Ya estamos en plena primavera. Hemos inaugurado el mes de
abril, dejando atrás marzo: con cambio de hora incluida, ganando luz solar,
para que la primavera se note más en su plenitud de horas de sol. Pero todos
los meses en los que no he escrito, por supuesto que han pasado cosas, he
estado bastante liada. Una de las cosas por las que he estado ocupada es porque
quería que el último domingo de marzo fuera muy especial para alguien que
quiero mucho.
El 26 de marzo mi padre cumplió 60 años. Al ser una cifra
tan redonda quería que la celebración también lo fuera. Para ello, desde
finales de enero me puse manos a la obra. Quería reunir felicitaciones de
familiares, amigos, conocidos y compañeros de trabajo. Puede resultar algo
sencillo, pero os aseguro que no lo es. Ponerse en contacto con gente que,
quizás, ni conoces y explicarle el motivo y lo que quería. Realmente hacerlo no
me costó, pero después estaba la espera hasta que llegasen los vídeos de cada
una de las personas a las que les había pedido la colaboración. Algunos no se
hicieron de rogar, pero otros por falta de tiempo o despiste tardaron un
poquito más. Una vez los tuve, quise hacer un vídeo chulo en el que fuera un
viaje a través de la vida de mi padre. Hay muchas formas de viajar y una de
ellas consiste en viajar a través de los recuerdos: intercalando música, fotos
y los vídeos con las felicitaciones. Eso
no fue tarea fácil, pero conseguí que mi compañero de viaje de vida, Carlos, se
comportase como un campeón y lo elaborase con tanto cariño, a pesar de no
apasionarle el tema de los vídeos, como si se tratase de su propio padre:
dedicándole horas y esfuerzo. Gracias, Carlos También recurrí a la ayuda de mi tío que nos guió en los
primeros pasos para introducirnos en este mundo. Y, sobre todo, de un buen
amigo, Mikele, que entiende como profesional del tema y tuve infinita
paciencia.
A todo esto, hay que añadir que todo esto lo teníamos que
hacer a espaldas de mi padre, poniendo miles de excusas cuando quería quedar
con nosotros, inventándonos patrañas para que no sospechase de nada.
A veces, parecía que el mes de marzo no iba a llegar nunca,
y otras, cuando hubo complicaciones con formatos y otros temas no queríamos que
avanzase y llegase el GD, Gran Día, porque aún faltaban retoques por finiquitar.
Entre todo esto buscamos un restaurante, donde nos
ofrecieran un buen menú y que tuviera un televisor para poder emitirlo y estar
todos a gusto. Queríamos que fuera algo íntimo y solamente avisamos a la
familia, creíamos que quedaría todo en más confianza, sintiéndonos más cómodos
si todos nos conocíamos y éramos lo que éramos. Cuando encontré el lugar idóneo
para llevarlo a cabo, me puse en contacto con mis tíos para comentarles la
idea. El día, el sitio y la hora ya
estaban pensados. Ahora solamente faltaba que llegase ese día y que nadie se
fuera de la lengua, para no estropear la sorpresa.
Yo, para no variar, estaba de los nervios. Siempre te da por
pensar que si algo falla, que si sucederá algo que no tiene que pasar, que
si….tantos condicionales absurdos que lo único que consiguen esos condicionales
es aturdirte más. Aparte de estar nerviosa, estaba emocionada, ilusionada,
bueno, no sé ni cómo definir tantos adjetivos juntos.
El domingo 29, último día de marzo, denominado también como
“GDE”, Gran Día de Enrique, llegó. Casi ni me creía que ya estuviera aquí el
esperado y ansiado día. Pero, como todo en la vida, todo llega. A mi padre le
teníamos engañado diciéndole que íbamos a tal restaurante, para compartir una
comida con la familia de Carlos. Por mal camino no iba la cosa, ya que también
de una manera u otra también estuvieron presentes. Además, tenía que ser algo
creíble, para que él no sospechase. A mitad de camino, yo me “inventé” que me
estaba meando, pero al final no resultó ser ningún invento, porque entre los
nervios y demás se convirtió en realidad. Sin embargo, lo dije para que Kenzie,
mi madre y yo, nada más aparcar acelerásemos el paso y fuéramos directas al
restaurante, done ya estaba reunida toda la familia esperándole. Carlos se quedó entreteniendo a mi padre,
para que no se escapase y bajase enseguida, ya que necesitábamos algo de
tiempo. ¿Tiempo para qué? Realmente no lo sé.
Pero, al menos que nos diera tiempo a mi madre y a mí para reunirnos con
todos y esperarle con ganas. 3, 2, 1 y… ¡Sorpresa! Al unísono sonaron nuestras
voces. Se quedó pasmado, de no esperarse a nadie, o esperarse a otras personas,
a encontrarse con: hermanos, sobrinos, primos. Primer paso de la sorpresa
superado con éxito. Me hubiera encantado verle la cara. Sin embargo, su
reacción fue genial. Además, tengo una prima que, en todo momento, hizo de
reportera y lo grabó todo como si fuera una profesional del periodismo de
investigación. Sí, sí, ella estaba preparada con la cámara algo escondida,
grabando todos los movimientos. Así que, tendré la oportunidad de ver qué cara
puso.
Nos sentamos en la mesa para comer, intercambiando
conversaciones, risas y poniéndonos al día. Cuando llego el momento del café,
fui a por el pastel. Un pastel personalizado para él, con su nombre y sus velas
de 60 que tuvo que apagar, espero que con el correspondiente deseo.
Las sorpresas para él no habían terminado, los nervios para
mí tampoco. Tocaba el estreno del vídeo, un viaje por su vida. Les dije que
tenía un programa que había hecho que nadie había visto, sí, un programa
inédito y que lo había traído para que lo viesen todos, me apetecía compartirlo
con todos ellos. Carlos le dio a
reproducir y el show empezó. Al empezar entre la música y demás mi padre no
cayó, pero al momento lo hizo y su primera reacción fue de sorpresa. Sí, un
vídeo hecho con mucho cariño para él.
Nadie lo había visto y en cambio Carlos y yo nos lo sabíamos de memoria.
Nos encantaba ver, escuchar, las risas,
palabras, silencios de la familia. Era nuestro primer pase. Sobre todo me
importaba cómo estaría viéndolo mi padre, algún que otro comentario hacía, pero
yo creo que no se le escuchaba mucho, porque le dejamos sin palabras.
Al cabo de diez minutos de haberlo visto, haber hecho un
brindis familiar y escuchar unas palabras de mi padre, fue como si mi cuerpo
pesase sesenta kilos menos. Por fin, el
GD había llegado y afortunadamente había salido todo de maravilla. Sí, se puede
considerar un éxito.
Estar durante mucho tiempo planificando algo, preparándolo e
incluso soñando con el día, hace que no sepas ni cómo va a ir. Cuando pones
tanta ilusión, ganas y esmero en algo, el miedo siempre acecha. En definitiva,
no era miedo a que algo saliera mal, aunque algo sí, era emoción, excitación,
alegría.
Más relajada, pude disfrutar un poquito más y contarle
alguno los secretos que habíamos estado escondiendo a mi padre. El cómo
habíamos contactado con tal persona, cómo lo habíamos hecho, cuándo….le
rondaban demasiadas preguntas, porque estaba incrédulo de haber vivido algo así
y sin darse cuenta él, con lo cotilla que es él…
No me cansaré de dar las gracias a todas las personas que
han participar en el vídeo, que de una manera u otra han estado ahí para
echarme una mano en todo lo que hiciera falta. A todas aquellas personas,
familiares, que pudieron asistir y estar ahí en cuanto se lo pedí, a las que
desde la distancia han estado enviando mensajes. A quienes enviaron el vídeo, fotos, mensajes.
Cuando necesitas la colaboración de la gente y ves que participan tan
desinteresadamente, te das cuenta de lo bien rodeados que estamos, sin pedir
nada a cambio, ceden algo de su tiempo, para formar parte de algo grande para
ti. Para mí era muy importante que esto
saliese bien y sin ellos, sin la participación de todos quienes lo han hecho
posible no lo hubiera logrado. Han
estado al pie del cañón, queriendo colaborar, guardando el secreto, siendo
cómplices y ayudándome. ¡Muchas gracias a todos!
Quizás no es uno de los mejores regalos que le podía hacer,
pero, creo y espero, que, será uno de los que, aún no siendo algo material, le
costará olvidar. Al menos esa es la intención. Espero que, como digo en el
vídeo, se haya dado cuenta de cómo lo recordamos y, sobre todo, de lo mucho que
lo queremos. Si sirvió para dibujarle
una sonrisa y hacer que fuera un Gran Día para él me basta y me sobra, porque,
ya sé que hablo como hija, para mí verle a él feliz es hacerme feliz a mí.
Siempre que alguien de los tuyos disfruta, tú lo haces. Si
ríe, ríes con él. Si todo se comparte es mucho más amable para todos. Mi padre
siempre ha estado a mi lado, y espero que durante mucho tiempo, siempre ha
estado protegiéndome, en ocasiones demasiado, pero siempre lo hacía porque se
preocupaba por mí. A medida que nos hacemos mayores, parece que los papeles
cambian y, ahora no me importa que me controle demasiado, porque yo también lo
hago con él. Las tuercas se han cambiado, y, ahora, a veces soy yo quién le
tengo que proteger, estar a su lado y ayudarle en todo lo que él necesite. Sabe
que me tiene siempre que quiera.
Básicamente, así se pueden resumir estos meses en los que he
estado sin escribir, preparando algo grande que ha durado meses y que en unas
horas terminó. Se inició con ilusión y finalizó con satisfacción. Aprovecho,
una vez más, para dar las GRACIAS A TODOS y FELICITAR A MI PADRE, quien hizo
que todos nos moviéramos por él.
Mi entrañable y admirada Pili.Espero que tengas unos días de semana santa estupendos.Mis mejores deseos para tu padre en su nuevo año y década.
ResponderEliminarSeguro que tú padre está muy orgulloso de ti.Tú alegría y calidez nos inspira a muchos.Hay una gran nobleza en ti.
Espero que vuelvan nuevos episodios de "Con mis ojos"contigo como viajera.
Un abrazo enorme Pili.
R