DESPIDIENDO 2019
Este año que ya empieza a despedirse se puede resumir en una
palabra: Leia.
Y es que el principio del año estuvo marcado, sin duda, por
la vuelta a Leader Dogs for the Blind, yendo a buscar a mi nueva perra guía: Leia. La estancia de más de 20 días en Rochester fue una experiencia,
aparte de heladora, nostálgica, porque recordaba muchas vivencias de
cuando estuve allí la primera vez en 2009 y regresé a casa con Kenzie. Además
de coincidir con gente maravillosa con el mismo propósito volver a casa con una
gran ayuda, como es un perro guía. Para más inri el hecho de coincidir de
nuevo con el mismo instructor que había tenido diez años atrás, Kevin, sin duda
era como estar de nuevo ahí, pero siendo renovadora, con otra gente y unos
cuantos años más encima.
Al principio como digo, fue una experiencia genial, a pesar
de mi miedo ante la nueva situación, porque a pesar de ser repetidora, nunca
sabes qué peludo te va a tocar y cómo va a ser todo. Además, lo que más me preocupaba
era saber cómo se iban a llevar, me preocupaba que Kenzie no fuera a llevarse
bien con el peludo que me tocase. Afortunadamente, Leia al poco de conocerla ya
me demostró que por su parte no iba a ver ningún problema, porque tiene un
carácter muy tranquilo, nada dominante.
Durante el mes que estuve en la escuela me dediqué a
mimarla, a conocernos y sobre todo a no atreverme en ningún momento a
compararla con Kenzie, porque las comparaciones son odiosas y son totalmente
diferentes, no solamente físicamente y de carácter, sino que cada una es una
diferente.
Por si me quedaba alguna duda cuando en febrero ya estuvimos
en casa y comprobé que las peludas congeniaban fue cuando respiré
tranquilamente. Y ahora cuando en ocasiones se ponen a dormir juntas, se dan
algún lametazo o juegan entre ellas, disfruto y no me arrepiento para nada de
la decisión de jubilar a Kenzie y tener a otra peluda que me ayuda cada día
como anteriormente lo había hecho ella.
Los meses han ido pasando y en todos ellos Leia ha tenido un
papel protagonista, y con ello no quiero decir que Kenzie haya quedado relegada
a un segundo plano. La yaya Kenzie cada día está presente, porque nos
preocupa su salud, porque a pesar de que se quede sola en casa cada día al
mediodía tiene que ir mi madre a sacarle y cada día me cuenta las anécdotas del
día. Sin embargo, con Leia estamos en una fase de adaptación: primero ella
adaptándose a un nuevo entorno, unas rutas desconocidas al principio pero que
ahora ya se sabe de memoria, y conociéndonos y fortaleciendo el vínculo.
En la oficina enseguida encontró su sitio, teniendo su cama
debajo de la mesa, sintiéndose protegida y durmiendo y soñando: uno de
sus grandes placeres. Además, enseguida supo las fabulosas vistas que
tenemos desde los ventanales de la oficina y nos hace mucha gracia cuando
se queda sentada mirando por la ventana.
Durante los 6 meses con ella no dejé que nadie la tocase,
para que se centrase y por miedo a que fuera a crear el vínculo con otra
persona que no fuera yo. No es lo mismo aparecer en el trabajo con un perro
como Kenzie, que el vínculo ya estaba más que creado y éramos una sola unidad
que aparecer con un cachorro que me conoce de un mes en otro
ambiente. Ahora cuando me preguntan si pueden tocarla, siempre y cuando no
lleva el arnés, les digo que si Leia quiere, ya que a veces mi peluda lo que
quiere es oler a la gente, pero no le gusta que gente que no conoce le toque la
cabeza o la manosee mucho. Otro rasgo que es más gato que perro, y es que
a ella le gusta que le toquen, o restregarse, pero solamente cuando ella
quiere, es muy suya para eso.
Y, podría seguir enumerando multitud de características que
durante estos meses he descubierto de la princesa Leia, sin embargo se supone
que es un resumen de este 2019… pero, como ya he dicho al principio, este año
se resumen con su llegada, con nuestro conocimiento y las vivencias del día a
día.
No obstante, no quería obviar que también ha habido
viajes…
Empezando por una escapada por la zona volcánica de la Garrotxa
y continuando por una ruta por la costa oeste de California. Dos viajes, sobre
todo el último por la distancia y la duración, que sirvió para unir un poquito
más el lazo con la princesa Leia, ya que ella nos acompañó y disfrutó como
una cachorra.
Dicen que no es bueno dejar cosas pendientes para el año que
entra, pero si nada cambia mañana seguirá siendo miércoles, a pesar de cambiar
de mes y de año, por tanto dejo pendiente seguir narrando en siguientes
entradas nuestras etapas por California, porque merecerá la pena.
Sin embargo, no me despido del año con deberes por hacer,
más bien lo despido pensando que este 2020 aparte de terminar lo que quede de
este año, sé que me deparará nuevos proyectos, viajes y mucho más. Además,
dicen que si lo proyectas y lo piensas saldrán las cosas.
Espero que este año que ya empieza a decir adiós también
haya sido muy bueno para todos vosotros, seguro que de alguna manera u otra
muchos también habréis tenido el año marcado por un nombre propio, en mi caso
ha sido Leia, pero todos tenemos a nuestra particular Leia. El año tan
redondo que estamos a punto de dar la bienvenida tiene muy buena pinta y espero
que siga marcado positivamente por los nombres propios que me rodean, además de
llenarlos con nuevos, siempre y cuando sea para que la balanza de lo positivo
siempre tenga más peso.
FELIZ AÑO 2020!
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