Exprimiendo todo el jugo a Julio
Ahora que hemos empezado Agosto, puedo ver el resultado de
este dulce e intenso zumo que nos ha regalado el mes de Julio. Os invito a
rememorar mi fantástico mes de Julio. En el que he abierto y cerrado maletas en
varias ocasiones. Sí, he viajado, con viajes planificados de antemano; y otros
que han surgido sin previo aviso. Esos viajes que surgen de la nada, sin
pensarlos, a veces, son los que mejor salen. Puedo decir que, he vivido con
plena actividad este mes, sacándole el mayor partido, de ahí que haya sabido
sacarle jugo, para que se haya convertido en un zumo suculento.
JULIO:
El mes de Julio parecía que no iba a empezar con buen pie.
Empezó siendo lunes y eso mina la moral a cualquiera. Bueno, a cualquiera que esté
trabajando, pero por ese entonces yo aún no estaba en plena actividad laboral.
A mí me daba igual que fuera lunes o viernes, viene a ser lo mismo cuando no
trabajas. Aunque, no me da tanto igual, porque se nota el ambiente en todos
aquellos que te rodean, y sientes la alegría de un viernes.
Dejando de lado el día de la semana en el que empezó el mes,
julio tenía muy buena pinta. Carlos se había cogido vacaciones para ese mes, y
ya teníamos reservado nuestro viaje a Menorca. Repetíamos destino: Islas
Baleares. Esta vez, dejamos Ibiza, para ir a Menorca: la isla menos explotada
de las Baleares. Tener presente que durante el mes nos iríamos era un gran
aliciente para recibir el mes con los brazos abiertos.
Los primeros días…
La primera semana de Julio retomé el contacto con Livia.
Livia y yo nos conocimos hace cuatro años, cuando fuimos a buscar a nuestros
perros guías. Las dos junto a cuatro personas más viajamos a Rochester,
Michigan, para conocer a nuestros pequeños grandes guías. Ella y yo éramos las
únicas chicas junto a nuestra intérprete. Ella volvió a España con su
blanquito, Sam, y yo con mi amarilla, Kenzie. A lo largo de los años hemos
hecho lo más difícil, seguir en contacto. Siempre que hemos podido hemos hecho
alguna quedada para vernos. Ella es de Madrid, pero por circunstancias de la
vida, aprobó unas oposiciones de lo suyo: fisioterapeuta en Navarra y ahora
vive en Pamplona.
Tal y como digo, un día de la primera sema de Julio,
quedamos para hacer una charla por Skype
y ponernos al día. A parte de actualizarnos, me comentó que sabiendo que Carlos
cogía vacaciones el viernes día 5, por qué no íbamos a Pamplona para las
fiestas. Se lo comenté a Carlos, perol, aunque le hacía gracia, no
quería tomar ninguna decisión hasta que definitivamente estuviera oficialmente
de vacaciones.
Y al final nos
vamos!
El viernes, ante la insistencia de Livia, nos animamos a
emprender el viaje a Pamplona. El sábado era el chupinazo, preludio de las
grandes e internacionales fiestas: San Fermín. Sabíamos que no llegaríamos al
chupinazo, nuestra idea era salir el sábado sin prisa, pero sin pausa.
Pensé en llevarme a Kenzie, así estaría con Sam. Pero,
Livia, me aconsejó que no, que durante las fiestas todo se desmadraba, y que
además, Sam no estaría, porque su compi de piso se lo llevaba a Madrid. La
verdad, con tanta gente rondando por las calles de Pamplona, no era sitio para
ellos. Durante esa semana de fiestas la población se triplica, y hay mucha más
gente: alocada, y aunque no lo estén, es demasiada gente. Además, no solamente
hay mucho gentío por todas partes, hay mucha basura, y aunque lo limpian cada
día, no es plan de que nuestros perros colaboren con los servicios de limpieza,
los conocemos, y al menos Kenzie se hubiera puesto en modo encendido para
aspirar. No sólo eso, también podría haber pisado alguna botella rota y hacerse
daño en sus patitas. En fin, que no era plan de que viviera San Fermín. Así
que, con pena, pero sabiendo que era lo mejor, la dejé con mis padres, sus
abuelos. Además, solamente era un par de días…
El viaje
El sábado, realmente no madrugamos, era el primer día de
vacaciones de Carlos, y por mucho que fuéramos a emprender un viaje, también
era mejor que el conductor fuera descansado. Ya que, no íbamos a vivir el
chupinazo, la intención era salir en cuanto lo viéramos por la tele, pero hubo
un jaleo con una iturriña, y no había manera de que se inaugurasen las fiestas.
Realmente, cuando ví la cantidad de gente que había en la plaza me asusté y me
planteé ir o no, un poco de miedo se apoderaba de mí, ¡qué agobio! Esas manchas
que veía en la tele, eran cabezas esperando la llegada del chupinazo. Quizás
que el inicio de fiestas cayera en fin de semana, animó a más gente de la
habitual a unirse a ella. Me alegré de no estar entre esa masa, eso hubiera sido un tremendo agobio.
¡Y llegamos!
Fuese como fuese, sabía y no era un descubrimiento nuevo,
habría mucha gente. Nos subimos al coche sin ver el chupinazo, ya lo
escucharíamos en la radio. Después de unas cuantas horas de más, ya que el GPS
hizo de las suyas y nos llevó por donde le dio la gana, llegamos. Ya estábamos
en Navarra, ahora faltaba encontrar el pueblo donde vive Livia: Barañain. Muy
cerquita de Pamplona ciudad. Preguntando se llega a todas partes. Así que
preguntamos varias veces, porque estábamos un poco perdidos, y el GPS no
ayudaba nada. Nos dijeron que para llegar teníamos que pasar por Pamplona
ciudad, ¡Uy, no, gracias! Así que nos indicaron otro camino, para que no
tuviéramos que meternos por todo el bullicio, sin embargo, era mucho más lioso,
pero más valía hacer más recorrido que meternos en medio de la marea
rojiblanca.
El encuentro…
Nos encontramos con Livia y una amiga suya: Fátima. Nos
acompañaron a su casa: nos la enseñó, nos aseamos y nos engalanamos con el
tradicional traje de las fiestas. Vestidos de blanco y deportivas. Para
completar el vestuario, e ir oficialmente de pamplonicas: Livia nos regaló un
fajín rojo y el pañuelo de las fiestas. Ya listos, nos dirigimos a la calle,
para vivir el ambiente de las fiestas. Yo estaba muy emocionada, iba a vivir en
primera persona las fiestas más internacionales de España: ¡San Fermín!
Vestidos de Pamplonicas |
En el centro de la ciudad se escuchaba mucho jolgorio:
música, gente animada, ruido por todas partes. Todo el mundo iba vestido de
blanco y rojo… me dio la sensación de que de un momento a otro nos íbamos a
perder, por eso íbamos todo el rato agarrados, sobre todo cuando pasábamos por
grupos enormes de gente.
Después de hacer una paradita, para comprar algo de bebida y
un bocadillo para llenar el estómago. Fuimos a un parque, para ver los fuegos
artificiales. En realidad, buscábamos un concierto, pero nos enteramos de que
empezaba más tarde, así que mejor hacer
tiempo y disfrutar de los fuegos artificiales.
Yo estaba embriagada por la emoción de estar ahí, parecía
estar borracha, pero todavía ni había bebido. Simplemente, estaba muy contenta
de estar allí y me apetecía vivirlo con plena intensidad, absorbiendo todos los
momentos.
A pesar de que a mí, personalmente, no me llaman mucho la
atención los fuegos artificiales, ni los petardos. No estuvo mal, no me asusté
mucho, bueno, un poquito sí, pero porque es tan estruendoso el ruido que es sin
querer. Pero, me gustó escuchar a la gente con sus: “¡Ooooh!” “¡Qué
bonitoooo!”, además Carlos y los demás me los iban describiendo, porque
había de diferentes colores. Yo algunos sí que los veía y parecían estrellitas
que caían. La gente estaba muy contenta y eso alegraba.
Después nos fuimos al concierto de Chambao. Primero le tocó
el turno al telonero, que era bastante animado, pero cuando llegó el turno del
grupo esperado….la verdad es que no era muy movido. El grupo me gusta, pero,
quizás para otros momentos más relajados, allí queríamos bailar, y como que la
música no animaba mucho a mover el cuerpo. Estuvimos un poquito, pero enseguida
nos fuimos del reciento: un parque gigantesco. Volvimos al casco antiguo y nos
mezclanos con el bullicio de la gente y de los bares. Livia y yo estábamos muy
animadas e íbamos lanzando cánticos al aire, de los cuales algunos eran
seguidos por unos cuantos, eso nos alentaba a seguir cantando. Después de
tomar algunos “cacharos” y al vernos rodeados de extranjeros “jugábamos” a
adivinar de dónde serían, después de hacer apuestas, preguntábamos de dónde
eran. Entramos en algún bar a pegar algún bailoteo. Pero, sobre todo, caminamos
y seguimos moviendo el esqueleto. A medida que la noche iba avanzando, Carlos y
Fátima estaban de bajón, mientras ellos bajaban el ritmo, Livia y yo no
parábamos. Carlos estaba cansado por el viaje, él había conducido y había sido
una paliza. Yo en cambio, quería aguantar hasta la hora del encierro. Sin embargo,
había tal marea de gente y faltaban aún unas cuantas horas… que intentamos
llegar hasta la calle Estafeta y nos resultó complicado. Fátima me preguntaba
que qué quería ver allí, si no vería nada por la multitud de personas que
habría, pero yo le dije que aunque fuese ver el ambiente y tocar las maderas,
la barrera. Era un poco tontería, tenía razón, ni siquiera era la hora, y había
gente muy desfasada, así que entre el cansancio y el no poder pasar, optamos
por ir a descansar a casa. Yo quería ir, para ver mi primer encierro, aunque sé
que no hubiera visto nada, pero el ambiente hubiera sido increíble. Entre otras
cosas, podría haber escuchado el cántico
que realizan antes de la carrera:
“A San Fermín pedimos,
por ser nuestro patrón,
que desde el cielo,
Nos da su bendición.
¡Viva San Fermín!
¡Vivaaaa!
¡Gora San Fermín!
¡Goraaa!”
¡7 de Julio: San
Fermín!
Al día siguiente, más descansados, nos vestimos de nuevo de
blanco y rojo y nos fuimos a la calle. Decidimos comer por el pueblo, ya que
comeríamos mejor. Comimos y nos fuimos al centro de Iruña. Era el día grande: 7
de Julio, San Fermín. Era Domingo y se notaba menos gente que el sábado noche.
Pero, nosotros aún estábamos allí para poder vivir todo lo que el patrón de
la ciudad nos quisiera obsequiar.
Se caminaba mucho mejor por las calles, porque el
tumulto de personas parecía haber desaparecido; pero… ¡ssshhh! Más vale
no decirlo muy alto, ya que en algunas ocasiones, nos encontrábamos
apelotonados en calles estrechas, en las que ni para atrás, ni para adelante,
simplemente éramos movidos por la fuerza de la marea humana. Cuando nos
encontrábamos ante esas situaciones, envueltos de peñas que iban alegrando
las calles con sus charangas, era divertido, pero realmente agobiante.
Hacía mucho calor, para estar en el norte me sorprendió
encontrarme ante esas temperaturas. Así que, después de visitar la
plaza del ayuntamiento, la plaza del castillo y, en general, hacer algo de
turismo, fuimos a refrescarnos con un sorbete de limón con champán que hacían
en una de las peñas. Estaba delicioso. Me lo bebí como si fuera agua, ya
que tenía muchísima sed. Saciada nuestra sed, continuamos paseando, y por fin
pude ver las barreras por donde hacen el recorrido los corredores del
encierro, pasando por la famosa curva de la calle Estafeta. Acabamos nuestro
recorrido, haciendo una pausa para descansar, enfrente de la Plaza de Toros,
justo cuando todos entraban para ver la corrida de toros. Nosotros,
sentados bajo la sombra de un árbol, con escuchar el ambiente teníamos
más que suficiente. Con las pilas recargadas, reprendimos nuestra
actividad callejera: caminando y parándonos ante espectáculos en plazas y
calles.
Final de fiesta…
Después de no parar de ir a un lado y a otro. Cenamos un
bocadillo en la calle y ya estando en plena actividad nocturna,
nos dirigimos al mismo parque donde habíamos estado la noche
anterior, ya que actuaba un grupo que nos gusta a Carlos y a mí:La Pegatina.
Livia no los conocía, pero, de todas maneras, no dudo en
acompañarnos. Nos llevamos una sorpresa, al ver que casi ni podíamos
pasar de la cantidad de público que había. El mismo escenario que el día anterior,
parecía otro sitio por toda la gente que había. ¡Menuda diferencia!
A pesar de ser al aire libre, hacía un calor agobiante, además, estábamos a una
distancia considerable, lo cual impedía que tuviéramos una buena
audición…sumado a todo eso, que íbamos cargados con mochila medio rota, hielos,
y el cansancio acumulado…Por mucho que nos gustase nos fuimos antes
de que acabase No aguantábamos tanto empujón, no estábamos del todo a gusto.
Por mí hubiera concluido el fin de fiesta, al día siguiente regresábamos
y teníamos que estar descansados, sobre todo el conductor. Sin embargo, Livia
estaba súper animada y quería descargar adrenalina, así que fuimos a uno de los
bares del día anterior, para que moviera el esqueleto, mis pies no podían seguir
su ritmo.
La vuelta
No sé qué hora sería cuando regresamos a casa, pero
cogí la cama con muchas ganas. A la mañana siguiente habíamos previsto salir a
las once, sin embargo, la cosa se demoró un poquito más. Lo bueno de ir en
coche, es que te da libertad y eliges tú
la hora de salir. Livia y su amiga nos acompañaron hasta Barcelona. Ellas
tenían que ir hasta Sants (la estación de tren de Barcelona) para coger un
tren hacia Castellón. Y así ya que íbamos hacia el mismo destino,
pues vinieron con nosotros en el coche. El trayecto se hizo mucho más
corto, acompañados por ellas, por Sabina y con una buena elección del
trayecto -obviando las malas indicaciones del GPS-.
Resumen:
Solamente fue un fin de semana. Fue un viaje exprés. Sin embargo, fue intenso,
inesperado y nos lo pasamos genial. Queremos dar las gracias a Livia por
animarnos a ir, invitarnos y ofrecernos su hospitalidad. ¡Gracias, Livia,
por hacernos partícipes de las fiestas junto a ti! :) Hacía mucho que no nos veíamos, y reencontrarnos en
un escenario tan diferente me hizo gracia, sirvió para vernos,
ponernos al día y disfrutar de las fiestas juntas.
Ahora puedo decir que he estado en los San Fermines, fiestas
tan conocidas por: norteamericanos, australianos, bueno, en general,
conocidas en todo el mundo, y ahora también por nosotros.
Hemingway, uno de los escritores norteamericanos más
reconocidos, reptitió año tras año, porque se enamoró de estas fiestas
pamplonicas, y no es para menos, el ambiente que se vive es genuino.
Fin de la primera
parte de JULIO
Recomendaciones:
Ir con ropa blanca vieja, que después no quieras utilizar. Llevar calzado
cómodo, tipo deportivas y que después vayas a tirar…porque lo que llegas
a pisar es mejor ni saber lo que es… (nosotros ya las hemos tirado). Y sobre
todo, ir con muchas ganas de pasarlo bien, no pensar en los agobios de la gente
ni nada, simplemente eres uno más de la marea que quiere disfrutar
de las fiestas.
Curiosidades:
Visitamos muchos lavabos y estaban muy limpios. El Ayuntamiento para las
fiestas pone al servicio público unas casetas de lavabos
que están muy limpios, con una persona que va limpiándolos. No son los
típicos váteres que ponen en Barcelona en fiestas, no son de esos
individuales prefabricados. Es una caseta con varias puertas con servicios, y
después tienes tu lavabo para lavarte las manos. Me sorprendió gratamente
que pusieran: servicios públicos, gratuitos y limpios. Fantástico, porque
cuando la necesidad apremia y no tienes donde ir….eso ayuda a que la ciudad
esté un poquito más limpia, a parte de todos los servicios de limpieza que
tienen que salir cada día, para adecentar la capital.
En próximos días….
Exprimiré mi memoria, para seguir relatando todo lo que
Julio ha dado de sí….próximamente…
Continuará….
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