Blog de Pili: una maleta en la que cabe de TODO.
Desde: Viajes, experiencias, recuerdos, aventuras, anécdotas, historias y mucho más.
Siempre habrá espacio para ir rellenando huecos, contándolo desde un punto de vista diferente, el de Pili.
No tiene exceso de contenido.
Se va un año 2016 que nos ha dado un poquito de todo:
alegrías, tristezas, amarguras, dulzuras, pero, al fin y al cabo nos ha colmado
de momentos que es de lo que se trata. Toca cerrar ese 2016 bajo llave y
solamente echarle una mirada, para recordar los buenos momentos, para acordarse
de quienes nos han dejado, y para aprender de todo aquello que no ha salido
como queríamos.
Ahora es el momento de recibir con los brazos abiertos un
nuevo año, un nuevo capítulo en nuestra vida. 2017 aterriza a nuestras vidas y
tenemos que estar dispuestos a despegar donde el destino nos quiera llevar,
pero hay que tener en cuenta que nosotros somos los capitanes de esa nave,
habrá imprevistos que ni un buen volantazo podrá evitar, pero en otras
ocasiones sí.
Este 2016 ha sido un año de lucha y reivindicación con el
tema de la accesibilidad en mi ciudad, luchando por unos semáforos sonoros que
parece que no llegan, pero que tengo la esperanza que en este año 2017 lleguen
y no tenga que jugármela tantas veces. Sin
semáforos para todos parece que esta entrada fue leída por mucha gente,
compartida y sirvió para que muchos estuvieran al tanto de mi situación,
incluso mi primo Sergio hizo un vídeo sobre el
tema. Sin embargo, quiénes tienen que ponerse las pilas aún no lo han hecho.
Simplemente espero que en este nuevo año lo hagan, no solamente con los
semáforos sonoros que reivindico, si no que en líneas generales se acuerden más
de quiénes no lo tenemos tan fácil, tenemos derecho a andar con seguridad y
autonomía por nuestra ciudad.
A pesar de que este 2016 los viajes no hayan salido como
queríamos, tenemos previsto seguir viajando en este 2017, porque viajar es
conocer, aprender y descubrir. Uno de los viajes que no salió como queríamos
fue el que teníamos pensado hacer en Semana Santa, fue un viaje
frustrado ya que ni llegamos a salir del aeropuerto gracias a la huelga de
controladores franceses. El otro viaje no es que saliera mal, pero el tiempo no
nos acompañó mucho en Menorca.
No todos los viajes han sido tan “malos”, ya que gracias a
una autora Dolores Redondo y su trilogía
nos dio por coger carretera y plantarnos en el Valle
del Baztán. Gracias a la lectura disfrutamos de una trama, de unos
personajes y de un escenario, y yendo allí en vivo y en directo descubrimos una
Navarra fantástica, sintiéndonos como los protagonistas de la trilogía, pero
siendo los protagonistas de nuestra vida, siendo un escenario visitado en
nuestra vida.
En este 2016 he seguido trabajando en mi puesto, y espero
mantenerlo en el 2017. Muy contenta de estar donde estoy, de la empresa donde
trabajo que nos cuidan mucho tanto a mí como a mi peluda. Con compañeras que siempre
están ahí y te echan un cable, sabiendo mis limitaciones, pero tratándome como
a una más. Gracias, compañeras.
Un 2016 que me ha dado por investigar y saber un poquito más
por esos dichos
populares que decimos en el día a día, pero que no sabemos su origen ni el
porqué de su aparición. Siguiendo con la creatividad, que espero que este 2017
continúe o incluso se incremente, con relatos como: Un
camino de espinas
Con este 2016 también he tenido que decir adiós a seres
queridos… Mi
gato Pichi nos dejó, pero aunque ya no esté a nuestro lado, sigue estando
en nuestro corazón. Después de tantos años juntos, tantos momentos, nos
quedaremos con el recuerdo de esa mascota, de ese miembro de la familia que
fue.
Y hace pocos días mi abuelo, mi yayo, también tuvimos que
decirle adiós. Despedirse nunca es fácil. Hace menos de 6 meses le dedicaba una
entrada, porque cumplía 95 años, Memoria
Viva. Él permanecerá con nosotros, en el recuerdo, en el corazón y en cómo
somos.
A pesar de la tristeza que nos deja la marcha de seres
queridos, queda el recuerdo de los buenos recuerdos vividos junto a
ellos.
Despedimos un año que no es que haya sido magnífico, pero,
como siempre se dice, si este no ha sido muy bueno, espero que el siguiente sea
mejor. Os deseo un muy feliz año 2017, que los propósitos no se queden
solamente en eso, que los sueños se cumplan y que sigamos acumulando
experiencias al lado de los nuestros.
Os dejo con un vídeo que me compartió una amiga, que me
gustó mucho, espero que a vosotros también.
El pasado puente de noviembre fuimos a descubrir el Valle
del Baztán. Gracias a Dolores Redondo y su trilogía de El guardián Invisible, ya
habíamos viajado a ese lugar tan mágico a través de sus descripciones y de
nuestra imaginación. Pero, nos apetecía pasear por esas montañas, sentir la
naturaleza y esos elementos mitológicos como el Basajaun que ella describía en
sus novelas.
Antes de ir estuvimos mirando alojamientos, para ir ya con
la reserva hecha, pero parecía que todo el mundo se hubiera puesto de acuerdo
para visitar esa zona durante ese puente, y no encontrábamos ni una habitación.
Finalmente a pocos días de nuestra escapada, encontramos un sitio en Lesaka, que no sabíamos ni
dónde estaba. Mirando por Internet nos convenció la localización, porque más o
menos estaba cerca de todo, y, sobre todo, del pueblo que, sin duda, no podía
faltar en nuestra visita al Baztán que era: Elizondo. Uno de los escenarios de
la trilogía, el pueblo natal de la protagonista, Amaia Salazar.
A ese pueblo no es que quisiéramos ir porque sí, si no que a
raíz de leernos la novela y descubrir que hasta se hacían rutas literarias en
Elizondo, contratamos una de ellas, para que nos contasen más sobre Elizondo,
la novela y empaparnos de todo lo que los guías nos contasen.
EL VIAJE
El 29 de octubre madrugamos para aprovechar el día que nos
esperaba en coche. No sabíamos si tendríamos muchas horas a causa de las
caravanas, pero, afortunadamente no estuvimos atrapados durante mucho rato en
ningún atasco. Aunque al llegar a Lleida tuvimos que reducir bastante la
velocidad e ir a paso de tortuga, porque la niebla hacía que no se viera nada,
empapaba los cristales y la carretera estaba resbaladiza. Suerte que Carlos es
muy precavido y no le gusta ir pegado al coche de delante, porque en más de una
ocasión tuvimos que dar algún que otro frenazo a causa de los coches de delante
que también lo hacían. Vimos bastantes coches que habían visto su puente
frustrado, por algún choque, más de un accidente debido a la niebla que no
facilitaba la conducción.
En Aragón ya hicimos alguna pausa, para estirar las piernas
y para comer algo. Seguimos nuestro camino y llegamos a la Comunidad Foral de
Navarra, ya quedaba menos. El pueblo donde nos alojaríamos estaba muy cerca de
Euskadi, así que estaba bien al norte de Navarra.
LA LLEGADA
Al llegar al hostal nos quedamos petrificados al ver que la
puerta estaba cerrada y no había ni un alma rondando por ahí. Después de llamar
a la puerta en varias ocasiones, nos abrieron y en seguida nos reconocieron por
ser la pareja que venía con un perro guía, una gran pista. Nos llevó arriba,
nos enseñó la habitación y nos dijo que siempre que saliéramos teníamos que
cerrar la puerta de abajo con llave. El sitio era un caserío, donde los
dueños del hostal también hacían vida allí, pero habrían arreglado unas cuantas
habitaciones para que funcionase como hospedaje.
LESAKA
Estábamos cansados del viaje, sobre todo Carlos que había
estado conduciendo, pero más que cansados lo que nos apetecía realmente era
pasear y estirar las piernas. Así que, seguimos el consejo de la dueña del
Hostal y fuimos a una vía verde que había justo al lado. Era un camino bastante
transitado de peatones, coches, pero por los lados del camino era todo verde,
prados, campos y caseríos. Caminamos un buen rato hasta que nos cansamos y el
frío empezaba a dejarse notar más. Entonces fuimos a la habitación, nos
acicalamos y fuimos al pueblo de Lesaka que estaba a menos de cinco minutos en
coche. Era un pueblo con mucho movimiento, gente por las calles, paseando o
incluso, a pesar de la época del año: tomando algo en terrazas. Nos sorprendió
escuchar que muchos de los habitantes hablaban euskera como si tal cosa, como
si en vez de estar en Navarra ya estuviéramos en Euskadi. Sé que en Navarra
también hay ikastolas, escuelas donde aprenden euskera, pero no sabía que lo
hablasen con tanta fluidez, creo que el hecho de que sea una zona norteña,
limítrofe con el País Vasco, hace que mucha gente haya hablado siempre
euskera.
Al ir bastante abrigados, al ir con Kenzie, no queríamos
meternos en una de esas tabernas que están llenas de gente, y optamos por una
terraza que, como digo, estaba bastante llena, y ahí respirando el aire del
norte, nos tomamos algo. Después cenamos prontito en un restaurante, y
volvimos al hotel. Antes de volver tuvimos que esperar a que los cristales del
coche se desempañasen, ya que por la noche se nota que bajan las
temperaturas.
Al día siguiente, domingo, nos esperaba visitar el pueblo
de Elizondo, que se ha catapultado a la fama gracias a la trilogía de Dolores Redondo, donde describe
de maravilla y muy fiel el pueblo.
ELIZONDO
El domingo día 30 teníamos reservada una ruta literaria, que
habíamos reservado con anterioridad en Visitas de El guardián Invisible nos dieron
hora para las 11 de la mañana, el lugar donde se había quedado era en la Plaza
de los Fueros de Elizondo, en la plaza del Ayuntamiento, ahí empezaría la ruta.
Llegamos pronto, después de haber desayunado en el hostal, haber emprendido el
viaje en coche por montañas hasta Elizondo y haber aparcado en el pueblo. Al
poco empezó a llegar más y más gente, hasta que hicimos un corro con la guía,
Beatriz, quien iba apuntando los nombres de las personas que estábamos ahí,
para ver si estábamos en la lista o no. Una vez estábamos todos, empezó a
relatar con un micrófono, la cual cosa ayudaba a que todos pudiéramos escucharle
muy bien.
LA RUTA DE LA TRILOGÍA
Empezó la ruta en la plaza del Ayuntamiento,
presentándose y contándonos cómo empezaron las rutas, ya que vieron que al poco
de salir la primera publicación del libro, ya había gente merodeando por el
pueblo, intentando saber dónde vivía la protagonista, por dónde andaba y muchos
curiosos ajenos al pueblo se acercaban, para hacer visitas y descubrir in situ
el escenario de El guardián invisible, preguntando aquí y allá dónde estaba el
obrador, la casa de tía Engrasi y otros puntos clave de la novela. Entonces, se
les ocurrió que podría ser una buena idea contar más curiosidades sobre el
pueblo y los enclaves del libro, hablaron con la autora, Dolores Redondo, y les
ayudó a fijar los puntos que habían inspirado los escenarios: algunos reales,
con descripciones fidedignas y otros, no tanto, porque es una escritora y puede
crear escenarios que solamente estén en la imaginación de ella y del
lector.
Después de contarnos cómo comenzó todo, siguió leyendo algún
pasaje del libro, para ubicarnos y ver qué el lugar dónde estábamos salía en el
libro. Y así era enfrente nuestro teníamos el Ayuntamiento con el escudo
baztanés: un blasón con cuadros, tipo ajedrez, que significaba la hidalguía de
los habitantes del valle. Este escudo no solamente se encuentra en la fachada
del Ayuntamiento, sino que muchos habitantes aún hoy día lo muestran en las
puertas de sus casas, como un recuerdo de quién fueron y quiénes son.
Justo en esa plaza, en una esquina encontramos el botil
harri, la piedra por dónde siempre que pasaba la protagonista de la novela,
Amaia Salazar, la tocaba y le recordaba el pasado de Elizondo y decían que
simbolizaba la fuerza.
Después de contarnos por qué estaba ahí esa piedra, el
significado y leernos un pasaje donde se menciona esa piedra, todos,
absolutamente todos, fuimos a tocarla, para ver si nos daba fuerza y por el
simbolismo que tiene. La guía se reía y decía que poco a poco desde el éxito de
la obra de Dolores Redondo, y después de tantas visitas, y las que vendrán, con
tanto roce, no se sabe si se va a ir desgastando.
Seguimos la ruta adentrándonos por callejuelas con todo el
encanto de Elizondo, íbamos haciendo paradas, para escuchar atentos lo que la
guía nos iba narrando, acompañando las explicaciones con imágenes que nos iba
enseñando, con curiosidades y con historia real de lo acontecido en esos puntos
clave, como, por ejemplo: cuando nos contó la gran inundación que sufrió
Elizondo en 1913, que también se cuenta en el libro, y nos mostró que en
algunas partes del pueblo está la marca, para recordar hasta dónde llegó el
agua, también hay fotografías antiguas colgadas por el pueblo, para ver cómo ha
cambiado. A raíz de esa inundación y sus consecuencias, algunos edificios
históricos de Elizondo sufrieron grandes daños y tuvieron que construirlos de
nuevo en otros lugares, como es el caso de la Iglesia.
Poco a poco, el Sol iba haciendo acto de presencia, y entre
el buen tiempo y la caminata, nos fuimos quitando los abrigos, para continuar
descubriendo más y más Elizondo. Todo nos parecía curioso y apasionante, como
que en el suelo había iniciales grabadas y ya pensábamos que era algo oculto, y
simplemente estaban ahí, porque alguien, seguramente algún crío le habría dado
por firmar cuando el cemento aún estaba fresco.
Seguramente los vecinos de Elizondo ya deben estar
acostumbrados a la peregrinación de lectores que guiados por la trilogía
aparecen allí, para descubrir sus calles y que todo les parece sorprendente,
parándonos delante de sus casas y haciendo fotografías, como cuando nos paramos
delante de una casa, solamente porque en la puerta tenían un eguzkilore,
que es una flor, como si fuera una especie de girasol, que sirve para protegerse
de los malos espíritus y de las brujas. Ahí vimos que la superstición
perdura, porque por muy bonito que sea tener una flor colgada en la
puerta de entrada de una casa, sin duda, la siguen conservando, porque aún
creen en las tradiciones: donde las brujas, los espíritus y hechiceros siguen
estando ahí y creen en ello.
RUTA SENSORIAL
Sí, porque, a pesar de no ver los escenarios los sentía.
Primero, por las buenas explicaciones que nos iban narrando con muy buen
acústica y de forma muy cercana. Además, Carlos, Kenzie y yo en algunos sitios
nos quedábamos más rezagados, para poder tocar el elemento que había hecho
referencia la guía, como es el caso de la piedra que simbolizaba para los
supersticiosos la fuerza, y aunque no lo somos, más valía tocarla por si acaso.
Además quería hacerme la idea de cómo era esa piedra, que no era muy grande,
pero se notaba el paso de los años y su tacto frío.
Puente de Muniartea
Al llegar al puente de Muniartea un ensordecedor ruido nos
atrapó. Las presas del río Baztán, que en otras partes se llama río Bidasoa,
hacía que pocas explicaciones nos pudiera dar la guía, por mucho micrófono que
llevase, la fuerza del río y su magia nos cautivó. Descubrimos el sitio
recogido, donde Amaia Salazar, protagonista del libro, iba a pensar, a
refugiarse y dejarse llevar como hacía el río. Desde ese puente, aparte de
notar la fuerza del agua, también había unas vistas preciosas de todas las
casas cercanas al río, y se veía el barrio de Txocoto. Además el puente
de Muniartea tenía una inscripción en la baranda, donde estaba reflejado el
nombre del puente Muniartea, así que podías recorrer con los dedos el
nombre, tal y como tantas veces en la novela había hecho la protagonista.
No solamente el oído disfrutaba de estar en un paraje como
Elizondo, gracias a las explicaciones y la naturaleza que nos rodeaba. El tacto
también, porque como digo, todo lo que se podía tocar, lo tocamos, más que nada
para hacerme más a la idea.
El olor de Elizondo estaba presente cuando por algunas casas
se notaba la presencia de chimeneas, y ese típico olor a leña, que entran ganas
de estar ahí dentro y quedarte mirando el fuego de la chimenea, calentándote y
dejándote llevar por el fuego. Recordamos que en la novela, Amaia siempre que
podía y estaba en casa de su tía Engrasi se quedaba absorta ante la chimenea,
mirando el fuego.
El gusto tuvo un papel importante cuando llegamos a la pasteleríaMalkorra.
A esa pastelería llegamos cuando terminaba la primera parte de la ruta.
Entramos y había dulces para probar, chocolate típico de la zona, pero sobre
todo un producto que gracias a la novela se ha convertido en el producto estrella:
el txantxigorri. Es un pastelito típico de la zona, pero que no se
comercializaba, la gente los preparaba en casa, es un dulce muy contundente
hecho de chicharrones de cerdo. Tuvimos la oportunidad de probarlo y estaba muy
rico, pero no me lo imaginaba así, no sé por qué, pero creía que llevaría crema
por dentro y no era así.
Al entrar por turnos en la pastelería, muchos aprovecharon
para realizar compras en la pastelería mítica de Elizondo, nosotros después de
degustar los dulces no lo hicimos, porque pensamos en pasarnos en otro momento
que no estuviera tan llena de gente. Y seguimos con la ruta, en este caso
fuimos a la Iglesia que estaba dentro de un parque, y es la que a piedra a
piedra cambiaron de ubicación después de la gran inundación sufrida en
1913.
KENZIE Y LA RUTA
Kenzie se portó muy bien durante toda la ruta, a pesar de no
entender nada, ya que caminábamos y al rato nos parábamos todos, para escuchar
a la guía. Ella no debía entender el hecho de ir sin rumbo y pararnos cada dos
por tres. Pero, no se quejó en ningún momento y siguió nuestros pasos sin
rechistar. Eso sí, no guió mucho, porque al no conocerme el entorno y no saber
dónde íbamos a parar, prefería que fuera Carlos quien nos llevase. En otras
ocasiones la directriz que le daba era que siguiera a la gente. Hay que decir,
que Kenzie no fue el único can durante la visita, había otra persona que
también había querido acercar a su perro a Elizondo.
CONTINUAMOS CON LA RUTA
Paseamos durante más de tres horas por todas las calles
como: Braulio Iriarte, calle de Santiago, Jaime Urrutia, Antxitonea, Txocoto,
pasando por el restaurante favorito de James, el marido de Amaia Salazar: Santxo Tena
y pasando por la comisaría de la policía foral de Navarra- un edificio moderno
que huía de la arquitectura común del valle, un edificio muy
singular.
Una de las últimas paradas de la ruta fue el cementerio de
Elizondo. Y en “El guardián Invisible” primer libro de la trilogía de Dolores
Redondo, encontramos lo siguiente:
“Del mismo modo que sobre las puertas de una ciudad se
coloca un escudo con sus armas y sus valías, en la puerta del cementerio
presidía una calavera que vigilaba desde sus cuencas vacías a los visitantes,
avisándoles de que entraban en los dominios de aquel particular gobernador de
la ciudad de los muertos”
Entramos en la ciudad de los muertos, que tanto sale en la
trilogía por la cantidad de entierros a los que tienen que asistir. Paseamos
entre tumbas, algunas con esculturas muy bonitas. Nos cuentan que, antes de
hacer la visita guiada por el cementerio pidieron permisos, porque es un lugar
que quizás familiares no quieren que sea visitado. No se opusieron a ello,
incluso lo veían bien que las tumbas de familiares fueran visitadas. De hecho,
incluso la adaptación cinematográfica de “El guardián Invisible” se rodó en el
mismo cementerio.
FIN DE LA RUTA
Terminó la ruta en el mismo sitio donde había empezado en la
Plaza de los Fueros. Ahí nos despedimos, aunque me hubiera gustado que le
hubiéramos dado un gran aplauso a nuestra guía, Beatriz, por lo bien que nos
guió por todo el pueblo, de una manera muy cercana y destapando curiosidades
que sabemos que sin la ruta no nos hubiéramos enterado. Al terminar,
esperamos a que muchos le felicitasen y se fueran, cuando nos quedamos solos,
llegó nuestro turno de agradecerle lo bien que lo había hecho y lo ameno que
había pasado el recorrido, preguntamos unas cuantas curiosidades que no nos
habían quedado muy claras y, siendo ya pasadas las dos de la tarde, le pedimos
consejo para comer bien por ahí cerquita. Nos recomendó un asador, ya que le
habíamos dicho que nos apetecía un buen entrecot del norte. Con su consejo
gastronómico y con un buen sabor de haber descubierto un pueblo tan bucólico y
literario nos fuimos a saciar nuestro hambre, ya que después de tanto caminar
el apetito ya hacía acto de presencia.
Después de la ruta nos dirigimos al asador que nos había
recomendado nuestra guía, para ello tuvimos que coger el coche, ya que estaba
cerca, pero no como para ir caminando. Nuestra sorpresa fue cuando el dueño nos
dijo que tenían todo reservado dentro, para más de 80 comensales, así que,
cuando ya casi nos íbamos, no sé si le debimos dar pena, pero nos comentó que
si queríamos podríamos estar fuera. Así que, por pelos, pero tanto una pareja,
también catalana, como nosotros, tuvimos suerte, justo había solo dos mesas.
Aprovechamos el buen tiempo que hacía, y que no había otra opción que comer
fuera sí o sí. Kenzie se dio una buena siesta, estaba cansada después de
tanto caminar, así que después de beber toda el agua que le trajeron, se dedicó
a dar un buen descanso en el césped. Nosotros empezamos a degustar platos
típicos de la zona: marmitako, judías y unos buenos entrecots a la brasa. Creo
que, particularmente, en el norte es donde mejor se come.
Después de una buena comilona, no quedaba otra que caminar
para bajar la comida un poquito. Así que seguimos adentrándonos en las calles
de Elizondo, esta vez por nuestra cuenta, recorriendo otra vez las mismas
calles que habíamos visto con la ruta, pero quedándonos el tiempo que queríamos,
disfrutando de cada momento y cada detalle. Más tarde, vimos un banco, en uno
de los lados del río, que nos atrajo. Nos apetecía descansar escuchando los
pajaritos, el pasar de la gente, el río- que a esas horas era la balsa de unos
cuantos patos que también se oían-. Descansamos y por último: tomamos
algo antes de volver al hotel en Lesaka. El día había terminado,
estábamos cansados, pero muy contentos de todo lo que habíamos descubierto.
ÚLTIMO DÍA DE LA ESCAPADA 31 de octubre
Era lunes, y aún nos quedaba un día de fiesta, pero ya
regresábamos, para descansar el último día en nuestra casa. Aún teníamos todo
el día por delante y no nos apetecía coger ya carretera y manta y volver a
casa, así que teníamos toda la mañana. No sabíamos si ir a San Sebastián, que
no nos quedaba muy lejos, pero optamos por dejar Euskadi, para otra escapada y
centrarnos en Navarra y sus pueblos. Desayunamos con la calma, recogimos las
mochilas y nos fuimos del hostal. La primera parada fue en Lesaka para ver el
pueblo con luz y buscar un supermercado, para comprar las típicas magdalenas
baztanesas, pero no hubo suerte con la búsqueda.
De nuevo en el coche, como si Elizondo tuviera algo que nos
atrapase, volvimos allí. Al ser un día laborable, pudimos entrar en la
panificadora baztanesa, que le han puesto el título de “Mantecados Salazar” ya
que lo utilizaron para grabar la película y ya se ha quedado como símbolo del
pueblo. Preguntamos por las famosas magdalenas, y a pesar de no ser mediodía,
ya no les quedaba ninguna, nos dijeron que en el EROSKI, un supermercado del
pueblo podría ser que hubiera. Así que probamos, a ver si teníamos más suerte,
y, afortunadamente: estaban las magdalenas recién hechas del día en la
panificadora.
Con nuestra bolsa de magdalenas, recuerdo de Elizondo, nos
fuimos a Zugarramurdi.
URDAX
Antes de llegar a Zugarramurdi pasamos por Urdax, un
pueblecito pequeño y conocido por sus cuevas. Solamente nos paramos para pasear
por el pueblo y respirar tranquilidad y naturaleza. Cuenta la leyenda que los
habitantes de Urdax por miedo no entraban en las cuevas, ya que se creía que en
ellas habitaban las lamias, dentro de la mitología vasca, eran como unas
sirenas. Nosotros no entramos por miedo, simplemente tampoco las vimos.
ZUGARRAMURDI
Era ya la hora de comer y pensamos que Zugarramurdi sería
una buena opción. No pensamos que, como nosotros, mucha gente habría pensado en
ir al pueblo de las brujas el día de Halloween, y así debió ser, porque había
más coches y visitantes que casas. Casi no sabíamos ni dónde dejar el coche,
finalmente encontramos un aparcamiento. La misión era encontrar un buen
restaurante, sin embargo, todos estaban llenos, con gente esperando. Nos
arrepentimos de no habernos quedado en Urdax con lo tranquilo que parecía.
Después de ver todas las opciones, visitar casi todos los
restaurantes, vimos que daba igual dónde comiéramos, porque no sé si para no
hacerse la competencia o como política del pueblo, en todos ofrecían casi el
mismo menú.
Así que nos quedamos con el primero que vimos, que estaba
cerca del aparcamiento, y a pesar de que había gente, había una mesa en el
porche. Tardaron mucho en atendernos, sabíamos que pasaría, porque estaba a
tope, así que nos colmamos de paciencia y fuimos degustando los platos, que
nada tuvieron que ver con los del día anterior, escuchando el ambiente. Nos
sorprendía que las camareras tan pronto hablaban euskera, como español o
francés, pasaban de una lengua a otra sin ninguna dificultad. Al ser un lugar
fronterizo los habitantes tienen la suerte de dominar con fluidez las tres
lenguas, ya que también observamos que muchos visitantes eran franceses, y
seguramente también sean una fuente de turismo.
Después de comer, paseamos sin prisa y con calma por los
alrededores, viendo: vacas, cabras, cerdos y una especie de caballos pequeños.
Son animales sin más, pero para nosotros que somos urbanitas, todo aquello nos
apasionaba, porque nos sacaba de la rutina. Eso sí, no estamos muy acostumbrados
a ese olor. Después, nos adentramos por los caseríos, por las callejuelas
por donde siglos atrás habrían caminado las brujas del lugar.
Llegamos al museo de las brujas, sí, porque ese pueblo se
siente orgulloso de su tradición, de su historia, y sabe que también ello
conlleva que muchos visitantes vayan allí. No llegamos a entrar al museo, a
pesar de que no era muy caro, pero nos comentaron que eran vídeos, salas
multimedia, así que mucha gracia no nos hacía, porque yo tampoco lo hubiera
podido disfrutarlo, ya que si era muy visual me hubiera perdido mucho.
Seguimos caminando y vimos las cuevas, la entrada donde se
tenía que pagar, pero también vimos que muchos perros estaban atados en
árboles, ya que no permitían entrada a perros. En mi caso, hubiera sido
diferente, porque Kenzie es mucho más que un perro, es una guía y como perro
guía tiene derecho a entrar allá donde yo vaya. Sin embargo, quedaban 15
minutos para que cerrasen, así que pensando que teníamos un largo camino hasta
casa, tampoco entramos.
En esas cuevas se dice que era donde las brujas celebraban
sus aquelarres. No sabemos si fue el miedo a entrar, pero no lo hicimos.
Básicamente fue una cuestión de realismo no nos daba tiempo a ver todo,
sabiendo que ya cerraban. Algunas personas que sí que han estado me
comentan que dentro se sienten cosas, yo no sé si es verdad o no, porque no
entramos. Pero, cabe decir, que mientras paseábamos solos por los alrededores
del pueblo, no solamente se escuchaban a todos aquellos animales que he
comentado, también se escuchaba un especie de tintineo, que sería el viento que
movía…. No sé qué, pájaros que piaban al unísono de una manera muy peculiar, y
la verdad, que también la sugestión y el saber que han ocurrido tantas cosas en
un lugar con tanta magia, también te crea ese tipo de sensaciones.
LA VUELTA A CASA
Emprendimos el regreso a casa desde Zugarramurdi, empezaba a
anochecer, pero el hecho de que justo ese fin de semana hubieran cambiado la
hora, ya se notaba. No eran ni las seis de la tarde y ya estaba oscureciendo.
Nos quedaba un buen camino hasta casa, pero íbamos con la calma, sabiendo que
no importaba a la hora que llegásemos, las pausas que tuviéramos que hacer, lo
más importante era llegar, ya tendríamos al día siguiente para descansar todo
lo que deseásemos.
Mientras íbamos en el coche recordábamos todos los lugares
que esconde Navarra y que quizás, si no nos hubiéramos adentrado en la novela
de Dolores Redondo, jamás hubiéramos descubierto. Fue una escapada breve,
pero intensa: llena de bucólicos recuerdos, magia, encanto y algo de superstición.
Sin duda, ni el frío, ni la niebla, ni la distancia elimina el encanto de
visitar lugares así, donde el basajaun vigila parajes donde la naturaleza es la
verdadera protagonista.
Me sentía hambriento, cansado y
sediento, pero seguía caminando. Sabía que todo había sido un error, una
equivocación, no sabía muy bien qué había pasado, pero ahora me veía solo en un
lugar desconocido. Se habían ido sin mí y los tenía que
encontrar, porque ellos siendo cómo eran no recordarían dónde me habían dejado.
Así que, aunque estuviera a punto de desfallecer tenía que continuar, tenía que
hacerlo por los pequeños de la casa. Ellos eran el motor que me hacían seguir
hacia adelante, los que hacían que las fuerzas no me abandonasen. Recordaba
todos los buenos momentos que habíamos vivido y eso me impulsaba a seguir
adelante, para encontrar el camino de la casa donde nací.
Cuando las noches frías venían,
intentaba buscar un hueco entre matorrales, para que el frío no me calase los
huesos, y aunque la comida no era como en casa, algo encontré por el bosque y
bebía de los ríos y los charcos que por el camino iba encontrando. No podía
quedarme quieto, daba igual cuántos días llevase caminando, sé, mi instinto me
lo decía, que ya estaba cerca. Mis pies estaban gastados, agotados y con
heridas, cómo me hubiera gustado tener una de las zapatillas que utilizaba Zoe
para correr, así no tendría tanto dolor en mis pezuñas. Cuando llegase a
casa me prometí no estropeárselas, ni escondérselas, porque entendía lo
importante que eran para ella, cosa que hasta entonces nunca le había dado ni
la menos importancia al calzado. Sería mucho más bueno, obediente y mimoso, así
nunca tendrían ninguna queja sobre mí, sería tan ejemplar que estarían
orgullosos de mí.
Al tercer día me pareció divisar
la casa, mi casa. Casi se me saltaron las lágrimas, no me lo podía creer,
después de tanto esfuerzo tendría mi recompensa: estar con los míos. Vi que el
coche seguía aparcado donde siempre, ese coche donde me habían montado tres
días atrás y se habían olvidado de mí. Aunque todavía no llego a entender cómo
pudieron olvidarse de mí con mis 42 kilos, con todo el pelo que tengo y lo
grande que soy, y tampoco entiendo porque justamente ese día me quitaron el
collar, si nunca lo hacían. Supongo que sería para que me sintiera más libre,
aunque ahora que no lo tenía sentía que me ahogaba sin él. Pero, ahora que
volvía a casa sé que me lo volverían a poner, porque me gustaba llevarlo y que
la gente viera mi nombre en él. No sé fue un día muy raro, se salía totalmente
de lo corriente: recordaba que Juan me dijo que íbamos a dar una vuelta,
subimos al coche y después se fue. No sé, pero ahora que ya veía la meta, olvidaba
ese día y todos los malos momentos, solamente quería llegar y abrazarles,
quería demostrarles que les quería, por si acaso les quedaba alguna duda, era
mi familia y yo sin ellos, me había dado cuenta, que no soy nadie.
Solamente tenía que cruzar y ya estaría
en mi parcela, pero no sé si el cansancio hacía que viera mal, ya que mi casa,
donde yo pernoctaba no estaba. Pensé que aún estaba lejos como para saberlo con
certeza. Cuando me fui acercando me dí cuenta que sí que era mi casa, no era
una equivocación, desde la valla observé que sí que estaba mi alcoba, mi
refugio, mi hogar. ¡Cómo no iba a estar! Aunque fijándome mejor, ví que era muy
diferente, era nueva, tenía colores, la habían pintado y reformado. ¡Qué
detalle! Qué ilusión me hizo saber que habían renovado la casa. Seguro que
querían darme una sorpresa y por eso me habrían dejado allí, para que no viera
los preparativos. Aunque si no recordaba mal, mi cumpleaños no era hasta dentro
de seis meses, pero se habían adelantado. Sabía, siempre lo había sabido, que
no me traicionarían. Puk, mi mejor amigo, siempre me decía que no me fiase ni
un pelo de los humanos, que cuando menos te lo esperas, te abandonan. Sin
embargo, yo le hacía caso omiso a sus habladurías, y le replicaba que con la
familia que yo tenía no me pasaría, que él tenía envidia, porque él había
tenido muy mala suerte en la vida y no tenía una familia como la mía. Me sabía
muy mal por él, pero me fastidiaba que tuviera que meter a todos en el mismo
saco, no todos eran igual, para ejemplo los míos. Él seguía que yo sabría, pero
que ya se lo diría dentro de unos años, porque no le daba buena espina el viejo
Juan, el abuelo de Zoe y dueño de la casa. No sé por qué lo decía, creo que no
le caía muy bien, porque Juan en cuanto lo veía entrar por la zanja, lo echaba
con malos modales, y nunca le daba nada de comer. A mí me hubiera gustado que
se llevasen bien, los dos eran mis amigos. En parte entiendo que no hubiera
afinidad, más que nada porque no se conocían y la desconfianza hacía que Juan
lo echase y que Puk se sintiera molesto. En más de una ocasión, yo me escapaba para
ver a Puk, iba a su escondite, y llevarle algo de mi comida, sabía que Puk, a
pesar de su carácter pulgoso y huraño, lo agradecía.
Durante estos días de caminata
incansable he recordado las palabras de Puk, pero, aunque reconozco que por
minutos, sobre todo cuando estaba más cansado, se me pasaba por la cabeza que
pudiera tener razón, se me disipaban las dudas cuando recordaba palabras
cariñosas de Zoe, las fiestas que me hacía, los juegos y todos los buenos
momentos vividos juntos.
Ahora que solamente me faltaba
llamarles, para que me abriesen la puerta, la emoción hizo que se me crease un
nudo en la garganta, que me impedía articular ningún sonido. Y más aún cuando
de repente me ví de pequeño jugueteando por el jardín, de eso ya hace más de
diez años. Pero, no, no estaba recordando lo estaba viendo con mis propios
ojos, como si pudiera ver nítidamente mi pasado. Puk, lamentablemente, tenía
razón, me habían reemplazado, por otro más joven, más juguetón, más guapo, como
yo hace diez años.
La tristeza de saber que lo que
yo pensaba una sorpresa, era una traición en toda regla, pudo conmigo. Mis
piernas, la sed, el cansancio y el no poder con mi alma, hizo que me tumbase
desolado ante la puerta de mi casa, donde había vivido durante toda mi vida. Había
llegado a la meta, pero el resultado no era el esperado. Sabía que era mi
final, pero quería que ellos vieran que los había encontrado, que me había
enterado de todo. Desde el suelo, no me salió un fuerte ladrido, sino uno muy
agudo, triste y que me irritó toda la garganta. No quería guardarles
rencor, primero porque no sé cómo se hace eso, y segundo porque no estaba
molesto, estaba dolido, desolado y decepcionado. No podía hacer otra cosa que
llorar. La tristeza me dolía, se me clavaba en el corazón como una punzada.
Se abrió la puerta, la que estaba
enfrente de mi sombra, yo solamente era una sombra de lo que había sido, era un
fantasma, y salió Juan acompañado del nuevo miembro de la familia que no
reparaba en mi presencia y solamente hacía que saltarle al abuelo. El viejo sí
que reparó en mí y puso una cara indescriptible, como si no creyera verme de
verdad, seguramente mi aspecto no era el de siempre. El reflejo de su cara
denotaba: sorpresa, incredulidad, pero no dijo nada, solamente me miró sin
saber qué hacer. La comisura de sus labios me transmitía una culpabilidad
estática. No sé cuánto tiempo pasó, hasta que sí que mirándome fijamente, con
la mirada brillante como nunca antes se la había visto, susurró entre dientes algo, me pareció
entenderle:
-Perdóname. Tú siempre has sido fiel, no como yo.
No es que esperase su perdón,
pero como si mi corazón sí que lo esperase, dejó de latir y no recuerdo nada
más.
NO ES
UN CAPRICHO, ES UN MIEMBRO MÁS DE LA FAMILIA
Antes de tener una mascota contigo piensa en todo lo que vendrá. Te cambiará la vida. Adóptales,
están esperando a que llegues y le des todo el cariño que necesitan. Tú se lo
puedes dar, te obligará a salir a la calle, conocer gente, pero sobre todo tendrás
a alguien que te comprenderá mejor que tú mismo. Si piensas regalar una mascota
estas Navidades, les cambiarás la vida, será un regalo para toda la vida.
Ahora que llegan las fiestas navideñas, el consumismo está a
la orden del día, y algunos estarán pensando en dar el capricho del siglo a sus
hijos como es el caso de regalarles una mascota.
Hay que tener en cuenta que el hecho de regalar un perro, un
gato o cualquier mascota, no es un capricho, es una decisión que hay que pensar
mucho, porque no cabe duda que estimula el comportamiento de los más pequeños,
dándoles mucho, cariño,
compañía y el aprendizaje de cuidar de un ser vivo, pero, sobre todo, aprenden
a tener una gran responsabilidad; cuidarles, darles de comer,
y, sobre todo, sacarles a la calle: llueva
o nieve, tengas planes o n te apetezca salir, porque hace frío, tengas fiebre o
simplemente estés vago, el perro tiene necesidades que tienes que cumplimentar,
porque ellos te dan todo a cambio de muy poco.
Muchos piensan que por regalar un animal a sus hijos les
harán felices, y no cabe duda que es así, porque no habrá nadie como una de las
mascotas que regales, para fomentar el cariño por el prójimo, pero sobre todo
no será un animal, no será una mascota, será uno más de la familia. Y tienes
que tener en cuenta muchas cosas:
Vacaciones
Si te vas de vacaciones, tendrás que buscar algún sitio
donde las acepten. Afortunadamente son más los alojamientos que ofrecen este
tipo de servicios, donde te dejan hospedarte con tu mascota, siempre y cuando
se comporten, y ya sabemos que muchas de ellas, a veces se comportan mejor que
algunas personas. Si es un viaje muy largo y no quieres que la mascota
sufra yendo en la bodega, o no quieres someterle a tanto estrés, busca a
alguien que se pueda hacer cargo durante esos días. Si por el contrario no
tienes a nadie que se pueda ocupar, también existen hoteles para dejar a la
mascota, aunque recuerda que hay un vínculo entre vosotros, y puede que se lo
pase genial, como si de un niño que se va de colonias se tratase, o puede que
hasta deje de comer, porque piense que te has olvidado de ella. Sea como sea la
decisión que tomes, piensa sobre todo en el nuevo miembro de la familia, piensa
qué harías si te tuvieras que ir de vacaciones y tu hijo no pudiera ir…
¿lo dejarías con los abuelos? ¿te lo llevarías costase lo que costase?
¿optarías por utilizar ese tiempo en dejarlo en un campamento? ¿o cambiarías el
plan vacacional para que fuera contigo? Piénsalo bien, porque no es un objeto,
son seres vivos que sienten y padecen como tú, aunque no se expresen con el
mismo lenguaje que tú.
No compres, adopta
Si tienes pensado regalar una mascota, piensa que hay
multitud de protectoras
y fundaciones, que ofrecen mascotas, sin tener que gastarte una pasta en ellos.
No es por el dinero que te vayas a dejar en la compra, sino que tenemos que ser
un poco sensatos y pensar que si hay animales que no tienen un hogar y están
esperando, quizás es la mejor opción, para darles una segunda oportunidad y
llenarles de todo el cariño que se merecen. Antes de ir a una tienda de
mascotas y elegir el primero que te entre por la vista, sin pensar en las
condiciones en las que está, sin pensar en el dinero que te va a costar, piensa
que hay miles de mascotas que esperan a que tú, que eres responsable y anhelas
tener una, te espera en alguno de los centros de acogida que hay por toda
España.
¿Por qué escribo esta entrada en el blog?
Porque se acercan las fiestas navideñas y sé que mucha gente
estará pensando en regalar una mascota. Pero, ni es un capricho pasajero, ni un
juguete, son seres vivos. Puede que cuando llegue a casa sea una bolita peluda
pequeñita, pero tienes que pensar que con el paso del tiempo crecerá, tendrá
sus días buenos y malos, como tú, y al igual que de un familiar no te puedes
desentender de él como si nada, tendrás que estar ahí para cuidarle con la
misma ilusión y cariño que lo hiciste en aquellas navidades que llegó a casa.
No puede ser que en España, y para que engañarnos en toda
Europa, nos encontremos con que llega el verano y esas criaturitas que llegaron
a casa con toda ilusión se ven desamparadas, por familias que ven que no les
cuadran en sus planes veraniegos, que ven que es un incordio tener que sacarle
a todas horas, que ven que destrozan la casa.
Recomendación a la hora de elegir mascota
Una recomendación antes de optar por una mascota u otra,
iría a un veterinario, a un educador, para que te aconsejase, según tu estilo
de vida: si tienes hijos, si estás muchas horas fuera de casa, si tienes
personas mayores…. Cada mascota tiene un carácter, por ejemplo: si estás mucho
fuera de casa, quizás te conviene más un gato que un perro, ya que son más
independientes y no tienen que salir a la calle. Si tienes un piso
pequeño, quizás no te conviene tener un perro grande. Elijas la mascota
que elijas, te digan el carácter que puede tener o no, al igual que en la
formación y educación de tus hijos, ahí juegas un papel importante tú y la
educación que reciba el peludo.
Escribo este post en el blog, porque no quiero que año tras
año se vuelvan a repetir noticias de este tipo, donde el abandono es el eje de
la noticia, mientras animales con sentimientos, más que los que eran sus dueños
y se atreven a dejarlos por ahí, son los que acaban sufriendo, mientras quienes
cometen actos de ese tipo quedan inmunes, libres sin ningún castigo. No quiero
que alguien regale una
mascota estas Navidades y como de un juguete roto en
verano se deshagan de ellos.
Noticias relacionadas con el abandono de mascotas:
Reconozco que yo siempre he sido más de felinos que de
perros. Sí, antes de quedarme ciega tuve a mi gato Pichi, que justamente este
año, después de más de 15 años nos ha dicho adiós. Él me dio mucho, porque a
pesar de ser muy independiente, sabía cuando le necesitabas y aparecía por ahí
ronroneando, silenciosamente o jugueteando, para ponerse encima de tuyo y estar
ahí.
Quizás era más de gatos, porque siempre he sido un poco comodona
y el hecho de tener que sacarle me daba mucha pereza. Sin embargo, cuando me
diagnosticaron la enfermedad, tuve que cambiar de vida, y a mi siempre me costó
mucho llevar el bastón, pero lo hacía, aunque fuera como símbolo
identificativo. Empecé a ir a la ONCE, para que me enseñaran a manejarme en el
día a día, y entre esas actividades estaba ir a la psicóloga, sí, reconozco que
fui, y durante mucho tiempo y, a pesar de que al principio era un poco
reticente, encontré a más que a una psicóloga, a una amiga, mejor dicho a dos
amigos: ella y su perro guía. Ellos hicieron que me cambiase la vida, ella
porque me ayudó mucho en aquella época de frustraciones y me ayudó a ver la
vida de otra manera, afrontando la situación, y él, Yeco, porque me conquistó, me
enamoró y descubrí que los perros también me gustaban. Poco a poco me iba
enamorando más la idea de solicitar un perro guía, el día que Yeco nos guió a
mi y a mi psicóloga, me dí cuenta de que no solamente era un perro que daba
cariño, era guapo y era simpático, sino que era mucho más, te facilitaba la
vida, porque el pequeño trayecto que hicimos, fue sin estrés, sin angustia,
simplemente confiando plenamente en él.
Tardé tres años desde que hice la solicitud en ONCE, fue un
proceso de espera, pero que valió la pena, porque Kenzie llegó a mi vida. Sí,
un perro no se puede esconder, aunque se haga tan pequeño que cabe en todas
partes, no podía guardármelo en el bolso como hacía con el bastón, sin embargo,
me daba igual, porque me da seguridad, confianza, cariño, y sobre todo
autonomía, rapidez, compañía, y infinitas cosas, que no enumero para no
aburrir. Kenzie es una perra que es una labradora de color amarillo, y a
pesar de lo grande que es, se hace muy pequeña.
De lo que no cabe duda es que tengas el
animal que tengas, será un miembro más de tu familia, estará siempre contigo,
tanto en los buenos momentos, como en los que no lo son tanto. Te cambiará la
vida, y no porque sea una responsabilidad, que también, si no porque el llegar
a casa será una fiesta, para quien te esté esperando, ya sea un gato, un perro
o un pájaro.
En mi caso, Kenzie fue diferente, porque no
solamente forma parte de mi familia, ni es solamente un perro de servicio, es
mucho más, es como una parte de mí, existe un vínculo muy grande entre
nosotras. Aparte de todo lo que vivimos durante el día a día juntas,
ofreciéndome una ayuda incondicional, vivimos muchas cosas juntas, que hace que
nos unamos más. En mi caso es diferente, porque no tengo que pensar que estará
sola en casa, porque si yo salgo, al no ser que sea un sitio que sepa que lo va
a pasar mal, ella viene conmigo, aparte de para darme autonomía, porque sin
ella no sería lo mismo. Tampoco me tengo que preocupar por las vacaciones o por
dónde vaya, por ley los perros guía y de asistencia tienen derecho a ir allá
donde su usuario vaya, porque al igual que adquirir una mascota digo que no es
un capricho, porque te lo tienes que pensar mucho, tener un perro guía, tampoco
lo es.
Si estás leyendo estas líneas, si te ha servido para tomar
conciencia, si aún piensas regalar una mascota, ya sea en Navidad o fuera de la
época de regalos, aquí te dejo unos cuantos enlaces, para encontrar la mejor
protectora en tu Comunidad Autónoma. Un animal te dará mucho, más de lo que te
imaginas, piénsalo antes de que forme parte de tu familia, te regalará momentos
increíbles, que no podrás olvidar fácilmente. Atrévete a dar el paso, pero con responsabilidad, si das el paso no te puedes echar atrás, no les hagas sufrir.
El tiempo tiene un valor incalculable de ahí que digamos que
el tiempo es oro, de ahí que muchos de los refranes hagan alusión a la
fugacidad del tiempo, lo rápido que pasan. En otras ocasiones tenemos modismos,
refranes o dichos populares, para alentarnos de que el tiempo a todo el mundo
pone en su lugar, que si esperas, si tienes paciencia, todo llega, solamente
hace falta dar tiempo al tiempo. Hay muchas expresiones relacionadas con el
tiempo, con el paso de los minutos, con el aprovechamiento de éste y muchos
más. Aquí os dejo una muestra, y por supuesto, si tenéis tiempo y sabéis alguna
expresión sobre esta temática de hoy, os agradecería que pusierais algún
comentario, para completar la entrada.
“A quien madruga,
Dios le ayuda”
Significa que cuanto antes empieces tu labor, antes
terminarás y mejor te irá el día. No significa literalmente, madrugar, como
levantarte temprano, sino que, se refiere que cuanto antes empieces a trabajar,
antes terminarás tu proyecto, más contento estarás y mejor te irán las cosas.
“No por mucho
madrugar, amanece más temprano”
Este refrán, parece una contradicción del anterior. Ya que
el significado es: No es suficiente la rapidez,
ni conviene precipitarse en nuestro trabajo para apresurar el logro de algo,
porque los acontecimientos deben seguir su curso natural.
“No dejes para mañana
lo que puedas hacer hoy”
Este refrán es como un CARPE DIEM, vive la vida como si
solamente hubiera un día, no lo dejes para mañana. Aunque, sin duda, se refiere
más a temas de trabajo: no seas perezoso, aconseja que hagas las cosas en el momento,
para que mañana no tengas que hacerlo, y así lo termines antes.
“Quien espera,
desespera”
¿Quién no ha tenido que esperar? ¿una nota de un examen? ¿de
un trabajo? ¿qué te digan si te has sido elegido para un puesto de trabajo? Cualquier
espera es angustiante, la incertidumbre revolotea por tu cabeza, y solamente
esperas. Un día se puede convertir en cien días, porque quien está esperando,
está sufriendo, y el tiempo se le hace muy largo.
“Más vale tarde que
nunca”
Quizás por mi impuntualidad innata he utilizado en multitud
de ocasiones este refrán. No sirve de mucho, porque si llegas tarde, has hecho
perder el tiempo a alguien. Sin embargo, remitiéndonos al refrán, significa que
no importa lo tarde que llegues, que presentes algo, mientras llegues o lo
presentes.
“Nunca es tarde si
la dicha es buena”
Este refrán similar al anterior, hace referencia al tiempo
de espera, a veces no importa el tiempo que lleves esperando si es por un buen motivo.
“Cuando riendo,
cuando riñendo, el tiempo se pasa y nos vamos yendo”
Este refrán hace alusión a la fugacidad del tiempo, lo rápido
que pasa el tiempo y en nada pasa.
“El tiempo es Oro”
A veces no sabemos el valor del tiempo. El tiempo es un bien
preciado que es muy caro, por eso se dice que es como el Oro, porque tiene
mucho valor, y a veces no sabemos aprovecharlo como se merece y pasa enseguida.
“En tiempo de
higos no hay amigos”
Reprimenda a quienes
en los tiempos de su prosperidad, dejan de lado a los amigos de verdad, los de
toda la vida.
“El tiempo todo lo cura”
Las penas cuando
pasan los años se convierten en menos penas, el paso del tiempo hace que
aquella herida cicatrice y no se recuerde como aquel primer momento.
“Hay que dar
tiempo al tiempo”
Significa que el tiempo pone a cada uno en su sitio,
solamente hay que saber esperar a que llegue el momento. Paciencia, que todo
llega.
“La pera dura, el
tiempo la madura”
Refrán muy similar al anterior, donde la paciencia juega un
papel muy importante, y hay que saber esperar, porque todo llega, simplemente
hay que dejar pasar el tiempo.
“A su tiempo
maduran las uvas”
Refrán que aconseja tener paciencia, hay que saber esperar
para poder cosechar un fin.
“Tiempo presente,
al mentarlo ya es ausente”
Este refrán hace referencia a la fugacidad del tiempo, lo rápido
que pasa, que al decir lo rápido que pasa, ya ha pasado. Más vale no quejarse y
saber aprovecharlo.
“Arreando que es
gerundio”
Significado: Este dicho popular se utiliza cuando quieres
alentar a alguien a que realice una acción, para darle ánimos y se de prisa en
llevarlo a cabo. También he visto, que
se utiliza: “Andando que es gerundio”, sin embargo, yo personalmente, reconozco
que utilizo más la de “Arreando que es gerundio”.
Origen: Se suele explicar este
dicho popular con el cuento: El villano instruido:
Se dice que unos
campesinos enviaron a su hijo a estudiar a Salamanca. El chico no era muy listo,
pero aprovechó lo que pudo. Una vez de vuelta su padre le pidió que llevara al burro de un lugar a otro, y el mozo, para
demostrar cuánto había aprendido, iba gritando al pobre asno: “¡arreando, que es
gerundio!”.
Fray Gerundio, el
pedante y resabiado personaje de Historia del famoso predicador fray Gerundio de
Campaza (1758) de José
Francisco de Isla, solía decir que no se debían utilizar las palabras que
empezasen por: arre- (como arrebatar, arreglar,
arreciar…) porque sugerían
tratos con caballerías y animales, por
lo tanto resultaban incultas.
Entonces, la expresión es una especie de chascarrillo,
al juntar en una misma frase una palabra vulgar con una demostración de
cultura, que además coincide con el nombre del personaje culto que desprecia el
primer vocablo. Y de ahí las risas de aquellos que oían las voces del muchacho.
“A buenas horas
mangas verdes!”
Significado: Cuando alguien ya no llega a tiempo, porque
llega demasiado tarde y pierde una gran oportunidad. Cuando solicitas auxilio,
y esa ayuda cuando ya no la necesitas o cuando ya ha ocurrido algo malo.
Origen: Durante el mandato de los Reyes Católicos se crearon
los Cuerpos de la Santa Hermandad. El cuerpo fue creado para prestar auxilio en
cualquier tipo de emergencias. Sería como la antigua Guardia Civil, en aquella
época de bandoleros, estaban para salvaguardar la seguridad de los habitantes y
no fueran asaltados. Sus miembros vestían un uniforme de mangas de color verde.
Este cuerpo se ganó la fama de impuntuales, ya que cuando, por fin, llegaban a la zona de peligro ya se habían
producido muchos altercados, a veces tardaban tanto que los vecinos del pueblo
arreglaban los problemas antes de su llegada. Por ello, cada vez que llegaban se
les recibía con un: ¡A buenas horas, mangas verdes!