Recuerdos
de hace una década…
Abro la
maleta, y en uno de los apartados de recuerdos sobre sale una fecha: 2003. Sigo
mirando, y aparece Otoño 2003. Hay fechas que, por alguna extraña razón, marcan
más que otras. En esta ocasión, ahora que es la efeméride de esa fecha,
recuerdo que hay motivos de sobra para que esa fecha sobresalga más que las
demás. Esa época, ahora hace 10 años, sucedieron muchas cosas en muy poco
tiempo. Situaciones que hicieron que mi vida cambiase, ni para mejor, ni para
peor, pero fue una época de transiciones en todos los sentidos.
Empezando por
un inicio de estudios, la universidad. Continuando por un problema
diagnosticado en la vista. Y siguiendo por conocer a alguien especial que
caminó y camina junto a mí.
¡Una década
de aquello, se dice pronto!. Los años pasan, casi sin percatarnos de ello. Nos
paramos a pensar, y a lo tonto, son 10 los años que han pasado. Pero, recuerdo
con exactitud, con matices, aquella época. Era más joven y tenía ilusión de
empezar mi período universitario. ¡Qué tiempos! No sabía si me gustaría la
carrera que había elegido, filología hispánica, hasta que no te adentras en
algo, no sabes si es lo que pensabas o no. Tenía que iniciar una nueva fase:
conocer gente nueva, las aulas, la facultad, los profesores, las materias y
otra forma de estudio. Todo, absolutamente todo, era nuevo.
Y cuando toda
la ilusión y las ganas están en conocer algo nuevo, ¡zas! Despierta, que hay
cosas más importantes que un inicio universitario: la salud. Empecé a ver mal,
no era un problema de no haberme puesto las gafas, era algo más…pero ¿qué era?
Venían pruebas, esperas, y más pruebas. Hasta que dieron con lo que era, pero
no había solución, eso decían y siguen diciendo. Pero, como primero me afectó a
un ojo, tenía la esperanza de que no le pasaría al otro. No sé si albergaba
algo de esperanza, o no me lo quería creer. Yo seguía a la mía, con mi sueño de
estar en la facultad y cuando no tenía parón por las consultas médicas, yo
seguía haciendo mi vida como si tal cosa. No quería darle más importancia que
la que ya tenía.
No todo
fueron sustos. Ese otoño también me trajo algo bueno, que estaba ahí para
escucharme y apoyarme: Carlos apareció. Me enseñó cómo era la facultad y a
perderme entre sus pasillos, jardines y aulas. Él conocía bien la universidad,
porque el año anterior había estado haciendo un curso allí. Él fue quien me
guió, y supo estar para que no me perdiese. Siempre que tenía un rato libre, en
esos horarios de universidad incomprensibles, él venía a visitarme. Poco a poco
me fue conquistando y, aunque parezca mentira, lo sigue haciendo.
Son hechos
que marcan…. ¿Cómo acabó todo? 10 años después algunas cosas siguen igual:
Mi vista
estancada, pero sin solución. Sin tantas pruebas, porque ya está diagnosticado
el famoso, y raro para los demás, Leber (NOHL). “Gracias” a esa
enfermedad aparecida de la nada, conocí a Kenzie y aprendí a “ver” de otra
manera.
Con Carlos
todo sigue igual. Desde aquel otoño, han pasado unos cuantos más, y seguimos
juntos. Quisiera darle las gracias, por haber estado y estar a mi lado en momento s difíciles, alegres, pero, sobre todo por estar caminando junto a mí.
Y la
universidad, aunque me costó lo mío, al final me licencié en filología
hispánica. Aunque no ejerza como filóloga, puedo decir que soy una licenciada.
Aproveché bien esos años, conociendo a gente muy interesante, escuchando clases
magistrales y haciendo un ERASMUS.
Así que,
aunque hayan pasado diez años, recuerdo bien esa fecha por todos los inicios
que conlleva. Porque todos los principios, con la inquietud que provocan,
marcan mucho. Quiero que la maleta siga abierta, para seguir rebuscando cosas,
recordando, pero, sobre todo, para ir introduciendo más inicios, más
experiencias. Al fin y al cabo, la vida se rige por multitud de experiencias.
Aparece una
canción de esa época: TENGO de Queco. Vídeo:
Buena publicación. A pesar de los problemas que hayamos tenido.Espero que dure otros diez años!
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