Y llegó la primavera!
¡Zas!
En un abrir y cerrar de ojos, el telón se abrió y dejó salir
a la primavera. Tras el invierno llegaba
el momento de que la estación estrella, la que revolucionaba a las masas,
saliera al escenario y diese lo mejor que sabía hacer, una demostración como no
hay otra de que la naturaleza está ahí, ya sea en la ciudad o en el campo-
donde se nota con más intensidad-
Algunos rayos de Sol asomaban con timidez, sin saber aún si
era el tiempo de su actuación o no, pero poco a poco iban perdiendo esa vergüenza
y se hacían más protagonistas, sabiendo que eso despertaba grandes aplausos. La
primavera, directora de la obra, requería que el Sol brillase lo máximo posible, sin ser algo excesivo, porque si no el verano empezaría a hacer de las suyas. Sin embargo, quería que recordasen su estación como una de las más iluminada del año.
La primavera no quería ningún fallo y animaba a que los
pájaros demostrasen la potencia de sus pulmones, sabedora que en las grandes
ciudades el tráfico haría que esos sonidos mágicos quedasen relegados a un
segundo plano. Así que se puso de maestra de orquestra y empezó a agitar su
barita mágica, dotando a los árboles, ya fuera cual fuera su especie, de una
vestimenta de cuento, con colores vivaces que resaltasen y dieran ánimos a esos
pajarillos para que elevasen su voz cantarina.
No quería ningún fallo, no quería escuchar que aquella
primavera parecía que no hubiera llegado, no quería escuchar que había pasado
sin pena ni gloria, quería que se notase el cambio de estación y si hacía falta
sudar la gota gorda, lo haría, ya podría descansar en junio cuando diera paso
al verano. Ahora era su momento, el momento de que la gente supiera que había
cambiado de estación.
Tras los nervios y después del gran empujón que le había
dado el invierno, para que saliera al escenario, no podía defraudar a nadie. La
gente quería colgar ya sus abrigos y salir cantando como esas aves que había
estado entrenando, para que no tuviera ningún fallo durante sus meses de actuación.
Solamente eran unos meses, que tras esperar su salida entre bambalinas, se
había estado preparando y los nervios afloraban tanto como quería floreciesen
todas las flores del planeta, porque había llegado su momento.
Por fin el gran día había llegado y ahora por muchos esfuerzos
que hiciera, no podía cerrar los ojos, porque cualquier descuido haría que el
invierno volviera a ser protagonista, o mucho peor, que el verano al ver que no
estaba a la altura, se adelantase, haciéndole un traspiés y eso no podía
permitirlo bajo ningún concepto.
Mil ojos eran poco para que todo saliera a la perfección,
pero la obra ya estaba en marcha y el espectáculo primaveral ya se había
estrenado. Había espectadores en primera fila, quienes no quería perderse ni un
detalle, otros que había preferido vivirla desde un punto medio y otros que se
escondían de ellas, porque por muy mágica que dijeran que era, ese vestuario de
los árboles y plantas les hacía llorar y estornudar con más frecuencia de lo
habitual. Pero, todo el mundo estaba en sus butacas atentos a lo que la nueva estación les depararía.
¡Feliz inicio de Primavera!
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