domingo, 29 de octubre de 2017

Después de volar: jetlag

JET LAG


Ya hemos regresado de nuestras vacaciones, aunque como decía Gabriel García Máquez: “si se viaja en avión, el cuerpo llega puntual pero el alma se retrasa unos días”.  
Estamos físicamente en casa, pero nuestra cabeza no sé dónde está. Estamos cansados, fatigados, con sueño durante el día e insomnio durante la noche. No entiendo el porqué , ya que hemos viajado de este a oeste, pero aún no hemos aterrizado. Se puede decir que aún estamos en el limbo. Por suerte, aún tenemos unos días para recuperarnos antes de empezar a trabajar.  

Reconozco que cuando fuimos de Barcelona a Tokio la cosa fue bastante peor, y es nuestro reloj biológico cambiaba totalmente, perdiendo horas de sueño y viajando al futuro. Hay siete horas de diferencia, y cuando llegamos era de día, así que teníamos que estar frescos como una rosa, pero después de vuelos largos y escalas, como que muy radiantes no estábamos. Además, se supone que teníamos que haber dormido en el avión, y así lo hicimos, pero son cabezadas, que tampoco te permiten descansar en profundidad, y si a eso le sumas que al lado teníamos un bebé, que, para ser un viaje de nueve horas se portó bastante bien, en algún que otro momento algún arranque por demostrar la capacidad de sus pulmones le dío y nos saccó de nuestro sopor, haciendo que estuviéramos en alerta. 

Ahora la cosa cambia, hemos regresado al pasado, pero igualmente al pasar por tantos cambios horarios, y al haber estado tantas horas en un avión, sin poder moverte, te sientes cansado, quizás fatigado de no hacer nada, pero ahí está la sensación. Llegamos por la noche, pensábamos que sería perfecto, llegar a casa para dormir en nuestra cama, pero… dormimos, y pensábamos dormir hasta las tantas, sin embargo no sé si nuestro reloj interior, si el horario de Asia, si… ves a saber, pero a las siete de la mañana ya estábamos en pie. Kenzie ni siquiera nos había despertado, como si supiera que necesitábamos dormir, nos hemos despertado antes que ella, que al ver que estaba la persiana bajada aprovechaba para seguir roncando.  
Creo que el hecho de que hayamos regresado a casa, ayudará a que este sueño que arrastramos durante todo el día, se quede aparcado pronto.


Llevamos todo el día con sueño, no sé si es acumulación, cansancio, cambio horario, o simplemente que sabemos que las vacaciones se terminan y eso no nos hace mucha gracia. Sea como sea esperamos recuperarnos pronto, cargarnos de energía y volver a la normalidad. Aunque si a ese atontamiento le sumas que justamente este fin de semana cambian la hora, eso no ayuda.  Ayer entre los nervios por volar, las colas, retrasos en vuelo por ciclones, esperas, y horas y horas dentro de un vuelo, con escala en el que tuvimos que correr por los pasillos de Moscú, llegamos aquí y nos dicen entre risas que no estábamos en España, que estábamos en la República de Cataluña. Yo, porque me lo decía mi padre, si no ya hubiera pensado que entre todo el lío que había en el aeropuerto de Rusia, cambiado la puerta de embarque y con unas colas muy desordenadas y muy poca información,  habría pensado que nos habíamos equivocado de avión. Afortunadamente no fue así, porque al llegar no tuvimos que hacer las típicas colas que hemos tenido que hacer al llegar a un país extranjero. Eso al menos fue bueno, llegar, ir directamente a por las maletas y poder salir sin esperas largas y tediosas. En cuanto a dónde estamos, pues a pesar de que algo nos han comentado, no me queda muy claro dónde estoy, lo que sí que sé es que estoy en mi casa, que ya es mucho. Lo demás, sinceramente, llegar de unas vacaciones, de una desconexión, y que te digan que has vuelto a otro país, parece una broma. Francamente, no tengo la cabeza para pensar mucho, así que durante estos días en que nos vayamos centrando y poniendo al día, veremos qué ha pasado por aquí.

Una nota, el viaje ha ido genial, en próximas entradas os iremos contando. Ahora necesitamos descansar, poner lavadoras y organizarnos. 




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