, un lavabo para ellos) y entre que es uno de los aeropuertos más transitados, en el que tienes que coger un metro para moverte de un lado a otro, el tiempo pasó volando.

Así que enseguida estábamos volando de Atlanta a Madrid, casi 8 horas de vuelo, que pasaron bastante rápido, ya que cuando no estábamos durmiendo, estábamos controlando a nuestros peludos que ni se movían, y si no, nos servían algo para comer y si no veíamos una película. Afortunadamente en este vuelo más largo, no me dolieron tanto los oídos con en el anterior, además de tener algo más de espacio. Tuvimos la suerte de viajar en asientos de tres  dos personas, es decir teníamos un asiento en medio, por tanto los peludos podían tener algo más de espacio,, sobre todo cuando pasaban con el carrito por los pasillos. A mí me daba miedo que le fueran a pillar la cola o alguna patita, e intentaba protegerla con mis pies, en verdad no sobresalía, pero la azafata también iba con mucho cuidado porque decía que al ser negritos no se veían con la moqueta del mismo color.   

En Madrid 

Muertos de sueño, con ganas de estirar las piernas y habiendo desaparecido el miércoles de nuestras vidas llegamos a Madrid. Allí nos estaban esperando de asistencia, para llevarnos a buscar las maletas. Sin embargo, cada uno venía a buscar a uno de nosotros y no se daban cuenta que íbamos en grupo. Yo me dejaba llevar, sin perder de vista a Teresa y Pilar, no fuera a ser que me quedase por ahí sola en el aeropuerto. 

Salimos y los peludos pudieron hacer sus necesidades y de ahí al coche que nos estaban esperando, para llevarnos corriendo a la Fundación ONCE del Perro Guía. La verdad es que cuando las cosas ocurren tan rápido parece que sea un sueño, porque lo recuerdo de forma muy borrosa. Estás en Rochester, en Detroit, Atlanta, en el avión y de repente llegas a Madrid te suben a un coche y apareces en Boadilla del Monte. Ahí tuvimos que escuchar charlas y firmar contratos, pero no éramos personas. Antes de todo ello nos dejaron unos minutos de tranquilidad, mientras se iban llevando a nuestros peludos, para que corriesen y se desfogasen. Después unas veterinarias junto a su pasaporte y vacunas nos iban trayendo a nuestros peludos. Ese día fue agotador, sabíamos que eran las últimas horas todos juntos, el equipo  Michigan, pero no teníamos tiempo, ni fuerzas para contarnos nada. Las reuniones venían una detrás de otra.

Despedidas, despedidas y más despedidas 

Después de comer, llegó el turno de despedirnos de nuestras ángeles de la guardia. Sí, tocaba decirles adiós a Tamara y a Teresa, quienes nos han ofrecido de forma desinteresada todo su tiempo y conocimiento, poniéndonos todo mucho más fácil, y ahora deprisa y corriendo tocaba desearles todo lo mejor y ver como se iban. Sin embargo, apenas pude decirles nada, simplemente gracias, porque una vez más la sensiblería se apoderaba de mí.  Me fastidió que nos metieran tanta prisa, porque nos estábamos aún despidiendo de nuestra traductora y ya nos decían que fuéramos al parktime, quizás no entendían nuestras emociones, quizás les daba igual, quizás tenían que irse ya y por eso nos metían prisa. Sin embargo,, fue algo triste. Aunque como le dije a Tamara, igual que a Ashley: “See you tomorrow” porque no sé dónde, ni cuándo, pero sé que volveremos a coincidir, o al menos espero volver a hacerlo, por haber compartido tanto.

Por último llegó la despedida con los compañeros, cada uno de una parte diferente de España. Le dí un entrañable abrazo a mi vecina, Pilar, ya que aunque ella no estuviera en mi grupo de entreno, era mi vecina de habitación, así que a la hora del parktime siempre coincidíamos. Y si ella no estaba le avisaba y nos contábamos  qué planes había para ese día. Yo siempre le decía que cogiera como referencia una papelera que tenía a su lado izquierdo, y creo que le fue bien, para tener alguna referencia. Ella se iba a su Asturias, patria querida con su Larkin.  Después le tocó el turno a Rubén, y como le dije sin sus bromas y comentarios esta experiencia no hubiera sido lo mismo. Y, cuando nos quisimos despedir de José, quien había formado parte del nuestro equipo, nos dimos cuenta que ya estaba subido en el coche, y es que él siempre con las prisas y las ganas de no quedarse parado, casi hace que nos fuéramos sin un abrazo y sin desearle lo mejor a él y a su perrita Nellie. Ellos tres se iban con Miguel Ángel del Club de Leones, los tres iban a diferentes puntos de Madrid.

Atocha 

Esther, Juan y yo íbamos juntos, ya que íbamos hacia el mismo punto: Estación de Atocha. Vimos como se iban los compañeros y nos quedamos esperando a que subieran nuestras maletas a la furgoneta. Más tarde de camino, me empezaron a llamar del servicio de Atendo,  para confirmar la asistencia. Me llamaron dos veces más y a la tercera me empecé a preocupar, y es que me decían que eran menos cuarto y el tren salía a en punto. Si me quedaba algo de uñas en esos instantes no podía parar de mordérmelas, y es que estaba de los nervios. El conductor me decía que no podía hacer nada, que había tráfico. Cuando estábamos llegando, les dí un beso a Juan y otro a Esther. Eso no se pudo considerar una despedida, de lo rápido que fue todo. Nada más llegar bajé corriendo, me bajaron la maleta, y me acompañaron a asistencia. No sé cómo, pero corriendo como si no hubiera un mañana, y pasando el control de seguridad de la forma más rápida, le hice hacer un Follow a Leia que no tiene precio, la de asistencia corriendo llevando mi maleta y yo siguiéndola con Leia. Subimos la maleta, le dí las gracias por la carrera y se cerraron las puertas. No sé ni dónde me tenía que sentar, pero me ayudaron unos pasajeros que me vieron con la cara desencajada y resoplando. Les dí las gracias y les conté que es que pensaba que lo  perdía. Uno de los pasajeros, me dejó el asiento, para que estuviera más cómoda, dos asientos para mí y para Leia y él se cambiaba. Ese hombre que estaba aen unos asientos cercanos, me ayudó mucho. Pasé muchos nervios, pero la ansiedad fue desapareciendo con el traqueteo del tren y el pensar que ya me acercaba a casa.

En Barcelona 

En Sants me esperaba Carlos y le gustó mucho conocer a la pequeña princesa Leia. Antes de ir al coche, fuimos a ver si quería hacer algo Leia, pero parecía que no estaba por la labor y nos dirigimos a casa. Carlos estaba cansado de todo el día de trabajo y máster y yo parecía una zombi.  Los dos estábamos contentos del reencuentro, después de tantos días y encima venir con una peluda que no paraba de mover la cola.

Al llegar al barrio, Carlos subió el equipaje, mientras yo me quedaba con Leia a que volviera con Kenzie. La sorpresa es que mis padres también quisieron ver el reencuentro, aunque más que reencuentro con Kenzie fue más bien encuentro. Kenzie fue directamente a saludar a Leia, pasando totalmente de mí, a pesar de que yo la llamaba, sin embargo: primero quería averiguar con quién venía. Cuando paró de olerle, sí que intento dar un saltito para darme la bienvenida.  

¡Bienvenida a casa, Leia!
Welcome to my house! 



Foto de Leia y Kenzie juntasEntramos las tres en casa, Kenzie a un lado y Leia a otro. Ahora que llevamos una semana, parece que hicimos bien la presentación, porque parece que se llevan bien, no es que se lleven genial, porque Kenzie está algo celosa, pero sí que a veces duermen juntas y se buscan, para estar cerca. Así que, aunque a Leia todo le parezca desconocido, al menos ahora mi casa, Kenzie, Carlos y yo ya les parecemos un poquito más familiares. Y, espero que poco a poco con la fase de adaptación todo vaya a mejor, hasta que note que es una más y que no es mi casa, es su casa.  Aún no llevamos ni un mes juntas, nos toca conocernos mucho más, y seguro que será también mi sombra, bueno, mucho más.  

Ahora toca empezar y seguir caminando juntas, nuevas rutas que pronto dejarán de ser nuevas, para convertirse en rutinas. Vamos a ir creándolas y conociéndonos.